El
caserío, como núcleo de vida y trabajo del medio
rural, viene cumpliendo la función de creador de riqueza
y alimentos para el conjunto de la sociedad, además de
ser protagonista activo en el mantenimiento del entorno y del
ecosistema.
No obstante,
no hay que olvidar que el caserío también forma
parte activa del conjunto de la sociedad, y que tampoco se queda
aparte en las transformaciones que se están produciendo
en todo el mundo.
Así, y
con las dificultades adaptativas que se pueden producir en otros
ámbitos sociales, el baserritarra, como productor y por
lo tanto comercializador, ha debido cambiar algunas de sus estrategias
en ese proceso de cambio social.
Ya
no vale con bajar a la plaza del pueblo para poder sacar adelante
a la familia, pues las costumbres de compra han cambiado, y los
métodos de venta también. Además, se ha producido
la necesidad de control de los procesos de oferta de calidad,
lo que unido al cambio en el sistema de venta, ha provocado la
adaptación del baserri en pequeña empresa.
De ahí
que el baserritarra ya no pueda pensar únicamente en el
beneficio puntual, sino que tiene que crear una estrategia de
futuro, en la que como pequeña empresa, y tal y como ha
ocurrido en el sector secundario y en el terciario, tiene que
aunar esfuerzos y coordinar estrategias con otras empresas, en
este caso con otros baserritarras, cara a obtener un mayor beneficio
de la labor que ejerce. Esta unión de esfuerzos que en
nuestro país se ha dirigido a la diferenciación
de los productos mediante marcas de calidad y denominaciones,
y los numerosos casos de cooperativismo, ha provocado que las
pequeñas empresas sean capaces de luchar y competir en
un mercado altamente agresivo, y en unas condiciones de clara
desventaja, debido a que tienen estrategias comunes.
El
baserritarra también ha tenido que formarse y modernizarse
para conseguir unos resultados satisfactorios en su trabajo, adaptando
sus hábitos de trabajo a un sistema de trabajo preciso,
calculado y más eficiente, sin olvidar en ningún
caso que la obtención de un producto de calidad es el objetivo
prioritario para que su pequeña empresa optimice sus resultados.
Así, se ha producido una profesionalización tanto
en el trabajo como en la gestión económica de nuestros
baserris.
Por otra parte,
la diversificación de la función del caserío
en el medio rural, como pueden ser las actividades turísticas,
de ocio, o las educadoras, lo engloban en el modelo de pequeña
empresa multifuncional.
El caserío,
es una pequeña empresa, donde el baserritarra no sólo
es gestor del entorno y del ecosistema, sino que además,
se ha convertido en un gestor de empresa, donde tiene que optimizar
sus ratios de beneficio, para poder continuar creando riqueza
y bienestar a su familia y la sociedad.
Fotografías:
www.learjai.com
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