Las enfermedades de transmisión sexual y la prostitución en Bilbao en los siglos XVIII-XIX.Regulación de la prostitución
Juan Gondra Rezola

D esde finales del siglo XVIII hasta bien avanzado el XIX Bilbao siguió una política represiva hacia la prostitución, encerrando en la cárcel galera a las mujeres que sorprendía ejerciendo este oficio, enviando a su lugar de origen a las de origen foráneo y obligando a las enfermas de males venéreos a ingresar en una sala hospitalaria especial para ellas. Trataba con ello de impedir la propagación de las enfermedades de transmisión sexual y de dar respuesta a unas autoridades militares que presionaban fuertemente a las civiles para que acabaran con esta lacra que diezmaba a sus tropas. Este fenómeno estaba extendido por toda la península, bastando como muestra el dato de que sólo en el año 1854 hubo 11.527 soldados ingresados en los hospitales militares españoles por enfermedad venérea.

Batalla de Ibeni - 16 de agosto de 1808 - y entrada del Ejército Francés en Bilbao. M. Losada (pastel).

A pesar de las medidas de prohibición y reclusión, las prostitutas no sólo no desaparecían, sino que su número en la Villa iba en aumento, al igual que las enfermedades de cuya propagación eran acusadas. Era evidente la necesidad de cambiar de política.

El Higienismo

Para cuando el Ayuntamiento bilbaíno inició sus primeros movimientos de reforma eran ya numerosas las experiencias que buscaban cortar la cadena de transmisión de las enfermedades de transmisión sexual mediante la práctica de un examen periódico de todas las prostitutas, con objeto de retirar de su trabajo a las enfermas y proceder a su tratamiento médico.

Un grabado que representa el tratamiento con ungüentos de
mercurio. Tratamiento de sífilis en 1700

Esta política prevencionista venía siendo propugnada por el Higienismo, movimiento hoy un tanto olvidado y que creemos merece algunas palabras. El Higienismo fue una corriente de pensamiento que tuvo su inicio en los años finales del siglo XVIII, animada principalmente por médicos. Partiendo de su constatación de la gran influencia del entorno ambiental y del medio social en el desarrollo de las enfermedades, los higienistas criticaban la falta de salubridad en las ciudades industriales del siglo XIX, así como las condiciones de vida y trabajo de los empleados fabriles, proponiendo diversas medidas de tipo higiénico-social, que podían contribuir a la mejora de la salud y las condiciones de existencia de la población. Profesaron estas ideas varios médicos bilbaínos del siglo XIX.

La raíz del pensamiento higienista estaba en el impacto que produjo en los espíritus europeos el proceso de la revolución industrial. La degradación de las condiciones de salubridad de los centros urbanos derivada de los procesos de industrialización y de la mayor intensidad de ocupación de los núcleos urbanos causada por el incremento de las corrientes migratorias, produjeron un proceso de deterioro de las condiciones de vida de las clases bajas de las ciudades. Prostitutas, mendigos, delincuentes y marginados poblaron las ciudades europeas; la propia literatura se hizo eco de esta situación, como lo reflejan las obras de Dickens, Zola, Galdós o Baroja. La prensa bilbaína, en especial "El Noticiero Bilbaíno" y "La Lucha de Clases", nos transmite la visión local de algunos de estos problemas, con descripciones de sumo interés.

Precedentes en Francia

Ya en el siglo anterior los lugartenientes de policía d'Argensau en 1714 y Barrier en 1747, habían intentado, sin éxito, someter a las prostitutas de París a una visita sanitaria regular; pero no fue hasta el año 1802 que inició sus primeras actividades un dispensario parisino dedicado al examen preventivo de las prostitutas. En 1811 sufrió una remodelación y fue ampliado para extender su actuación a todas las prostitutas censadas y servir como modelo a otras ciudades europeas que fueron implantando servicios similares a lo largo del siglo XIX.

 
Paracelso, introductor del mercurio en la terapéutica.

La metodología seguida en estos servicios, con ligeras variantes, se basaba en el principio de que el apartar a las prostitutas enfermas de su trabajo y someterlas a tratamiento con sales de mercurio, era el único medio de interrumpir la cadena de transmisión de la sífilis. Para ello, se procedía a un examen médico semanal o bisemanal de todas las prostitutas censadas en la ciudad y se ordenaba el tratamiento de aquellas en las que se apreciaban signos de enfermedad venérea, llegando al ingreso forzoso en el hospital de aquellas en que hubiera dudas acerca del cumplimiento de lo ordenado.

El servicio de higiene especial en Bilbao

La propuesta formal de organización de este servicio en Bilbao fue presentada en un escrito firmado el 29 de septiembre de 1872 por el teniente de alcalde Bernabé de Larrinaga, los regidores Horacio de Oleaga y Cosme de Echevarrieta, amén del secretario Camilo de Villabaso. En ella se razonaba la necesidad de controlar el ejercicio de la prostitución como un mal menor, ya que su abolición había sido imposible, y se proponía una nueva reglamentación. Los grandes ejes vertebradores de esta propuesta fueron por una parte, la lucha contra las enfermedades venéreas y en especial contra la sífilis y, por, otra, la importancia de disminuir la llamada prostitución clandestina o callejera, fuente de numerosos escándalos públicos.

El nuevo servicio inició su andadura en mayo de 1873 y el primer médico titular del servicio fue Adolfo Gil y Pastor, hijo del médico mayor del hospital bilbaíno y nieto de José Gil y Caño, quien también fue su cirujano mayor durante muchos años.

Prostitutas clandestinas

 
Absenta, Degas, 1875 -76.

Pronto se puso en evidencia que existía un pequeño número de prostitutas que no estaban adscritas a ninguna casa concreta y ejercían de forma clandestina, por lo que el Ayuntamiento tomó la decisión de reformar el reglamento ese mismo año para incluir a las mujeres que ejercían "por libre" y no estaban matriculadas como pupilas de las casas de lenocinio. Esta medida fue afortunada, pues con ella se consiguió incluir en el censo a la práctica totalidad de las prostitutas bilbaínas, cosa que no se hizo en muchas otras ciudades, donde el número de las que ejercían de forma clandestina fue creciendo hasta ser abrumadora mayoría en algún caso, haciendo fracasar todo el sistema de prevención.

Primeros datos

 
Cuenta "Debe".

Durante los primeros años de actuación se inscribieron y autorizaron 20 casas de mancebía y se matricularon algo menos de 200 pupilas, a las que se añadieron 30 peripatéticas. Se creó un negociado encargado de llevar el censo, cobrar las tasas, realizar las inspecciones administrativas y tramitar las multas y denuncias, así como los pagos al hospital por las estancias y tratamiento de las prostitutas enfermas. También se estableció un sistema de exámenes médicos semanales, así como la inscripción obligatoria en el registro de higiene local, el pago de honorarios por la apertura de la cartilla sanitaria, la cuota a satisfacer por las revisiones médicas, etc.

 
Cuenta "Haber"

Desde junio de 1873 a diciembre de 1873 recaudaron por todos estos conceptos 9.610 reales, de los que, una vez descontados los gastos, sobraron 5.431,16. En 1874 se recaudaron 10.280 reales, lo que viene a suponer unos 50 reales anuales por prostituta, lo que no parece una cantidad abusiva. [Argazkiak: cuentas, debe y haber). Primeras cuentas del servicio.

No faltaron problemas en el rodaje; dejando de lado la reticencia de algunas casas de lenocinio, destacaremos la protesta de Juan Gil y Fresno, cirujano mayor del hospital de Achuri y tío del médico responsable del nuevo servicio, quien veía como una intromisión en sus competencias la intervención de su sobrino a la hora de decidir el ingreso y alta de las enfermas.

Legislación a nivel nacional

 
Ehrlich Paul.

Ante una situación en que eran mayoría las ciudades cuyos servicios habían llegado a ser inoperantes o que carecían de ellos, el gobierno español estableció la Real Orden de 9 de mayo de 1893. Regulaba la prevención y control de las enfermedades venéreas en todo el territorio nacional y vino ratificar la actividad municipal en este campo y a darle un mayor respaldo por reconocer ésta R.O. el servicio municipal de Higiene Especial de Bilbao y respetar su autonomía al dejarle excluido del Cuerpo Nacional, que iba a encargarse de estas funciones en el resto del país con excepción de unos pocos municipios. La corporación procedió a aprobar algunas modificaciones en el Reglamento que regía este servicio con el fin de adaptarlo al contenido de la R.O. y así, en el año 1894, entró en vigor la normativa que sin cambios sustanciales continuó hasta la prohibición de la prostitución ya en los años 50. A partir de entonces, la plaza de Médico de Higiene Especial quedó desgajada del escalafón general y pasó a cubrirse mediante concurso de méritos entre los médicos de plantilla. El primero en ocupar esta plaza fue Federico Momeñe, que lo hizo en julio de 1894 y continuó en ella hasta el año 1913 en que falleció y fue sustituido por Antonino de Zuazagoitia.

Transición al siglo XX

 
Fleming Alexander.

El gran desarrollo industrial y minero de Bilbao durante la última década del siglo XIX y los comienzos del XX, le hizo ser el destino de un considerable número de inmigrantes que, obligados por durísimas condiciones del medio rural, buscaban en la Villa un mejor modo de vida. Sin embargo, los vaivenes económicos afectaban al mercado de trabajo y en algunos periodos dejaban en la calle, en el paro y en la miseria a muchos que, sumidos de pronto en la más absoluta indigencia, no tenían otro remedio que pasar a engrosar las filas de mendigos o de las prostitutas. Éstas, por otra parte, veían aumentadas sus posibilidades de trabajo por la demanda sexual que generaba la presencia del gran contingente de población masculina inmigrante. Prueba de ello es la fuerte presión existente en la Villa encaminada a ampliar en número de casas autorizadas y el horario de apertura de las ya existentes.

Esto dio lugar a una ampliación de la plantilla sanitaria destinada a este servicio, que tuvo su culminación en el año 1918 cuando, después de numerosos avatares e intentos fallidos de construir una sede digna, entró en funcionamiento el nuevo Hospital de la plaza de la Cantera, impulsado por el capitular socialista Facundo Perezagua.


Fuentes de información:

Archivo Histórico Municipal de Bilbao, Sección Antigua, documento con signatura 0324/001/003. Sección Primera, signaturas 0033/022; 0190/062; 0033/026; 0170/001; 0170/002. Sección Segunda, signaturas 0396/010 y 008/001. Sección 6ª, signatura 86/ 36.

Bibliografía:

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GALLASTEGUI, Galo y PASCUAL, Domingo P., La Higiene en Bilbao, Bilbao 1902.
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GOROSTIZA ONZOÑO, José María de. Memoria de Higiene y Demografía, Bilbao, 1898, manuscrito sin publicar, en el Archivo Histórico Municipal de Bilbao, signatura antigua, Cajón 4, Reg 252, Núm 3; otra copia se encuentra en la Biblioteca Municipal de Bilbao en la calle Bidebarrieta.
LANCEREAUX, E. Traité historique et pratique de la syphilis, París: Librairie German Baillière, 1873; 515.
MONLAU, Pedro Felipe, Elementos de Higiene Pública o arte de conservar la salud de los pueblos, 3ª edición, Madrid: Moya y Plaza, 1871.
PARENT-DUCHATELET, Alexandre Jean Baptiste, De la prostitution dans la ville de Paris, (3ª edición, 2 volúmenes) París: J.B. Baillière et fils, 1857.
SEREÑANA Y PARTAGÁS, Prudencio, La prostitución en la ciudad de Barcelona, Barcelona, 1882.
URUÑUELA BERNEDO, Juan, Las enfermedades cutáneas en la historia del pueblo vasco. Discurso para la recepción pública del académico electo, Bilbao: Real Academia de Medicina, 1986.


Juan Gondra Rezola


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