Hace
tres años, con motivo del vigésimo aniversario de
la muerte de Blas de Otero, Sabina de la Cruz lograba poner en
marcha uno de sus mayores sueños: la Fundación en
nombre del poeta. Tras mucho esfuerzo, este año ha conseguido
que se celebre en Bilbao el primer congreso en torno a Otero,
participando en ella catedráticos y estudiosos conocidos.
Ahora, a punto de editarse la obra completa del autor, espera
que las jóvenes generaciones puedan disfrutar de uno de
los mayores poetas en lengua castellana.
-Se ha hablado
mucho del Otero social, del poeta que se dirigió a la inmensa
mayoría en obras como ‘Pido la paz y la palabra’, ‘Que
trata de España’ o ‘En castellano’, y se olvida el poeta
existencialista muy ligado a la religión, autor de obras
como ‘Ángel fieramente humano’ o ‘Redoble de conciencia’
(ambos poemarios fundidos posteriormente en ‘Ancia’). ¿Cómo
definiría la trayectoria poética de Blas de Otero? Blas comienza a escribir
desde que era niño. En Madrid —desde los ocho hasta los
15 vivió allí por el trabajo del padre—, era un
niño apreciado porque escribía poemas; aquí
no lo hubiera sido. Un amigo decía, en broma, que en Bilbao
hubieran usado su cabeza como una pelota de fútbol. Era poeta por vocación
y eso es muy importante para entender el porqué del sufrimiento
que refleja en sus obras. Siendo Blas muy joven muere su hermano
mayor, a los tres años muere su padre, y con quince años
se queda sólo con sus hermanas y su madre. Tiene que estudiar
Derecho, cuando desde que nació su vocación era
la poesía. Trabajó como abogado en una fábrica,
en Forjas de Amorebieta. Estando trabajando en Amorebieta, según
confiesa él en algún poema, comenzó a escribir
su primer libro, que en realidad fue un conjunto de poemas que
recitó con motivo del cuarto aniversario del nacimiento
de San Juan de la Cruz. Lo llamó Cántico Espiritual
en honor al místico. Blas en uno de sus poemas lo llama
"un entretenimiento en una fábrica". Eran poemas
de mucha piedad, muy religiosos, puesto que la formación
de Blas fue muy religiosa. Sin embargo, la ruptura del elegido
camino fue muy traumático para Blas. La fábrica y ejercer
de abogado, debió ser un sufrimiento tan grande que no
pudo con ello. Finalmente abandonó Forjas y se fue a Madrid
para estudiar Filosofía y Letras. Esto creó en él
una especie de sentimiento de culpabilidad tan terrible que le
condicionó para siempre la vida. Desde entonces tuvo depresiones
cíclicas al considerarse infiel al proyecto filial, sobre
todo porque la persona que encarnaba la familia era su madre.
Contra un padre te puedes enfrentar, contra una madre no; y si
no cumples con lo que tú crees que era su deseo, lo pagas
a la larga. Yo creo que de ahí vienen las crisis de Blas,
porque más que crisis religiosa fue una crisis vocacional.

Mientras él
se debatía entre su vocación y la obligación
familiar a su alrededor una guerra había sucedido a otra.
Primero llegó la Guerra Civil española y enseguida
la Segunda Guerra Mundial. A Bilbao llegaron muchos exiliados
con el recuerdo aterrador de tantos muertos, y Blas con esa sensibilidad
tan especial que tenía fue percibiéndolo todo. Se
iba derrumbando su mundo interior y también el mundo que
le rodeaba. De ahí esa impresión que aparece en
Ángel fieramente humano y en Redoble de conciencia,
de los que después nace Ancia. "Dónde
estás, oh Dios, oh Padre, dónde estás que
abandonas a tus hijos", "poderoso silencio, alzo la
mano y tú me la cercenas, abro los ojos, me los ajas vivos".
Es acudir a alguien que como Padre debía protegerte, pero
en el cual no encuentras apoyo.
Esto no le sucedió sólo a Blas. Las mismas consideraciones
se las he oído a otras personas de la misma edad pero en
Blas fue un auténtico cataclismo, cataclismo que dio lugar
a estos bellísimos y estremecedores poemas del Ángel
y el Redoble. De ahí sale un nuevo camino, un nuevo
plan de vida. Es muy curioso cómo esa fe, aunque frustrada
y no correspondida, se conserva pero trasladando el objeto: ahora
son todos los hombres sus hermanos. Así aparece en Pido
la paz y la palabra incluso ya en ángel fieramente
humano ("surto un agua, hermanos, eterna no, parada ante
la casa"). Es decir, no recibimos contestación de
arriba, pero estamos todos, unidos por el mismo sacrificio y dolor.
Y esa es la primera salida hacia el vosotros de la poesía
de Blas. Ese poema en el que dice "salí un día
echando espuma por los ojos, ebrio de amor, mirando sin saber
adonde", esa es la mirada hacia los otros, hacia los hermanos.
-Sobre la poesía
social...
La
llamada poesía social ocupa principalmente tres libros
en la obra de Blas: Pido la paz y la palabra, En castellano
y Que trata de España. Pero no es un tema único.
En todos sus libros hay temas íntimos, de amor, existenciales,
de tristeza. "Yo entre álamos y ríos, ¿cómo
es posible que yo, tan triste como estoy, pueda estar disfrutando
aquí del canto del río, del sonido de los pájaros?,
¿cómo es posible?", dice en un poema. "¿Qué
haces ahí, qué haces ahí? Anda, no sufras,
anda, ya vendrá mañana. Iremos de verdad a ver el
río". Uno no puede desprenderse de sus propios e íntimos
dolores por mucho que esté pensando en la paz del mundo.
En todos sus poemas está la dimensión completa del
ser humano: la dimensión del ser social, y la dimensión
íntima y existencial de quien tiene su propio sufrimiento. En aquel momento en España
hay una situación histórica terrible: la posguerra.
Una guerra civil es terrible, porque es una guerra entre hermanos
y tras ella hay que seguir conviviendo en la misma casa. Los odios,
las cárceles, las muertes… Murieron muchos más después
de la guerra que durante ella. Un joven como Blas, que empieza
a salir a la vida y se encuentra con una situación en la
cual no hay libertad, sino una dictadura donde se prohibe todo,
en primer lugar los libros. Esa situación le lleva a conseguir
que salga la palabra que sirva para luchar por la dignidad y la
libertad de la gente, de la inmensa mayoría. Esa inmensa
mayoría que no lee poesía —eso Blas lo sabía
muy bien—, pero que la leerá cuando cambie la situación
histórica y social. También hace protagonista del
poema a la inmensa mayoría, habla en nombre de todos, en
busca de la dignidad y la libertad. Muchas veces me han preguntado
el porqué de la obsesión por la paz en los poemas
de Blas, pero era un hombre de guerras: nació en 1916 a
los dos años de empezar la Primera Guerra Mundial. A sus
diecinueve años estalla la guerra civil, termina ésta
e inmediatamente comienza la Segunda Guerra Mundial, después
la posguerra española, tan terrible. Yo fui una niña
de la posguerra y lo sé muy bien. Una persona que ha vivido
siempre en esas situaciones, inevitablemente tiene que desear
la paz para todos. Cuando se habla de la paz,
no solamente se habla de una paz sin guerra, hay más clases
de paz: tener libertad dentro de la propia casa para ser quien
realmente eres, para poder expresarte como eres, esa paz también
la ansiaba Blas. Todavía hay otro tipo de paz, la de sentirse
satisfecho de si mismo. Esa paz íntima también Blas
la buscó por algún tiempo. Cuando él dice
"yo doy todos mis versos por un hombre en paz", está
hablando de todas estas formas de paz.

Luego hay una cosa
muy curiosa que tampoco la ha dicho nadie, y no sé por
qué. Por ejemplo, uno de sus libros se titula En castellano,
pero ¿por qué? Al frente del libro viene una cita que aparece
en un trabajo de Menéndez Pidal donde cita el Poema
de Fernando González donde se dice "estos castellanotes,
decían los fieles al rey, son apartadizos y rebeldes. Parecen
vascos". En castellano significa hablar claro. Como
este libro no se pudo publicar en España salió en
Francia, y lo titularon Parler clair. En Que trata de
España casi todos los poemas están escritos
fuera de España: en París, Moscú y China
en los años 60-61, lejos, en unos lugares cuya lengua no
conoce. Es tal la nostalgia de la tierra, que allí se escriben
la mayor parte de los poemas que tratan de Bilbao y de Orozco.
Como dice en un poema "recobrar a golpe de palabra la tierra
que está lejana". Es la imagen de España como
pueblo, por eso la escribe con minúscula, para rescatarla
de la utilización que hacía el régimen franquista
de la palabra España con mayúscula. No. Hay otra
España, que es el pueblo, ésa es la auténtica.
-Dentro de
la poesía de posguerra Dámaso Alonso incluyó
a Otero junto con Gabriel Celaya o José Hierro en la llamada
poesía desarraigada. Sin embargo, Otero mantenía
una relación de amor y odio con su ciudad natal a la que
siempre acudía. ¿De qué manera marcaron tanto Bilbao
como el Orozco de su infancia su poesía? En la poesía
de posguerra Dámaso Alonso fue el primero que observó
la terrible situación de España. Aquellos que comenzaron
a hablar y a escribir mostrando la realidad concreta. A los que
fueron por sus pasos los llamó poetas desarraigados. Sin
embargo, ¿es una poesía desarraigada?, ¿a qué se
puede llamar poesía desarraigada?. Yo creo que justamente
es todo lo contrario. Es una poesía que está arraigada
en la situación histórica, que trata de lo que en
aquel momento está sufriendo, de la verdad. No se andaban
con ensoñaciones como hacían los garcilacistas. En cuanto a la relación
de Blas con Bilbao, creo que después de leer los Poemas
vascos está claro. ¿Qué genera los grandes dolores
y las grandes crisis?, ¿qué marca el talante de la vida
de una persona? El entorno. En el caso de Blas, había nacido
en el Bilbao de la burguesía. Pero Blas vive esa burguesía
después de que su padre se ha arruinado, y eso es muy significativo.
En ella se siente impedido para realizar su vocación, y
sufre de una manera aterradora. Hay poemas dentro de los Poemas
vascos que son verdaderamente terribles. "Me diste hasta
el fondo del alma". Para seguir luchando y ser
él mismo tiene que marchar, como en aquel tiempo lo hizo
la mayoría. Eso sí que se puede llamar desarraigo,
aunque luego Blas en Que trata de España escriba
"no estoy desarraigado aunque ande asido, más bien
como una rama asida con las dos manos a su raíz".
Es cuando recuerda, precisamente, "esta tarde oigo el golfo
de Vizcaya aquí, en estos mares de China jadeantes de nocturno
marfil". Da igual si está en Shangai o en La Habana.
Esté donde esté le viene el recuerdo del Cantábrico,
de su tierra. Eso es el fruto del amor, de un amor por el que
ha tenido que luchar mucho y que sin embargo siempre ha permanecido
dentro de él.

Viviendo en Madrid,
veníamos a Bilbao en cuanto teníamos tres días
libres. Aquí pasábamos las vacaciones del verano.
Aquí estaban su madre y sus hermanas así como toda
mi familia. ¿Por qué Bilbao es el que le provoca más
indignación? Porque es el Bilbao de antes, el de la juventud,
aquel contra quien tuvo que luchar, mientras que Orozco representaba
las vacaciones, el campo, la abuela, la libertad. Es lo que pasa
con los lugares idílicos.
-¿Qué
relación mantuvo con los poetas y creadores vascos? ¿Y
hacia el euskera? En varios poemas, pero en el dedicado a Lourdes
Iriondo (‘Euskera egin dezagun’) muy especialmente, Otero reivindicaba
el pago de una deuda contraída hacía tiempo: la
recuperación del euskera. Desde Pido la paz
y la palabra son constantes las alusiones a poetas vascos.
Aparecen Lauaxeta, Lizardi, Etchepare… Conocíamos a Koldo
Mitxelena, teníamos relación con Oteiza —estuvimos
viviendo alrededor de un mes con él en Arantzazu—. Yo creo
que Blas siempre percibió eso que en el año 68 llamaría
"una letra impagada". Estaba en el fondo de su ser,
e iba aflorando a través de citas de poetas vascos. Ese
año escribió el poema dedicado a Lourdes Iriondo,
en un momento en el que en toda España se enarbolaba la
ikurriña. Era una reivindicación a favor del pueblo
vasco, que en aquel momento estaba a la cabeza de la lucha. Blas toma conciencia de su
ser vasco cuando traba amistad con Gabriel Aresti. Aresti había
aprendido euskera en Bilbao, y no sabes la envidia que sentía
Blas porque hablaba euskera y él no. La lengua le traía
recuerdos de su abuela doña Pepita, de Orozco. "Al
nacer me mutilaron la lengua", la lengua de sus antepasados
de Orozco y del Duranguesado.

También estaba
muy interesado por la relación entre el euskera y el castellano,
por la teoría de la lengua. Esa manera suya de pensar tan
concisa, tan escueta, "corto en palabras como el hierro vizcaíno",
todo eso estaba muy relacionado con su carácter, y por
supuesto, el carácter en un poeta está concentrado
en la lengua. Blas es un hombre que vive entre palabras como todo
creador, esa era la herencia que había recibido. Aunque
él no conocía el euskera la lengua había
marcado su manera de escribir el castellano. Todo creador está
condicionado por el sustrato de la lengua, y en el castellano
de los vascos está ejerciendo su influencia. Blas era consciente
de ello.
-¿Cómo
se conocieron Blas y usted?
En septiembre de 1971 en mi casa.
Lo trajo Agustín Ibarrola y otros amigos pintores que como
Blas llegaban de París. Aparece en uno de sus poemas: "en
septiembre del 71 salí del oui y entré en
el bai de mi país". Por aquel entonces yo me
sabía la obra de Blas de memoria. Acababa de publicar En
castellano, y lo habíamos traído escondido de
Francia para pasar la frontera. Cuando me dijo que era Blas de
Otero me quedé impresionada. Era un hombre con mucho atractivo.
Ha sido una relación realmente de amor. Juntos hemos pasado
muchas cosas, las enfermedades —Blas tenía bastante mala
salud—, pero todo ha sido llevado con alegría y mucho amor.
Murió muy joven, 63 años no es una edad para morir,
pero me consuelo pensando que sucedió de repente, sin tiempo
para sentir nada.
-Es doctora
en filología románica y durante años ha sido
profesora de lengua vasca en la Universidad Complutense de Madrid.
Si
hay lengua vasca en la Universidad Complutense de Madrid es porque
yo acepté encargarme de ella. Yo había hecho mi
tesina sobre la relación del euskera y el castellano, trabajando
con Mitxelena. Sin embargo no sabía hablarlo, así
que cuando me ofrecieron la plaza al principio me pareció
una locura. Para entonces había bastantes alumnos apuntados
a las clases por lo que accedí a darlas con la condición
que en cuanto hubiera una persona que dominara la lengua, yo dejaba
el puesto. Y así fue. Durante aquel período
hice muchos amigos; conocí gente con la que sigo manteniendo
una gran amistad. En cuanto pude solté la asignatura a
una de las alumnas, a Pilar Muñoa de San Sebastián,
que después fue durante muchos años profesora de
lengua vasca. Así mismo he tenido alumnos que después
han sido importantes investigadores en lingüística
vasca como Maite Etxenike.
-Entre las
obras que ha publicado se encuentran varios estudios sobre la
obra de Otero. ¿Influyó de alguna manera en su trabajo
el conocerle personalmente? Cuando era joven escribía
poesía, y ahí sí que influyó en mí
el haber conocido a Blas. Conociendo a un poeta tan bueno, ¿quién
se atreve a escribir poemas?. Sin embargo sí que tenemos
una serie de poemitas que aún están sin publicar
—porque forman parte de mi intimidad— que nos dejábamos
en la cocina entre los apuntes de lo que había que comprar.
Yo escribía algún que otro pequeño poema,
y al día siguiente me encontraba otro que me había
dejado Blas. Después me dediqué siempre a trabajar
sobre crítica, comentarios de texto. Mis clases me llevaban
mucho tiempo. Aparte, como toda mujer, tenía que encargarme
de la casa. Por otra parte, en mi tesis
doctoral pude hacer una edición crítica de su obra
porque he hablado tanto con Blas sobre sus textos, sobre las variantes
que tienen. Todo eso es muy importante a la hora de hacer la edición
crítica. Saber como trabaja un creador, sobre todo un poeta.
Un poeta
es un creador muy especial, no trabaja como los novelistas día
a día; el poeta trabaja como envuelto en una especie de
ola rítmica que llega casi sin darse cuenta y lo tiene
durante unos días completamente enajenado, y todo lo demás
prácticamente no existe.En
el caso de Blas es muy curioso porque en estos periodos estaba
muy tranquilo. Era como si viviera en paz. Escribía por
la noche, dormía unas horas durante el día, oía
mucha música. Era silencioso, feliz. Cuando pasaba ese
periodo se dedicaba a pasar a máquina los poemas. Jamás
he leído un poema de Blas hasta que me decía "siéntate"
y me los leía. Una no se atreve a entrar en lo más
íntimo de la otra persona precisamente porque la quieres
tanto que no quieres romper su intimidad. Una vez leídos
los comentábamos. He aprendido muchísimo de Blas.
-Se ha hablado
mucho del carácter tímido e introvertido de Blas
de Otero, ¿pero cómo era el Blas del día a día? Era muy fácil
vivir con él, nunca exigía nada. Pero había
que comprender por qué hablaba tan poco. A veces pensaba
que quizá fuera porque no se sentía a gusto, pero
con el tiempo supe que eran silencios pacíficos como él
mismo en algún que otro poema mencionaba. Yo creo que ha sido una relación
muy fructífera sobre todo para mí. A Blas sé
que le he dado algo que necesitaba mucho: libertad dentro de casa.
Dentro de su casa ha podido hacer lo que ha querido y sabiendo
que lo que hiciera siempre sería bien recibido. Eso es
muy importante para alguien que se dedica a escribir poesía.
Muchas veces le decía que no teníamos culpa de que
por mis clases se pagara más que por sus poemas. Ha sido
una relación muy bien llevaba, con tranquilidad, algo que
él necesitaba mucho.
-En breve verá
la luz la edición que recogerá todas las obras de
Blas de Otero. 23 años después de la muerte del
poeta, ¿qué puede aportar su obra? Es muy importante porque
en estos momentos hay parte de la obra de Blas que está
sin editar. Concretamente Hojas de Madrid —que se titula
así porque empieza a escribirla a su vuelta a Madrid— y
La galerna. Ese último es un libro que tiene por
tema la tempestad del Cantábrico que a su vez simboliza
las depresiones que Blas sufría: "a lo lejos ya viene
la galerna, la espero a pecho descubierto, pecho como la guitarra
de Bob Dylan". El llevar a la obra de creación sus
depresiones fue tan bueno que le ayudó incluso a superarlas.
Unos años ante de morir estuvo muy bien, las depresiones
no venían tan a menudo como antes. Era un hombre muy vital
que le encantaba el cine, pasear por la calle, estar con los amigos
—los amigos íntimos, porque no era partidario de las aglomeraciones—.
Participó en la campaña electoral de las primeras
elecciones, y creo que no terminaba de creérselo. Para
un hombre que había luchado tanto por la libertad y la
dignidad fue una gran satisfacción ver llegar la democracia.
Murió Franco antes que él.

La edición
de Obra Completa recoge el texto fijado a través de este
estudio completamente científico, pero no saldrá
como edición crítica. Más adelante sí
que tenemos intención de publicar una edición crítica
porque es muy importante para los investigadores. Ahora con la obra completa
vamos a poder leer toda la obra de Blas, la que no está
editada y la que está agotada. Colocaremos ante los ojos
del lector desde los primeros versos hasta el final, todo lo que
Blas escribió. Será una edición que llegará
a todos, y mediante su lectura se descubrirá lo que realmente
significó para Blas el lector. Porque siempre lo tenía
en cuenta, sobre todo a los lectores jóvenes. Así
lo escribe en la prosa que encabeza Poemas vascos: "pero
yo llamo a mi puerta, y su sonido sé que responde, no por
sí sola, sino a golpes de otras manos seguramente jóvenes".
Ojalá sean jóvenes. Blas puso toda su vida en su
palabra, y esa vida está escrita para todos. Vosotros la
leeréis y la cuidaréis, él no dejó
más hijos que sus poemas.
Sabina
de la Cruz
Sabina
de la Cruz es presidenta de la Fundación
Blas de Otero desde 1999 (año de su creación).
Doctora en Filología Románica,
ha sido profesora de la Universidad Complutense
de Madrid. Ha impartido clases en la universidad
de Filología Románica, Dialectología
Italiana, Lingüística Vasca y Literatura
Española Contemporánea.
Ha colaborado como investigadora en el Seminario
de Lexicografía de la Real Academia de
la Lengua Española. Especialista en la
obra literaria y en la biografía de Blas
de Otero, sobre el que ha escrito numerosos
trabajos y ofrecido conferencias en España
y en el extranjero.
Entre
sus diversos trabajos se encuentran:
-
"Contribución
a una edición crítica de la
obra literaria de Blas de Otero". Madrid.
Universidad Complutense. 1983
-
Edición
de "Historias fingidas y verdaderas",
introducción y notas. Madrid. Alianza
ed. 1980
-
Artículo
"La erotización del espacio
en los poemas de amor de Blas de Otero".
Eros literario. Universidad Complutense.
1989
-
Edición
junto a Mario Hernández de "Blas
de Otero, mediobiografía". Madrid.
Turner
-
"Poesía
escogida de Blas de Otero". Vicens
Vives. Edición de Sabina de la Cruz
y Lucía Montejo. Barcelona. 1995
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Fotografías: Estibalitz Ezkerra (tomadas
en la exposición realizada entorno a la figura de Blas de
Otero en Bilbao)
Euskonews & Media 168.zbk
(2002 / 5 / 24-31)
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