En torno al aniversario de EITB
* Traducción al español del original en euskera
Edorta Arana

Ahora que se cumplen veinte años del nacimiento de la radio-televisión pública vasca, y sin duda también en el futúro, EITB dará que hablar. Señal de que está viva.

El más somero repaso de la historia del ente público nos obliga a analizar tres etapas, cada una en una década distinta, para después abrir la puerta de los retos de un futuro que ya está encima.

A la muerte de Franco volvieron a reproducirse los intentos de crear una estructura mediática que fuera instrumento de construcción identitaria, social y cultural. De aquella época son las campañas por unos medios y unos profesionales de la comunicación con una visión desde y para el propio país. Del mismo modo que el Estatuto de Autornomía y la Ley de Amejoramiento fueron de alguna manera la cristalización politico-administrativa de partes del País Vasco, algo similar ocurrió con EITB en cuanto a la radio-televisión. Fue en 1983 cuando de modo regular empieza a emitir Euskal Telebista con el objetivo declarado de servir de canal para el afianzamiento de la lengua y cultura vascas y de instrumento de información para la población. Eran los años en los que la televisión se mantenía como medio de comunicación de titularidad pública (ya fuera del propio Estado o de modo descentralizado: Eusko Jaurlaritza, Generalitat...). Ratios como el tamaño de audiencia o la facturación publicitaria tenían todavía un valor solamente relativo. El verdadero valor de la televisión se medía en su capacidad de influencia política. De ahí que se produjeran curiosos mecanismos de identificación por los que se emparejaba al Gobierno español con Televisión Española y a Eusko Jaurlaritza con Euskal Telebista. El propio nacimiento del segundo canal de ETB, el que emite exclusivamente en castellano, se inscribió en ese contexto de influencia política, social pero también electoral del medio.

El objetivo de conseguir una estructura audiovisual estable y competitiva ni siquiera se atisbaba cuando las energías apenas si llegaban para cumplir con el día a día.

La provisionalidad se instauró en la programación, la política lingüística, la relación entre los dos canales y el equilibrio entre los niveles de producción propia y ajena. Los/Las trabajadores de ETB mantenían la percepción de que su trabajo había que entenderlo en ámbitos más generales que incluían la euskaldunización y la más amplia de construcción de país.

Cuando se cumplieron los primeros diez años de la creación de ETB, Eusko Jaurlaritza (1992) presentó en el parlamento un amplio informe en el que redefinía los quehaceres de la cadena. Era el inicio de la segunda década de Euskal Telebista y supuso el afianzamiento de la influencia politica de ETB y cierto mimetismo programativo como consecuencia de el comienzo de las emisiones de los canales de televisión privados para todo el Estado español. Nuevamente, los mensajes para que se primara la creación de una estructura audiovisual propia, estable y profesional cayeron en saco roto. De puertas adentro, y también en sus emisiones, se produjo una distribución de papeles para cada uno de los canales: ETB1 sería definida, principalmente, como el canal de los deportes y la programación infantil, en euskara. Mientras tanto, el canal castellanoparlante se centraría en la ficción, las noticias y la lucha por la audiencia, frente a las otras emisisones, públicas y privadas. La política de subcontratación de algunos servicios y en la producción de programas, la "funcionarización" en el personal de ETB y la perdida de peso específico del canal en euskara son también aspectos definitorios de esa época.

A lo dicho, con la llegada del nuevo siglo, ETB entra en su tercera década y, si anteriormente la influencia de la televisión privada era ya importante, la tendencia hacia la comercialización parecía imparable. Además, en el nuevo escenario, la digitalización marcará un modo de hacer televisión que sin duda incidirá de modo claro el devenir de Euskal Telebista. El Plan Estratégico (2000) que puso en marcha ETB pretendía hacer una reflexión profunda del camino recorrido por el ente y poner unas bases firmes para el futuro. El exhaustivo y extenso informe del Plan ponía de manifiesto algunos aspectos muy relevantes. Así por ejemplo yo destacaría: la apuesta por el servicio público, la de servir como referencia informativa y cultural del Pueblo Vasco y la presencia del euskara en igualdad de condiciones con el castellano en todos los nuevos soportes de ETB. En un contexto mediático más amplio, la oferta televisiva se ha multiplicado (satélite, cable, internet y, pronto, la emisión digital terrestre) en estos tiempos y al centralismo politico-administrativo sobre la televisión hay ahora que añadir la incidencia de los grandes grupos macromedia (Correo, Prisa...).

En este panorama, y a la espera de hacer un primer balance sobre los objetivos, plazos, medios y sistemas de control aplicados al Plan Estratégico de ETB, todo parece indicar que se ha producido un cambio de paradigma en el entorno audiovisual actual. Del mismo modo que el estatuto de autonomía posibilitó la creación de la radio-televisión vasca, hoy en día se hace necesario la creación de un marco regulador para la totalidad del sistema audiovisual. Bajo esta visión, EITB debería pasar de ser una cadena de radio-televisión a convertirse en el articulador del sistema de telecomunicaciones publico, global y dinamizador de Euskal Herria. Resulta complicado quizás aventurar si es EITB la que debe asumir tal papel o si esa responsabilida debe recaer en un hipotético Consejo Superior del Audiovisual (no tenemos grandes esperanzas de que el Consjeo organizado por UPN y PSN vaya a cumplir ese papel) pero no cabe duda de que EITB habrá de estar entre los entes públicos que lo dinamicen. ¿Quién si no asumirá el papel fundacional de una estructura audiovisual de carácter nacional; quién gestionará desde una visión de servicio público las posibilidades técnicas de la era digital; quién aglutinará y rentabilizará las sinergias de las redes de televisión local con las de carácter más general, quién potenciará la creación de una infraestructura industrial del sector audiovisual; quién asegurará unos niveles de presencia digno del euskara y, finalmente, quién hará de salvaguarda ante una visión exclusivamente comercial en los contenidos?

Y es que los objetivos los principales retos con los que se encuentra ETIB en un futuro próximo son: conseguir la referencialidad cultural, informativa, lingüística y social en nuestro país y, por otra parte, posibilitar que la población vasca se convierta en sujeto decisor en el nuevo panorama de la digitalización. En un momento en el que la televisión se ha convertido en un electrodomético dedicado en exclusiva al entretenimiento se hace necesario, nuevamente, recuperar la diferencia entre los objetivos a corto y a largo placo. No hay duda de que los nuevos formatos televisivos, las presentaciones más espectaculares,y los efectos audiovisuales más modernos han adquirido gran relevancia en el modo de hacer televisión de nuestros días, pero no son los únicos aspectos a tener en cuenta.

Confundir la programativa con la programática plantea problemas de visión. El segundo y más importante de estos conceptos hace referencia a planteamientos más a medio y largo plazo. La programática se entreteje con los hilos de lo estratégico y ahí el servicio público, la pluralidad, la promoción del euskara y de la cultura vasca, la construcción de una industria audiovisual amplia y estable y, por último, la creación de los medios de comunicación que las nuevas tecnologías permiten están entre ellos. Por eso, al comienzo de este artículo, decíamos que la radio-televisión vasca ha puesto ya sus bases en tres décadas diferentes. La última de las cuales no ha hecho más que empezar y de ahí que sea mucho lo que se puede hacer. Que no le fallen las fuerzas.


Edorta Arana, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación. Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea
Fotografías: Página web de eitb

Euskonews & Media 181.zbk (2002 / 9-27 / 10-4)


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