La Unión Europea es un actor
con protagonismo y presencia creciente en la sociedad internacional que está
desarrollando una política exterior de alcance global -Política Exterior Común,
P.E.C.- paralela y complementaria a la de los Estados miembros. Una serie de
factores internos y externos han favorecido la emergencia de este nuevo actor
internacional singular; entre los primeros, la transformación de una Comunidad
Económica Europea, de naturaleza económica, en una Unión Europea de naturaleza
política alumbrada en Maastricht, y el desarrollo posterior que alcanza hasta
nuestros días; así como la inmediata ampliación que sellará la unificación del
Viejo Continente, reconciliando, cinco décadas más tarde, la política con la
geografía. Entre los factores externos, señalamos los cambios producidos en
la sociedad internacional como consecuencia de la reestructuración del poder
político mundial -especialmente fin de la guerra fría- así como otros desafíos
más recientes -especialmente el "11 de septiembre" y sus consecuencias-.
Los objetivos de la PEC vienen definidos en el artículo
11 del TUE; estos son: la defensa de los valores comunes, de los
intereses fundamentales y de la independiencia e integridad de
la Unión, de conformidad con los principios de la Carta
de las Naciones Unidas; el fortalecimiento de la seguridad de
la Unión en todas sus formas; el mantenimiento de la paz
y el fortalecimiento de la seguridad internacional; el fomento
de la cooperación internacional; el desarrollo y la consolidación
de la democracia y del Estado de Derecho; así como el respeto
de los derechos humanos y de las libertades fundamentales.
Un paso adicional se ha dado
con la creación de la peculiar Política Europea de Seguridad y Defensa -PESD-
como una consecuencia derivada de la conflictividad internacional y de los desafíos
a los que la Unión se ve sometida en estos años. Fundamentalmente la guerra
de Kosovo, y el sonrojante nivel de dependencia de Estados Unidos que ésta puso
de manifiesto (mucho más elevado que el evidenciado unos años antes en Bosnia),
creó una sensación de urgencia y empujó a los europeos a tomar una serie de
decisiones que permitieran traducir su peso económico en influencia política
y militar, y preservar cierta capacidad de intervención autónoma para intervenir
en conflictos que afectasen a los intereses europeos aunque EE.UU. decidiera
no intervenir.
La Cumbre de Helsinki de diciembre de 1999, dotará a la Unión de la posibilidad
de desarrollar operaciones militares como respuesta a crisis internacionales,
estableciendo unos objetivos concretos en materia de seguridad y defensa: se
establece que a más tardar en 2003, la UE ha de ser capaz de desplegar en el
plazo de sesenta días un contingente militar de 60.000 efectivos -Fuerza de
Reacción Rápida, FRR- y mantenerlo en el teatro de operaciones durante al menos
un año para asumir toda la gama de las denominadas "Misiones Petersberg"
[1].
Paralelamente a los medios militares
aportados en Helsinki, el Consejo de Santa María de Feira de junio de 2000 dota
a la Unión de un mecanismo de gestión no militar de crisis para coordinar y
hacer más eficaces los medios y recursos civiles: policía civil, asistencia
humanitaria, rehabilitación administrativa y jurídica, observatorio de derechos
humanos y electoral, principalmente. Es la dimensión civil de la PESD. Las fuerzas
armadas por sí solas son insuficientes para restablecer la paz en zonas de guerra
y asegurar la reconstrucción de las sociedades afectadas. Es indispensable la
incorporación de otros elementos, más cercanos al orden público y la construcción
del Estado de derecho para evitar un nuevo enfrentamiento militar -policía civil
que ayude a la defensa efectiva de los derechos y libertades de todos los ciudadanos,
reconstrucción de las instituciones y fortalecimiento de la Administración civil
del Estado, restablecimiento del orden democrático respetuoso con los derechos
de las minorías y de las libertades fundamentales, lo que exige la presencia
de jueces, administradores, etc. que posibiliten la eficacia de los programas
de reconstrucción económica y social-. Se requiere una aproximación integrada
a los conflictos incorporando todos estos elementos.
La UE se caracteriza por un concepto global de intervención exterior. El "modelo
europeo" implica un visión mucho más amplia para la gestión de crisis que
la estrictamente militar (la actuación en una crisis no finaliza con la separación
física militarmente ejecutada sino que la reconstrucción de la administración
civil posterior es un componente ineludible de una actuación de estas características
[2]. Cuando hablamos de PESD,
no estamos hablando de una política de defensa en sentido clásico, sino de algo
distinto; estamos hablando de "contribuir a la paz y seguridad internacionales
de acuerdo con los principios de la Carta de las Naciones Unidas" [3]. Europa no tiene como objetivo la defensa a ultranza de unos
pretendidos "intereses nacionales", sino mejorar y reforzar los mecanismos
multilaterales de gobernanza global principalmente en el marco de las Naciones
Unidas [4]. No aspira a competir
con la capacidad militar estadounidense, ni desafiar su liderazgo en el seno
de la Alianza Atlántica; pero sí a disponer de una fuerza estabilizadora de
ámbito regional, capaz de gestionar autónomamente crisis en caso de abstención
estadounidense, así como de contribuir eficazmente en una intervención colectiva
de mayor calado, preferentemente en el marco de las Naciones Unidas.
No se trata de militarizar la
UE, sino de asegurar que ésta sea capaz de reaccionar de manera adecuada ante
la aparición de una crisis y sobre todo, de tener capacidad para, mediante misiones
civiles, restablecer el orden y el derecho, reforzando las instituciones en
un periodo inmediatamente posterior a un enfrentamiento bélico. La capacidad
de la UE como actor internacional no puede derivarse únicamente de su, deliberadamente
y por necesidad, limitada capacidad militar. La UE es una potencia civil, noción
que no incluye principalmente entre sus instrumentos el uso de la fuerza. Cuando
se defiende que la PEC es un fracaso porque la Unión no cuenta con una verdadera
política de defensa que sirva de disuasión, se siguen tesis superadas que no
son aplicables al mundo de hoy en que lo militar no es la principal fuente de
distribución de poder. La UE dispone de competencias exteriores distintas a
las clásicas, que configuran el perfil civil de su política exterior y que giran
en torno a los derechos humanos, la democracia, la economía de mercado, el multilateralismo
y la regionalización; es decir, trata de exportar al mundo su propio modelo
de valores y organización político-económica.
La Unión ampliada representará
una realidad geopolítica con una posición primordial, por dimensión, demografía,
intereses, historia y voluntad política de autoafirmación. En términos económicos,
la UE es equiparable a EEUU al representar casi el 30% del PIB mundial; siendo
además el primer socio comercial del mundo, con nexos comerciales con todas
las regiones del planeta; hemos de tener en cuenta además la dimensión internacional
del Euro en competencia directa con el dolar y el yen, y su protagonismo creciente
en las transacciones internacionales, sin olvidar además que el "area Euro"
no se limita a los doce países integrantes del Euro, sino que se extiende al
resto de Europa, la cuenca mediterránea y la zona africana del franco, principalmente.
La Unión es la mayor proveedora mundial de ayuda al desarrollo; así como la
principal defensora del multilateralismo en sus variadas dimensiones (derechos
humanos, medio ambiente, justicia penal internacional, ayuda humanitaria, régimen
de no proliferación, etc.).
El "11 de septiembre" ha influido en la implantación tan celérica
de la Fuerza de Reacción Rápida, ya operativa. Sin embargo, también esta crisis
ha tenido como efecto colateral evidenciar las dificultades de la Unión para
hablar con una sola voz autónoma en el escenario internacional. La reforma en
profundidad de las estructuras de la Unión ahora en curso en el marco de la
Convención sobre el Futuro de Europa no puede obviar esta situación y ofrecerá,
sin duda, respuestas adecuadas [5].
[1] Es decir, misiones humanitarias
y de rescate, misiones de mantenimiento de la paz, y misiones en las que intervengan
fuerzas de combate para la gestión de crisis, incluidas las misiones de restablecimiento
de la paz (imposición de la paz incluso con fuerzas de combate si fuera necesario).
Las "misiones Petesberg" fueron incorporadas al Tratado de Amsterdam
en 1996 -artículo 17.2-
[2] Por poner un ejemplo, para
el resultado final exitoso de la operación es tan, o más importante la labor
de un exalcalde europeo como administrador de Mostar que la de las tropas que
habían separado a los contendientes previamente.
[3] Conclusiones de la Presidencia del Consejo de Helsinki.
[4] Y esto diferencia claramente
esta política de defensa de la protagonizada por EEUU, más cercana al multilateralismo.
[5] En el anteproyecto
de Constitución Europea presentado por el presidente de
la Convención, Valery Giscard dŽEstaing, se prevé
por ejemplo que la UE tenga personalidad jurídica propia,
lo que abre la puerta a que esté representada como tal
en organismos internacionales como la ONU.
Jose Luis de Castro Ruano
Profesor Titular de Relaciones Internacionales (UPV/EHU) |