Edurne
Ormazabal se define a sí misma como comunicadora, dada
la diversidad de medios de comunicación en los que ha trabajado,
amante de la música y del cine. Tras unos inicios como
periodista que poco a poco la llevaron "de una cosa a otra", en
la actualidad trabaja como coordinadora de la emisora Euskadi
Gaztea, aunque también ejerce de locutora, periodista y
presentadora. Su rostro es uno de los más habituales del
Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y se ha
asomado en varias cadenas de televisión. Desde su despacho
de EITB, Edurne, natural de Tolosa, confiesa que es exigente consigo
misma y que está dispuesta a afrontar nuevos retos, aunque
sin perder el componente de la credibilidad, que considera fundamental.
-Habiendo estudiado
Psicología, ¿cómo saltó al mundo del periodismo? Josetxo Lizartza llamó
a un amigo común para comentarle que necesitaba a alguna
persona de Tolosa que se encargara de emitir noticias locales
por la radio. Este amigo se puso en contacto conmigo, y yo accedí.
La verdad es que no sé cómo se me ocurrió
responder afirmativamente. Tendría unos veinte años,
por entonces estaba estudiando y necesitaba el dinero. Así
es como empecé. Luego, una cosa me llevó a otra.
También trabajé en Herri Irratia...
-Y en la televisión... Sí, a finales
de los 80 presenté en Euskal Telebista un programa musical
llamado "Katu Kale", una experiencia inolvidable. ETB
era todavía de reciente creación, había muchas
carencias, pero entre la gente del equipo de trabajo surgió
un ambiente muy amigable. Cuando Antena 3 se instaló en
San Sebastián, presenté durante un año un
magazine y un programa de música. He solido presentar la
ceremonia de entrega de los Oscar para el Canal Plus, y también
el programa "Nuestro Cine"...
-Cuéntenos
cómo fue la primera vez que se puso ante las cámara
o el micrófono. Mi primer programa
para televisión resultó un desastre. No tenía
ni pizca de profesionalidad. La primera vez que me puse delante
de una cámara no sabía ni cómo hablar, ni
cómo gesticular, así que me armé de valor.
Ahora no me atrevería a hacer algo así. De todos
modos, así es como se aprende. Recuerdo que cuando hice
las primeras pruebas estaba muy entusiasmada e ilusionada.
-De periodista
pasó a ser la coordinadora Euskadi Gaztea, en un momento
en el que apenas había ninguna oferta en euskera. Teniendo
en cuenta cómo han avanzado la tecnología y el euskera,
¿qué recuerdos guarda de aquellos comienzos?
La
verdad es que la situación actual no tiene nada que ver
con la de entonces. Cuando se creó Euskadi Gaztea a la
gente le entraba la risa, como cuando se fundó ETB. Todos
repetían el mismo chiste, que era impensable oír
hablar al J.R. de la serie "Dallas" en euskera. Con
Euskadi Gaztea sucedió prácticamente lo mismo. La
gente estaba acostumbrada a oír la radio habitual en euskera,
pero la nueva fórmula le resultaba muy chocante. En ese
sentido se ha avanzado mucho, porque la gente ahora considera
absolutamente normal que se emplee una fórmula radiofónica
en euskera y que la música vasca se emita mezclada con
la extranjera. También ha habido un cambio de actitud por
parte de la audiencia, y que yo valoro muy positivamente. Hace
unos años la gente escuchaba la radio en euskera principalmente
por militancia, pero ya no. Hoy en día la gente, por lo
general, no sólo exige que se emita en euskera, sino que
además exige pide personalidad y calidad. Si el producto
que se ofrece no es bueno, la gente no lo va a escuchar por el
mero hecho de que se emita en euskera. Con la militancia hoy en
día no vas a ninguna parte.
-¿Qué
retos tiene en estos momentos Euskadi Gaztea? ¿Qué objetivos
se plantea? El reto principal es
llegar a toda la gente posible, manteniendo en todo caso las características
de un entes público, porque todavía hay gente euskaldun
que escucha otras emisoras. En teoría, nuestro oyente tiene
que ser euskaldun. No es fácil llegar a los castellanoparlantes.
Uno de mis objetivos es que, escuchen Euskadi Gaztea o no, al
menos tengan una buena imagen de ella. En el caso de los oyentes
vascos, sí que me gustaría que nuestra radio fuera
también la suya.
-Usted siempre
ha sido cinéfila. ¿Qué le ha aportado el Festival
de Cine de San Sebastián? Profesionalmente he
aprendido muchísimo. En cierto modo diría que me
ha enseñado a luchar contra mis propias limitaciones. Puede
que por fuera parezca fácil, pero el trabajo del Festival
es muy cansado y difícil. Año tras año trato
de superarme. A veces lo hago mejor y otras peor... Cada nueva
edición es un nuevo reto.
-¿Cómo
y por qué empezó a trabajar en el Festival? Empecé hace
unos diez años, cuando nombraron a Koldo Anasagasti subdirector
del Festival. Me llamó porque necesitaban a un euskaldun
que entendiera de cine y que dominara el inglés.
Más tarde también presenté programas de cine
en Canal Plus.
-¿Qué
le gusta más: la radio o la televisión?
La
verdad es que me resulta muy difícil elegir. Además,
hace tiempo que no me he puesto ante un micrófono. Son
cosas muy distintas, pero me gustan las dos. Como en todos los
trabajos, cada cosa tiene su lado bueno y su lado malo.
-Quizá
la radio ayude más a conservar el anonimato... Yo no veo grandes diferencias
en ese aspecto. Vivimos en un país muy pequeño,
y además siempre he trabajado en euskera, ofreciendo productos
dirigidos más bien a una minoría. También
en la televisión me he sentido en el anonimato. Lo que
pasa es que en la televisión tu trabajo depende de otras
muchas personas, y en la radio no. En la televisión tienes
que contar con un equipo de trabajo más grande, pero yo
creo que la radio te engancha. Es una sensación que nunca
he llegado a experimentar en la televisión. Estando de
vacaciones, he llegado a echar de menos el micrófono.
-Sin embargo,
nunca ha trabajado en la prensa escrita... La prensa escrita me
provoca una inmensa frustración. Nunca termino de escribir
lo que empiezo. En el trabajo diario me pasa prácticamente
lo mismo: nunca me quedo satisfecha, siempre pienso que podía
haberlo hecho mejor... Siempre me quedo a disgusto. La verdad
es que nunca me he esforzado demasiado por trabajar en la prensa
escrita...
-El hecho de
trabajar en el Festival de Cine le ha permitido conocer a muchas
estrellas de cine. ¿Recuerda alguna anécdota? Seguro que hay miles
de anécdotas, pero se me olvidan. Además, tampoco
es que tenga mucho tiempo para estar con los actores.
-¿Cómo
resulta la experiencia de presentar galas? Son sesiones muy bien
preparadas, con un guión muy definido que permite dar rienda
suelta a la improvisación, aunque por lo general esa posibilidad
se concede sólo a los invitados.
-¿No se pone
nerviosa? Claro que sí,
siempre. Hace unos años decidimos que no se realizarían
traducciones para la sala durante la entrega de premios, y así
se lo comunicamos
a todos los vencedores. Pero hubo un director francés que
resultó vencedor y que nos pidió que tradujéramos
sus palabras. Me pidieron que me hiciera cargo de la traducción.
En ese momento, aunque no estaba escuchando, fui capaz de traducir.
Fue una cosa rarísima, porque yo estudié francés
sólo hasta los diecisiete años, y desde entonces
no lo había vuelto a tocar. En una situación normal
hubiera sido incapaz de hacer una cosa así, pero en ese
momento, y sin prestar demasiada atención, no sé
cómo, pero lo hice. Supongo que en momentos así
se te enciende alguna luz que te lleva a hacer lo que sea. Para
lo bueno y para lo malo, las cosas sobre un escenario cambian
radicalmente.
-Da la sensación
de que el Festival es una especie de competición que se
prolonga durante diez días... Sí, es increíble.
Cuando por fin llega el último día te das cuenta
de que no serías capaz de aguantar un sólo día
más. A todos nos pasa lo mismo. Pero también te
deja con el gusanillo.
-¿Pensó
alguna vez en que acabaría siendo periodista? No, no tenía
ni idea. Sabía muy bien qué no quería hacer,
pero no qué hacer. Esa es una constante en mi vida. Nunca
sé lo que voy a hacer. Más que por mis propias decisiones,
me dejo guiar por las circunstancias.
-¿Hay algún
aspecto de su trayectoria que le gustaría poder cambiar? Sí, los hay.
Pero sin olvidar que hay cosas de las que me siento muy orgullosa,
ya que pensaba que no sería capaz de hacerlas, y finalmente
las he hecho, y además mejor de lo que esperaba. Soy muy
exigente conmigo misma. Son contadísimas las veces en que
me quedo satisfecha, ya que siempre veo algo que podría
mejorar, cosas que no me agradan... Me resulta más fácil
perdonar a los demás que a mí misma.
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Joseba
Apaolaza y Edurne Ormazabal. |
-Usted que
ha trabajado en Madrid, ¿nunca ha sentido la tentación
de irse a trabajar al extranjero? Los dos años
que pasé en Madrid fueron una experiencia muy bonita en
la que aprendí mucho. Pero, como comunicadora, no le concedo
ninguna importancia al número de personas para las que
trabajo. Me es igual trabajar para diez mil que para dos millones.
Al escoger entre un trabajo y otro, lo que más valoro es
el proyecto en sí. Hay comunicadores capaces de presentar
cualquier tipo de programa, pero no es mi caso. Hay cosas que
sí puedo presentar, pero otras que no, y en ese sentido
lo más importante son el proyecto y el programa. En cualquier
caso, si observo que el proyecto resulta interesante, lo acepto.
Por otra parte, el hecho de poder trabajo tanto en euskera como
en castellano, el estar capacitada para comunicarme en las dos
lenguas, me parece una virtud. No dudaría en irme a Madrid
si me ofrecieran un buen programa, pero conozco mis limitaciones
y sé que hay cosas que nunca presentaría.
-¿Y qué
es lo que nunca presentaría? Cualquier programa
relacionado con las noticias del corazón, por ejemplo.
Aunque no deje de representar un papel, yo tengo que creer en
lo que estoy presentando. Para mí es fundamental creer
en lo que estás diciendo para realizar un trabajo de calidad.
Nunca he trabajado como crítica, siempre me he limitado
a transmitir una información, pero procurando hacerlo lo
mejor posible, para concederme credibilidad a mí misma.
Tengo que creer en lo que estoy haciendo y diciendo.
-En cualquier
caso, debe reconocer que ha tenido suerte, por haber tenido la
posibilidad de presentar programas de su gusto... La verdad es que sí.
Nunca me han propuesto presentar programas de corazón y
cosas así.
-¿Qué
proyectos o sueños tiene para el futuro? Sueños, miles.
Por el momento, me propongo seguir en Euskadi Gaztea. Por otro
lado, el Festival de Cine cumple este año su 50 aniversario,
conque me temo que andaré bastante atareada. En lo demás,
no tengo ningún proyecto en concreto. También me
gustaría volver a la televisión.
-¿Hay algo
en especial que le gustaría hacer? En la televisión,
por ejemplo, nunca he tenido la posibilidad de trabajar en el
campo de la edición, y me encantaría poder hacerlo.
Edurne
Ormazabal
Nació
en Tolosa en 1963.
Hizo los
estudios de Psicología. Ha trabajado
en la radio como locutora de Herri Irratia en
Tolosa y también en Antena3 radio. En televisión
ha presentado espacios como katu-kale y
Zine oro de ETB y Miradas de Cine
y Nuestro cine/Zine Keinuak en
Canal+. Presenta
las galas en el Festival Internacional de Cine
de San Sebastián y es coordinadora de
las ruedas de prensa del mismo. Hoy en día
es la coordinadora de Euskadi Gaztea.
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Fotografías: EITB
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Euskonews & Media 172.zbk
(2002 / 6 / 21-28)
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