La construcción del Estado
y la crisis de identidad vasca (1)
El
proceso de construcción estato-nacional en Francia asume
un marcado carácter voluntarista a partir de la Revolución
Francesa, lo que se refleja en una nueva ordenación territorial
por medio de la delimitación de unos departamentos que
tratan de romper con las antiguas provincias y colectividades
con personalidad propia, en un intento de difuminar los lazos
identitarios de algunos territorios. De la misma manera, la extensión
de la lengua francesa se convierte en un elemento de primer orden
a la hora de garantizar la unidad del territorio estatal.
A pesar de todo,
durante la tercera República (1870-1875), más de
la mitad de la población del país y alrededor de
un 80% de los habitantes de las zonas rurales hablan lenguas diferentes
del francés. Por eso, a partir de ese momento, la educación
pasa a convertirse en uno de los pilares fundamentales que posibilitan
la creación de una Sociedad Nacional cohesionada. Se establece
así un sistema de escuela elemental gratuita y obligatoria
en el que la enseñanza sólo se imparte en francés
(Goyhenetxe, 1985). Sin embargo, el proceso de afrancesamiento
de los miembros de las culturas minoritarias no debe vincularse
únicamente al sistema educativo; tampoco debe considerarse
como un proceso exclusivamente forzado. La construcción
social del significado de lo que es "ser francés"
(francité) no se define únicamente en términos
étnicos ni culturales, como ocurre en muchos procesos de
construcción estato-nacionales, sino que en el caso que
nos ocupa se realiza principalmente en base a la aceptación
de los valores revolucionarios concretados en el republicanismo,
el laicismo y el racionalismo. Elementos desde los que se genera
la cultura política que permite la consolidación
de la Comunidad Nacional sobre la que se legitima el Estado.
Paralelamente, el
desarrollo económico necesario para la creación
del mercado -que sirve de base para la delimitación y desarrollo
de todo Estado- permite un proceso de industrialización
y urbanización que acaba desarraigando a muchos campesinos
étnicamente orientados, pasando a ser finalmente asimilados
por unas elites de notables que asumen el ideal francés
(Rudolph, 1992). Finalmente, las dos guerras mundiales concluyen
el proceso de afrancesamiento de los habitantes de las periferias,
consumándose un proceso de construcción estatal
sin aparentes conflictos centro-periferia. De esta forma, se concluye
un proceso de modernización que, en los territorios periféricos
del estado francés, acaba con las anteriores formas de
socialización basadas en la tradición rural.
Sin embargo, en el
caso de Iparralde, las claves sobre las que se sustenta la sociedad
tradicional van a perdurar mucho más que en otros territorios
debido al importante papel que van a jugar en esta comunidad dos
actores esenciales: la iglesia y las elites notables. A pesar
del triunfo de la revolución, el clero va a mantener su
influencia a lo largo del siglo XIX y parte del XX gracias a un
modelo de regulación social que vincula el catolicismo
con los valores y pautas culturales tradicionales. De esta forma,
la Iglesia, en su lucha contra el estado laico, va a revalorizar
las tradiciones vascas, presentando su apoyo a la cultura euskaldun
como forma de afianzar una posición de fuerza frente a
las políticas del centro, y como instrumento movilizador
de una población fuertemente apegada a estas prácticas.
Paralelamente, y en un juego de espejos, la acción anticlerical
del Estado se vincula a la negación total de las identidades
y culturas locales, al identificarse éstas con la fe y
los principios contra-revolucionarios.
Este ordenamiento
social tradicional que se establece en la sociedad vasca a partir
del poder del clero va a completarse, desde el punto de vista
político, con una estructura notabiliar que ha mantenido
parte de sus elementos más significativos hasta fechas
recientes. En Francia, las elites notables juegan el papel de
mediadoras entre el centro -París- y la periferia –en nuestro
caso Iparralde-, garantizando un sistema de control político
por parte del Estado a lo largo y ancho de su territorio. Sin
embargo, en las provincias vascas, su fuerte componente católico
-la mayor parte de estos notables van a ser formados en los seminarios-
las impregna de muchos de los valores euskaldunes que defiende
el clero; por lo que, a pesar de mantener el papel de garantes
del poder estatal en la periferia, van a jugar también
un importante rol en el mantenimiento de las tradiciones vascas.
A su vez, con la instauración del sufragio universal se
refuerza el doble papel de las elites -mediadoras con el centro
y mantenedoras de las tradiciones de la periferia-, debido a los
límites impuestos por el principio electivo. A diferencia
del burócrata o del administrador estatal -que únicamente
se debe a las autoridades centrales-, el notable va a necesitar
del apoyo de la población que representa -y de la que obtiene
el cargo-. De esta forma, el electo refuerza su fuerte compromiso
con los valores y costumbres de su población, lo que en
última instancia determina la vinculación existente
entre estos notables y la cultura local.
Sin embargo, estas
relaciones de poder que garantizan la pervivencia de las tradiciones
vascas van a transformarse a mediados del siglo XX, con el definitivo
asentamiento de la modernidad en los territorios vascos. El desarrollo
económico que tiene lugar en estas fechas en el estado
francés va a concretarse en Iparralde en un (relativo)
proceso de industrialización en la costa, por una parte,
y en la transformación de las relaciones productivas en
el entorno rural, por otra. De la misa manera, en esta década
se pone fin al desenclavamiento geográfico de estos territorios,
con lo que la costa se convierte en un eje estratégico
de relación transfronteriza, como consecuencia de la apertura
de nuevas vías de comunicación. Por contra, la propia
configuración territorial que posibilita el desarrollo
costero relega a las provincias de Behe-Nafarroa y Zuberoa a una
situación de infradesarrollo; amplificándose los
efectos desestructuradores de la modernización en el interior
del País Vasco.
En consecuencia,
las tradicionales relaciones de poder se trasforman paulatinamente;
de manera que de las anteriores "familias de notables"
que se apoyaban en la identidad vasca para mantener el dominio
en la sociedad, va a pasarse a una estructura centrada en "partidos
de notables" que tratan de movilizar a la población
a partir de principios ideológicos y políticos que
ahora se explican en clave estatal –y por tanto no-local-. De
esta forma, conectando con la tradición conservadora anterior,
los territorios vascos de Francia se convierten en un terreno
abonado para el desarrollo de las opciones de derechas: fundamentalmente
el gaullismo y la democracia-cristiana (Izquierdo, 1998).
Estas transformaciones
van a acabar de configurar un nuevo sentimiento de identidad nacional
francés que va a identificarse con los valores de la modernidad
-entendidos únicamente en clave positiva-; identidad francesa
que se confronta con la anterior pertenencia vasca, definida en
base a la lengua y las prácticas culturales, y que va a
ser asociada con el pasado y la tradición entendida desde
un punto de vista negativo.Crisis identitaria, en el fondo
de la cual se esconde una difícil coexistencia entre la
pertenencia comunitaria, cultural y lingüística de
los habitantes de Iparralde por una parte, y su entrada en la
modernidad por otra. Así, la reproducción hasta
muy tarde de una organización tradicional y comunitaria
propia en los territorios vascos hace que la modernidad no surja
del mundo vasco, sino que sea importada, de forma que el proceso
de construcción del estado se consolida en la medida en
que se establecen unas nuevas formas de vida frente a la organización
social y cultural histórica. Por ello, y en lo que a la
realidad lingüística-cultural se refiere, la entrada
del vasco en la modernidad provoca una visión crítica
de su doble pertenencia, lo que en la mayor parte de los casos
se traduce en la interiorización de un estatuto de inferioridad
de su lengua y cultura frente a las francesas (Fourquet, 1988).
Finalmente, los efectos
del estado republicano y de la enseñanza y el servicio
militar obligatorios acaban convirtiendo al euskera y a las antiguas
tradiciones "en una reliquia del pasado, anacrónica
a la sociedad moderna" ante los ojos de la población
(Jaureguiberry, 1994: 47). Una consideración negativa de
la identidad vasca que es el corolario del descubrimiento de la
modernidad desde una única dimensión: la de la eficacia,
la racionalidad instrumental y la rentabilidad.
De esta forma, paulatinamente
van generándose las condiciones para una ruptura de la
transmisión de las tradicionales pautas de socialización
de padres a hijos. Ruptura que, en el caso de la transmisión
de algunas expresiones festivas, se hace evidente a mediados del
pasado siglo en algunos municipios de Zuberoa. Así, se
establece una situación esquizofrénica en muchos
de los habitantes de Iparralde, ya que a pesar de rechazar su
identidad cultural y lingüística, siguen manteniendo
una subjetividad que se identifica con las claves que tratan de
negar; ambivalencia que es percibida dolorosamente por los descendientes
(Club Prospective, 1993).
Reconstrucción
de la identidad local y de la identidad vasca
1-. La recuperación
en los años 70 de algunas tradiciones perdidas dos décadas
antes, y la dimensión local que asumen aquellas que no
se habían abandonado, es similar a fenómenos de
la misma naturaleza que se observan, a finales del siglo XX, a
lo largo y ancho del planeta. Algunos autores apuntan que la revolución
de las tecnologías de la información y la reestructuración
del capitalismo han constituido una nueva forma de sociedad: una
sociedad en red que se caracteriza por la globalización
de las actividades económicas y de las pautas culturales,
generando nuevas formas de organización social -uno de
cuyos ejemplos más claros pueden ser el surgimiento de
estructuras supra-estatales como la Unión Europea- que
están transformando las culturas e identidades en todas
las comunidades del planeta. Sin embargo, esta
globalización que parecería abocar a la uniformización
social y cultural, ha generado el efecto contrario en determinados
territorios, provocando un renacimiento de las identidades locales
(Castells, 1997). (2)
* No es de extrañar,
por tanto, que las jóvenes generaciones
de Zuberoa vuelvan a buscar a finales de la década de los
setenta los referentes culturales perdidos, y que traten de organizarse
para recuperar la tradición de la mascarada (3).
Estas generaciones van a nacer en una sociedad que definitivamente
se ha transformado, por lo que no deben enfrentarse a la crisis
de identidad de sus antecesores; conocen la existencia de esas
tradiciones, su significado, y su importancia comunitaria, pero
sin embargo son incapaces de practicarlas. Paralelamente, el desarrollo
del nacionalismo, ya estructurado en esas fechas, sirve de acicate
para estas nuevas generaciones, que tratan de recuperar el orgullo
comunitario que evocan estas tradiciones. Las condiciones están
dadas, por tanto, para que en 1977, tras casi tres décadas
de ausencia, se recupere la mascarada en localidades de Zuberoa
como Urdañibe (Fourquet, 1990). Sin embargo, el papel de
estas manifestaciones culturales se modifica en parte, debido
a las transformaciones socio-económicas de esas tres décadas.
Así, a pesar de que la mascarada conserva muchos de los
componentes comunitarios de antaño, rompe con algunos elementos
anteriores: en algunos casos es cuestionado el papel preponderante
de las generaciones mayores –representadas en los maestros de
danzas- respecto de los aprendices; también se trata de
superar el límite espacial de la comuna -en 1974, de la
mano de Xiberuko Zohardia se organiza una mascarada para toda
Zuberoa-; finalmente, a partir de 1982 comienzan a participar
las mujeres en la celebración de estos actos. De todas
formas, uno de los cambios más importantes es la transformación
del sentido comunitario de la mascarada, que pasa de generar un
"patriotismo" suletino, a provocar posteriormente un
"sentimiento de pertenencia" vasco. Con lo que la identidad
local -municipal, cantonal...- que refuerza esta practica cultural,
y que es asumida por las anteriores generaciones de una forma
muy difusa, va a transformarse en identidad vasca a partir de
la década de los setenta.
* La temática
de las pastorales también va a variar a medida que evoluciona
la sociedad vasca; de esta manera, mientras que en sus orígenes
se fundamenta en aspectos religiosos, a medida que se avanza en
el siglo XVIII van a trabajarse temas de carácter histórico.
De ahí que tras el triunfo de la Revolución, la
pastoral asuma un carácter instrumental que permite el
asentamiento de los valores revolucionarios en una sociedad fuertemente
mediatizada por el clero. Sin embargo, a principios de los sesenta,
de la misma manera que en el caso de las mascaradas, observamos
una introducción de una nueva dimensión en la temática
de la pastoral; temática que si bien en un primer momento
se centra en hitos y personajes de la historia de Zuberoa (o a
lo sumo de otras zonas de Iparralde), acaba extendiéndose
al conjunto Euskal Herria. Se pasa, por tanto, de pastorales que
glosan la vida y obra de personajes como Matalaz, a otras que
superan los límites estatales actuales (como es el caso
de la pastoral "Santxo Azkarra"), para definitivamente
vincularse a un imaginario representativo del conjunto de Euskal
Herria (tratando la vida personajes con una importante carga ideológica
como por ejemplo Iparragirre, Zumalakarregi o Sabino Arana).
De esta forma, como
apunta Haritschelar (1986 y 1990) la pastoral pasa de ser un teatro
popular que cumple la función de cohesión de una
comunidad limitada a Zuberoa, a convertirse actualmente en un
auténtico teatro nacional que evoca el pasado e historia
del conjunto del pueblo vasco; de una escuela que retroalimenta
los valores tradicionales y religiosos se ha transformado en "una
escuela donde el pueblo conoce su propia historia".
2-. Por otra parte,
y estrechamente vinculado a esta interpretación según
la cual la recuperación de la dimensión identitaria
en las manifestaciones culturales y festivas está fuertemente
influenciada por el rechazo al proceso de globalización,
debemos apuntar un segundo factor que interviene en el significado
de las manifestaciones festivas, y de carácter singular
en Iparralde: la articulación paulatina del nacionalismo
vasco. En estas provincias, el nacionalismo moderno hace acto
de presencia en la década de los sesenta de la mano del
movimiento Enbata. A pesar de que su incidencia en los círculos
de poder va a ser muy poco significativa como consecuencia de
su debilidad, el movimiento nacionalista pasa a jugar un papel
fundamental en la recuperación y reconstrucción
de determinadas tradiciones gracias a su capacidad organizativa:
indirectamente, como hemos visto en el caso de las mascaradas
y las pastorales, o directamente como veremos con las toberas,
las fiestas patronales y otras manifestaciones festivas de carácter
político que se organizan en estos territorios.
*
Las charivaris (toberas) se convierten, en manos de los grupos
nacionalistas, en un instrumento que es utilizado como medio de
denuncia política. Con ello, la modernidad se introduce
en esta práctica, volviendo a recuperarse la primacía
de contenido sobre la forma. La importancia de estas expresiones
teatrales se encuentra en que a pesar de la contundencia de su
discurso, conectan con una tradición de denuncia que viene
de antiguo. Esto posibilita al nacionalismo hacer llegar sus postulados
a colectivos plurales (mucho más amplios
que el círculo de sus adeptos), gracias a la complicidad
indirecta otorgada por el público; complicidad que, por
el contrario, no es obtenida en la expresión política
tradicional (4).
Paralelamente, el papel del movimiento nacionalista es fundamental
en la recuperación de la lengua vasca, generándose
una serie de expresiones culturales, que como es el caso del Herri
Urrats o la Korrika, van ser sostenidas y apoyadas por importantes
sectores de la población. En tercer lugar, podríamos
destacar la importancia de este movimiento político en
la reorientación de las fiestas patronales de cada municipio,
ya que la entrada de sus militantes en las comisiones
de fiestas va a generar una dinámica que posteriormente
es continuada por otras generaciones, garantizándose la
presencia de los elementos identitarios vascos en estas celebraciones.
(5)
Sin embargo,
y a pesar de su fortaleza en el entorno cultural, el nacionalismo
va a ser incapaz de convertirse durante décadas en un referente
político para la población. Una de las razones puede
encontrarse en su extrema división, de
manera que en los ochenta encontramos hasta cuatro formaciones
políticas, además de las delegaciones del PNV y
EA, para una población de 260.000 habitantes y un electorado
que a penas supera las 8.000 personas (6).
Sin embargo, a comienzos de los noventa se pone en marcha una
dinámica de unidad acaba consolidando al nacionalismo como
una opción política a tener en cuenta.
Esta década
se inicia con un consenso entre todos los actores sociales, políticos,
culturales y económicos sobre la desestructuración
total de estos territorios. De esta forma, tras una fase de diagnóstico
previo se crean dos redes de diseño de políticas
públicas que pretenden modernizar el territorio para el
horizonte del 2010: el Consejo de Desarrollo y el Consejo de Electos
del País Vasco. Estas redes de actores -dinamizadas, entre
otros, por grupos culturales (fundamentalmente euskaldunes) y
por el nacionalismo vasco- son capaces de plantear una serie de
propuestas con el objetivo de cohesionar el territorio, posibilitar
el desarrollo del interior, garantizar la ordenación territorial
o consolidar la cultura y lengua vasca. Sin embargo, este proceso
va a acompañarse de la reactivación de la demanda
de creación de un departamento vasco, ya que algunos actores,
a pesar de valorar positivamente el proceso que concluye con la
creación del Consejo de Desarrollo y el de Electos, consideran
sus propuestas insuficientes, reivindicando una institucionalización
de Iparralde que acabe con la actual bicefalidad cultural, económica,
administrativa y social del Departamento de los Pirineos Atlánticos.
Una de las conclusiones
de estas dos dinámicas locales -redes de políticas
públicas y red departamentalista- va a ser la asunción
del importante papel que puede jugar la identidad vasca en el
devenir de estos territorios. De esta manera, desde el Consejo
de Desarrollo y el Consejo de Electos va a valorarse, al menos
en el discurso, el papel de la identidad y cultura vasca como
fuente de dinamismo, solidaridad y movilización social:
la cultura, por tanto, es considerada como un activo que puede
favorecer el desarrollo del país vasco de Francia (Club
de Prospective, 1993 y 1994; Consejo de Desarrollo, 1996).
Paralelamente,
las cuestiones culturales e identitarias van a ser consideradas
por aquellos sectores que pretenden la superación del actual
marco institucional con la creación de un departamento
vasco. Así, la paulatina incorporación de una estética
marcadamente vasquista en las diferentes manifestaciones culturales,
y la capacidad de dinamización social que los actores nacionalistas
logran en los noventa, van a posibilitar que
muchos los grupos que antes apoyaban el departamento vasco por
cuestiones instrumentales, pasen en la actualidad a justificar
su creación desde argumentaciones identitarias (7).
Parecería,
por tanto, que la crisis identitaria de las anteriores décadas
ha sido superada como consecuencia de la paulatina normalización
de la dimensión vasquista en las expresiones culturales,
gracias (entre otras cuestiones) a la respuesta localista a los
excesos de la globalización y a la dinámica del
movimiento nacionalista. De esta manera, la identidad vasca ha
dejado de ser considerada desde un punto de vista negativo y arcaico
para definirse actualmente como un elemento fundamental, como
un activo importantísimo en la vertebración de estos
territorios: identidad y cultura vasca que, paradójicamente,
se convierten en la actualidad en uno de los más importantes
elementos modernizadores en Iparralde.
Bibliografía
CASTELLS, M. (1997):
La era de la información, Madrid: Alianza
(Tomos I y II)
CLUB de PROSPECTIVE
(1993): Informe Pays Basque 2010. Baiona.
CLUB de PROSPECTIVE
(1994): Pays Basque 2010. Scénarios. Baiona.
CONSEJO DE DESARROLLO
(1996): Schéma d´Aménagement et
de Développement du Pays Basque. Baiona.
FOURQUET, François
(1988). Planification et developpement local
au Pays Basque. Baiona: Ikerka.
FOURQUET, François
(1990): "La Mascarade d´Ordiarp", en Bulletin
du Musée Basque, nº 129.
GOYHENETXE, Eukeni
(1985): Historia de Iparralde. Desde los orígenes
hasta nuestros días. San Sebastián:
Txertoa.
HARITSCHELAR, Jean
(1986): "La creación literaria oral y escrita",
en Ser Vasco. Bilbao: Mensajero.
HARITSCHELAR, Jean
(1990): "La pastorale souletine: une
tradition renouvelée", en Bulletin
du Musée Basque, nº 127.
ITXAINA, Xabier e
IKARDO, Idoia (1998): "Folklore e identidad
en el País Vasco: pistas para una comparación
transfronteriza", en LETAMENDIA, Francisco
(Coord): La construcción del Espacio Vasco-Aquitano.
Leioa: U.P.V.
IZQUIERDO, Jean Marie
(1998): Le Pays Basque, la difficile maduration
d´un sentiment nationaliste. Bordeaux: Memoiré,
IEP.
JAUREGUIBERRY, Francis
(1994): "Europe, langue basque et modernité
en pays basque français", en Le pays
Basque et ´Europe. Baigorri: Izpegi.
RUDOLPH, J.R. y THOMPSON,
R.J. (1992) Política Etnoterritorial.
Barcelona: Ediciones Pomares Corredor.
|
|
(1) Este
texto es un resumen de la comunicación presentada por el
autor en las II Jornadas de Antropología y Religión
organizadas por Eusko-Ikaskuntza en mayo de 2001 en Iruña.
(VOLVER)
(2) Existe mucha literatura política
sobre esta respuesta local a la globalización –algunos autores
han acuñado el término glocalización
para referirse a este fenómeno-, abarcando no solo dimensiones
políticas, sino también cuestiones que aparentemente
tienen poco que ver: por ejemplo la cocina (ver Letamendia, Francisco
(2000): Cocinas de mundo. La política en la mesa.
Madrid: Fundamentos), el deporte o la música (ver las Actas
del Congreso Le Monde et la Centralité, celebrado
en abril de 2000 en la Universidad de Burdeos-III), etc...(VOLVER)
(3) Para un primer acercamiento a las
características de las maskaradas, pastorales, toberas y
demás expresiones festivas de Iparralde pueden consultarse
las obras Oihartzabal, B. (1985): Zuberoako herri teatroa.
Donostia: Aramburu; Urkizu, Patri (1996): Historia del teatro
vasco. Donostia: Orain; Kortazar, Jon (1997): Euskal literaturaren
historia txikia. Zarautz: Erein; Garamendi, Antonio (1990):
El teatro popular vasco. Semiótica de la representación.
Donostia: ASJU; FERNANDEZ De LARRINOA, Kepa (1993): "Nekazal
gizartea eta antzerki herrikoia pirineotako haran batean",
Cuadernos de Antropología-etnografía, 9, Eusko
Ikaskuntza; o Fourquet, François (1990): "La Mascarade
d´Ordiarp", en Bulletin du Musée Basque, nº 129.
(VOLVER)
(4) Junto a este tipo de toberas –algunas
de las cuales se celebran con los pueblos rodeados por las fuerzas
del orden- conviven otras que se alejan del modelo reivindicativo,
siendo su función principal la creación de un consenso
mínimo sobre la identidad del municipio organizador (Itzaina,
1998). (VOLVER)
(5) De manera que en muchas ocasiones,
las comisiones de fiestas se convierten en un importante agente
socializador en la identidad vasca para las generaciones de jóvenes
que cada cuatro años recogen el testigo de la organización
de los actos. (VOLVER)
(6) Para un análisis más
detallado del nacionalismo vasco ver las obras de Vicent Brignon
(1999) "Les annés oubliées, Jalons pour une
histoire du mouvement abertzales au Pays Basque Nord",
Gatuzain, Baiona, y Tool, Jacob (1994) "Hills of Conflict,
Basque nationalism in France" University of Nevada Press,
Reno. Para un estudio específico sobre el movimiento
Enbata, ver: Arbelbide, Xipri (1996): "Enbata",
Kutxa Gizarte eta Kultur Fundazioa, Donosita; además de la
ya mencionada de Jan Marie Izquierdo(1998): Le Pays Basque, la
difficile maduration d´un sentiment nationaliste. Bordeaux:
Memoiré, IEP. (VOLVER)
(7) El estudio de la interacción
entre las redes de políticas públicas (policy networks)
encargadas de la macro-política de ordenación territorial
de Iparralde y el movimiento social a favor del departamento vasco
es el objeto de la Investigación Doctoral que el autor está
finalizando en la actualidad, gracias a la beca de Formación
del Personal Investigador del Gobierno Vasco. (VOLVER)
Igor Ahedo Gurrutxaga,
Departamento de Ciencias Políticas y de la Administración.
U.P.V.-E.H.U. |