Con clara vocación desde niño, ingresó a los 15 años en la Academia Mercadal, ejercitándose en la escayola, plumilla, acuarela, rotulación, láminas, etc. Trabó amistad con Don Ascensio Martiarena, viejo pintor con quien tendrá largas conversaciones que influirán notablemente al joven artista. Sin embargo, Tomás Hernández se considera un autodidacta que se inició en el aprendizaje de la naturaleza de San Sebastián, de quien ha recibido la mayor influencia y a quien tiene siempre presente en su obra, junto con el ser humano. De 1966 a 1982 realiza numerosas exposiciones individuales en Guipúzcoa. Desde 1961 hasta la actualidad ha participado en diferentes exposiciones y certámenes colectivos, tanto en Euskadi como fuera de él (Francia, Alemania, Estado español). Tiene obras en colecciones particulares y en Museos como el Museo de Arte Contemporáneo de Granada, el Museo de San Telmo de San Sebastián, el Museo de Wiesbaden (Alemania), etc. Es muy conocida su faceta como cartelista. Entiende que el cartel es una forma de popularizar el arte y de crear una unión entre el pintor y el espectador. Su primer cartel es de 1965, habiendo publicado un total de 80, referentes al Festival de Jazz de San Sebastián, a los Carnavales de Tolosa, a las Regatas Internacionales de Orio, Festival Internacional de Cine de San Sebastián y demás acontecimientos municipales. Además de estas dos facetas de pintor y cartelista, su obra abarca otros campos, como los murales, el diseño gráfico, las maquetas, decorados, escaparates, stands, ilustraciones, etc. Este artista tiene una vinculación especial con las actividades populares y culturales de San Sebastián.

"Tejados de la calle Fermín Calbetón", óleo de Tomás Hernández Mendizábal. Año 1966

Kazetaritzan lizentziatua da. Erreportaia, iritzizko kazetaritza eta elkarrizketa asko landu ditu. 1984an erabaki zuen literatura eta behin-behineko lankidetzak bizimodu bihurtzea. Errealitatearen eta elkarrizketaturiko pertsonaien alderdirik bitxi eta harrigarrienak bilatzen saiatzen da, eta bere ahalegin horrek Rikardo Arregi saria merezi izan du bi urtetan jarraian (1992 eta 1993an), urteko euskal prentsa guztia aztertzen duen epaimahai baten erabakiz. 2000 eta 2001 urteetan, abuztuan zehaar, eguneko artikulu bana plazaratu du "Euskaldunon Egunkaria"-n.
Saiakera landu du (Euskal Kantagintza Berria), nobelagintza (Kcappo, Irene, Krisalida), ipuingintza (Auto-stopeko ipuinak) eta haur literatura. 1997an Castletown poema liburua argitaratu zuen, eta 1998an Oherako hitzak.

Escopeteros de Tolosa. Conmemoración de la batalla de Beotibar. (Fot. I. Linazasoro)

La batalla de Beotibar no tan abultada como la dan a conocer el cronista Zaldibia, Alonso Onceno, Ochoa Alvarez de Isasaga y otros que llegan a estimar hasta en 70.000 los combatientes navarros y en 800 los guipuzcoanos. Lo importante es que la lucha de Beotibar, como todas las que se venían sucediendo en la frontera navarro-guipuzcoana eran una consecuencia inevitable de la desmembración del Reino vasco acaecida en 1200 por la conquista castellana de Alfonso VIII. Los navarros se amparaban en los castillos de Lecumberri y Gorriti que utilizaban como punto de partida para incursionar en la comarca de Tolosa. Los guipuzcoanos se apoyaban sobre todo en Berástegui. La versión de Moret parece la más ajustada a la verdadera historia. Dice que «consta de cierto que este año (1321), por la parte de Guipúzcoa se arrimaron tropas y hubo movimiento de armas en aquella frontera, entrando en los fines de Navarra con hostilidad rompida de robos». Parece ser que los guipuzcoanos se apoderaron del castillo de Gorriti que los navarros reputaban seguro. Como represalia se encaminó hacia la frontera el Gobernador del Reino, Ponce de Morentayna, con un buen número de navarros y gascones dispuestos a incursionar sobre la región tolosana. Moret reseña esta entrada por San Miguel especificando que fue tomada la villa de Berástegui. Campión estima que los navarros siguieron avanzando hasta las cercanías de Tolosa y que al llegar al vallecito de Beotibar, Gil López de Oñaz, señor de la casa de Larrea, puesto al frente de los oñacinos, atacó a los navarros infligiéndoles una grave derrota. Según Garibay habría sido hecho prisionero Martín de Aybar, Alférez del Pendón Real.