Fiesta, identidad local y muñecos festivos
Joseba Pérez Sáenz

La utilización de muñecos como elementos lúdicos y festivos en diferentes manifestaciones festivas locales es algo bastante extendido por todo el territorio vasco. A la tradicional presencia de muñecos en las fiestas de invierno se le ha añadido en las últimas décadas la creación de numerosos personajes que en forma de muñeco o muñeca entran a formar parte del programa festivo de las fiestas de verano o patronales. Es precisamente dentro de estas fiestas de verano donde los muñecos, como aspecto innovador de la fiesta, han adquirido gran importancia y resonancia, tanto en lo referente a los actos en que participan dichos personajes como en lo que respecta a la simbología que los caracteriza. Por ello, estas notas se refieren únicamente a los muñecos que tienen protagonismo en las fiestas de verano o patronales.

Fiestas de Lapuebla Labarka, ‘Bartolo’.

Por medio del muñeco festivo en las fiestas de verano, intenta simbolizarse la unión de los habitantes de la localidad durante los días de fiestas. Para ello, desde su misma creación se piensa en elementos y signos considerados como propios o compartidos por los miembros de esa comunidad y que provocan la identificación de los participantes en el hecho festivo. El muñeco se convierte entonces en un símbolo cargado de significados. Si la fiesta es una expresión de la identidad colectiva, el muñeco en muchos casos va a ser el instrumento apropiado para resaltar determinados rasgos propios de esa comunidad y que sus componentes comparten. Es decir, se resaltan elementos considerados como propios, por lo tanto, identitarios. Esta estrecha relación entre fiesta e identidad tantas veces comentada, se manifiesta de manera precisa por medio de muchos de estos muñecos.

El interés por resaltar rasgos identitarios por medio de los muñecos de fiestas toma forma de diversas maneras en función de las distintas localidades y de los colectivos humanos que los crean. Sin embargo, sí podemos afirmar que hay una serie de elementos, que aunque no aparecen de forma unívoca con esa carga identitaria en todos ellos, si pueden considerarse repetitivos y forjadores de la ‘personalidad’ del muñeco. Las principales características identitarias en los muñecos se manifiestan fundamentalmente por medio del nombre que se le da al muñeco, la vestimenta y apariencia física, objetos añadidos al muñeco que refuerzan su significación, espacios físicos de la localidad elegidos para los actos realizados con los muñecos y también el interés en recordar leyendas, historias, tradiciones o costumbres que estaban perdidas en la localidad o que perduran en la tradición oral local. Detallar la variedad de elementos existente y de qué manera se utilizan excede la intención de estas notas. De todos modos si hay que tener en cuenta que no todos los muñecos portan la misma cantidad de signos y de carga simbólica. En algunos son escasos o inexistentes, mientras en otros son abundantes y con una clara intencionalidad de complementar el carácter simbólico identitario. Para conocer algunos de estos elementos en los muñecos festivos voy a describir dos muñecos diferentes pertenecientes a las fiestas de dos localidades vascas bastante distantes entre sí. Por un lado, vamos a conocer los elementos que dan cierta ‘personalidad’ a ‘Bartolo’, muñeco protagonista de las fiestas de Lapuebla Labarka (Araba), y que tienen como finalidad simbolizar la unión festiva de los vecinos. Por otro lado, veremos como por medio del muñeco ‘Alarabi’ en Markina-Xemein (Bizkaia) se reviven mitos locales dentro de las fiestas patronales.

En el pueblo de la Rioja Alavesa de Lapuebla Labarka el protagonista festivo es ‘Bartolo’, muñeco que desde 1996 sustituye a otro de peluche que tenían por mascota en la Peña San Bartolomé. ‘Bartolo’ es una buena muestra de cómo a la hora de crear un muñeco para las fiestas patronales se hace hincapié en rasgos que de alguna manera caracterizan a la localidad y que son perfectamente identificables por los vecinos. Comenzando por el nombre de ‘Bartolo’ que se debe al hecho de celebrarse las fiestas en honor a San Bartolomé, santo patrón de la localidad. Esta manera de denominar al muñeco con el mismo nombre del patrón de las fiestas la encontramos en varias localidades, aunque puede decirse que no es la forma más extendida de ‘bautizar’ al muñeco festivo. Entre los muchos nombres que nos recuerdan algún rasgo identitario local es también frecuente utilizar el apodo por el que se conoce a los habitantes de un pueblo o el de alguna persona querida por sus paisanos. Con la elección del nombre del patrón, además de rendir un cierto homenaje al ‘protector’ local, se le hace compartir el protagonismo festivo con el santo, hasta entonces principal protagonista de las fiestas patronales. De esta forma, ‘Bartolo’ viene a simbolizar la lectura laica de unas fiestas patronales con un programa de poco contenido religioso.

Bartolo

Continuando con las características identitarias presentes en ‘Bartolo’ hay que referirse a su aspecto físico. La apariencia física del muñeco está pensada al detalle para conseguir esa identificación entre el símbolo festivo y los habitantes de la localidad. Hasta el punto de que incluso la cara del muñeco recoge los rasgos considerados en el pueblo como los representativos de sus gentes. La cara de ‘Bartolo’ pretende simular el prototipo de rostro de los habitantes de Lapuebla. Para confeccionar la cara del muñeco, José Vicente Juanes preparó un molde de escayola que por medio de la técnica del vendado imitaba los rasgos más característicos de algunos rostros del pueblo. A este esmero por cuidar el aspecto externo del muñeco hacen gala también las ropas utilizadas. Queriendo homenajear el oficio característico de la localidad ‘Bartolo’ utiliza ropas propias de los viticultores de Lapuebla. Como en el resto de pueblos de la Rioja-Alavesa la uva y el vino obtenido de ella, son la principal fuente de subsistencia de buena parte de los vecinos de Lapuebla Labarka. Debido a este interés por homenajear a los viticultores locales el muñeco viste con camisa, chaleco gris, pantalón azul, faja, txapela negra, alpargatas, pañuelo de cuadros al cuello y una alforja al hombro donde llevar algo de comida.

Por si todo esto no fuera suficiente para remarcar signos identitarios por medio del muñeco su simbología se completa con otros elementos añadidos. El principal complemento simbólico es la cuba de vino (de una capacidad de unos 200 litros) sobre la que se apoya ‘Bartolo’ y junto a la cual pasa todas las fiestas en el balcón del Ayuntamiento. La cuba de vino suele estar adornada con alguna rama u hojas de la viña. Otro símbolo complementario y que no podemos pasar por alto, es la ikurriña que porta habitualmente. Sobre todo teniendo en cuenta que Lapuebla se encuentra físicamente en uno de los límites del País Vasco con la Rioja y que en el Ayuntamiento, desde el balcón de la parte trasera que da a dicho límite, suele ondear también la enseña vasca.

Pero no sólo en la apariencia física encontramos referencias identitarias locales. También en los actos festivos en que participa ‘Bartolo’ se dan una serie de circunstancias que resaltan de alguna manera el valor simbólico del muñeco. Una de ellas es la relación que se crea entre el muñeco y uno de los espacios físicos más característico de la localidad: las bodegas. ‘Bartolo’ es el principal protagonista de una kalejira que supone el inicio de las fiestas patronales y que parte de la zona alta de Lapuebla donde se encuentran las bodegas del pueblo. En concreto, desde una de estas bodegas, aparece ‘Bartolo’ sentado sobre una cuba de vino que es portada en andas por varios jóvenes de la Peña San Bartolomé. Desde allí la animada kalejira se dirige hasta el Ayuntamiento para colocar el muñeco y la cuba en el balcón de la casa consistorial y lanzar el txupinazo de inicio de las fiestas. Durante las fiestas ‘Bartolo’ será testigo de todo lo que ocurra desde dicho balcón a modo de ‘presidencia’ de los festejos. El último día y como conclusión de las fiestas se lleva a cabo el llamado ‘entierro de la cuba’ en el que ‘Bartolo’ realiza el recorrido inverso al del primer día para regresar de nuevo a las bodegas del pueblo al son del ‘pobre de mí’. Al realizar el muñeco este recorrido se refuerza su valor simbólico por proceder de uno de los espacios más significativos de la localidad y a su vez este espacio renueva su importancia dentro del pueblo como referencia festiva.

Podemos resumir en ‘Bartolo’ algunos de los elementos que nos dan pistas sobre rasgos identitarios en los muñecos festivos y que en otros muñecos se dan con otras particularidades. En el ejemplo comentado vemos como el nombre que se da al muñeco (‘Bartolo’), la apariencia física y externa (tanto el rostro como las ropas usadas), los complementos que acompañan al muñeco (cuba de vino, hojas de la vid) y los espacios de la localidad utilizados en los actos con dicho personaje (bodegas y Ayuntamiento) hacen referencia a elementos significativos para los habitantes de Lapuebla Labarka. El muñeco por tanto intenta aunar de forma simbólica lo característico de la localidad, lo identitario.

Markina-Xemein, "Alarabi".

Otro ejemplo del uso de muñecos en fiestas patronales resaltando elementos identitarios locales lo encontramos en la villa vizcaína de Markina-Xemein. En esta ocasión el muñeco hace referencia a un personaje mitológico local: Alarabi. Esta inspiración en mitos, leyendas, costumbres o tradiciones perdidas pero que se mantienen en la tradición oral es recurrente a la hora de crear muñecos festivos. Hay ejemplos muy diversos en este sentido a lo largo del territorio vasco y que responden de diferente manera a esta ‘recreación’ mitológica. Por medio de estos personajes lúdicos se rescatan o recrean leyendas o costumbres locales que forman parte del consciente colectivo. De ellas todos los vecinos han oído algo y muchos las conocen. Además es interesante el valor didáctico que acompaña al muñeco, dado que muchas veces se pretende difundir la leyenda o el mito en que se basa dicho personaje para que sea claramente identificado por los habitantes que no lo conocían y por los forasteros que desconozcan la existencia de dicho mito. Incluso hay ocasiones en que el muñeco se acompaña de cierta representación o escenificación que contextualice la leyenda.

‘Alarabi’ es el personaje mitológico elegido como protagonista de las fiestas de la virgen del Carmen de Markina-Xemein,. En el momento de crear dicho muñeco para las fiestas locales sus inventores pensaron que debía ser un personaje que hiciera referencia a la localidad. Este interés porque el muñeco fuese identificable con Markina les llevó a confeccionar a ‘Alarabi’, dado que se basaba en el mito local más conocido. Alarabi es un personaje de la mitología cuyo comportamiento es similar a los de otras localidades vascas como Torto (Tartalo) y Antxo. Según lo describe José Miguel de Barandiarán en su Diccionario de Mitología Vasca (editorial Txertoa, 1984) con este nombre se designa en la región de Markina (Bizkaia) un genio que habita en los montes. Es de aspecto o apariencia humana; pero de sólo un ojo en medio de la frente y de una pierna con el pie de planta circular. Alarabi es considerado, además, como el primer pastor de ovejas. Otras notas sobre este personaje dicen que el nombre podría venir de ‘el árabe’. Cuando llueve, con su pie de planta circular se protege de la lluvia. Además, se alimenta de carne humana. Cuenta la leyenda que una vez que se encontró con otro pastor al que no conocía, le pidió que le ayudara a llevar sus ovejas a su cueva y a modo de pago le invitaría a cenar. Mientras Alarabi preparaba la cena el otro pastor se percató de que en el puchero se cocía un pie humano. Mientras pensaba cómo escapar de aquel lugar aprovechó un momento en que Alarabi miraba para un lado para meterle en el ojo un asador al rojo vivo. Escondido entre las ovejas y cubierto por una piel de oveja consiguió escapar debido a la ceguera de Alarabi. Parece que finalmente murió de hambre.

Alarabi

Con el propósito de ‘revivir’ la figura de este personaje mitológico en su versión de Markina se creó ‘Alarabi’ como muñeco de fiestas. El muñeco hecho de goma-espuma sobre una estructura de madera reproduce fielmente la descripción física recogida en la narración mitológica. Desde hace unos años su confección la realizan los chavales del grupo de tiempo libre Xemein Aisialdi Taldea. El primer día de fiestas encabeza una kalejira que partiendo de Xemein culmina en el centro de Markina. En el pasacalles va acompañado por las distintas cuadrillas de la localidad. Una vez en el centro del pueblo se lanza el txupinazo de comienzo de las fiestas y se da lectura al pregón de fiestas. Posteriormente el muñeco permanece colocado en la balconada del frontón de Markina desde donde preside el discurrir festivo. El último día y como conclusión de las fiestas ‘Alarabi’ acompañado de la música fúnebre tocada por la Banda local y de la luz de numerosas antorchas y velas es conducido al Prado en el que es consumido por el fuego. En la última edición se preparó una escenificación a cargo de miembros del grupo tiempo libre que representaba la leyenda de Alarabi. Además el muñeco estaba completado con un par de ovejas.

Este interés en utilizar muñecos para recordar y recrear leyendas, mitos o sucesos relacionados con una localidad o que forman parte del patrimonio cultural local es algo novedoso dentro de las fiestas de verano o patronales que se ha extendido en los últimos 20 años por numerosas localidades vascas. De una u otra manera se trata de recordar historias que comparten los vecinos de un determinado lugar y que por medio de su recreación con un muñeco adquieren nueva presencia en el pueblo y aseguran su transmisión o perdurabilidad. En ocasiones son símbolos por los que son identificados sus vecinos puesto que se trata de mitos que han trascendido a la localidad. En cualquier caso, son nuevas expresiones del patrimonio cultural local.


Euskonews & Media 176.zbk (2002 / 7 / 19-26)


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