Pese
a los meritorios avances conseguidos en los últimos años,
la historia de la cultura en el País Vasco no ha desvelado
aún las incógnitas que se refieren a ciertas personas
y a su influencia dentro de la comunidad de la que formaron parte.
Este es el caso de Julián Apraiz Sáenz de Elburgo,
del que trataremos de dar una visión de su vida familiar,
intelectual, ciudadana y cosmopolita; de su relación con
intelectuales vascos, españoles y extranjeros y de su participación
en múltiples instituciones culturales de la época
que le tocó vivir. El presente trabajo de investigación
no pretende ser ni una biografía novelada ni una novela
histórica, sólo aspira a rescatar del olvido una
figura clave de la historia intelectual vasca. Todos los seres
humanos pertenecen a un ambiente, que ayuda a desarrollar la personalidad
de cada uno, y por ello el estudio de la figura de Apraiz no sería
posible sin reflejar el país en el que vivió.
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Julián
de Apraiz y Javier Luque. Foto: Enciclopedia Auñamendi |
El siglo XIX
fue una época de conflictos bélicos para el País
Vasco (guerra de la Independencia y guerras Carlistas) que paralizaron
las actividades sociales y culturales. A partir de mediados de
siglo se inició un desarrollo cultural cuya génesis
fueron las tertulias, las primeras instituciones culturales y
la labor de personas que trabajaban en lo que podemos denominar
cultura pública (enseñanza primaria, secundaria,
superior y profesional). Con el paso del tiempo, se sumaron a
las mismas otras como los Ateneos, las Academias (Observación,
Cervántica, etc.), así como instituciones lúdico-culturales
(Círculos, Casinos, etc.). En este ambiente bélico,
de inestabilidad política, de caciquismo, de reivindicaciones
forales y de esfuerzos culturales personales, cabe destacar la
labor de intelectuales como Julián Apraiz, Fermín
Herrán o Ricardo Becerro de Bengoa. Partiendo de la Revolución
de 1868 y de las libertades que la misma reconocía a la
sociedad española, pueden comprenderse en profundidad las
razones y las motivaciones históricas del renacimiento
cultural que se extiende visiblemente desde entonces hasta la
caída de la Segunda República. Las bases del mismo
se establecieron entre 1869 y 1876; y a partir de la década
de los ochenta el relanzamiento cultural corrió parejo
a las libertades de expresión (Ley de Prensa de 1883) y
a la labor de la Institución Libre de Enseñanza.
De las generaciones culturales que pueden establecerse siguiendo
una metodología convencional (1868, 1898 y 1913), Apraiz
realizó su principal labor en la primera, aunque hasta
poco antes de su muerte siguió trabajando en aquello que
había ocupado gran parte de su vida.
Las posibilidades
del hombre son las de su mundo y las de su época. Según
interpreta el mundo, así vive. El grupo social, la conciencia
de éste y el grupo de entusiastas alaveses entre los que
se encontraba Julián Apraiz, en los años que engloba
esta reseña biográfica; fomentó una creación
cultural acorde a la época, que reflejaba la importancia
de las personas para cualquier proyecto intelectual y de vida.
José
Daniel Reboredo Olivenza, Doctor en Historia
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