Nemesio Etxaniz: el escritor que descubre su corazón
* Traducción al español del original en euskera
Iñigo Aranbarri

Nemesio EtxanizA pesar de que durante los duros años que siguieron a la guerra del 36 el principal centro de producción de la literatura vasca estuviera localizado en el exilio americano (Monzon, Irazusta, Eizagirre, "Euzko Gogoa"...), la producida en Euskal Herria fue ciertamente importante. En lo que lo que al País Vasco peninsular respecta, considero justo sumar el nombre de Nemesio Etxaniz a los de Aita Onaindia y Salbatore Mitxelena, dado que, en mi opinión, los tres han sido, cada cual en su medida y en su propio estilo, y bajo la protección de la iglesia, las tres plumas que más osadía tuvieron en abrir la hendidura que presentaba el sistema a golpe de letra.

Puede resultar sorprendente, pero entre los méritos que se le reconocen a Etxaniz yo no enunciaría la cualidad de "maestro del artificio", prácticamente inherente al literato, ya que nunca estuvo condicionado por la técnica literaria. Él mismo declaraba que escribía sus poemas "siguiendo los dictados del corazón". "Y todo cuanto escribía", agregaríamos nosotros. Creo que nos encontramos ante un corazón al descubierto. Ante un corazón, no tanto ante un escritor técnico. Ante un escritor en deuda con su dolor interno. Y, por encima de todo, ante un hombre. Etxaniz era incapaz de escribir sin dejar entrever sus entrañas y su corazón.

Es ciertamente impagable el enorme trabajo que realizó desde antes de la guerra y, muy especialmente, durante los oscuros años de la posguerra. Aprovechando el espacio que las revistas concedían a la literatura de urgencia, cultivó todos los géneros posibles (novela, cuento, poesía, teatro...), sin fracasar en ninguno. Deseoso de rescatar a la sociedad de la agonía en que se hallaba bajo el régimen franquista, traspasó los límites de la literatura para adentrarse en los campos que más directamente podían influir en la gente. Y no de cualquier manera. Fue articulista de los diarios de la época, pionero de los métodos auditivos de aprendizaje del euskera, creador de programas radiofónicos dramatizados, autor de canciones, alma e impulsor de "Ez dok amairu"... y rival de los gobernadores civiles...

En efecto. Etxaniz es un poliedro de múltiples lados, pero me temo que su vertiente literaria, a pesar de ser la más hermosa de todas, no pueda separarse de las demás. Y es que difícilmente se puede llegar a entender el Etxaniz escritor sin tener en cuenta al Etxaniz activista. Incluso dentro del propio escritor, resulta imposible separar el Etxaniz narrador del Etxaniz sacerdote, el Etxaniz poeta del Etxaniz curtido por su época. Es el corazón que su espíritu no puede aplacar el que se expresa tanto en los poemas de amor como en los dramas existenciales. Ya lo hemos dicho: el corazón, el alma del escritor.

En mi opinión, para poder entender mejor el mundo de Etxaniz hay que retroceder hasta sus años de formación. Es precisamente en la perspectiva global que le proporcionó el ambiente integrista político-religioso que se respiraba en su pueblo natal donde hallaremos los principales fundamentos ideológicos de su obra. Etxaniz hace de puente entre dos mundos. Por una parte, introduce las nuevas corrientes de la década de los 60, y por otra parte es apóstol de los miedos y temores que la década de los 50 deja atrás. Dos mundos en uno. Así es don Nemesio, un hombre vestido con sotana pero acompañado de una guitarra, enamorado pero rendido. Un hijo de su tiempo.

Dentro de la obra de Etxaniz, el lector puede saltar del cuento a la novela, de la poesía al teatro. "Suge lana" e "Izotz kandelak", "Bide ertzeko belarra" y "Zotzean bizia", son diferentes manifestaciones de un mismo mundo.

Se ha hablado largo y tendido sobre la modernidad de Etxaniz. Es verdad que era moderno. Era moderno por mostrarse esperanzado ante la aportación que podían hacer los jóvenes y por salir en defensa de varias posturas estéticas. Gracias al testimonio de varias personas que lo conocieron cuando traducía al euskera los sonidos de su época, Etxaniz ha pasado a nuestra pequeña historia como el sacerdote moderno. Y con razón. Sin embargo, me temo que, con el tiempo, esa modernidad exterior (¡un sacerdote cantando cha-cha-cha!) ha terminado por tapar otro aspecto más importante. Sí, Etxaniz era moderno. Verdaderamente moderno.

El mundo de Etxaniz -la modernidad de Etxaniz, deberíamos decir- no es superficial. No es una persona afable con los extraños. La vida diaria no le resulta fácil. Y como prueba de la complejidad de su carácter, pasa del minimalismo al existencialismo, de lo absurdo a lo tradicional. He ahí la modernidad de Etxaniz, para disfrute de una Euskal Herria que comienza a despertar de su letargo.

Etxaniz no ha erigido su obra sobre la rabia y el deslumbramiento gratuito. No es un escritor codicioso. Todo lo contrario: se muestra transparente, desnudo, demasiado incluso entre la eterna lucha entre el querer y no poder. El que ha sido denominado poeta del amor perdido dista de ser un técnico, no es un maestro de los medios, hace labores de relleno, y en ocasiones el lector incluso llegará a pensar que roza el límite de la ingenuidad, al ver cómo es posible estropear un final que tiene un principio tan espléndido (el comienzo de la obra teatral "Zotzean bizia" debería figurar en todas las antologías teatrales), pero es que Etxaniz es así. Juega con el golpe, con el corazón y con la modernidad, como si estuviera irremediablemente destinado a ello.

Reúne muchas características que se reconocen a los grandes escritores: es valiente, no se perdona a sí mismo, y muchas veces se adentra en el desierto de la literatura vasca que desea dar a conocer mundialmente sin contar con referencias locales.

Las páginas más hermosas de la década de los 50 que han pasado por mis manos pertenecen a Nemesio Etxaniz. Al leer su obra, hago mías las preguntas que el texto lanza. Y les aseguro que eso es todo lo que pido a un escritor.

Han transcurrido veinte años desde que el 27 de enero de 1982 falleciera en Donostia Nemesio Etxaniz Aranbarri, "Erratzu" y "Amillaitz", acérrimo defensor de Euskal Herria y del euskera.


Fotografía: Enciclopedia Auñamendi

Euskonews & Media 154.zbk (2002 / 2 / 8-15)


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