Antes
de dedicarse a la docencia universitaria y la investigación,
este bermeotarra trabajó en la construcción naviera.
Doctor en Ingeniería Naval, fue durante tres años
profesor adjunto de Mecánica y director de Estudios de
la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad
de Navarra en San Sebastián. Tras esta etapa, se trasladó
a Vizcaya, donde obtuvo en 1977 la cátedra de Mecánica
en la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao. Desembarcó en Pamplona en 1992
para ocupar el Vicerrectorado de Investigación de la Universidad
de Navarra. Cuatro años después, en el 96, fue nombrado
rector de esta prestigiosa entidad universitaria, cargo que continúa
detentando, desde el que profundiza en el sistema educativo y
formativo superior y, basándose en su sólida experiencia,
alcanzada tras sesenta años de vida, analiza y muestra
su preocupación sobre diversos aspectos de la universidad,
de la juventud y de la sociedad.
-Como máxima
autoridad de esta institución privada, explique para qué
sirve y para qué debe servir la universidad, que son dos
cuestiones, dos aspectos diferentes. La pregunta plantea
un asunto muy complejo, al que resulta difícil dar una
respuesta simple. Partiendo del hecho claro de que pocas instituciones
han prestado un servicio tan grande a la sociedad como la universidad
-lo que explica su pervivencia en el tiempo-, me parece que ésta
ha sido tanto más útil cuanto mejor se ha adaptado
a las circunstancias culturales de su tiempo siendo fiel a su
identidad, que consiste, esencialmente, en la búsqueda
y comunicación del saber en todas las áreas científicas.
Hoy, el reto sigue siendo el mismo: servir a las necesidades sociales
conforme a esa aspiración de encontrar la verdad hasta
donde sea humanamente posible, sin apriorismos ni prejuicios.
-¿Se debería
aplicar un sistema universitario más exigente, más
restrictivo, en el que, por ejemplo, resultase más difícil
poder ingresar, no se pudiese pasar de curso con asignaturas pendientes
o el hecho de suspender en junio o septiembre conllevase la expulsión
del alumno, de cara a recobrar el elitismo intelectual? Las altas cifras de
fracaso universitario indican la existencia de un problema que,
a mi modo de ver, tiene sus raíces, aunque no exclusivamente,
en la enseñanza secundaria, que no fomenta –al menos, en
lo que sería conveniente- la necesaria exigencia personal.
No hay garantías para afirmar que todos cuantos acceden
a los estudios universitarios tienen capacidad y verdadero interés. Por otra parte, la excelencia
en los estudios universitarios no la asegura ningún sistema
ni creo que se consiga a golpe de suspensos. Depende, más
bien, de la calidad de la docencia. Al estímulo de unas
buenas clases y de un profesor dispuesto a ayudar a aprender,
los estudiantes suelen responder con esfuerzo y dedicación.
-¿De qué
manera se podría devolver el prestigio social a las especialidades
normalmente denominadas "de letras", a las humanidades,
a las Ciencias Humanísticas, que, como usted ha afirmado
en alguna ocasión, parecen no ser rentables? No me parece que existan
soluciones inmediatas, porque el descrédito de esas especialidades
está ligado a causas sociales profundas, cuyo origen supera
el ámbito de la institución universitaria. Pero
en el horizonte también se ven signos de esperanza. Por
ejemplo, el empeño de esta universidad por ofrecer asignaturas
humanísticas en todas las carreras está siendo valorado
positivamente en el mercado laboral, pues tales materias proporcionan
un saber acerca del hombre muy útil para la empresa. El
humanista es, al fin y al cabo, un experto en el ser humano, y
la persona es, cada vez más, el centro de la actividad
empresarial.
-¿Cuáles
son los objetivos principales que se plantea la Universidad de
Navarra, tanto empresariales como formativos? Nuestros objetivos
son educativos: aspiramos a ser, simple y llanamente, una buena
universidad, de acuerdo con nuestros principios fundacionales.
La Universidad de Navarra, obra corporativa del Opus Dei, se esfuerza
por ofrecer a sus alumnos una adecuada preparación profesional,
que les capacite para realizar su trabajo con competencia, criterio
ético y espíritu de servicio. Y trata de realizar
una tarea investigadora de primer nivel internacional, que contribuya
al progreso humano, y profundice en el conocimiento riguroso de
las grandes cuestiones culturales y sociales de nuestro tiempo.
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José
María Bastero, segundo por la izquierda, durante el
XIV Congreso de Eusko Ikaskuntza. |
-La institución
que usted rige es criticada desde algunos sectores por su carestía,
por no estar el precio de las matrículas al alcance de
todos los que desean cursar estudios en ella y, por tanto, ser
económicamente elitista. De hecho, uno de sus lemas publicitarios
actuales dice: "Dicen que entrar en la Universidad de Navarra
no es fácil. Lo difícil es tenerse que ir".
¿Son acertadas tales críticas? Tenemos costes docentes
similares o inferiores a los de cualquier universidad estatal,
sin que en nuestro caso haya ninguna ayuda pública para
sufragarlos. Por esta razón, los universitarios que, ejerciendo
un derecho constitucional, optan por formarse en una universidad
como la nuestra, no acceden en igualdad de condiciones a los recursos
públicos destinados a la educación superior (excepto
a los programas generales de becas), pese a que sus familias contribuyen
a ellos con sus impuestos. Para salvar esta disfunción,
hay países que han optado por financiar el sistema universitario
mediante el llamado cheque escolar, que no ha sido incluido
en la Ley de Ordenación Universitaria, recientemente aprobada. De todas maneras, los precios
de nuestras matrículas son muy ajustados, hasta el punto
de que están por debajo de la media de las universidades
privadas. Además, tenemos un sistema de becas propio, cuyo
objetivo es que ninguna persona pierda la oportunidad de estudiar
en la Universidad de Navarra por motivos económicos. También
puedo decirle que el 85% de las familias con hijos en nuestra
universidad tienen niveles de renta medios o bajos; son familias
a las que el coste de la matrícula supone, sin duda, un
sacrificio durante unos años, pero acaba por dar frutos:
invertir en una buena formación siempre resulta rentable.
-¿Qué
ofrece distinto la Universidad de Navarra a otras universidades? No quiero entrar en
comparaciones. Si hubiera de señalar alguna característica
identificativa además de su inspiración cristiana,
antes aludida, diría que es propio de la Universidad de
Navarra el protagonismo de su alumnado en la vida universitaria.
Fomentamos que el estudiante tome las riendas de su formación,
para que desarrolle con plenitud su propia personalidad. Nuestra
docencia persigue, por medio, sobre todo, del trato cercano de
profesores y alumnos, que el estudiante se forme activamente,
aprendiendo a aprender, lo cual tiene cada vez más
importancia en un mundo profesional donde constantemente se plantean
retos nuevos.
-Los estudiantes
que se licencian, ¿salen preparados para el mercado profesional? Tenemos buenos índices
de colocación profesional y, aun con variaciones según
la titulación, nuestros licenciados tardan poco en encontrar
empleo. Pero no vemos estas cifras con satisfacción complaciente,
sino que tratamos de mejorar la calidad de nuestra formación
y de ampliar nuestros contactos con empresas e instituciones para
que nuestros alumnos no sólo se coloquen con rapidez, sino
que obtengan empleos de la mayor calidad posible, e incluso emprendan
iniciativas que les conviertan a ellos mismos en creadores de
empleo.
-En ciertas
carreras, como Medicina o Ciencias de la Información, el
título de la Universidad de Navarra ha tenido un valor
añadido en el mundo laboral. ¿Se sigue manteniendo este
valor? Y si es así, ¿en qué especialidades o estudios? Por fortuna, en esas
titulaciones que usted menciona y en otras, la universidad goza
de prestigio. En cualquier caso, nuestra aspiración es
que cualquier título de la Universidad de Navarra sea sinónimo
de formación de calidad.
-¿Sufre el
problema de masificación? No lo sufrimos. Por
otra parte, es muy probable que la caída de la natalidad
haga desaparecer la masificación de las universidades,
al menos, en la mayoría de las titulaciones, e incluso
se corre el riesgo de padecer el problema contrario.

-En este sentido,
Navarra cuenta con una población en torno al medio millón
de habitantes, del que algo más de una tercera parte se
concentra en el capital. ¿Son demasiadas dos universidades en
la Comunidad Foral o, por el contrario, son necesarias para cubrir
su demanda formativa? En estos tiempos, se
me hace difícil plantear la necesidad de una universidad
en función de criterios geográficos o de volumen
de población. No puede olvidarse que la universidad, por
su propia naturaleza, carece de fronteras. Hoy día, esa
universalidad se acentúa con la fluidez de las comunicaciones
y la creciente internacionalización del mundo universitario,
especialmente en Europa, donde caminamos hacia un espacio común
de la educación superior.
-¿Cuál
es el papel que desempeña el rector en el entorno cultural
y educativo de Navarra? Perdóneme, pero
no me parece correcto juzgar mi papel. Sólo puedo decir
que en Navarra me siento querido y respetado.
-También
en algunos sectores se asegura que la Universidad de Navarra está
en la Comunidad Foral pero que no es la de los navarros. ¿Con
cuántos alumnos cuenta y cuántos son navarros? ¿Se
plantea que la presencia de navarros sea importante y constante? La universidad tiene
unos 12.000 alumnos de pregrado, de los que el 38% son navarros.
Esta proporción es una buena muestra de que la Universidad
de Navarra no lleva ese nombre por casualidad. Se llama así
porque es parte de esta tierra, a la que sirve con lealtad desde
1952, siendo cooperadora del progreso socioeconómico y
cultural experimentado en el último medio siglo. Nos sentimos
muy honrados por la confianza que Navarra ha depositado en esta
institución, por cuyas aulas han pasado más de 25.000
navarros, protagonistas, gracias a su preparación, esfuerzo
y capacidad de iniciativa, de ese extraordinario avance.
-Realice
un análisis de la juventud navarra y, asimismo, de la sociedad
navarra.
En la apertura de curso
expresé una preocupación: el paradójico aislamiento
personal de muchos jóvenes, pese a que jamás han
dispuesto de mayores medios para comunicarse. Pienso, por ejemplo,
en el entorno cerrado e individualista en el que a menudo transcurre
su ocio. A pesar de esto y de otras insuficiencias, prefiero fijarme
en los valores que manifiestan, como el sentido de la justicia,
el respeto a la naturaleza, el espíritu de tolerancia,
la receptividad sincera ante lo auténtico y la solidaridad,
manifestada en tantas iniciativas de voluntariado. Cada año
siguen llegando a la universidad jóvenes con enormes ganas
de aprender y grandes inquietudes y afanes, lo que me hace tener
gran confianza en ellos. Respecto a la segunda parte
de la pregunta, me gustaría que a la erradicación
del terrorismo, al progreso económico solidario y a la
estabilidad política, se uniera una revitalización
moral, sobre todo en el ámbito de la familia, de cuyo vigor
depende la entera convivencia social.
-Para terminar,
¿cómo le gustaría terminar su etapa como rector
de la Universidad de Navarra? Como la empecé:
tratando de estorbar lo menos posible. Tengo la convicción
de que cuando una universidad cuenta con magníficos estudiantes
y profesores, la misión de su equipo directivo debe limitarse
a procurarles las mejores condiciones para sus tareas ordinarias
y tratar de dar cauce a sus iniciativas.
José
María Bastero
Nacido
en Bermeo (Bizkaia) en 1942, el profesor Bastero
es Doctor Ingeniero Naval e Ingeniero Industrial
y se ha dedicado, después de una etapa
en la construcción naval, a la docencia
universitaria y la investigación. En
1977 obtuvo la cátedra de Mecánica
en la Escuela de Ingenieros industriales de
Bilbao. Fue vicerrector de Investigación
de la Universidad de Navarra.
Dirigió
la Escuela Superior de Ingenieros Industriales
de San Sebastián y fue director del Centro
de Estudios e Investigaciones Técnicas
de Guipúzcoa (CEIT).
Ha
dirigido tesis doctorales y publicado numerosos
trabajos científicos en el campo de los
modelos matemáticos de aplicación
mecánica y problemas de fractura. Asimismo,
ha participado en varios proyectos del departamento
de Mecánica Aplicada con financiación
europea.
En
el mundo universitario es conocido, sobre todo,
por ser autor de un manual de Mecánica
que ha venido a ser un clásico en las
Escuelas de Ingenieros.
Por
otro lado, el profesor Bastero ha participado
en gran número de Congresos Internacionales,
desarrollando trabajos de investigación
Imperial College de Londres y en la Universidad
de Oxford. |
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Fotografías: Arantza
Cuesta Ezeiza y Luis Azanza (Congreso de Eusko Ikaskuntza)
Euskonews & Media 160.zbk
(2002
/ 3-22 / 4-5)
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