La
construcción de recintos teatrales sufrió un espectacular
incremento a lo largo del siglo XIX y el primer tercio del siglo
XX en toda Europa. Los resultados de esta tendencia en el País
Vasco quedan reflejados en los teatros históricos que aún
conservamos, tales como el Victoria Eugenia de Donosti de 1912,
el Campos Elíseos de Bilbao de 1903 o el Teatro Arriaga
de 1890.
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Fachada
del Teatro Arriaga de Bilbao tras la restauración realizada
en el año 2000. |
Durante el siglo
XIX, las peticiones para la construcción de nuevos recintos
teatrales fueron muy numerosas en Bilbao, y resulta curioso constatar
que los argumentos utilizados en estas solicitudes son básicamente
de dos tipos. Por un lado apelan a la necesidad de contar con
un recinto teatral digno dada la importancia de la ciudad, y por
otro al carácter educativo y moralizante del teatro en
clara consonancia con los postulados de algunos filósofos
ilustrados, tal y como se aprecia en los siguientes fragmentos:
[...] Sería
hacer un agravio muy conocido a las superiores luces de Vss,
el demostrar que el Teatro bien dirigido debe
ser la escuela de costumbres, de la moral y de la urbanidad,
y que contribuye muy eficazmente a los progresos de la civilización
[...] (1)
[...]
Bilbao se considera en España por un pueblo de primer orden.
La experiencia va confirmando cada día los males que se
originan por la falta de un teatro. La juventud se
pervierte; a una modesta reunión en el Coliseo, se sustituyen
esas congregaciones buscas y tenebrosas donde la embriaguez suele
ser el menor vicio que se adquiere [...] (2)
A modo de síntesis
evolutiva hasta la conclusión de las obras del Teatro Arriaga
de Bilbao en 1890, cabe destacar la construcción a finales
del siglo XVIII del Teatro de la Ronda que se incendió
en 1817, el Viejo Teatro de Bilbao edificado entre 1833
y 1839, obra de Escondrillas que ocupó el solar donde hoy
se ubica el Arriaga, así como el Teatro Circo de la Gran
Vía de 1885, obra del arquitecto cántabro Joaquín
Rucoba que posteriormente, entre 1885 y 1890, sería el
encargado de realizar el Nuevo Teatro de Bilbao o Teatro
Arriaga.
En el año
1882 se presentó la Moción de la Comisión
Especial de Nuevas Obras Municipales poniendo las bases
para un concurso encaminado a la construcción de un teatro
en esta villa (de Bilbao) cuyas condiciones económicas
y facultativas resultan fundamentales para comprender algunas
de las peculiaridades del Teatro Arriaga. En ella se especifican
cuestiones básicas como el presupuesto que se destinará
a la obra (625.000 ptas), los materiales a utilizar, la ubicación
del edificio, su aforo (1500 personas) o las condiciones de explotación.
A este respecto, cabe resaltar el hecho de que el Ayuntamiento
de Bilbao cedió un terreno de titularidad municipal a una
empresa privada denominada Sociedad Nuevo Teatro de Bilbao,
para que llevase a cabo (con capital privado)
la construcción del Arriaga y su posterior explotación
durante noventa y dos años, transcurridos los cuales el
edificio pasaría a pertenecer al consistorio bilbaíno.
(3)
El concurso encaminado
a la construcción del Teatro Arriaga duró cinco
meses, y finalizado el plazo para la presentación de proyectos
en mayo de 1883, el Ayuntamiento de Bilbao se decantó por
el realizado por, el entonces arquitecto municipal, Joaquín
Rucoba. Sin embargo, y pese a respetar los puntos especificados
en las condiciones facultativas y económicas, el proyecto
de Rucoba tuvo firmes oposiciones por parte de la ciudadanía.
En 1884, los
vecinos de la calle Bidebarrieta se opusieron al emplazamiento
inicial del teatro, ya que el arquitecto propuso
ubicarlo más cerca del Arenal de lo que se encuentra en
la actualidad, tapando la boca de la mencionada calle. Así
se instó al consistorio a modificar su
localización (4)
y el arquitecto tuvo que replantear su proyecto y realizar ciertos
ajustes, tales como la construcción de un nuevo muelle
desde el puente del Arenal hasta el de la Merced, robando a la
ría una franja de 6 metros de latitud media. (5)
Por otro lado,
en el propio seno municipal destacó la Protesta por
la iniciativa de construcción del Nuevo
Teatro de Bilbao, formulada por N. de Madariaga concejal del ayuntamiento
con fecha 5 de marzo de 1885, que criticó duramente
la cesión de un solar privilegiado en la villa (6)
para la explotación de un negocio de titularidad privada
a cambio de una renta insignificante.
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Vista
parcial del foyer del Arriaga. |
Debemos remarcar
también, que algunas de las condiciones facultativas expuestas
en las bases para la construcción del nuevo teatro ponen
de manifiesto el carácter comercial de la zona, cuando
especifican la obligatoriedad de que la planta baja del teatro
se destine íntegramente a tiendas. De ahí deriva
una de las particularidades del edificio ecléctico de Rucoba,
ya que para acceder a la sala los espectadores
deben subir dos pisos, cuando lo habitual es ascender sólo
uno. De no haberse tomado esta solución, la pendiente del
suelo del patio de butacas y el foso de la orquesta hubiesen inutilizado
gran parte de la planta baja para su uso mercantil. (7)
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Vista
de la sala del Teatro Arriaga. |
En cuanto a los
materiales utilizados para la construcción del edificio,
éstos serán de varios tipos. Frente a materiales
más o menos convencionales como la sillería y el
ladrillo utilizados para la fachada y los muros del teatro, cabe
destacar el uso del hierro en el entramado y elementos sustentantes
del edificio. La elección de este material
vino derivada de la necesidad de paliar un gran problema de los
teatros del siglo XIX como eran los incendios (8),
pudiéndose tomar como referente más inmediato el
Teatro de la Ópera de París de Garnier de 1875 que
también usó el hierro como elemento constructivo.
Sin embargo a diferencia de este último ejemplo, que oculta
su entramado metálico con otro tipo de materiales, el Arriaga
muestra todos sus elementos sustentantes de hierro como un detalle
ornamental de gran belleza, en forma de columnas de orden compuesto
de cuya realización se encargaría la empresa bilbaína
Santa Ana de Bolueta. Así el esqueleto del edificio de
Rucoba se erige en reflejo y símbolo de una de las principales
actividades económicas del Bilbao del momento.
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Capitel
de una de las columnas de hierro
de la sala. |
Las obras del
edificio comenzaron en 1886 y superaron con creces el plazo de
dos años estipulado para su construcción, pues la
inauguración del Arriaga tuvo lugar en 1890. Así
se construyó un edificio neobarroco con una planta
trapezoidal que responde a las propias limitaciones del solar
en el que se ubica y cuya estética es deudora de los teatros
franceses del periodo. Este factor se aprecia con claridad en
el repertorio decorativo de la fachada, pues José Soler
tomó como referente los motivos de la fachada del Teatro
de la Renaissance de París, tal y como se aprecia en
la ilustración.
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Fachada
del Teatro de la Renaissance de París de 1872. |
Otro aspecto patente
en la arquitectura teatral de este periodo, es que frente al aparente
carácter educativo y democratizador del espectáculo
teatral, las diferencias de clase quedaban reflejadas en la creación
de accesos independientes para al menos dos tipos de público.
Así en el caso del Teatro Arriaga, existían dos
entradas por la fachada destinadas a los más adinerados,
mientras que aquellos que iban a paraíso contaban
con dos entradas por los laterales que en ningún caso comunicaban
con el resto, si no que iban directamente de la calle al quinto
piso del edificio. (9)
En definitiva, podemos
afirmar que todas las tipologías arquitectónicas
llevan implícita una utilidad básica, pero en algunos
supuestos debemos sumarle a ésta una gran carga simbólica.
Tal es el caso de los teatros y del Teatro Arriaga en concreto,
pues su construcción no vino dada por la antigüedad
del teatro que ya existía en el mismo lugar –un edificio
de apenas cincuenta años- sino tal vez del hecho de que
el teatro neoclásico de Escondrillas no casaba con los
intereses a representar. (10)
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Vista
lateral y trasera del Teatro Arriaga de Bilbao. |
En definitiva, el
edificio proyectado por Joaquín Rucoba, como muchos otros
teatros decimonónicos, será el lugar en el que fluyan
paralelamente fiesta teatral y vida social; una arquitectura de
carácter monumental y ecléctico en un enclave urbano
estratégico, además de erigirse en uno de los símbolos
del poder económico de la burguesía del Bilbao de
finales del siglo XIX.
(1) Petición
de Don Joaquín Leguina para la construcción de un
nuevo teatro con fecha 1 de septiembre de 1828, según
documento del AHB Sec2ª/doc.256/leg.42 (VOLVER)
(2) Petición de Don Juan Basterra, Don
Bartolomé Arana y Don Manuel Antonio Martínez, para
que se designe una comisión con objeto de practicar los estudios
necesarios para la construcción de un teatro, con fecha
19 de febrero de 1830. Según documento del Archivo Histórico
de Bilbao Sec.2ª/doc.256/leg.3 (VOLVER)
(3) Razón por la cual hoy es un teatro municipal.
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(4) Todo ello queda reflejado en documentación
del AHB Sec.4ª/doc.127/leg.2. Los gastos derivados de la ampliación
del muelle fueron sufragados por la Sociedad Nuevo Teatro de Bilbao
y amortizados por el ayuntamiento en un plazo de cincuenta años.
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(5) La ampliación del muelle responde al
hecho de que el teatro estaba situado al borde de la ría,
en una zona de carga y descarga de mercancías y su reubicación
(tuvo que desplazarse hacia la Merced hasta librar la boca de la
calle Bidebarrieta) conllevaba una merma de espacio en dicho muelle.
(VOLVER)
(6) No en vano el Arenal era a finales del siglo
XIX el centro neurálgico de la Villa. No debemos olvidar
asimismo que la anexión parcial de Abando a Bilbao se había
producido en 1870, por lo que aún subyace en los argumentos
de Madariaga la psicosis de falta de suelo que caracterizó
a la ciudad hasta las últimas décadas del siglo. (VOLVER)
(7) La explotación comercial de la planta
baja del Teatro Arriaga hipotecó muchos de los espacios subsidiarios
característicos de los teatros europeos del siglo XIX, pues
el teatro era además de un local de entretenimiento, un centro
de relación social. Sorprendentemente, el Arriaga se convirtió
en un teatro decimonónico modélico tras la intervención
realizada por el arquitecto Hurtado de Saracho que desembocaría
en la reinauguración de 1986, ya como teatro municipal. (VOLVER)
(8) Paradójicamente el Teatro Arriaga sufrió
un incendio en 1914 y hubo de ser reconstruido íntegramente.
Se reinauguró en 1919. (VOLVER)
(9) Estos accesos siguen existiendo en la actualidad
aunque se utilizan como salidas de emergencia. (VOLVER)
(10) Algo similar sucederá en la Catedral
de Santiago de Bilbao, para la que Severino de Achúcarro
construirá una nueva fachada neogótica en 1891 destruyéndose
la original. (VOLVER) |