Los
resultados de las elecciones legislativas en Iparralde y Francia
se caracterizan por la continuidad a nivel local de unas tendencias
que se observan a escala nacional. Pero, comparados con los de
1997, permiten observar en el País Vasco una serie de discontinuidades,
que por una parte afectan a la vitalidad de los sectores que apuestan
por la modificación del statu quo con la creación
de un departamento propio, y por otra parte abren un incierto
panorama sobre las posibles respuestas del nuevo Gobierno respecto
de las políticas de desarrollo local y promoción
del euskera, implementadas tímidamente hasta la fecha por
el Gobierno socialista.
La primera vuelta
En este sentido,
la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas permite
realizar una aproximación al País Vasco de Francia
caracterizando este subsistema político en base a una serie
de variables que siguen la tónica estatal:
1-. La alta tasa
de abstención muestra el hastío de una ciudadanía
que se distancia de uno de los pocos mecanismos de participación
de las sociedades occidentales: el voto. Desafección electoral
que contrasta con la consolidación de otros mecanismos
de participación cívica, que pueden observarse en
la amplia movilización ciudadana en respuesta al ascenso
de la extrema derecha, y, previamente, en el dinamismo social
en torno a las dos procesos que mediatizan el sistema político
vasco: las políticas públicas de desarrollo y la
dinámica institucionalizadora que reclama la creación
de un departamento Pays Basque.
2-. La derecha tradicional
se ha consolidado en torno a la formación liderada por
Chirac, la Unión por la Mayoría Presidencial (UMP),
que ausentándose del debate político al centrar
su discurso electoral únicamente en la necesidad de evitar
una nueva cohabitación, ha sabido los efectos simbólicos
del Gobierno de Raffarin. En el caso de Iparralde, esta hegemonía
de la derecha se reflejó claramente en los buenos resultados
logrados por Michelle Aliot Marie en la VI circunscripción
(49% de los votos), por el alcalde de Baiona Jean Grenet (42%)
en la otra circunscripción costera, y por los candidatos
de la UMP y la UDF, que en conjunto sumaron el 50% de los votos
en el interior del País Vasco.
3-. La primera vuelta
de las legislativas refleja la recuperación del Partido
Socialista que suma 10 puntos más que en las presidenciales.
En cualquier caso, estos resultados, similares a los de 1997,
no lograron mitigar las consecuencias del fracaso de mayo, con
lo que no ha sido capaz de movilizar a un importante sector progresista
que se quedó en casa al no existir perspectivas de victoria
en la segunda vuelta. Esta tendencia al incremento de voto del
PSF respecto a las presidenciales se observa también en
Iparralde, destacando el papel jugado por el anti-departamentalista
Espilondo en Baiona, que superó el porcentaje obtenido
en la primera vuelta de las legislativas de 1997 por su compañera
Nicole Pery.
4-. De la misma forma
que en el resto del Estado, la primera ronda de las legislativas
en el País Vasco ha recompuesto un mapa electoral que se
había visto sacudido en mayo. Así, la extrema izquierda
pasa del 11% de los votos en la primera ronda de las Presidenciales
al 2% de las legislativas. De la misma forma, la extrema derecha
retrocede en estos últimos comicios en 4 puntos respecto
a los anteriores, mostrando la diferencialidad del sub-sistema
vasco, vacunado contra los extremismos xenófobos gracias
a una cultura política fuertemente mediatizada por los
valores cristianos. En este sentido, el FN ha logrado 7 puntos
menos que en el resto de Francia en los dos comicios celebrados
en Iparralde.
La segunda vuelta
Gracias a la nueva
hegemonía de la derecha, la UMP-UDF se ha apropiado de
los tres puestos de diputado que representarán a los territorios
vascos en la Asamblea Nacional. Así, el PSF pierde el escaño
logrado en 1997 por Nicole Pery en la V circunscripción,
que pasa a manos del alcalde de Baiona Jean Grenet. Por su parte,
en la IV circunscripción, el socialista Françoise
Maitia no ha sido capaz de superar al aspirante bearnés
Jean Lassalle en la segunda ronda, a pesar haber logrado el mejor
resultado en la primera vuelta (25,5%). En este sentido, uno de
los dos candidatos derechistas que superaron la cota del 12,5%
(que permite pasar a la segunda vuelta) optó por retirarse
para evitar una dispersión de votos que podría haber
facilitado el acceso de Maitia a la Asamblea Nacional. Finalmente,
como era previsible, la actual Ministra de Defensa, Michelle Alliot
Marie, ha revalidado su acta de diputada con más del 60%
de los votos.
Sin embargo, debemos
dejar constancia de los efectos de un sistema mayoritario como
el Francés, en el que el ganador "se lo lleva todo".
En este sentido, los socialistas, a pesar de haber logrado un
porcentaje cercano al 45% en el conjunto de Iparralde, pierden
toda representación, lo que refleja un panorama representativo
(3 diputados a 0) que contrasta con una realidad en la que las
diferencias no son tan abrumadoras. Sin embargo, de lo que no
cabe duda es que los efectos de esa "ola roja"
que permitió que una responsable de los socialistas vascos
accediese al Gobierno en 1997, se han diluido en esta nueva "ola
azul" que ha otorgado a la derecha la mayoría
presidencial y legislativa, así como la totalidad de la
representación vasca.
Interrogantes
En cualquiera de
los casos, debemos apuntar una serie de elementos específicos
al País Vasco, relacionados directamente con los resultados
de la primera vuelta de las legislativas, y con las consecuencias
que se derivan de la aplastante mayoría de la derecha en
la Presidencia y la Asamblea Nacional.
1-. Estas elecciones
no han plasmado un previsible incremento de votos abertzale. Así,
las tendencias bipolarizadoras que se han concretado como consecuencia
de los efectos de la primera vuelta de las presidenciales han
afectado a las formaciones menos importantes –y entre ellas a
las nacionalistas-. A su vez, la dimensión fundamental
del debate ha sido la nacional en estos comicios, a diferencia
de 1997, cuando éste se ubicó en torno a las propuestas
de desarrollo e institucionalización para Iparralde, y
frente a las anteriores elecciones municipales y cantonales, donde
los abertzales lograron capitalizar su destacado papel en el movimiento
departamental y en los organismos de ordenación territorial
(fundamentalmente el Consejo de Desarrollo).
Estas elecciones
han sido, en definitiva, las de la división abertzale:
frente a las 3 candidaturas presentadas en 1988, y a las 6 de
1993 y 1997, en esta ocasión concurrían 8 listas
para un espacio electoral que nunca ha superado los 15.000 votos.
Y si en las cantonales se demostró que la pluralidad de
opciones abertzales favoreció el incremento de votos, en
esta ocasión nos encontramos con la tendencia contraria.
Así, en la primera vuelta, el PNB y EA han pasado del 4,51
al 1,9% en la circunscripción de Biarritz, cosechando 1.100
votos menos que en 1997. De la misma forma, en la de Baiona han
pasado del 2% al 1,14%, con 557 votos testimoniales. Por su parte,
Abertzaleen Batasuna ha descendido un punto en la VI circunscripción,
aunque solamente haya perdido 200 votos. Resultados similares
a los logrados en el interior, ya que aunque supera el 10% en
los cantones vascos (alcanzando el segundo puesto Iholdi y Baigorri,
y el tercero en la capital bajo-navarra), pierde 250 votos respecto
a 1997. Finalmente, esta formación mejora la posición
de 1997 en el entorno de Baiona, pasando del 2,56 al 3,67%, con
500 papeletas más.
La estrategia de
Batasuna, que planteó una consigna de voto "por la
Democracia", ha sido apoyada por un millar de ciudadanos
en ambas contiendas. De lo que no cabe duda es que un importante
porcentaje de éstas papeletas corresponderán a electores
que probablemente votaron en anteriores elecciones a AB. En consecuencia,
esta última formación se ha podido ver desgastada
por la participación de otros dos partidos abertzales en
estas elecciones, lo que obliga a reflexionar sobre el papel que
están jugando tanto el PNV, EA como Batasuna, en un territorio
en el que se debe dilucidar si la necesidad fundamental es la
del asentamiento partidista, o la de la consolidación del
abertzalismo en general.
2-. Este panorama
presenta una serie de incógnitas que sólo el tiempo
podrá resolver:
El interior de Iparralde pierde
la representación vasca que había ostentado Mitchell
Inchauspé desde 1967. Cuestión que obliga a tener
en cuenta la futura actitud del nuevo electo bearnés
(Jean Lassalle) respecto de las políticas de vertebración
de este espacio, sobre todo si tenemos en cuenta que sus compañeros
de partido (UDF), que ostentan la presidencia del Consejo General,
ni siquiera han nombrado en 5 años su representante en
el Consejo de Desarrollo del País Vasco.
Frente a los dos diputados que
manifestaron su claro compromiso a la reivindicación
institucional en 1997, hoy sólo uno de ellos presenta
una posición ambigua (Grenet), mientras que Alliot Marie
y Lassalle han dejado claro su rotundo rechazo a la modificación
del statu quo. De esta forma, y a pesar de que Daniel
Poulou (Presidente del Biltzar de Alcaldes y claro defensor
del departamento vasco) sustituirá a Alliot Marie al
pasar ésta a formar parte del Gobierno como Ministra
de Defensa, a diferencia de 1997, el movimiento institucionalizador
no podrá capitalizar la legitimidad simbólica
que le otorgaba el explícito compromiso previo de Pery
e Inchauspé. En consecuencia, se cierran parte de las
oportunidades que posibilitaron la amplia movilización
departamentalista de 1997 a 2001.
De la misma forma, el movimiento
pro-departamento pierde uno de sus activos movilizadores más
importantes. Así, el candidato socialista a la jefatura
del Estado, Jospin, había prometido en 1995 la creación
de un departamento País Vasco "si una mayoría
de electos lo exigía",. Sin embargo, el actual
gobierno y Presidente se ven liberados de cualquier compromiso
al haber manifestado claramente su rechazo a la modificación
del marco administrativo.
A pesar de que fue la derecha
quien puso en marcha la estrategia de desarrollo "Pays
Basque 2010" en 1992, la izquierda ha sido la responsable
de la implementación de las propuestas regeneradoras,
con lo que deberemos esperar para observar la nueva estrategia
del Gobierno.
3-. Finalmente, esta
hegemonía de la UMP en la presidencia y la Asamblea Nacional,
no sólo afectará a las dimensiones económicas,
sino que previsiblemente, también incidirá sobre
el concepto de nación, identidad y ciudadanía. En
este sentido, la clara tendencia a asumir determinados postulados
del extremismo xenófobo por parte de las formaciones tradicionales
se observa en la plasmación de los postulados ideológicos
de la extrema derecha holandesa en la práctica cotidiana;
y si bien pocos gobernantes se atreven a afirmar que en sus naciones
"no cabe un inmigrante más", las políticas
implementadas se guían sobre esta máxima. Así,
la ecuación inmigración = inseguridad ciudadana
ha calado en casi todo el espectro político francés,
finiquitando cualquier tratamiento centrado en el desarrollo de
políticas multi-culturales de integración.
Y esta concepción
excluyente de la ciudadanía, que se asienta sobre la un
refortalecimiento de la identidad nacional, probablemente afectará
a la actitud del nuevo Gobierno de derechas sobre otras minorías
presentes en su Estado: las nacionales o periféricas. Así,
bastaron un par de días de ejercicio de la Presidencia,
para que Chirac marcara diferencias con respecto a su anterior
Primer Ministro, abandonando el palco de un estadio de fútbol
tras escuchar el "tradicional" abucheo del público
a la Marsellesa durante la celebración de un partido entre
dos equipos corsos y bretones.
En consecuencia,
se abre un periodo incierto que obliga a reflexionar en torno
los posibles efectos de esta nueva coyuntura sobre los pequeños
avances que se han dado en Iparralde durante estas dos últimas
décadas. De esta forma, por poner un ejemplo, la evolución
de los mecanismos de promoción del euskera (que se manifestaron
como uno de los elementos clave para la vertebración y
regeneración territorial en el "Informe Pays Basque
2010") dependerá de si la nueva formación de
Chirac asume los tímidos pasos avanzados por los socialistas
–liderados por Pery y Maitia, y "arrancados" por la
sociedad civil-, o si por el contrario se pliega a la nueva ola
patriótica reactivada por la extrema-derecha. Hipótesis
sumamente peligrosa en una coalición estructurada en torno
al RPR: un partido esencialmente jacobino, en el que la identidad
nacional (francesa) siempre ha vertebrado la totalidad de su discurso.
Igor Ahedo Gurrutxaga,
Departamento de Ciencia Política y de la Administración |