La
utilización de muñecos como elementos lúdicos
y festivos en diferentes manifestaciones festivas locales es algo
bastante extendido por todo el territorio vasco. A la tradicional
presencia de muñecos en las fiestas de invierno se le ha
añadido en las últimas décadas la creación
de numerosos personajes que en forma de muñeco o muñeca
entran a formar parte del programa festivo de las fiestas de verano
o patronales. Es precisamente dentro de estas fiestas de verano
donde los muñecos, como aspecto innovador de la fiesta,
han adquirido gran importancia y resonancia, tanto en lo referente
a los actos en que participan dichos personajes como en lo que
respecta a la simbología que los caracteriza. Por ello,
estas notas se refieren únicamente a los muñecos
que tienen protagonismo en las fiestas de verano o patronales.
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Fiestas de Lapuebla
Labarka, ‘Bartolo’. |
Por medio del
muñeco festivo en las fiestas de verano, intenta simbolizarse
la unión de los habitantes de la localidad durante los
días de fiestas. Para ello, desde su misma creación
se piensa en elementos y signos considerados como propios o compartidos
por los miembros de esa comunidad y que provocan la identificación
de los participantes en el hecho festivo. El muñeco se
convierte entonces en un símbolo cargado de significados.
Si la fiesta es una expresión de la identidad colectiva,
el muñeco en muchos casos va a ser el instrumento apropiado
para resaltar determinados rasgos propios de esa comunidad y que
sus componentes comparten. Es decir, se resaltan elementos considerados
como propios, por lo tanto, identitarios. Esta estrecha relación
entre fiesta e identidad tantas veces comentada, se manifiesta
de manera precisa por medio de muchos de estos muñecos.
El interés
por resaltar rasgos identitarios por medio de los muñecos
de fiestas toma forma de diversas maneras en función de
las distintas localidades y de los colectivos humanos que los
crean. Sin embargo, sí podemos afirmar que hay una serie
de elementos, que aunque no aparecen de forma unívoca con
esa carga identitaria en todos ellos, si pueden considerarse repetitivos
y forjadores de la ‘personalidad’ del muñeco. Las principales
características identitarias en los muñecos se manifiestan
fundamentalmente por medio del nombre que se le da al muñeco,
la vestimenta y apariencia física, objetos añadidos
al muñeco que refuerzan su significación, espacios
físicos de la localidad elegidos para los actos realizados
con los muñecos y también el interés en recordar
leyendas, historias, tradiciones o costumbres que estaban perdidas
en la localidad o que perduran en la tradición oral local.
Detallar la variedad de elementos existente y de qué manera
se utilizan excede la intención de estas notas. De todos
modos si hay que tener en cuenta que no todos los muñecos
portan la misma cantidad de signos y de carga simbólica.
En algunos son escasos o inexistentes, mientras en otros son abundantes
y con una clara intencionalidad de complementar el carácter
simbólico identitario. Para conocer algunos de estos elementos
en los muñecos festivos voy a describir dos muñecos
diferentes pertenecientes a las fiestas de dos localidades vascas
bastante distantes entre sí. Por un lado, vamos a conocer
los elementos que dan cierta ‘personalidad’ a ‘Bartolo’, muñeco
protagonista de las fiestas de Lapuebla Labarka (Araba), y que
tienen como finalidad simbolizar la unión festiva de los
vecinos. Por otro lado, veremos como por medio del muñeco
‘Alarabi’ en Markina-Xemein (Bizkaia) se reviven mitos locales
dentro de las fiestas patronales.
En el pueblo
de la Rioja Alavesa de Lapuebla Labarka el protagonista festivo
es ‘Bartolo’, muñeco que desde 1996 sustituye a otro de
peluche que tenían por mascota en la Peña San Bartolomé.
‘Bartolo’ es una buena muestra de cómo a la hora de crear
un muñeco para las fiestas patronales se hace hincapié
en rasgos que de alguna manera caracterizan a la localidad y que
son perfectamente identificables por los vecinos. Comenzando por
el nombre de ‘Bartolo’ que se debe al hecho de celebrarse las
fiestas en honor a San Bartolomé, santo patrón de
la localidad. Esta manera de denominar al muñeco con el
mismo nombre del patrón de las fiestas la encontramos en
varias localidades, aunque puede decirse que no es la forma más
extendida de ‘bautizar’ al muñeco festivo. Entre los muchos
nombres que nos recuerdan algún rasgo identitario local
es también frecuente utilizar el apodo por el que se conoce
a los habitantes de un pueblo o el de alguna persona querida por
sus paisanos. Con la elección del nombre del patrón,
además de rendir un cierto homenaje al ‘protector’ local,
se le hace compartir el protagonismo festivo con el santo, hasta
entonces principal protagonista de las fiestas patronales. De
esta forma, ‘Bartolo’ viene a simbolizar la lectura laica de unas
fiestas patronales con un programa de poco contenido religioso.
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Bartolo |
Continuando con
las características identitarias presentes en ‘Bartolo’
hay que referirse a su aspecto físico. La apariencia física
del muñeco está pensada al detalle para conseguir
esa identificación entre el símbolo festivo y los
habitantes de la localidad. Hasta el punto de que incluso la cara
del muñeco recoge los rasgos considerados en el pueblo
como los representativos de sus gentes. La cara de ‘Bartolo’ pretende
simular el prototipo de rostro de los habitantes de Lapuebla.
Para confeccionar la cara del muñeco, José Vicente
Juanes preparó un molde de escayola que por medio de la
técnica del vendado imitaba los rasgos más característicos
de algunos rostros del pueblo. A este esmero por cuidar el aspecto
externo del muñeco hacen gala también las ropas
utilizadas. Queriendo homenajear el oficio característico
de la localidad ‘Bartolo’ utiliza ropas propias de los viticultores
de Lapuebla. Como en el resto de pueblos de la Rioja-Alavesa la
uva y el vino obtenido de ella, son la principal fuente de subsistencia
de buena parte de los vecinos de Lapuebla Labarka. Debido a este
interés por homenajear a los viticultores locales el muñeco
viste con camisa, chaleco gris, pantalón azul, faja, txapela
negra, alpargatas, pañuelo de cuadros al cuello y una alforja
al hombro donde llevar algo de comida.
Por si todo esto
no fuera suficiente para remarcar signos identitarios por medio
del muñeco su simbología se completa con otros elementos
añadidos. El principal complemento simbólico es
la cuba de vino (de una capacidad de unos 200 litros) sobre la
que se apoya ‘Bartolo’ y junto a la cual pasa todas las fiestas
en el balcón del Ayuntamiento. La cuba de vino suele estar
adornada con alguna rama u hojas de la viña. Otro símbolo
complementario y que no podemos pasar por alto, es la ikurriña
que porta habitualmente. Sobre todo teniendo en cuenta que Lapuebla
se encuentra físicamente en uno de los límites del
País Vasco con la Rioja y que en el Ayuntamiento, desde
el balcón de la parte trasera que da a dicho límite,
suele ondear también la enseña vasca.
Pero no sólo
en la apariencia física encontramos referencias identitarias
locales. También en los actos festivos en que participa
‘Bartolo’ se dan una serie de circunstancias que resaltan de alguna
manera el valor simbólico del muñeco. Una de ellas
es la relación que se crea entre el muñeco y uno
de los espacios físicos más característico
de la localidad: las bodegas. ‘Bartolo’ es el principal protagonista
de una kalejira que supone el inicio de las fiestas patronales
y que parte de la zona alta de Lapuebla donde se encuentran las
bodegas del pueblo. En concreto, desde una de estas bodegas, aparece
‘Bartolo’ sentado sobre una cuba de vino que es portada en andas
por varios jóvenes de la Peña San Bartolomé.
Desde allí la animada kalejira se dirige hasta el Ayuntamiento
para colocar el muñeco y la cuba en el balcón de
la casa consistorial y lanzar el txupinazo de inicio de las fiestas.
Durante las fiestas ‘Bartolo’ será testigo de todo lo que
ocurra desde dicho balcón a modo de ‘presidencia’ de los
festejos. El último día y como conclusión
de las fiestas se lleva a cabo el llamado ‘entierro de la cuba’
en el que ‘Bartolo’ realiza el recorrido inverso al del primer
día para regresar de nuevo a las bodegas del pueblo al
son del ‘pobre de mí’. Al realizar el muñeco este
recorrido se refuerza su valor simbólico por proceder de
uno de los espacios más significativos de la localidad
y a su vez este espacio renueva su importancia dentro del pueblo
como referencia festiva.
Podemos resumir
en ‘Bartolo’ algunos de los elementos que nos dan pistas sobre
rasgos identitarios en los muñecos festivos y que en otros
muñecos se dan con otras particularidades. En el ejemplo
comentado vemos como el nombre que se da al muñeco (‘Bartolo’),
la apariencia física y externa (tanto el rostro como las
ropas usadas), los complementos que acompañan al muñeco
(cuba de vino, hojas de la vid) y los espacios de la localidad
utilizados en los actos con dicho personaje (bodegas y Ayuntamiento)
hacen referencia a elementos significativos para los habitantes
de Lapuebla Labarka. El muñeco por tanto intenta aunar
de forma simbólica lo característico de la localidad,
lo identitario.
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Markina-Xemein,
"Alarabi". |
Otro ejemplo
del uso de muñecos en fiestas patronales resaltando elementos
identitarios locales lo encontramos en la villa vizcaína
de Markina-Xemein. En esta ocasión el muñeco hace
referencia a un personaje mitológico local: Alarabi. Esta
inspiración en mitos, leyendas, costumbres o tradiciones
perdidas pero que se mantienen en la tradición oral es
recurrente a la hora de crear muñecos festivos. Hay ejemplos
muy diversos en este sentido a lo largo del territorio vasco y
que responden de diferente manera a esta ‘recreación’ mitológica.
Por medio de estos personajes lúdicos se rescatan o recrean
leyendas o costumbres locales que forman parte del consciente
colectivo. De ellas todos los vecinos han oído algo y muchos
las conocen. Además es interesante el valor didáctico
que acompaña al muñeco, dado que muchas veces se
pretende difundir la leyenda o el mito en que se basa dicho personaje
para que sea claramente identificado por los habitantes que no
lo conocían y por los forasteros que desconozcan la existencia
de dicho mito. Incluso hay ocasiones en que el muñeco se
acompaña de cierta representación o escenificación
que contextualice la leyenda.
‘Alarabi’ es
el personaje mitológico elegido como protagonista de las
fiestas de la virgen del Carmen de Markina-Xemein,. En el momento
de crear dicho muñeco para las fiestas locales sus inventores
pensaron que debía ser un personaje que hiciera referencia
a la localidad. Este interés porque el muñeco fuese
identificable con Markina les llevó a confeccionar a ‘Alarabi’,
dado que se basaba en el mito local más conocido. Alarabi
es un personaje de la mitología cuyo comportamiento es
similar a los de otras localidades vascas como Torto (Tartalo)
y Antxo. Según lo describe José Miguel de Barandiarán
en su Diccionario de Mitología Vasca (editorial
Txertoa, 1984) con este nombre se designa en la región
de Markina (Bizkaia) un genio que habita en los montes. Es de
aspecto o apariencia humana; pero de sólo un ojo en medio
de la frente y de una pierna con el pie de planta circular. Alarabi
es considerado, además, como el primer pastor de ovejas.
Otras notas sobre este personaje dicen que el nombre podría
venir de ‘el árabe’. Cuando llueve, con su pie de
planta circular se protege de la lluvia. Además, se alimenta
de carne humana. Cuenta la leyenda que una vez que se encontró
con otro pastor al que no conocía, le pidió que
le ayudara a llevar sus ovejas a su cueva y a modo de pago le
invitaría a cenar. Mientras Alarabi preparaba la cena el
otro pastor se percató de que en el puchero se cocía
un pie humano. Mientras pensaba cómo escapar de aquel lugar
aprovechó un momento en que Alarabi miraba para un lado
para meterle en el ojo un asador al rojo vivo. Escondido entre
las ovejas y cubierto por una piel de oveja consiguió escapar
debido a la ceguera de Alarabi. Parece que finalmente murió
de hambre.
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Alarabi |
Con el propósito
de ‘revivir’ la figura de este personaje mitológico en
su versión de Markina se creó ‘Alarabi’ como muñeco
de fiestas. El muñeco hecho de goma-espuma sobre una estructura
de madera reproduce fielmente la descripción física
recogida en la narración mitológica. Desde hace
unos años su confección la realizan los chavales
del grupo de tiempo libre Xemein Aisialdi Taldea. El primer día
de fiestas encabeza una kalejira que partiendo de Xemein culmina
en el centro de Markina. En el pasacalles va acompañado
por las distintas cuadrillas de la localidad. Una vez en el centro
del pueblo se lanza el txupinazo de comienzo de las fiestas y
se da lectura al pregón de fiestas. Posteriormente el muñeco
permanece colocado en la balconada del frontón de Markina
desde donde preside el discurrir festivo. El último día
y como conclusión de las fiestas ‘Alarabi’ acompañado
de la música fúnebre tocada por la Banda local y
de la luz de numerosas antorchas y velas es conducido al Prado
en el que es consumido por el fuego. En la última edición
se preparó una escenificación a cargo de miembros
del grupo tiempo libre que representaba la leyenda de Alarabi.
Además el muñeco estaba completado con un par de
ovejas.
Este interés
en utilizar muñecos para recordar y recrear leyendas, mitos
o sucesos relacionados con una localidad o que forman parte del
patrimonio cultural local es algo novedoso dentro de las fiestas
de verano o patronales que se ha extendido en los últimos
20 años por numerosas localidades vascas. De una u otra
manera se trata de recordar historias que comparten los vecinos
de un determinado lugar y que por medio de su recreación
con un muñeco adquieren nueva presencia en el pueblo y
aseguran su transmisión o perdurabilidad. En ocasiones
son símbolos por los que son identificados sus vecinos
puesto que se trata de mitos que han trascendido a la localidad.
En cualquier caso, son nuevas expresiones del patrimonio cultural
local. |