Existe
un gran desconocimiento sobre la evolución poblacional
de las especies marinas litorales de la costa vasca, ya que apenas
se han realizado estudios de población, más que
de ciertas especies de interés pesquero, por lo que todo
cuanto actualmente se sabe, proviene de observaciones realizadas,
tanto en la franja intermareal, más fácil de estudiar,
pero donde no viven muchas especies de peces, como de observaciones
directas subacuáticas del fondo submarino.

Su dificultad de
observación, -el mar es un medio distinto que requiere
todo un equipo de buceo, buenas condiciones meteorológicas,
etc-., hace que los conocimientos que tenemos sobre la densidad
poblacional de las especies marinas sea muy limitado, si lo comparamos
con el conocimiento de las especies terrestres.
No
obstante, años de observación submarina, de entrevistas
personales con pescadores de todos los puertos pesqueros vascos,
desde Zierbena hasta Hondarribia; años de repaso de las
actas de los campeonatos de pesca submarina, y de entrevistas
personales con pescadores submarinos, nos hacen estar en condiciones
de afirmar, que la riqueza piscícola de nuestro litoral
ha descendido, a nivel global en más de un 50% con respecto
a hace apenas dos décadas. La abundancia de peces que caracterizaba
los bajíos de toda la costa vasca, se ha convertido en
escasez.
La presión
humana que soporta nuestro litoral por parte de pequeños
pesqueros, profesionales y de recreo y por parte de pescadores
submarinos, así como la grave influencia de la contaminación,
especialmente manifiesta en los estuarios, lugares donde la abundancia
de plancton –el primer dañado por ésta-, les convierte
en auténticas granjas de peces, pues numerosas especies
en estado alevín pasan sus primeros estadios en ellos,
son factores que han provocado la decadencia de la diversidad
piscícola de antaño y la consiguiente reducción
de sus poblaciones.
Especies cuya
densidad poblacional ha descendido alarmantemente
A
tenor de diversos datos objetivos, conocemos la reducción
poblacional de numerosas especies que hace algunos años
eran sumamente abundantes, y hoy son francamente escasas, como
es el caso del besugo (Pagellus cantabricus). A diferencia de
otras especies en las que, a pesar de haber disminuido considerablemente
su número, no se puede decir que se encuentren en peligro,
el besugo ha experimentado tal recesión poblacional, que
sí se podría considerar como una especie amenazada.
En la actualidad no sólo ha dejado de ser objeto de pesca
comercial, sino que sus crías, conocidas con el nombre
vulgar de "panchitos", hace años que apenas se ven en los
puertos y áreas litorales vascas. Generalmente las que
se ven son crías de aligote (Pagellus acarne).
También
la anguila (Anguilla anguilla), antaño el pez más
abundante de nuestros estuarios y de todos los ríos del
País Vasco, ha desaparecido de muchos tramos fluviales
en los que hace apenas una década abundaba y su población
ha descendido drásticamente o incluso se ha llegado a extinguir.
Así, este pez ha desaparecido del río Sallobente,
a su paso por el coto Salobente; del río Urola, a su paso
por Terriarte, del río Aguntza, a su paso por Ataun, del
Oria, a su paso por Zegama, o del río Añarbe, a
su paso por Okilegui, en Gipuzkoa. También falta en los
ríos Burgos, Berrón e Ibarra, afluentes del Kadagua
y en el río Arrankudiaga, afluente del Nervión.
En las cuencas alavesas
se puede afirmar que las poblaciones de anguila se encuentran
en vías de extinción. En los ríos que forman
la cuenca del Ebro, resulta un pez sumamente raro, por lo que
no se puede hablar ya de poblaciones, sino de ejemplares residuales.
Los mayores efectivos
de esta especie en el País Vasco, se encuentran en los
tramos cercanos a la desembocadura de los ríos vizcaínos
y guipuzcoanos, especialmente en los que están menos contaminados,
como es el caso del Bidasoa, Urola, Oka, Merkadillo, Lea, Argin,
Zubiaur...
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Lubina (Dicentrarchus
labrax). |
Otro pez cuya densidad
poblacional ha disminuido considerablemente, a tenor de los escasos
avistamientos y capturas, es la lubina (Dicentrarchus labrax),
aunque aún goza de una población aceptable, su abundancia
ha dejado de serlo y se encuentra en franco retroceso. Lo mismo
sucede con la dorada (Sparus auratus), -se está observando
que los grandes ejemplares son cada vez más escasos en
las aguas litorales poco profundas de la costa vasca- o el Pargo
(Sparus pagrus), la merluza (Merlucius merlucius), y el salmonete
de fango (Mullus barbatus)....
Especies singulares
Pero además
de estas especies, existen otras muy singulares que constituyen
una auténtica rareza en la costa vasca, ya que su presencia
puede considerarse muy puntual, y sus poblaciones extremadamente
escasas.
Una
de ellas es la lubina pintada (Dicentrarchus puntactus) de aspecto
idéntico a la lubina común, aunque se diferencia
de ella por los numerosos puntos negros que salpican su dorso
y flancos, es sumamente escasa y difícil de ver. Se ha
constatado su presencia en el estuario del Bidasoa, así
como en el río Barbadún, en Muskiz. Sus poblaciones
han disminuido considerablemente en las últimas décadas,
pues si bien antaño estaba presente en numerosas rías
vascas, en la actualidad, sólo se ha detectado su presencia
en este río.
También
el sábalo (Alosa alosa), puede considerarse una rareza.
Pez anadromo que al igual que el salmón vive en el mar
y acude a los ríos a desovar, desde hace años únicamente
se reproduce en el Bidasoa.
Uno
de los peces más singulares de la costa vasca, es la morena
(Muraena helena). Vive en fondos rocosos comprendidos entre los
doce y los cien metros de profundidad. En el tramo litoral de
la costa vasca se pueden hallar algunas poblaciones en la costa
de Lekeitio, Ea y Elantxobe, así como en Matxitxako.
Otro
pez que se encuentra en silencioso retroceso es el mero del sur,
(Epinephelus guaza), especialmente en las aguas litorales, donde
su presencia es cada día más esporádica.
Si bien en los años sesenta, su pesca tanto por parte de
pescadores litorales, como por los primeros buceadores deportivos
que practicaban la pesca submarina, era relativamente frecuente,
como lo atestiguan las actas de los campeonatos de pesca submarina
que se realizaban entonces, así como los testimonios de
numerosos pescadores que los vendían en las lonjas, en
la actualidad resulta sumamente difícil poder contemplar
un mero en la franja litoral, por encima de los 30 metros. Alguna
población habita en los fondos rocosos de cabo Ogoño,
Cabo Villano, Jaizkibel y cabo Matxitxako, donde han sido avistados
y pescados varios ejemplares.
La
corvina (Argyrosomus regius) era un pez frecuente hasta hace algunas
décadas en las aguas litorales de la costa vasca, donde
estaba presente en los fondos arenosos blandos del Abra, en la
bahía de Txingudi o en la costa de la desembocadura del
Oria. Existen numerosos testimonios de pescadores que han capturado
ejemplares en estas aguas. Hoy, en cambio, ha experimentado un
gran retroceso, hasta el extremo de volverse muy rara.
Algo
similar ha sucedido con el verrugato de fango (Umbrina canariensis),
y con el de roca (Umbrina cirrosa). Ambas especies habitaban en
el área de influencia de la desembocadura del Bidasoa y
del Abra de Bilbao. Testimonios de diversos submarinistas que
los han pescado, indican que resultaba frecuente observarlas en
los fondos arenoso-rocosos, a partir de los 8 metros de profundidad.
Hoy, en cambio, su presencia es sumamente escasa y su reino comienza
a mucha mayor profundidad (a partir de los 35 metros).
Un
pez gregario que visitaba frecuentemente las aguas litorales era
el Pez de San Pedro (Zeus Faber), caracterizado por presentar
una gran cabeza huesuda y un cuerpo oval y muy comprimido de color
gris amarillento. Se han pescado ejemplares en casi todos los
puertos pesqueros, por parte de pesqueros de bajura. Hoy los responsables
de las cofradías de pescadores nos dicen que resulta muy
difícil cobrar algún ejemplar.
Peces sedentarios
Existe
un pequeño grupo de pequeños peces sedentarios,
que constituyen una auténtica rareza. Uno de ellos es un
pez ventosa, conocido con el nombre de chuclador (Lepadogaster
candollei). Con un tamaño que no supera los 8 centímetros,
este pez habita permanentemente en fondos rocosos intermareales
provistos de abundantes piedras bajo las cuales se cobija y busca
su alimento, basado principalmente en pequeños crustáceos,
moluscos y anélidos.
Se caracteriza por
poseer un cuerpo aplastado, provisto, en su zona ventral, de una
doble ventosa con la que se adhiere a las piedras. Hallar a un
chuclador es sumamente difícil. Puede verse algún
ejemplar en franjas intermareales de Jaizquibel, Ulia, Zumaia
y Kobarón.
Otro
diminuto pececillo marino singular y difícil de hallar
es el Tripterigon (Tripterygion delaissi). Vive entre los 2 y
los 15 metros entre grietas rocosas existentes en rasas y acantilados.
Únicamente se han detectado ejemplares en Ogoño,
Matxitxako, isla de Izaro, Zumaia y costa de Lekeitio-Ondarroa.
Hay dos especies
de babosas, pertenecientes a la familia de los Blénidos
sumamente escasas en nuestro litoral. Son el gallerbu (Blennius
pavo) y el torillo (Blennius ocellaris).
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Torillo (Blennius
ocellaris). |
El
gallerbu suele vivir en fondos intermareales cercanos a las desembocaduras
de los ríos. Apenas se le ha detectado más allá
de las rocas intermareales existentes en la desembocadura del
Bidasoa (Jaizkibel y playa de Hendaia), así como en Zumaia.
Hace años también estaba presente en el Abra de
Bilbao, pero en la actualidad aquí resulta casi imposible
ver un solo ejemplar, debido a la destrucción de su hábitat
tras el relleno y la construcción de los nuevos diques
de Punta Lucero.
El torillo es también
un raro pez de nuestra costa caracterizado por presentar un cuerpo
alargado, alto y comprimido, cuya primera parte de su aleta dorsal
posee una mancha oscura ocelada, de ahí su nombre. Vive
a partir de los 30 metros de profundidad y es muy escaso y difícil
de ver.
La
alfiler (Nerophis ophidion), perteneciente a la familia de los
Singnátidos, cuyo tamaño puede alcanzar los 30 cm.,
también es un pez raro. Está presente en rasas mareales
donde abundan las algas. Algunos ejemplares han sido avistados
en Zumaia y la costa de Lekeitio-Ondarroa, Cabo Villano, Ea y
acantilados de Ispaster.
De
la misma familia que la aguja de mar, los caballitos de mar también
están sufriendo una brutal recesión en todo nuestro
litoral, hasta el punto de resultar sumamente difícil poder
hallar algún ejemplar.
Los últimos
caballitos marinos de la costa vasca, que pueblan las aguas de
Urdaibai y Txingudi están en franco retroceso. La contaminación
de los ríos ha causado mucho daño a las dos especies
que secularmente han habitado en nuestras aguas, como son el caballito
de mar común (Hippocampus hippocampus) y el caballito ramuloso
(Hippocambus ramulosus).
La trucha marina
y el salmón
Finalmente
cabría citar dos especies emblemáticas, indicadoras
del hábitat, que prácticamente han desaparecido
de nuestros ríos. Se trata del salmón (Salmo salar)
y de la trucha marina (Salmo trutta trutta).
El salmón
pasa su vida en las aguas profundas del Golfo de Bizkaia, llegando
hasta Irlanda y su población no está amenazada,
pero los ejemplares que visitaban nuestros ríos para frezar
casi han dejado de hacerlo. De todos los ríos del País
Vasco, únicamente en uno, el Bidasoa, este pez nunca se
ha extinguido y año tras año, durante el invierno,
ha remontado sus aguas para reproducirse en sus arroyos de alta
montaña.
Gracias a las repoblaciones
efectuadas en la última década por los Departamentos
de Agricultura de las Diputaciones Forales de Bizkaia y Gipuzkoa,
el salmón ha vuelto a desovar a los ríos Urumea,
en Gipuzkoa, y desde el pasado año 2000, ha remontado los
ríos vizcaínos Lea y Mayor.
La
trucha marina (Salmo trutta trutta), considerada como una subespecie
o variedad de la trucha de río (Salmo trutta fario), es
un pez que vive en el mar y se adentra en los ríos para
llevar a cabo su reproducción. En su fase marina no penetra
tanto en el mar como los salmones, pues permanece cerca de los
estuarios, en zonas salobres. Al igual que el salmón, regresa
a desovar al mismo río en el que nació, después
de permanecer en el mar un período de tiempo que oscila
entre seis y cinco años.
Antaño, la
trucha marina era un morador habitual de numerosos estuarios vascos,
pero la contaminación en la que han estado sumidos durante
décadas la hizo desaparecer de la gran mayoría de
ellos.
En la actualidad
únicamente está presente, en escaso número
en los ríos Urumea, Bidasoa, Mayor, Oria, Urola y Oka.
Ocasionalmente se han pescado algunos ejemplares en el Abra de
Bilbao.
Fernando Pedro
Pérez, Director de Naturaren
Ahotsa
Fotografías: Del libro "Arrainak,
Peces de la Costa Vasca y del Golfo de Bizkaia" de Fernando
Pedro Pérez |