Los
comienzos como guía de montaña fueron difíciles
y a la vez entrañables. Desde los años 70, la montaña
fue una constante en mi vida: escalada, alpinismo, sobretodo en
los Pirineos, pero también por los Alpes, Perú...Siempre
he estado muy interesado en aprender de personas que tenían
gran experiencia en la montaña, personas como mi amigo
Paco Lusarreta, que tantas veces nos habían guiado.
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Lago
Tracet (Neouvielle), Pirineos. |
Yo soy delineante,
pero las cosas no iban todo lo bien como debieran y dada mi pasión
por la naturaleza, me decidí a dar el gran salto, al plantearme
ser guía de montaña. En aquellas fechas, hace 22
años, se hacía difícil pensar que alguien
iba a pagarte para que le llevaras al monte.
Mi primer trabajo
como guía fue en una expedición a Perú. Tenía
una titulación de la Federación Española
de Montaña, que no era reconocida fuera del Estado. Con
esta titulación trabajamos hasta el año 95 o 96,
cuando se produjo un fuerte impulso por parte de clubes y asociaciones
en pro de conseguir una titulación oficial para todos los
que ya estábamos con esta actividad. Tras muchas asambleas
y debates, recibimos formación teórica y práctica.
Se nos exigió un amplio historial de alpinismo, además
de práctica en escalada, alta montaña, esquí
de montaña etc. Aún hoy en día la formación
es de vital importancia para ser reconocido profesionalmente fuera
de nuestras fronteras. Así conseguimos las primeras titulaciones
internacionales.
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Tassilis
del Hoggar, Argelia. |
Hoy en día
seguimos una pauta de formación, vamos modernizándonos
y formamos un grupo de unos 50 guías profesionales reconocidos.
Creo firmemente en mi profesión y si no, sería mejor
no ser guía de montaña.
Desde hace el
año 80, intento trasmitir esos conocimientos y experiencias
a mis clientes (que siempre acaban siendo amigos), de la misma
forma en la que me fueron trasmitidas. Un guía trata de
acompañar a una persona que quiere ascender a una montaña
y que, por el motivo que sea, no se atreve a hacerlo por su cuenta.
Inspirarle y darle seguridad es lo más importante. La persona
tiene que sentirse siempre segura. Para disfrutar y sacar el máximo
rendimiento posible de esa montaña y de esa ascensión,
ha de disfrutar mientras dura el viaje y por supuesto, ha de llegar
sana y salva a casa. Los guías, por nuestra experiencia,
además, aportamos información acerca del lugar,
de las costumbres de sus gentes, etc. Nuestra experiencia adquirida
con el paso del tiempo, al ser trasmitida a nuestros tutelados,
les da la confianza necesaria para garantizar que van a disfrutar
de dicha actividad, además de darles seguridad. Esta seguridad
a veces puede parecer excesiva, pero no lo es.
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Travesía
Liskam (Alpes). |
Creo que hoy en día
la gente ha perdido miedo a la montaña, y eso es una pena.
La montaña es dura y difícil, y hay que ir haciendo
etapas paulatinas. Aumentando poco a poco la dificultad e ir así
adquiriendo experiencia, cosa que por otra parte no se aprende
de la noche a la mañana. No se puede ir a los Alpes, de
repente, sin haber hecho etapas en Pirineos y haber superado sus
dificultades, además de disfrutar de sus increíbles
valles. Hay que ir poco a poco.
Por otra parte la
montaña y el desierto permiten un contacto especial y muy
estrecho con la naturaleza, dan alas de libertad. También
dan oportunidad de descubrir otras culturas. Tantos años
haciendo trekking y esquiando por las montañas del Atlas
quizá me han hecho ver la vida desde un prisma más
amplio. Estos valles son herederos de una cultura ancestral y
poseen unos valores que aquí parecen haberse perdido. Voy
allí como si fuera a mi casa. Su hospitalidad es impresionante.
Últimamente se está deshumanizando un poco por la
entrada del turismo y los bienes de consumo (plástico,
televisión con baterías...), cuando lo que realmente
necesitan es una cultura de la higiene o del agua. Nunca me da
pereza volver.
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Cima
del Toubkal 4165 mts, Atlas, Marruecos. |
Siempre he dedicado
mucho tiempo y esfuerzo a la preparación de los viajes,
si bien con los años, cada día resulta una tarea
más sencilla. Me vuelco en la preparación, porque
los clientes han depositado toda la confianza mí. Esta
responsabilidad requiere una preparación detenida. Rutas,
horarios, refugios... estos aspectos siempre están atados
antes de salir. Pero por si acaso suelo partir con varias alternativas
de viaje en la cartera. Hay que tener en cuenta que puede
haber cambios según las necesidades (puede haber condiciones
meteorológicas no previstas, el grupo puede preferir una
ruta diferente, etc.).
Algunos clientes,
que como he dicho antes ya son amigos, llevan haciendo salidas
conmigo desde el año 80, con lo que, con algunos, hemos
podido hacer unas 30 ascensiones. Lo ideal es ir con grupos pequeños,
de unas 8 o 10 personas como máximo. Parecía difícil
vivir de la montaña, sin embargo, desde hace unos 7 años
tengo amigos-clientes que acuden a mí todos los años.
Algunos de ellos me proponen nuevos viajes, el último destino
ha sido Dolomitas (vías Ferratas).
He llevado a personas
de todos los niveles sociales y hoy en día, quizá
por mi edad, es más frecuente que vaya con gente de entre
35 y 50 años. En otros países hay una cultura más
amplia de hacer ascensiones con más edad y parece que,
poco a poco, vamos incorporando esta cultura. Hacer trekking con
niños y jóvenes es una experiencia muy gratificante
para mí. La montaña es una vía de escape
perfecta para la gente joven, por lo cual, dentro de no mucho,
llevaré a cabo algún proyecto de este tipo.
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Ángel Fernández
(Pirineos). |
Salvo excepciones
contadas, he tenido una gran suerte con los clientes. En cualquier
caso, las anécdotas de esta profesión, las agradables
y las que no lo son tanto, las va uno metiendo en su mochila del
viaje de la vida. Porqué de todas se aprende.
Ángel Fernández, guía
profesional |