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  Su 
 último libro, "Gorde nazazu lurpean" se ha alzado 
 con el Premio Euskadi de Literatura, así como con el Premio 
 de la Crítica y el Beterriko Liburua. Del mismo modo, ha 
 sido finalista del Premio Nacional de Narrativa. Estos días 
 acaba de presentarse su traducción al castellano, "Guárdame 
 bajo tierra". Pero resulta imposible definir a Ramon Saizarbitoria; 
 no hay frase que pueda resumir su trayectoria, ni palabra que 
 describa la brillantez de sus libros. Títulos como "Egunero 
 hasten delako", "Ehun metro" o "Hamaika pauso" 
 han recibido múltiples premios de la crítica. En 
 su despacho de San Sebastián, conversa afablemente sobre 
 la vida, la cultura y la literatura vasca, la gran inquietud que 
 alberga en su interior, un arte que califica como "juego". 
-Habiendo transcurrido 
 poco más de un año desde la publicación de 
 su premiada novela "Gorde nazazu lurpean", se acaba 
 de presentar su traducción al castellano, "Guárdame 
 bajo tierra". ¿En qué radica el encanto de la novela? Creo que los temas, 
 aun siendo corrientes, tratan sobre aspectos fundamentales para 
 el ser humano: las relaciones personales, las sexuales, la carga 
 histórica que pesa sobre los euskaldunes, cómo nos 
 influye, qué problemas crea... También destacaría 
 la narración, muy frecuente en mi literatura. Creo que 
 es algo que el lector aprecia, porque trata de encontrar cierto 
 grado de complicidad. La verdad es que no sé qué 
 méritos ha podido atribuir la gente. Muestro el lado miserable 
 de las personas empleando un estilo simple, algo que podría 
 llevar a la gente a menospreciar mi trabajo; sin embargo la crítica 
 ha observado que detrás de esa exposición aparentemente 
 simple hay una gran precisión, que todo está muy 
 meditado, que me he documentado, y que no hay por qué ser 
 un engreído para decir cosas importantes. 
-Hace unos 
 meses declaraba estar aproximándose al escritor Max Frisch, 
 cuando trabajaba con una obra... Confieso que en aquel 
 momento me encontraba de lo más optimista, porque tenía 
 el tema bastante encauzado. Cuando tienes una idea no sabes en 
 qué momento se verá recogida en una historia o novela. 
 Yo tuve una que pensé que podría darme qué 
 contar, pero luego llegaron los avatares de la novela "Guárdame 
 bajo tierra", y me robaron bastante tiempo. Me preocupan 
 todas esas cosas que derivan de la condición de escritor. 
 -Al 
 hablar de avatares, ¿se refiere a la concesión del premio 
 y a la traducción de la novela? Sí. El escribir 
 conlleva muchas más cosas de las que pensaba, que en cierto 
 modo te apartan de la escritura. "Guárdame bajo tierra" 
 se está alargando demasiado. Me gustaría escribir 
 otras cosas. Ahora mismo estoy preparando dos cuentos. 
-¿Qué 
 opina respecto a traducir la literatura vasca a otras lenguas? Como casi todo, esta 
 realidad se puede contemplar desde distintos ángulos, alguno 
 de los cuales me gustan más que otros. En cualquier caso, 
 hay un aspecto a todas luces positivo, y es que ahora resulta 
 bastante natural ver nuestras obras publicadas en castellano. 
 Eso significa que nuestra literatura puede pasearse por España 
 sin ningún tipo de vergüenza, y ésa, para mí, 
 es la mejor de las noticias. Pero, por otro lado, la traducción 
 también tiene sus riesgos, porque si terminamos por fijar 
 nuestra mirada en el mercado castellano, teniendo como tenemos 
 un mercado vasco tan reducido, cabe la posibilidad de que el mercado 
 español adquiera un peso excesivo.  
-Su novela 
 "Guárdame bajo tierra" ha sido finalista del Premio 
 Nacional de Narrativa. ¿Señal del buen momento que atraviesa 
 la literatura vasca? Si la Real llegara 
 a la final de la liga española todos estaríamos 
 locos de contentos. La literatura vasca se pasea por España 
 con toda dignidad. Así es como se debe entender la condición 
 de finalista, al menos en mi caso. Pero el recurrir a la traducción 
 puede crear una situación de dependencia. No sé 
 hasta qué punto condiciona nuestra producción, pero 
 lo cierto es que corremos el peligro de escribir pensando en esa 
 traducción.  
-¿Pensó 
 en algún momento en que escribía la novela en la 
 posibilidad de publicarla en castellano? La verdad es que no 
 me dejo cegar por la traducción, porque la literatura vasca 
 ya dio ese paso. Si una novela en euskera recibe buenas críticas, 
 como ha sido mi caso, no creo que le lluevan críticas en 
 castellano. La traducción me permite publicar en castellano, 
 pero me parece muy difícil alzarme con buenas críticas. 
 Tampoco hay que olvidar el aspecto de la promoción. Mi 
 libro, a nivel estatal, puede recibir un par de críticas, 
 mientras que en Euskal Herria las ha recibido a montones. Para 
 mí es muy importante pertenecer a una pequeña cultura, 
 porque sé que me encontraré con un corpus crítico 
 que analizará mi novela. En cierto modo ya he demostrado 
 que puedo publicar en castellano, pero no es algo que me emocione 
 especialmente. Yo creo que a los autores vascos es el contexto 
 lo que nos concede garantías, lo que nos capacita para 
 seguir adelante. Sé que en castellano no voy a conseguir 
 lo que he conseguido en euskera. Todo eso me despista. Hace un 
 año que publiqué "Gorde nazazu lurpean", 
 y todavía sigo dándole vueltas a lo mismo. Me gustaría 
 jugar con nuevos elementos, porque al fin y al cabo esto no es 
 más que un juego.  
  
-Cree que la 
 escritura es un juego... Sí, desde luego. 
 Un juego quizás potente, pero un juego, que está 
 adquiriendo una gran importancia en mi vida, porque es cierto 
 que infiltro algunas de mis experiencias en la literatura. Es 
 una especie de reflexión, una forma de revivir las cosas, 
 incluso de conservarlas en la memoria. Cada vez estoy más 
 convencido de que estoy montando otro mundo... En cuanto entro 
 en él encuentro una forma de escapar de la realidad, pero 
 sin dejar de hablar sobre la realidad.  
-Críticas, 
 premios y traducciones aparte, ¿qué le brinda la escritura 
 a un autor? Cuando estableces un 
 objetivo en tu vida, y lo cumples, sientes una satisfacción 
 enorme. Cuando se me ocurre una idea y veo que a partir de trozos 
 de realidad puedo crear un mundo de ficción, no sé 
 por qué, pero siento una gran alegría en mi interior. 
 Ahora que los seres humanos nos realizamos cada vez menos, a mí 
 la literatura me ofrece la posibilidad de transmitir una idea 
 a través del papel, sobre la cual a su vez otros escribirán, 
 reflexionarán y llegarán a sentir algo. Como persona, 
 la literatura me ayuda a encontrar mi lugar en el mundo y a conocerme 
 mejor a mí mismo. Pienso que en cierto modo también 
 yo ayudo a los demás, porque habrá quien se vea 
 reflejado en las dificultades y vaivenes de mis personajes, y 
 encontrará un motivo para reírse de sí mismo. 
 Todo eso me parece muy interesante, pero no deja de ser un juego. 
 No hay que tomarlo demasiado en serio. 
-¿Cuándo 
 supo que quería ser escritor? Recuerdo que de niño, 
 o de joven, solía escribir imitando a Baroja. Hacía 
 estampas de San Sebastián y cosas así. Luego llegó 
 mi primera novela, "Egunero hasten delako", que la escribí 
 porque veía que lo que se publicaba a mi alrededor no reflejaba 
 mi mundo. Pensé en escribir algo, no buena literatura, 
 pero al menos algo que se ajustara a los euskaldunes de mi generación. 
 Y así lo hice. No porque me sintiera escritor, sino para 
 llenar una laguna en euskera. Luego seguí escribiendo. 
 Aunque me costara reconocerlo, quizás por ser demasiado 
 orgulloso, había algo que me empujaba a escribir. Supongo 
 que la ideología abertzale también tuvo algo que 
 ver. Quizá, de no haber nacido en una cultura minoritaria, 
 no me hubiera dedicado nunca a escribir. 
 -¿Tiene 
 algún objetivo o proyecto que no haya conseguido realizar? En mi entorno percibo 
 que quieren que escriba una segunda versión de la novela 
 "Hamaika pauso", más amplia, extensa y compleja, 
 pero no me siento demasiado motivado. No creo que se trate de 
 transmitir algo a través de una novela, sino de abrir un 
 camino. Uno no puede decir todo cuanto sabe o tiene que decir 
 en un solo libro; puede que en varios. No trato de vaciarme en 
 una novela, no me impongo tal cosa. Creo que por ahora haré 
 cosas más simples, analizando la realidad parcialmente. 
 Quizás dentro de unos años escriba una novela más 
 completa, no lo sé. 
-¿Hasta qué 
 punto se ve condicionado el trabajo del Saizarbitoria escritor 
 por el Saizarbitoria sociólogo? Mi modo natural de 
 mostrar las cosas, la realidad, es a través de la literatura. 
 La sociología que más me interesa es la sociología 
 de la observación, la de los gestos. Es posible que influya 
 en mi tendencia literaria hacia la concreción, porque no 
 suelo excederme en ampulosas descripciones, más bien trato 
 de mostrar las cosas como son. Normalmente no hago trampas, procuro 
 mostrar mis armas al lector, le hago ver hacia dónde voy. 
 Muchas veces incluso le cuento el final de la historia. No trato 
 de hacerle olvidar que está leyendo una novela, como unos 
 afirman. En mi opinión, tanto el autor como el lector tienen 
 que quedar fuera. El lector tiene que ser consciente de que está 
 participando en un juego en el que es cómplice del autor. 
 Eso es lo que más me interesa. Para mí es fundamental 
 que el lector sea un cómplice. Puede que alguien diga que 
 es una lectura científica, pero no estoy de acuerdo. Por 
 eso mismo no me gustan esas largas y pesadas novelas. La realidad 
 es la realidad; la ficción tiene que crear una realidad 
 distinta.  
-Sin embargo, 
 hay ocasiones en las que, para poder entender la realidad, se 
 debe recurrir la ficción... Desde luego. Para entender 
 la realidad, muchas veces resulta más adecuado recurrir 
 a un personaje de ficción que a uno real. Pero el personaje 
 ficticio tiene que ser realista. No se puede montar una historia 
 sobre algo que no tiene cabida en la realidad. El panorama que 
 ofreces en la novela debe basarse en datos reales. 
 
 
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 Ramon 
 Saizarbitoria (San 
 Sebastián, 1944) 
 Sociólogo. 
 Ha publicado varios libros sobre los Servicios 
 Sociales. Director del Centro SIIS de Documentación 
 e Investigación. En 1994 recibió 
 el I. Premio Sustatu del Gobierno Vasco por 
 su trayectoria profesional. A partir de los 
 años 60 ha participado en casi todos 
 los medios de comunicación vascos. En 
 1967 fundó junto con otros escritores 
 la editorial LUR, y en los años 70 la 
 revista literaria "Oh Euzkadi". 
En 
 1992 obtuvo el Premio de Periodismo Rikardo 
 Arregi. En 1971 publicó el cuento "Kapitaina" 
 en el libro "Hegatsez", aunque su 
 faceta más conocida es la de novelista: 
 "Egunero hasten delako" (1969), "Ehun 
 Metro" (1976), "Ene Jesus" (1982), 
 Premio de la Crítica, "Hamaika pauso" 
 (1995), Premio de la Crítica, y "Bihotz 
 bi" (1996), Premio de la Crítica. 
 El destacable ensayo "Aberriaren alde (aberriaren 
 kontra)" es de 1999. Sus últimas 
 obras son "Gorde nazazu lurpean" (2000), 
 Premio de la Crítica y Premio Euskadi 
 de Literatura 2001, "Gudari zaharraren 
 gerra galdua" (2000), "Rossetiren 
 obsesioa" (2001) y "Bi bihotz hilobi 
 bat" (2001).  |  
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  Fotografías: Teresa Sala 
 
  
 Euskonews & Media 164.zbk 
 (2002 / 4-26 / 5-3) 
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