Las enfermedades de transmisión sexual y la prostitución en Bilbao en los siglos XVIII y XIX. Etapa represiva
Juan Gondra Rezola

Antecedentes históricos

Las enfermedades de transmisión sexual, en especial la sífilis, han sido un azote constante para las poblaciones europeas desde el descubrimiento de América hasta el de la penicilina; y todavía continúan representando un importante problema de salud para la humanidad. Nuestra cultura ha venido asociando desde antiguo estas enfermedades con la relajación de las costumbres, por lo que hablar de enfermedades venéreas era en el pasado casi lo mismo que hacerlo acerca de la prostitución.

Castigo de prostitutas, devoradas por sapos y serpientes (izda.) y de deshonestos (dcha.). Detalles de las arquivoltas de la portada románica del Juicio de la catedral de Tudela. Hacia 1200

Las políticas adoptadas ante ésta por las distintas ciudades y reinos europeos a los largo de los siglos XVIII y XIX, fueron bastante homogéneas y evolucionaron desde una postura inicial de prohibición hasta el establecimiento de una regulación encaminada a prevenir el contagio.

Analizaremos aquí cómo se desarrolló en Bilbao la etapa represiva.

Construcción de la casa galera

Precedentes

Ya en el año 1502 encontramos la primera referencia, a raíz de un escándalo en Bilbao por los contactos de las prostitutas con los vecinos; en los años posteriores siguieron apareciendo normas restrictivas, como la del Regimiento General de Vizcaya de enero de 1621, a nivel de los territorios de la corona española, Felipe IV dictó una pragmática del 10 de febrero de 1623 que prohibía las casas de mancebía y acababa con una etapa anterior más tolerante.

Por otra parte, el hospital de Achuri negaba desde el año 1661 el ingreso a los enfermos de gálico (sífilis), por lo que las personas afectadas por este mal quedaban sin ningún control.

Preocupado por este problema, el Ayuntamiento bilbaíno, en sesión del 23 de septiembre de 1774, resolvió construir una cárcel galera para internar a las prostitutas afectas de enfermedades venéreas que creaban problemas en la cárcel común o se fugaban de otras reclusiones.

La primera casa galera de Bilbao

Pero hubo que esperar 10 años para que esta decisión se materializara, cuando el alcalde, Josef Rafael Victoria, presentó un informe diciendo que en Bilbao había muchas prostitutas que corrompían la moral y la salud de la juventud; que no había cárcel galera y que cuando se las detenía, las debían llevar a la cárcel ordinaria, de donde eran pronto soltadas porque no había espacio y que las que eran enviadas a sus lugares de origen regresaban enseguida. Añadía, por último, que las prostitutas bilbaínas que eran encerradas en casas galera de otras ciudades causaban gastos elevados al Ayuntamiento, que debía de correr con los costos; además solían escaparse y volvían pronto a la Villa. Proponía como remedio la construcción de una casa galera y su financiación mediante los ingresos generados por una plaza de toros cerrada cuya construcción incluía en su propuesta.

A este escrito del alcalde, respondió el corregidor, Josef Colon de Larreategui aprobando la idea por las ventajas que tendría para el Señorío la nueva cárcel galera, ya que la cárcel ordinaria era estrecha y poco ventilada, estaba llena y causaba graves daños a la salud de los encarcelados. Sólo tenía una sala para hombres y otra para mujeres en la que debían estar día y noche, comer y cumplir con todas las necesidades de la naturaleza. Además debía de recibir los presos del Señorío que no tenía cárcel en aquel momento. Respecto a la ubicación, Colon de Larreategui autorizaba la utilización del almacén de pólvora que ya no se utilizaba como polvorín; pero como este local era muy pequeño la autorización se hacía de forma provisional. Concluía su informe con la denegación de la financiación propuesta mediante una plaza de toros cerrada como las de San Sebastián, Vitoria o Salamanca, porque "Bilbao es muy pequeño y debe de guardar sus espacios para el comercio y navegación".

Cárcel de mujeres de La Galera. Bilbao

Así fue como Bilbao contó con su primera casa galera, ubicada en un viejo edificio, antiguo polvorín construido en el año 1671, húmedo, lóbrego y sombrío, situado en la calle Urazurrutia y cuya condición de provisionalidad no le privó de una larga vida, pues no fue clausurada hasta los albores del siglo XX, cuando el municipio construyó el magnífico edificio que hoy alberga a la banda de música municipal.

Tratamiento hospitalario de la sífilis

Primeros intentos

Es evidente que las medidas de reclusión de las prostitutas enfermas estaban motivadas más por motivos sociales que por principios de higiene; en consecuencia, el sistema fracasó y la enfermedad continuó flagelando a la población de la Villa; era, pues, necesario asegurar el tratamiento de las prostitutas enfermas.

Ya en el mismo siglo XVIII los médicos titulares habían expuesto la necesidad de arbitrar un procedimiento distinto para su tratamiento: en el año 1799 el cirujano mayor del hospital de los Santos Juanes, Antonio Delgado, propuso la habilitación de cuatro camas, dos para cada sexo, destinadas a estos enfermos. En el informe elaborado por los tres médicos titulares de Bilbao, favorable a la propuesta de Delgado aunque con alguna matización, se aludía a un intento anterior que también fue rechazado por pensar que los venéreos no debían ser aceptados en salas comunes y debían de habilitarse para ellos salas separadas.

Al final el Ayuntamiento decidió no aceptar la propuesta por parecerle excesivo el costo de las nuevas camas.

La penuria económica no se resolvió, sino que fue progresando durante los años siguientes, porque Bilbao sufrió entre 1808 y 1838 un duro castigo por causa de la guerra. Ya había conocido una breve ocupación militar francesa con motivo de la Guerra de la Convención a finales del siglo XVIII; pero esto no fue más que un preludio de las varias entradas y retiradas de tropas españolas y francesas durante la de la Independencia, acompañadas en alguna ocasión de un durísimo saqueo. A partir de entonces la presencia de una guarnición militar más o menos nutrida fue constante; presencia reforzada primero con motivo de los episodios de guerrilla durante el trienio liberal y la entrada del ejército francés de "Los 100.000 hijos de San Luis" y luego por la Primera Guerra Carlista.

Problemas con las guarniciones militares

La presencia militar afectó a la prevención de las enfermedades venéreas no sólo por la disminución de recursos económicos del Hospital Civil, sino porque multiplicó el número de prostitutas y dio lugar a una elevada incidencia de sífilis entre la tropa. Se produjo una situación paradójica: mientras el vecindario bilbaíno achacaba estos males a la presencia de numerosos soldados con "malos hábitos", las autoridades militares responsabilizaban a las civiles y les exigieron en repetidas ocasiones que expulsaran a todas las prostitutas porque contagiaban a sus soldados.

Hospital Civil de Bilbao.
Litografía del S. XIX

Durante la Primera Guerra Carlista la preocupación de las autoridades militares fue en aumento y redoblaron sus exigencias al Ayuntamiento; así, un oficio de 1º de diciembre de 1835 del Gobierno Militar al alcalde presentaba una queja por el número de prostitutas en la Villa, diciendo que inducían a robos y a broncas entre los soldados. Terminaba pidiendo al Ayuntamiento que encerrase a las rameras locales y expulsara a las foráneas, como era su deber. Otro oficio, del 28 de mayo 1837, del Comandante General al Ayuntamiento se quejaba de los contagios de enfermedades venéreas sufridos por los soldados, decía que era competencia del Ayuntamiento acabar con la prostitución y así lo exigía. Otro del mismo, de 30 de julio de 1837, de un tono mucho más duro, detallaba las obligaciones del Ayuntamiento y exigía su cumplimiento.

El alcalde y los regidores trataron de capear el temporal y buscar excusas para no intervenir; alegando su falta de medios y la dificultad para proceder a expulsiones de personas sin orden judicial previa. Sin embargo, les parecía evidente que el Ayuntamiento debía de tomar alguna iniciativa al respecto, aunque el momento era difícil porque Bilbao debía afrontar los gastos causados por la Guerra, los hospitales militares y las obras de construcción del nuevo Hospital de Achuri; el Ayuntamiento no pagaba la cantidad anual que tenía asignada al hospital (50.000 reales) y éste se encontraba agobiado por deudas y pagos que debían de anticipar los junteros.

La sala de Santa María Magdalena

 
María Magdalena, la pecadora pública de la biblia. Talla del retablo barroco de la iglesia de Arrigorriaga.

Así fue que se acordó en 1838 dedicar una sala especial para enfermedades venéreas y se designó una comisión encargada del proyecto, partidaria de que no se utilizara el hospital para estos fines porque "la inmoralidad de las acogidas podía herir la sensibilidad de las restantes enfermas"; además, estimaba que el vecindario se escandalizaría y descenderían las limosnas; por tanto, propuso habilitar una sala en la casa pegante al hospital que había sido adquirida recientemente y como sólo existía una sala capaz para 8 camas, dedicarla a mujeres por considerar que "ellas son las que difunden el mal y al curarlas a ellas, se ataja su propagación". Así lo aprobaron la Junta y el Ayuntamiento y decidieron denominar a la nueva sala como "Sala de Santa María Magdalena Penitente".

El 9 de agosto de 1838 ingresaron en esta sala las cuatro primeras enfermas, cuya asistencia correría a cargo del cirujano mayor del hospital. Se completaba así el conjunto de herramientas de aislamiento características de la etapa represiva de la prostitución: cárcel, destierro y hospitalización forzosa.


Fuentes de información:

Archivo Histórico Municipal de Bilbao, Sección Antigua, documentos con signaturas 0327/001/016; 0356/001/019; 0206/002/04; 0355/001/007; 344/001/048, folios 356-360; 0358/001/010, documentos 2 y 8. Ibídem, Sección Segunda, documentos con signatura, 0241/003 y 0241/032
Archivo Foral de Bizkaia, Sección Judicial, Corregimiento 1188/70 y 1164/13

Bibliografía:

AA. Reglamento para el régimen interior de este Santo Hospital Civil, Bilbao, 1788.
LANCEREAUX, E. Traité historique et pratique de la syphilis, París: Librairie German Baillière, 1873; 515.
MONLAU, Pedro Felipe, Elementos de Higiene Pública o arte de conservar la salud de los pueblos, 3ª edición, Madrid: Moya y Plaza, 1871.
PIRALA, Antonio, Historia de la Guerra Civil y de los partidos Liberal y Carlista, 2ª edición, Madrid: Imprenta del Crédito Comercial, 1868.
REGUERA, Iñaki, "El control de los comportamientos sexuales y la vigilancia de la moral pública", en Estudios Históricos ZM, San Sebastián: Diputación Foral de Guipúzcoa, 2000; 37
URTEAGA, Luis, Miserias, miasmas y microbios. Las topografías médicas y el estudio del medio ambiente en el siglo XIX, Reproducido de GEO CRITICA, Cuadernos Críticos de Geografía Humana, nº 29, noviembre de 1980, http://www.ub.es/geocrit/sv-58.htm


Juan Gondra Rezola


Euskonews & Media 195. zbk (2003 / 01 / 17-24)

Dohaneko harpidetza | Suscripción gratuita | Abonnement gratuit |
Free subscription


Aurreko aleak | Números anteriores | Numéros précedents |
Previous issues


Kredituak | Créditos | Crédits | Credits

Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua

Eusko Ikaskuntzaren Web Orria

webmaster@euskonews.com



QUIENES SOMOSPolítica de privacidadAvisos LegalesCopyright © 1998 Eusko Ikaskuntza