Así
como los artistas necesitan de su musa, los investigadores también
precisan de alguien en la sombra. Con la humildad como guía,
Don Joxe Miel Barandiaran, el ilustre hombre que tanto trabajara,
cargos ocupara y premios recogiera, también tuvo una mujer
vigorosa y dulce detrás apoyándolo en su longevo
paso por la vida : su sobrina Pilar Barandiaran, o su "niña",
ya que así es como la llamaba. El "sirimiri"
nos acompaña en esta tarde de julio con sabor a verde mojado.
Al llegar a "Sara etxea", percibimos un magnetismo especial
en el ambiente, quizás, porque nos hallamos cerca de la
"Jentilbaratza", la tumba de los antiguos vascones precristianos.
Tocamos la puerta y tras una breve espera, una mujer entrada en
años nos abre gentilmente la roja puerta y nos invita a
pasar. Es Pilar. Pasamos a la sala de estar e iniciamos la conversación
rodeados de fotos, cuadros, recuerdos y libros de Don Don Joxe
Miel, que parecen mirarnos con curiosidad. Han pasado casi once
años de su muerte. "Sí, se fue al cielo cuando
le faltaban diez días para cumplir 102" nos aclara
Pilar.
-"Si
te curas de viejo llegarás a más de cien en el pellejo"
dice el refrán. Si, Dios mediante.
Tengo una mala salud de hierro. Y la cabeza al menos, todavía
la tengo bien.
-Además,
vive usted sola. Sí, pero el
que mi sobrino Joxe Mari y su mujer Maritxu vivan en el caserío
de al lado me da mucha tranquilidad. Al anochecer viene todos
los días a cerrar las persianas, porque yo no lo puedo
hacer sola.
-¿Qué
ha cambiado en su vida desde que "se fue" su tío? Nada y todo. Desde
que se fue mi modo de vida es el mismo. Pero noto su falta, y,
por mucho que mire arriba y abajo, y sobre todo hacia ese "txoko"
al lado de la ventana, no lo veo por ninguna parte.
-Aunque fuera
cura, le trató como a una hija. Sí. Al llevarnos
21 años de diferencia, en lugar de Pilar, me llamaba "niña".
Es que en esta zona existe la costumbre de llamar "niña"
a las chicas.
-¿Cómo
le recordaba él de pequeña? Me decía que
era una niña muy guapa. Y cuando nací, los fines
de semana que volvía del Seminario de Vitoria, mi madre
le decía : "mientras estés estudiando,
si la niña empieza a llorar me acunara ." Y mi tío,
claro, lo hacía encantado.
-A su entender,
¿a raíz de qué le surgió a su tío
ese afán por indagar en el pasado de nuestro pueblo? Por un profesor que
tuvo. Después de ver cumplido su deseo de ser cura, y siendo
estudiante en Leizpig (Alemania), un profesor le dijo : "Si
quieres conocer el modo de vida de un pueblo, tú mismo
tienes que vivir de esa manera," Yo creo que fue eso lo que
le hizo emprender este trabajo, a la postre tan importante.

-¿Aunque viviera
fuera, Don Joxe Miel conocía el trabajo de caserío? ¡Uy ! Desde luego.
Date cuenta de que hasta los diez años estuvo trabajando
en el caserío Perunezarre, que dista cien metros de donde
estamos ahora.
-¿Creía
él que el trabajo de investigación que emprendió
iba a convertirse en una referencia clave para los arqueólogos,
antropólogos y etnólogos? Yo creo que no. Él
me decía que al principio la gente les miraba raro, a él,
a Telesforo Aranzadi y a Enrique Eguren, cuando les veían
juntos por el monte, maliciosamente les llamaban los "tres
trogloditas".
-¿Tenía
genio su tío? Todos tenemos genio.
Y mi tío también, ¡por supuesto ! Si de repente
se ponía todo serio, ya sabía que yo no había
hecho algo bien. Pero el enfado no le duraba mucho. Además,
no éramos de los que empiezan a reñir y no paran.
Más bien al contrario. Y en el trato era muy cariñoso
conmigo.
-También
sería usted su cocinera. Sí, pero en
eso no me complicaba la vida, puesto que casi no comía
más que puré. Todo desde que estando en Biarritz,
el médico le dijo que tenía que hacer régimen.
-¿Y a qué
se debía el régimen? El médico le
comentó que había dos soluciones para arreglar su
problema de estómago : hacer una pequeña intervención
y curarlo o si no, hacer régimen. O lo uno o lo otro. Y
como mi tío aborrecía las operaciones, sin pensárselo
dos veces optó por la segunda alternativa
-¡Por eso estaba
tan delgado! Sí, pero no
creas que se mantenía siempre a régimen. Cuando
se iba fuera a veces sí que se comía sus buenos
platos, carne incluida, pero eso sí, partida en trozos
muy pequeños. De todos modos, aunque se fuera a comer fuera,
antes de salir de casa, siempre se tomaba un vaso de leche.

-Desde el final
de la Primera Guerra Mundial Don Joxe Miel empezó a recoger
los frutos de su trabajo de investigación. Pero en 1936,
con el comienzo de la Guerra Civil, esa progresión se vio
truncada. Pues sí. ¡Quién
iba a decir que tendría que exiliarse ! Mi tío
se encontraba trabajando en Itziar cuando estalló la guerra,
con lo cual le quedaban dos opciones : escaparse o la cárcel
(cuando menos). Así que, optando por la libertad, junto
a otros 45 compañeros, zarparon en el barco "Angel
de la Guarda" desde Mutriku y llegaron a Donibane Lohitzune.
Una vez allí, no tuvieron problemas, dado que mi tío
tenía una prima monja en Anglet, y Telesforo Aranzadi,
a su vez, familia en Iparralde. En ese sentido, la ayuda de Don
Manuel Intxausti también fue determinante.
-¿Para tanto
eran los delitos que se le imputaban a Don Joxe Miel? ¡Uy ! ¡Y tanto !
Hacer no sé lo que haría, pero imputarle....un montón
de cosas. (risas). El asunto es que yo tenía otro tío
cura en Gasteiz. Pues bien, uno de sus vecinos que era policía
le dijo que a Don Joxe Miel ni se le ocurriera volver, porque
su ficha era de aúpa : "simpatizante de ideas
judeo-masónicas y rojo-separatistas."
-Y mientras
tanto, ¿usted que hacía? Yo estaba en Ataun,
esperando acontecimientos. Cuando al cabo de un par de años
supe que mi tío me quería a su lado, me fui para
allá. En Biarritz vivimos tres años, justo hasta
que los alemanes ocuparon Iparralde y nos obligaron a irnos a
Sara.
-¿Cómo
fueron los tiras y aflojas con los alemanes? Al poco tiempo de haber
tomado los alemanes Iparralde, un día trajeron a mi tío
detenido, acusándole de estar haciendo algo sospechoso
en el monte Larrun. Menos mal que sabía alemán,
porque si no lo hubieran fusilado allí mismo. Cuando fui
a verle parecía un pollito mojado, ¡pobre ! Entonces
le dije : "tío, ¿por qué no les pides
que te dejen llamar a Leizpig y les cuentas a tu profesor lo que
te ha pasado ? Hizo eso y gracias a Dios, más que
una respuesta, lo que recibieron fue una orden : además
de dejarle libre, le dieron autorización para seguir con
sus indagaciones en cualquier lado.
-¿La ayudaba
usted a Don Joxe Miel en el trabajo? Sí, claro. Antes
de que me fuera al exilio con él, tuvo un secretario, pero
no se arreglaba bien con él. "Este secretario, en
lugar de ordenarme las notas, me las pone todas patas arriba",
me solía decir. Así que cuando llegue a Iparralde
me puse a hacer las labores de secretaria.
-¿Y en qué
consistía su trabajo?
En
coger las notas de mi tío y corregir los fallos, para luego
volver a repasarlos juntos. Por lo demás, pasaba el tiempo
cosiendo y haciendo punto, elaborando jerséis y cosas así.
Sin embargo, estando ya en Sara, empecé a sufrir del hígado,
y cuando volví a Ataun, tuve un ataque hepático.
Al venir el médico, me lo dejó muy claro :
Pilar, la máquina de coser te perjudica. Así que
o dejas esa máquina vieja o vendré yo mismo a tirarla
al río."
-Durante los
años de exilio, su casa en Sara sería un punto de
encuentro. ¡Uy ! Y tanto.
Al estar al lado de la frontera, nos venía un montón
de gente huída. Y si bien no todos lo eran de verdad, nosotros
abríamos nuestra puerta a todo el mundo. Me acuerdo que
en un año di más de doscientas comidas. Nuestro
vecino Mateo Salaberrieta nos daba los puerros de su huerta, y
con eso hacía una "porrusalda" muy rica.
-¿Quiénes
eran los mejores amigos de Don Joxe Miel? Tenía muchos.
Pero los más cercanos fueron, déjame pensar.....sin
contar los del extranjero : Telesforo Aranzadi, Jesus Elosegi
Irazusta, Enrike Eguren, Manolo Laborde, Tomas Atauri, Manuel
Intxausti, Ander Manterola, Jesus Altuna, Juan Garmendia, Paul
Dutournier, Mateo Mujika, ah, y Pío Baroja.
-Pero Pío
Baroja, no era un anticlerical declarado? Sí, pero con
mi tío se arreglaba a las mil maravillas. Aún más,
recomendó a su sobrino Julio Caro Baroja para que trabajara
con mí tío. Me acuerdo que en el día grande
de las fiestas de Sara, Julio Caro Baroja y sus amigos, entre
ellos un cura, venían desde Bera, ya que en esa festividad
era libre pasar de un lado a otro de la frontera. Ese día
preparaba un plato muy del gusto de Julio : alubias rojas.
-En total,
¿cuántos años estuvieron en Sara? Vivimos trece años
allí. Y de verdad que la acogida y el trato fueron inmejorables.
-Aun viviendo
en Euskal Herria Norte, sería muy duro no poder cruzar
la muga. Sí, y doloroso.
Por muy a gusto que estuviéramos en Sara, mi tío
siempre estaba mirando hacia aquí. Viviendo en Biarritz,
me acuerdo que íbamos al faro para desde allí contemplar
las luces que se veían de Hegoalde. Estábamos tan
cerca que parecía que las podíamos tocar. Mi tío
se pasaba horas y horas en esa contemplación. Luego, cuando
ya vivíamos en Sara, subíamos al monte Larrun y
divisábamos todos los montes de Euskal Herria, entre ellos
el "Aitxu", a cuyas faldas se encuentra Ataun. "Allí
debajo está nuestra casa" me solía decir emocionado.
-Pero al fin..... Sí, después
de diecisiete años de exilio, al fin, en 1953, conseguimos
la autorización para regresar, y así volvimos a
Ataun. Una vez allí, mi tío decidió que construiríamos
una casa idéntica a la que habíamos habitado en
Sara. Y también la bautizamos con el nombre de Sara. Es
que en realidad, mi tío se sentía tan de Sara como
de Ataun.

-¿Y qué
dijo el dueño de la casa "original" en Sara? Se quedó totalmente
alucinado. Una vez, cuando ya estaba la casa hecha, vino de visita
y nos dijo : "Son iguales, menos en una cosa. Nuestra
casa tiene un fallo que ésta no tiene. Las escaleras que
van al baño están mejor aquí que en la nuestra,
donde te puedes tropezar y caerte."
-Su propio
nido, de nombre Sara, abierto para gente de todo tipo de plumaje. Sí. Nada más
empezar a vivir en la casa, mi tío me dijo : "niña,
hasta ahora hemos vivido en las casas de otros. Y a partir de
ahora vamos a hacer como San Benito, es decir, abrir la puerta
a todo el que llame." Y así lo hicimos. Y a día
de hoy, también, muestra casa todavía permanece
abierta para el que venga.
-¿Todavía
le viene gente de visita? Sí, bastante
a menudo. Bastante gente de Iparralde, por ejemplo. Aunque no
los conozca ellos me suelen decir : "Pilar, sabemos
que no nos conoces, pero nosotros somos los hijos de tal y tal.
Entonces me acuerdo. Y aunque es algo bonito, cuando me dicen
que sus padres ya no están entre nosotros me da mucha pena.
¡Pero qué le vamos a hacer ! Es ley de vida.
-¿Cómo
solía ser un día corriente para Don Joxe Miel? Mientras tuvo salud,
se levantaba a las seis de la mañana. Lo primero que hacía
era rezar, luego ir a la parroquia a impartir la misa y, a eso
de las nueve, volvía a casa para desayunar. A continuación
se sentaba en esa silla al lado de la ventana y ahí trabajaba
hasta la una, hora de comer. En la sobremesa escuchaba la radio,
y con la aparición de la televisión, veía
un poco la tele. Tras una breve cabezadita, se levantaba, se calzaba
las botas, cogía el bastón y se iba al monte.
-Y desaparecía. Efectivamente. Se iba
a inspeccionar las piedras y las tierras de los montes cercanos.
Pero si en su ausencia venía alguien a verle, yo le llamaba
aullando, y él, dondequiera que estuviera, me oía
y volvía silbando para indicarme que había oído
mi llamada. Después, a las cinco, se tomaba un tazón
de leche, y se enfrascaba otra vez en el trabajo. Justo hasta
las siete, hora en la que cenábamos. Luego escuchaba las
noticias y volvía a su escritorio, donde se prodigaba hasta
las diez. A esa hora se iba a dormir.
-No sin antes
rezar, claro. Por supuesto. Recuerdo
que antes de irnos a dormir rezábamos un rosario que decía
lo siguiente : ¡Oh, estrella en el mar ! Con los amigos
bajo la tormenta, ilumina nuestro camino, ilumina nuestro camino,
en las últimas horas día, ilumina nuestro camino,
en las últimas horas del día.

-¿Creía
su tío en los cuentos, leyendas y supersticiones que tan
rigurosamente recogía? Creer en su veracidad
no, pero sí que se los creía la hora de contarlos.
Y claro, cuando los escuchaba en boca del cuenta cuentos también
ponía cara de credulidad.
-De entre los
personajes conocidos del país, hubo alguien que se portara
especialmente bien con Don Joxe Miel? Sí, mucha gente.
Pero por mencionar uno, te diría que José María
Setién, el que fuera obispo de la Diócesis gipuzkoana.
Cuando mi tío empezó a estar enfermo, puso una monja,
Miren Letona, para que cuidara de él por las noches.
-En esta sala
veo muchas fotos en las que aparece Don Joxe Miel rodeado de gente
de "alta alcurnia" haciéndole distinciones. Sí, mira esa
foto (nos señala una en la que el rey Juan Carlos aparece
entregando un premio a Don Joxe Miel). Cuando le iban a hacer
"Doctor Honoris Causa" en Madrid, mi tío enfermo
y no pudo acudir. Sin embargo, envió en su lugar a un primo
de Gasteiz. En el transcurso del acto, el rey le dijo al primo
que, en cuanto tuviera ocasión de ir a Gipuzkoa, se presentaría
en Ataun a darle el título en persona a mi tío.
Y cumplió su promesa en el que sería el último
año de vida de mi tío. Con motivo del 500 aniversario
de San Ignacio de Loyola, hizo un hueco en su agenda y apareció
por aquí. Estuvo muy cariñoso. En una de éstas,
vio colgada una foto en la que aparecían él y la
reina junto a mi tío, y ni corto ni perezoso gritó :
¡Sofía! ¡Sofía, ven! ¡Que tú también
estás en la foto !
-Don Joxe Miel
expresaba alguna vez su punto de vista sobre la situación
de Euskal Herria? No, no se metía
nunca en política. En sus tiempos de joven cura se prodigó
más en esas cuestiones, pero cuando le comunicaron que
los curas no tienen que inmiscuirse en la política....
dándose por aludido, optó por no mojarse en el tema.
-El euskara,
sin embargo, lo era todo para él. Sí, así
era. Aunque optase por no hablar sobre la situación de
nuestro país, sí que había algo que él
tenía muy claro : el euskara es lo que nos hace ser
vascos, lo que nos da personalidad, y sólo detrás
del idioma vienen la forma de ser y la cultura. En ese sentido,
a mí me parece que el espíritu de mi tío
sigue vivo en Sara etxea, ese que aboga por asumir el compromiso
de ser euskaldun y promulgarlo.
Pilar
Barandiaran (Ataun, 1909)
Pilar
Barandiaran es soltera y vive sola en "Sara
etxea" de Ataun. Al igual que su tío,
nació en el caserío Peunezarre,
sito en el barrio Murkondo de la localidad.
Pilar es la hija del noveno hermano de Don Don
Joxe Miel. Pilar estuvo siempre al lado de su
tío, compartiendo los buenos y los malos
momentos, los premios y los reconocimientos
pero también el exilio y sus últimos
días.
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Fotografías: Beñat
Doxandabaratz
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Euskonews & Media 179.zbk
(2002 / 9 / 13-20)
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