Vasconia
ha sido siempre un país de mentes abiertas, que soñaron
con regiones ignotas y llevaron a cabo empresas en tierras de
gentes desconocidas. La magnitud del mar, y en menor medida la
terrestre, no ha sido óbice para intentar acceder a lugares,
allende nuestras fronteras, nunca antes conocidos.
La conquista de América
dio a conocer a un sinfín de aventureros con apellido vasco
que exploraron los más alejados rincones del "nuevo
mundo". Esta empresa mantuvo en vilo a los nuevos exploradores
durante varios siglos. Pero otro continente más cercano,
continuaba sin ser explorado en su totalidad. Los europeos habían
instalado factorías y colonias en toda la costa de África,
pero su interior estaba prácticamente inexplorado. Corría
el siglo XIX cuando España se empeñaba en competir
con los demás países europeos por las posesiones
de ultramar en tierras africanas. En ese momento, apareció
la figura de un joven vitoriano empecinado en explorar tierras
desconocidas o, al menos, en reconocer las vagas e imprecisas
noticias que se poseían sobre los territorios del corazón
de África. Este joven respondía al nombre de Manuel
Iradier Bulfi.
Releyendo
su biografía, y el ambiente en el que llevó a cabo
sus azarosas empresas, es difícil imaginar lo que impulsaba
a exploradores como Manuel Iradier, y a otros que quedaron en
el olvido, a dejar la cómoda vida en una tranquila ciudad
como Vitoria y aventurarse en tierras desconocidas, llenas de
peligros y de imprevisibles consecuencias. Hoy en día,
cuando nos llegan noticias de una expedición himalayista
a una cima de más de 8.000 metros, de una travesía
a través de todo un casquete polar, o la vuelta al mundo
a través de los océanos, nos quedamos asombrados
escuchando los pormenores de dichas gestas y, mientras soñamos
con ser uno de los componentes, convertimos en ídolos a
estos modernos aventureros. Y cuando podemos embarcamos en empresas
particulares, más modestas y con menos pretensiones, y
nos trasladamos a países que llamamos exóticos,
que todavía guardan lugares más o menos inhóspitos
con culturas arcaicas conservadas por gentes que también
nos parecen ancestrales, pensamos que somos como aquellos exploradores
de siglos anteriores. Nada más lejos de la realidad.
Lo miremos por donde
lo miremos, la comparación entre los exploradores anteriores
de la primera mitad del siglo XX y los actuales es odiosa. El
único punto de encuentro que se me ocurre es ese afán
humano por descubrir, conocer y ser el primero en observar, contar
o poseer.
Actualmente, el planeta
tierra tiene muy pocas cosas por descubrir, aunque todavía
nos sorprendamos con la aparición de una nueva especie
animal desconocida, una tribu indígena que huye del contacto
con los humanos "civilizados", o un recóndito
lugar que había pasado inadvertido.
Sólo una pequeña
parte de lo que hoy sabemos, se conocía en la segunda mitad
del siglo XIX, cuando el joven de catorce años, Manuel
Iradier, soñaba con realizar exploraciones y plantar su
huella en tierras remotas.
|
Manuel
Iradier Bulfy durante la primera expedición. |
Manuel Iradier nació
en 1854, en la vitoriana Plaza Nueva o Plaza de España,
y desde que estudiaba en el Instituto de Segunda Enseñanza
de Vitoria mostró una particular inclinación a las
ciencias naturales y geográficas. Decidido a efectuar un
viaje de exploración al interior de África, en 1868
fundó la "Sociedad Viajera", que titularía
más tarde "La Exploradora". Esta sociedad nacida
en el seno del Instituto, tenía como objetivo principal
llevar a buen puerto, nunca mejor dicho, el proyecto de Iradier
de atravesar África de Sur a Norte, desde el Cabo de Buena
Esperanza (Sudáfrica) hasta Trípoli (Libia), reconociendo
los grandes lagos descritos por Burton y Speke. Mientras tanto,
los jóvenes integrantes de "La Exploradora",
dedicaban su tiempo al estudio de la naturaleza de su entorno
cercano, girando excursiones a las cercanías de Vitoria
y recogiendo objetos para coleccionarlos.
Como nos cuenta el
historiador Ángel Martínez Salazar, en su obra "Manuel
Iradier: las azarosas empresas de un explorador de quimeras",
"La Exploradora" tenía sus juntas en la sala
que servía de Museo de la Academia Alavesa de Ciencias
de la Observación. Allí estudiaban los miembros
de la Academia Instructiva de Amistad, se iniciaban las veladas
del Ateneo Vitoriano, desarrollaba sus actividades la Academia
Cervántica Española, y ensayaba sus instrumentos
musicales el Orfeón Alavés así como el Batallón
de Voluntarios [liberales]". Era la edad cultural de oro
de la ciudad de Vitoria, la "Atenas del Norte", como
se llegó a denominar.
En 1873, Henry Stanley,
conocido por su expedición africana en busca de David Livingston,
de paso por Vitoria, impartió junto a Manuel Iradier una
conferencia sobre África en la que el vitoriano aprovechó
para exponer su proyecto. Sin embargo, Stanley convenció
a Iradier para comenzar sus periplos intercontinentales por la
exploración del interior del Golfo de Guinea, frente a
las posesiones que ya tenía España en la región,
entre las que destacaba la isla de Fernando Poo.
El 16 de diciembre
de 1874, Manuel Iradier inicia, acompañado de su esposa
y su cuñada, su primer viaje de exploración a la
costa occidental de África, en el Golfo de Guinea, con
el fin de averiguar si existía un punto accesible hacia
el interior. Después de atravesar la Península Ibérica
y embarcar en Cádiz, llegó casi un mes más
tarde a la isla de Gran Canaria. Allí permaneció
tres meses esperando la llegada del buen tiempo y en mayo llegó
al islote Elobey, centro de sus primeras exploraciones en la costa
de Guinea. Esta aventura concluyó en junio de 1877, tras
haber explorado 1876 kilómetros en 834 días de expedición
por la cuenca del río Muni.

A pesar de sufrir
múltiples accesos de fiebres, inagotables marchas a través
de inhóspitas selvas, y sufrir todo tipo de contratiempos,
pudo más la llamada de África, y el 1 de agosto
de 1884 partió por segunda vez hacia el continente negro.
El resultado de este viaje fue haber obtenido para la Sociedad
de Africanistas y Colonistas de Madrid la soberanía de
101 jefes indígenas de distintas tribus, e integrar en
la nación española el territorio explorado en el
primer viaje que comprendía cerca de 14.000 kilómetros
cuadrados. A su llegada fue agasajado en diferentes ocasiones,
sobre todo por sus paisanos, deseosos de escuchar sus investigaciones
y relatos. Relatos algunos que fueron publicados, destacando entre
ellos los dos tomos de "África. Viajes y trabajos
de la Asociación Eúskara La Exploradora".
Desde el regreso
de su segundo viaje, y tras los homenajes y las exposiciones de
los conocimientos adquiridos, el inquieto Manuel Iradier dio un
nuevo rumbo a su vida y se dedicó a poner en práctica
su inventiva, creando un modelo de contador automático
de agua, un fototaquímetro, un nuevo procedimiento tipográfico
que acortaba las labores de imprenta, etc. A partir de 1901 residió
en Madrid, y en 1911 murió olvidado en Balsain, un pueblo
de Segovia donde había vivido sus últimos días.
Su ciudad natal no
olvidó por mucho tiempo a uno de sus hijos predilectos,
y el 7 de noviembre de 1927, Vitoria le rendía el homenaje
póstumo que no tuvo en el momento de su muerte, trasladando
sus restos mortales al cementerio vitoriano de Santa Isabel. Al
cumplirse el centenario de su nacimiento, en 1954, recibió
el correspondiente homenaje tanto en Madrid como en Bilbao y Vitoria.
En la fachada de su casa natal se descubrió una lápida,
lo mismo que en el claustro del Instituto de Enseñanza
Media de Vitoria. Dos años más tarde, en agosto
de 1956, su ciudad inmortalizaba a Manuel Iradier en un monumento
erigido en los jardines del vitoriano Parque de La Florida. También
le puso su nombre a una céntrica calle de la ciudad.
 | Monumento
a Manuel Iradier Bulfy, en el parque de la Florida, en Vitoria.
Fot. I. Linazasoro 1979. |
Para entonces, en
octubre de 1949, había nacido en Vitoria la "Sociedad
Excursionista Manuel Iradier". Esta sociedad tomaba como
propios los principios que impulsaron a Iradier a poner en práctica
todas sus inquietudes. Al celebrar su 50 aniversario en 1999,
"la Excursionista" también llamada "la Manuel
Iradier", presentaba un rico balance de actividades que recordaba
a los tiempos del explorador en pleno apogeo cultural de la ciudad.
La Excursionista supo desde sus orígenes aunar la cultura
y el deporte, naciendo en su seno diferentes secciones dedicadas
a la historia, la arqueología, la etnografía, las
ciencias naturales, la espeleología, la fotografía,
el teatro, el cine, la danza, la música, el montañismo,
el atletismo, el ciclismo, etc. En todos los casos, la Excursionista
fue la pionera en su ciudad, y también en parte del territorio
alavés, aglutinando a casi todos los prácticantes
posibles en cada sección. Con el paso del tiempo, las diferentes
secciones se han ido multiplicando e independizando, convirtiendo
a la Manuel Iradier actual en una sociedad más, aunque
con la etiqueta que le acredita como pionera en cada una de las
disciplinas practicadas. Es el peso de llevar el nombre del insigne
explorador sobre sus espaldas.
Por otro lado,
los descendientes de Manuel Iradier no han olvidado a su querido
mentor. En 1989, un nutrido grupo de vitorianos forman la organización
no gubernamental "Asociación Africanista Manuel Iradier",
retomando el nombre y el espíritu entusiasta que había
acumulado el explorador. El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, de
la mano de "la Africanista", hermana a la ciudad con
el distrito ecuatoriano de Cogo, ciudad a la que estuvo estrechamente
ligado Manuel
Iradier. En este contexto, la "Asociación Africanista
Manuel Iradier" ha servido de vehículo de comunicación
para la plasmación y ejecución de diversos proyectos
de cooperación al desarrollo en Cogo, dentro de las áreas
de la salud, formación y desarrollo. No obstante, las actividades
de la comisión científica de la Africanista dedicadas
al conocimiento del medio físico y biológico del
territorio de Guinea Ecuatorial, son las que más se acercan
al ideario del notable explorador vitoriano que hemos glosado
en estas modestas líneas.
Juanjo Galdos López de Laño,
Presidente del seminario alavés de Etnografía. Socio
de la sección de Antropología - Etnografía
de Eusko Ikaskuntza
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi y "Asociación
Africanista Manuel Iradier" http://www.iradier.org/ |