Los
platos limosneros son objetos litúrgicos en los que se
recogían las limosnas dadas por los fieles en las celebraciones
religiosas, tal y como ordenaba el visitador eclesiástico
en muchas de sus visitas. En algunas ocasiones se usaron también
como platos bautismales, platos de Extrema Unción y como
piezas civiles.
Estas
obras son conocidas como Dinanderies debido a que tienen
su origen en el Valle del Mosa y sobre todo en la ciudad belga
de Dinant-sur-Meuse, donde empezaron a fabricarse hacia el año
980, pasando a fabricarse en la segunda mitad del siglo XIV también
a Alemania, especial desarrollo en Nuremberg. A mediados del siglo
XV, debido a la decadencia de los talleres de Dinant, muchos de
los artesanos emigraron, difundiendo por diversos talleres europeos
la fabricación de estas piezas.
Este
tipo de platos, que se fechan entre comienzos del siglos XV y
el siglo XVI, a caballo entre el Gótico y el Renacimiento,
abundan en las iglesias españolas, siendo usados la mayoría
de las veces como platos limosneros, aunque también hay
casos en los que se especifica su uso bautismal, para administrar
la Extrema Unción, e incluso su uso civil, por la decoración
de escudos heráldicos. Su presencia en Gipuzkoa no resulta
extraña, dadas las estrechas relaciones comerciales entre
los puertos guipuzcoanos, así como del resto del Cantábrico
y de Castilla, con Flandes.
Los materiales empleados
en la fabricación de los platos limosneros son los metales
comunes, sobre todo el latón, siendo menos corrientes los
platos elaborados en estaño o cobre. Su tipología
se mantuvo, sin cambios, a lo largo de los siglos, consistiendo
en platos circulares de gran tamaño y escasa profundidad,
con una orilla plana de boca moldurada, campo cóncavo y
emblema.
Iconográficamente,
tampoco experimentaron grandes cambios, presentando una decoración
a base de cenefas vegetales, gallones e inscripciones, generalmente
fórmulas de bendición, que tienen la función
de estructurar las piezas, creando zonas de luces y sombras que
atenúen el planismo de las superficies, rodeando a un medallón
central de tema iconográfico, con representaciones bien
figuradas o bien vegetales, de marcado carácter flamenco,
siguiendo los modelos imperantes en estos momentos en Flandes,
tal y como podemos ver en los cuadros y grabados de esta época,
como por ejemplo los de Martín Schongauer o Israhel van
Meckenem.
Los
temas más recurrentes en estos platos son la alegoría
veterotestamentaria, Adán y Eva, la Anunciación
y los Santos, siendo normalmente temas de carácter universal
ya que estos platos no se realizaban por encargo.
En los veintisiete
platos conservados en Guipúzcoa aparecen temas figurativos
generales como Adán y Eva, la Anunciación y las
alegorías del Regreso de la Tierra prometida y el Pelícano
Eucarístico, así como temas menos comunes como el
Martirio de San Sebastián o la Virgen con el Niño.
Igualmente nos encontramos con platos de tema vegetal, con representaciones
de girasoles y capullos de flor.
Fotografías: Arantza Cuesta Ezeiza |