Literata argentina
de origen vasco, nacida en Salta el 15 de julio de 1816, considerada
como la creadora de la novela nacional argentina. Casó,
durante su exilio en Bolivia, con el que había de ser dictador
de este país José Isidro Belzu. Narradora romántica,
no olvida en su abundante producción sus orígenes
vascos. Separada de su marido en 1848, se establece en Lima donde
abre un magnífico cenáculo literario publicándose
artículos, cuentos y novelas en toda Sudamérica.
En 1865 pronuncia un elogio fúnebre en memoria de su exmarido
asesinado. Al año siguiente se distingue como organizadora
de la asistencia sanitaria durante el sitio del Callao por los
españoles. En 1874 vuelve a Argentina estableciéndose
en Buenos Aires y recibiendo un sentido homenaje nacional. Muere
en la capital bonaerense el 6 de noviembre de 1892. Entre sus
principales títulos resaltaremos: La Quena, El
guante negro, La hija del mazorquero, El mundo de
los recuerdos, Peregrinaciones a la tierra natal, Recuerdos
de provincia, Sueños y realidades, Vidas
de los generales Puch y Güemes, Lo íntimo
e incluso un libro dedicado a la cocina criolla que lleva por
título Cocina eléctrica. |
La
vocación por la pintura despierta en él desde muy
temprana edad. Los numerosos pintores que acuden a realizar su
obra en el típico rincón marinero, atraen poderosamente
la atención del joven Beristain, que pronto los secunda,
manifestando sus extraordinarias facultades para el dibujo, primero,
y para la pintura, después. A los 17 años expone
por primera vez en Eibar. El mismo año, su pueblo natal
asiste a la primera visión de la obra del joven Beristain.
Por estas fechas también hace una exposición en
Bilbao. El Ayuntamiento de Ondárroa le ofrece una beca
para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le
es retirada poco después alegando carencia de fondos económicos.
De vuelta al trabajo, expone en Bilbao, donde es acogido, pese
a su juventud, con el signo favorable de la crítica, que
le considera un artista maduro. Se suceden las exposiciones en
Pau, Dax, Tarbes, San Sebastián, Vitoria, Eibar, Toulouse
y Burdeos.
Es la época de los tonos sombríos
y del realismo descarnado. Félix Beristain presenta la
visión de un costumbrismo triste, donde combinan la agitación
gesticulante de la vida y la inerte palidez de la muerte. Es su
canto personal de Viejas espulgándose, Pobres de Castilla,
Vendedoras de pescado, Mendigo ciego, y de un buen número
de cuadros de paisaje yermo y miserable. Temática preñada
de un humanismo desgarrador, evitando siempre caer en el tópico
excesivamente fácil.
Aunque alejado desde 1963 de las salas
de exposiciones, el artista ondarrotarra ha realizado, durante
estos años, un buen número de cuadros, repartidos
especialmente por Alemania, Estados Unidos, Latinoamérica,
Italia y, sobre todo, en el País Vasco.
Destacan en su producción última
los murales que se exhiben en diversos establecimientos bancarios
y comerciales, salas oficiales, etc., y que pueden apreciarse
a través de toda la geografía vizcaína. Especial
interés guardan, por su revolucionaria factura, los de
la nueva Cofradía de pescadores de Ondárroa, pintados
al óleo, sobre cemento en relieve, construido por el propio
Beristain.
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Itxastar andreari omenaldia
(Homenaje a la mujer marinera), cemento-relieve-óleo,
obra de Félix Beristain. Mural de la Cofradía
de Pescadores de Ondárroa (Fot. Aguirresarobe) |
La nueva obra de Félix Beristain
está realizada casi exclusivamente a base de espátula.
Sus lienzos están trabajados concienzudamente: al recio
empaste que imprime a sus cuadros sigue una laboriosa ejecución,
hasta que el artista ofrece un acabado perfecto, del que dimana
una singular fuerza expresiva. Impulsado hacia la búsqueda
tenaz de nuevas formas, su actualidad artística cabalga
entre la abstracción y el figurativismo. Todo ello permite
concebir un esperanzador desenlace, siempre avalado por la intachable
honradez artística de este notable pintor. |