Acaba
de terminar de trabajar en la última producción
de Almodóvar y ya está rodando "Soldados de
Salamina" con David Trueba. Hace apenas unos meses que subió
a recoger el Goya por su trabajo en "Los otros" de Amenábar
y ya tienen en mente empezar a trabajar en una producción
francesa de Patrick Alessandrin. Él es Javier Agirresarobe,
un hombre convencido de que "lo importante es hacer lo que
te dicte tu propio corazón". Un eibarrés que
decidió dar ese salto a Madrid porque confiesa estar "encantado"
con el trabajo que hace y "fascinado" por ese arte llamado
cine.
-Son cuatro
los Goya que ha ganado como mejor director de fotografía.
Se puede decir que el nombre de Javier Aguirresarobe es ya un
clásico dentro de estos premios. ¿Cómo le ha llegado
este último galardón? ¿Qué tal lo ha recibido? Cuando estás
nominado a unos premios como los Goya siempre tienes la sensación
de que te puede tocar, aunque todo es posible. Lo he recibido
quizá con más alegría que en otras ocasiones
o con el mismo entusiasmo, eso nunca lo pierdes, aunque sea el
cuarto o el octavo. En este caso supone un reconocimiento a una
película bastante especial, yo creo que es la más
peculiar que he hecho, no en cuanto a mi trabajo propiamente dicho,
sino a todo lo que ha supuesto esta producción. Nosotros
teníamos que medir nuestras fuerzas con lo que puede ser
la técnica americana, estábamos siempre en un punto
de comparación y el haber superado ese reto me supuso una
gran satisfacción.
-Trabajar como
Director de Fotografía en una producción norteamericana
como "Los otros", ¿supone un esquema de trabajo realmente
diferente en cuanto a medios, gestión u organización? La producción
ha sido completamente española pero la distribución
tenía mucha fuerza y era americana. El nivel de exigencia
tenía una importancia terrible en el transcurso del rodaje.
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Javier
Aguirresarobe en el rodaje de "Tierra". |
-La gran mayoría
de profesionales en el campo del cine comenzaron colaborando en
cortometrajes, ¿cuál es el espacio que la industria cinematográfica
debería asignar a la producción de cortos? Todo el espacio que
pueda. Creo que meterse en lo que puede ser un largometraje sin
haber hecho antes ningún ensayo es un error. Para llegar
a donde uno ha llegado hay que equivocarse y te tienen que dar
esa opción; la posibilidad de hacer trabajos que sean más
cómodos por su nivel de responsabilidad y en ese caso tenemos
los cortometrajes como una pieza clave. Hay cortometrajes que
exigen mucho pero hay que plantearse eso de cara al aprendizaje
técnico, artístico y estético. Creo que en
la actualidad se están haciendo muchos cortometrajes. Opino
que la administración es consciente de todo esto, pero
sigo pensando que toda ayuda es poca.
-En el libro
editado por la Filmoteca Vasca, "Javier Aguirresarobe, en
el umbral de la oscuridad", podemos leer que en su trabajo
siempre da la sensación de tender a defenderse de la luz,
el sol, el color... ¿Cómo ha afrontado la dirección
de fotografía en la película de Almodóvar
"Hable con ella", un director que relata dramas internos
pero donde sus personajes se mueven en escenas con una estética
llena de luz y color propios del Glam? Como en todas. Nosotros
nos encontramos con las circunstancias de una luz natural. A veces,
esta luz natural está de acuerdo con lo que queremos expresar
en la película, pero no suele ser lo habitual. Está
claro que desarrollamos nuestro trabajo desde las ocho de la mañana
hasta las ocho de la tarde, tenemos un amanecer, un atardecer,
y en medio unos momentos de sol bastante duros. En cambio, la
secuencia que intentamos recoger en la película es una
secuencia que transcurre con una auténtica y absoluta continuidad.
Tenemos que manipular esa luz natural para que esa secuencia tenga,
primero, una intención de luz que es la que nosotros hemos
propuesto para esa secuencia y, en segundo lugar, que esa luz
tenga un tono sin variaciones bruscas. Tenemos que estar continuamente
tapando la luz, integrando nuestra luz propia, haciendo y deshaciendo
todo lo posible. Ocurre lo mismo en general y en el caso de Pedro
Almodóvar. Ha habido secuencias en las que he tenido mucha
suerte con la luz natural, por ejemplo en lo que puede ser la
habitación del hospital; pero también me he encontrado
con que hay determinados planos que van en la dirección
de la ventana con un exterior muy fuerte y he tenido que amoldarme
para que ese exterior no quede tan brillante. Y es que, aunque
la película tenga un tono lírico, en esa habitación
se tenía que respirar la verdad de lo que ocurre en una
habitación de hospital. Por lo tanto, hay que recuperar
información del exterior y conseguir que se vean las figuras
del interior. Casi siempre es muy normal en nuestro trabajo intentar
manipular los elementos de luz natural de alrededor.
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Rodaje
de "La fuga de Segovia". |
-Euskadi cuenta
con una plantilla de buenos técnicos y directores asentados
en Madrid, ¿es una realidad sin solución? La mayoría hemos
empezado a trabajar en Euskadi. Mi trayectoria, por ejemplo, empieza
en el 79 con "El proceso de Burgos", luego vinieron
"La fuga de Segovia" o "La muerte de Mikel".
Producíamos prácticamente desde Donostia. Luego
te das cuenta de que tienes que dar un salto a Madrid, y ocurre
que la producción de Madrid te acoge de alguna manera y
te da una cierta continuidad en el trabajo, tienes la posibilidad
de hacer incluso dos películas al año.
-De todas las
producciones en las que ha participado, tanto cortometrajes como
largometrajes, ¿de cuál de ellas guarda el recuerdo más
entrañable? Siempre hay películas
favoritas, absolutamente redondas, con las que uno se siente identificado.
Y aunque sea muy complicado extraer un título, para mí
"Secretos del corazón" es una película
que me emociona especialmente cada vez que la veo. Me identifico
mucho con todos los ambientes, me parece que es una película
que está al 100% y en la que yo también estoy al
100%.
-Nació
en Eibar y creo que llegó a estudiar Óptica y Periodismo
en Madrid. ¿Cómo fueron aquellos comienzos? ¿cómo
llego a relacionarse con el mundo del cine?
Siempre
me ha encantado el cine. En aquel Eibar gris y lluvioso en el
que yo nací las películas en Scope y Technicolor,
suponían un acto lúdico y apasionante. Mi afición
parte de que yo hacía fotografía cuando era sólo
un niño, de la mano de un hermano que ahora es profesional,
que también estaba fascinado por el cine. A través
de la Óptica fui a Madrid, luego me integré en Periodismo
y cuando pude di el salto a la escuela de cine. Era una escuela
en la que se restringían mucho las plazas, en la que había
un examen de ingreso bastante duro. Logré ingresar en la
especialidad de cámara y eso me sirvió para adquirir
una base técnica. Cuando terminé los estudios en
la escuela no pude trabajar en cine hasta cinco o seis años
después. En ese tiempo hice un poco de todo, lo que pude,
y no fue fácil. Decidí romper con todo esto y volver
a Donostia donde organicé una cooperativa con Berridi,
Alberto Iglesias y José Ángel Rebolledo, entre otros.
A partir de ahí se creó el germen del cine vasco,
porque a partir de esa cooperativa hicimos "El proceso de
Burgos" y parece que fuimos capaces de abrir una puerta hacia
un nuevo cine.
-¿Cuál
es su método de trabajo? ¿Qué se plantea a la hora
de empezar a trabajar en una película? ¿Cómo es
el proceso? Por una parte leo el
guión y mantengo una conversación con el realizador.
Yo ya tengo unas ideas estéticas respecto a ese guión
y lo que quiero es que confluyan mis ideas con las del realizador.
Normalmente esto ocurre. El realizador a veces es técnico
en imagen y si no lo es buscas en él algunos referentes.
En otros casos los únicos referentes son algunas fotografías,
algo que te sugiere el camino que puede seguir la película.
La lectura del guión supone para mí la creación
de unas atmósferas y de unos ambientes de luz y de color,
y esta es la base que me impregna antes de ir al rodaje y que
luego voy aplicando. Es casi un proceso automático. Ahora,
por ejemplo, hemos empezado a rodar "Soldados de Salamina",
de David Trueba. Yo sé que David me ha propuesto hacer
una película valiente, como fueron algunas de los inicios,
estamos rodando en super 16 y va a tener una post-producción
digital. Nos pusimos de acuerdo en que la película tenía
que ser un film muy rápido, cámara en mano, una
película como de reportaje. Lo más importante es
que siempre tengamos una idea tremendamente clara de lo que tenemos
que hacer. En algunas películas de cuatro o cinco semanas
de rodaje vas un poco al vaivén de lo que ocurre cada día
y haces que la película tenga sus momentos altos y bajos
de trabajo fotográfico. Al final, el trabajo fotográfico
termina por aportar un elemento inherente a la propia película,
en lo que puede ser un discurso de definición fotográfica,
definición de atmósfera y definición de ambiente
que ayude y potencie la historia.
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"Días
contados". |
-¿En qué
se basa para decir que sí a un nuevo proyecto? El interés es
primordial, es fundamental que el guión me guste. En algunos
casos el interés de la película surge por ser de
género. También puede surgir un interés de
tipo social, con películas como "La muerte de Mikel"
o "Días contados", por ejemplo. En otros casos
el interés puede ser poético, como "Secretos
del Corazón". Es primordial que el hecho de hacer
la película tenga sentido. Para hacer "Soldados de
Salamina", por ejemplo, he dejado otros proyectos que también
podían haber resultado interesantes, pero a veces tienes
que decidirte. A mí me ha salido desde muy dentro que tenía
que hacer "Soldados de Salamina" por encima de los otros
proyectos, aunque uno de ellos fuera internacional. Si puedes,
tienes que hacer lo que te dicte tu propio corazón.
-En su opinión,
¿qué cualidades debe reunir un buen director de fotografía? Creo que lo que tiene
que tener un buen director de fotografía es una preparación
técnica bastante fuerte. En un rodaje, nosotros tenemos
que combinar dos cosas: disponer de una serie de trabajos a realizar
en el mínimo tiempo posible y unos conocimientos técnicos.
Pero estos conocimientos los tenemos que tener en la piel, no
tienes que recurrir a ellos, tienes que estar impregnado de ellos.
Y esto es producto de una experiencia y de unos conocimientos
que vienen de lejos. Después tienes que ser bastante intuitivo
en lo que puede sugerir un espacio, la experiencia es un elemento
clave, sobre todo para ir rápido. El nuestro es un proceso
industrial y tienes que andar como una moto. También es
necesario tener curiosidad por todo lo que está alrededor,
tu mirada tiene que ser muy amplia en todos los sentidos. Hay
que estar muy informado, y no solamente en el ámbito cinematográfico,
también en el de la vida. Hay que estar muy al día.
Nosotros llegamos a un espacio desolado, que no tiene nada, eres
tú quien pone la luz y las decisiones hay que tomarlas
a gran velocidad.
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Un momento
del rodaje de "Hable con ella" de Pedro Almodóvar,
secuencia de la casa del psiquiatra. En la foto Javier Aguirresarobe
junto al equipo de cámaras. |
-¿Hay algún
cineasta o fotógrafo que admire? ¿Algún tipo de
trabajo que haya querido imitar? No hay uno sólo,
son muchos. Yo siempre digo que yo tengo la tradición del
cine francés. En los años 70, cuando yo estaba en
la Escuela de Cine, había un director de fotografía
francés llamado Cloquet que ha marcado mucho mi trayectoria.
En cuanto al cine americano, las grandes películas que
yo tengo en la cabeza son cintas en blanco y negro, y ya en la
época más reciente, nombraría "Sed de
mal", "La noche del cazador". No se puede seguir
la guía de nadie, uno mismo debe hacerse su propia guía
y su estilos, la influencia viene de muchas partes diferentes.
-¿Después
del rodaje de "Soldados de Salamina" tiene algún
proyecto previsto? Posiblemente haga una
película francesa, de Patrick Alessandrin, una comedia
muy a la francesa con elementos técnicos muy interesantes
para realizar y resolver.
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Otro
momento del rodaje de "Hable con ella" de Pedro
Almodóvar, en esta ocasión en la plaza de toros
de Aranjuez. |
-¿Cómo
se siente cuando vuelve la cabeza y ve todo lo que ha hecho en
estos años? Si estás encantado
con tu trabajo tienes que preservar ese trabajo y ese tipo de
vida, y esto hay que hacerlo poniendo atención para que
tu trabajo sea admirado y te surjan nuevos proyectos. Esta es
la dinámica que me apetece. Nosotros tenemos un trabajo
tremendamente liberal en el que nos llaman o nos dejan de llamar
en relación al trabajo anteriormente hecho. Yo miro para
atrás y veo que hay una evolución, el sueño
de mi vida es seguir esa evolución y ver hasta cuándo
o dónde puedo llegar.
Javier
Aguirresarobe (Eibar,
1948)
Javier
Aguirresarobe nació en Eibar y vivió
una infancia y adolescencia inmerso en un claro
proceso de inmigración y en una ciudad
que estaba en la vanguardia industrial. Desde
muy pequeño se sintió fascinado
por el cine y recuerda con nostalgia "el
color azul del mar en las películas de
piratas en technicolor". Llegó
a Madrid como estudiante de Óptica, más
tarde practicó el Periodismo y, por fin,
se graduó en la Escuela de Cine en 1972.
A sus espaldas quedan títulos tan memorables
del cine vasco y español como "La
fuga de Segovia" (1981), "La muerte
de Mikel" (1983), "Beltenebros"
(1991), "Días contados" (1994),
"Secretos del corazón" (1996),
"Los otros" (2001) o "Hable con
ella" (2002). Cuatro premios Goya y una
larga lista de galardones cinematográficos.
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Fotografías: Javier Aguirresarobe y del
libro "En el umbral de la oscuridad: Javier Aguirresarobe"
de Jesús Angulo, Carlos F. Heredero y José Luis Rebordinos
Euskonews & Media 161.zbk
(2002 / 4 / 5-12)
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