Cuando
se siente la llamada del mar, se pretende ir más lejos,
aunque sólo se pueda dedicar en las vacaciones la misma
cantidad de dinero y tiempo de todos los años, por lo que
hay que preparar el viaje a fondo.
 | Barny
surfeando en Mundaka.
Foto: Iagoba Fanlo. |
Entre la variada
y numerosa información que existe sobre los circuitos de
surf tradicionales, destacan los puntos más usuales que
son: México, Maldivas e Indonesia. Sin embargo, los extranjeros
que arriban a Europa eligen practicar este deporte en playas como
Mundaka (Bizkaia), Lacanau (Francia) o Peniche (Portugal).
Para los que
hacemos surf la aventura de viajar fuera de nuestras costas es
principalmente para descubrir nuevas olas, además del cambio
de paisajes, y de conocer a gentes y culturas.
 | Barny
surfeando en el Golden Gate.
1999.
Foto de Bob Larson para "Contracosta Times". |
Hawai, Indonesia
y Australia son algunos de los destinos que ya habíamos
disfrutado anteriormente. En estas vacaciones queríamos
indagar sobre parajes menos populares dentro de la aventura del
surf. Por ello nos fuimos a América Latina, en la búsqueda
de la auténtica aventura.
En esta ocasión
nos decidimos por Perú: ¡2.250 kilómetros de costa...!
Y comenzamos nuestro viaje en Lima, capital de la República,
que se halla ubicada en la costa. Desde esta Perla del Pacífico
nos dirigimos a Mancora, al norte del país, deteniéndonos
en todos los pueblitos. Allí donde hubiera buenas olas
nos asentábamos. Al practicar surf con un grupo de amigos,
evitamos ciertos riesgos en el agua, además resulta más
emocionante y divertido.
Chicama, Pacasmayo,
Centinela..., a lo largo del recorrido nos topamos con una niebla
persistente que no cejó un solo día. La temperatura
en el verano local (invierno en nuestro país) fue de 28ºC
a 32ºC y la del agua del mar sobre unos 26ºC, pero en la desembocadura
de los ríos la temperatura descendía considerablemente,
ya que el agua baja fría de los Andes. En estos casos utilizábamos
trajes de surf de 2-3 mm. de grosor para aguantar más tiempo
cogiendo olas.
 |
Barny
(bajo la ola) en Uluwatu, Bali, 1999. Foto: Eduardo
Odriozola |
Siguiendo la
costa, encontramos llanos salpicados de dunas y asombrosas playas
solitarias, de variada fauna marina, donde las olas fuertes y
de calidad rompían sobre fondo de arena o roca. Las dificultades
para acceder a algunos spots (lugares de surf) debido al
terreno y a la inexistente infraestructura de las carreteras,
hizo que nos perdiéramos varias veces.
La improvisación
durante el viaje fue constante, tanto en la búsqueda de
alojamiento como de comida. Así, a lo largo de toda la
franja costera, descubrimos bonitos hotelitos a buen precio y
tabernas populares donde la comida casera resultó excelente:
pescados, mariscos, verduras y como no, el cebiche (plato
típico del país).
Hemos tenido
la suerte de compartir con el indígena –hospitalario y
paciente- momentos inolvidables. En Chicama conocimos a un lugareño
al que hicimos una entrevista. Un surfer de unos 60 años,
carismático y pionero. Este personaje apodado El Hombre
es una leyenda viva. El nos relató preciosas historias,
como la que ya conocíamos sobre la ola Chicama,
que es una ola de izquierda muy larga. Fue descubierta por El
Hombre y hoy en día es apreciada por todos los surfistas.
 |
El
Hombre y Barny, en Chicama.
2000. |
Finalizamos nuestro
viaje, abundante en sorpresas y contactos con un pueblo que tiene
tal bondad y generosidad, que ha marcado en nosotros una manera
distinta de entender la pobreza. Un pueblo, que a pesar de todas
las invasiones, ha sabido manternerse en pie con sus costumbres
y su lengua.
|