Pesquerías sostenibles
Xabier Ezeizabarrena Sáenz

Se sigue debatiendo estos días en sede comunitaria sobre el futuro de la pesca en Europa y, consecuentemente, el de las gentes que viven de ella. Entre estos últimos, la flota vasca de bajura continúa mirando con honda preocupación la situación y los debates que a su alrededor se suscitan entre las distintas Administraciones competentes sobre el sector pesquero.

Un análisis del Libro Verde Comunitario sobre el futuro de la Política Pesquera Común tiende a devolvernos las interrogantes e incógnitas existentes desde tiempo atrás sobre el futuro de nuestros arrantzales, y sobre la conservación de los recursos marinos, ante la ya permanente y conocida ambigüedad de las instituciones comunitarias. Su errática postura sobre la actividad insostenible de flotas como la de deriva o "volantas" y los arrastreros pelágicos es tan solo un mero ejemplo de los muchos que recordar.

Sobre algunas de estas cuestiones, y en especial referencia al citado Libro Verde, la preocupación del sector de bajura y de muchos conservacionistas está más que justificada. Basta acudir a los precedentes más cercanos de nuestra política pesquera para rememorar situaciones y agravios sobre los que ya no merece la pena ahondar.

A día de hoy comienzan a proliferar propuestas sobre gestión de los recursos que demandan la posibilidad de introducir en este campo herramientas alternativas de gestión, tales como cuotas individuales transferibles, incluso a través de experiencias piloto. Se trata de una posible medida que encarna peligros serios para el sector de bajura, con evidentes riesgos sobre el control y el acceso real a las cuotas por la flota en eventual beneficio de sectores externos o ajenos que puedan explotar o beneficiarse de dicha posibilidad, incluso de manera oculta. Por otro lado, la implantación inicial de experiencias piloto sin un adecuado análisis de sus eventuales consecuencias contradice abiertamente el principio comunitario de cautela (art. 174.2 del Tratado de la Comunidad Europea), que se menciona habitualmente sobre temas pesqueros, pero cuya aplicación real en dicho contexto no es siempre la que resultaría deseable en términos de prudencia y apuesta por la conservación de los recursos, a través del uso de métodos de pesca selectivos.

Existen reflexiones de interés sobre determinados aspectos medioambientales de la pesca. Algunas de estas caminan en el sentido de introducir programas de etiquetado ecológico sobre las capturas. El interés de los mismos resulta indudable, especialmente para las flotas selectivas, siempre que los programas estén basados en una serie de criterios objetivos y contrastados que garanticen debidamente el carácter ambientalmente sostenible de una pesquería o flota. La selectividad del arte, la inocuidad respecto de la actividad de otras flotas o pesquerías, la calidad de las capturas obtenidas, la escasez de descartes producidos o el grado de cumplimiento con la normativa, etc., pueden ser algunos de dichos criterios para preocupación real de muchas flotas, siempre y cuando la voluntad política de los Estados y de la propia Comunidad Europea decida imponer la lógica de conservación de los recursos sobre el mero productivismo insostenible y antiselectivo.

Uno de los pilares esenciales de la política pesquera comunitaria es el principio de estabilidad relativa, que ha venido aplicándose, entre otras vías, mediante un control racional de las fuerzas del mercado sobre el sector. Desde algunas perspectivas, se apunta ahora la necesidad de revisión de sus postulados generales para lo cual lógicamente, también existen matices sustanciales. Cualquier revisión de dicho principio ha de realizarse sobre una serie de criterios y condiciones básicas, que garanticen especialmente el futuro y la sostenibilidad de quienes más han sufrido históricamente con su aplicación. Resulta imprescindible que las Administraciones acometan un esfuerzo real de diferenciación entre las problemáticas de las flotas de bajura y altura, terminando por fin de definir sus políticas específicas respecto a ambas. Lógicamente, una eventual revisión del principio de estabilidad relativa exigiría diferenciar las problemáticas y situaciones de ambas flotas, incluidas las capturas reales. Del mismo modo, cualquier eventual revisión de este principio esencial debiera poder garantizar igualmente cuáles serían las especies que, en su caso, puedan quedar abiertas o libres al juego del mercado y ajenas al mencionado principio de estabilidad relativa.

En resumen, cualquier perspectiva de análisis sobre la política pesquera comunitaria debe comenzar a profundizar en la consideración de los mares como algo más que un mero predio, donde el acceso a los recursos y la productividad de los mismos se miden erróneamente en términos agrícolas. Gran parte de los problemas que aquejan al sector pesquero de bajura derivan directamente de la consideración de los océanos, como espacios delimitados y compartimentalizados casi exclusivamente en base a intereses económicos y territoriales, olvidando de plano los principios que deben presidir una pesca responsable, selectiva y sostenible. ¿Noiz arte?


Xabier Ezeizabarrena Sáenz, abogado. Asociación ITSAS GEROA, (Observador ante el ICCAT*). Becario de la Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación Ambiental. Doctorando del Dpto. de Derecho Constitucional y Administrativo (UPV-EHU)
xabiezeizabarrena@hotmail.com
http://www.pcpages.com/ezeiza
*International Commission for the Conservation of Atlantic Tunas

http://www.iccat.es

Euskonews & Media 155.zbk (2002 / 2 / 15-22)


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