La
creatividad humana es algo aceptado, no sólo por los optimistas
sino prácticamente por todos los hombres. Pero siendo un
hecho constatado y deseable, pues las actividades creativas se
contraponen a la rutina y al aburrimiento aparte de las ventajas
sociales, estéticas, económicas y hasta morales
que se le atribuyen, es inevitable preguntarse si hay algún
método para inventar, algún manual de instrucciones
que permita al común de los mortales acercarse a esa actividad
tan deseada y que se reconoce como innata en algunos genios. ¿Será
que esos genios tienen un método implícito o explícito
pero secreto que les permite ser como son? ¿Serán las condiciones
sociales, políticas, económicas, culturales las
que propician la innovación?
El arte de inventar es un concepto
muy antiguo, que ya podemos encontrar en Aristóteles. Como
es sabido, las ciencias particulares no eran para él verdaderas
ciencias y el método que ha de tratarlas es la dialéctica,
que enseña a razonar sin contradecirse, en el ámbito
de la opinión. Es decir, no se trata de un razonamiento
demostrativo pues no trata sobre la verdad sino solamente sobre
la opinión generalmente admitida por la mayoría
de la gente o por los filósofos; es un razonamiento dialéctico
que provocará el triunfo durante toda la Edad Media del
llamado "argumento de autoridad"; hasta el Renacimiento
y la revolución científica, cuando todas esas ciencias
particulares van a transformarse en las verdaderas ciencias, las
únicas en las cuales se puede inventar algo nuevo y mejor.
Leibniz tiene
su idea propia y especial de la invención. Por un lado
tenemos el mundo real, lo contingente, las verdades de hecho que
se deducen por inducción; esas verdades contingentes no
producirán certeza, pero sí probabilidad. A Leibniz
le interesaba sobre todo la aplicación de la combinatori
a al Arte de Inventar. La probabilidad es el grado de certeza,
como decía Leibniz. Por el otro lado está lo necesario,
las verdades de razón, que deducidas mediante el principio
de contradicción son resolubles en identidades; pero es
el mismo Espíritu el que las estudia en ambos casos, de
forma que deberíamos poder encontrar un lenguaje común
y fiable, la Característica Universal.
Invención en Leibniz no
significa en absoluto creación de la nada, pues eso está
reservado para la divinidad, sino algo que a los hombres nos aparece
como nuevo, innovación, invento, avance técnico
o científico y, básicamente, combinatoria. Claro
que existen bastantes dificultades para instituir la que él
llamaba Ciencia General, pero la solución del problema
ha de seguir el método de la matematización y de
la catalogación de los conocimientos ya adquiridos, junto
con el aumento de conocimientos nuevos, logrado gracias al Arte
de Inventar. Para llevar a cabo esta tarea ingente, lo que
podría ayudarnos más sería unir nuestros
esfuerzos, compartir nuestro trabajo y ordenarlo. No se trata
en absoluto de la tarea de un hombre solo, un cerebro privilegiado
o predestinado tal como pensaba Descartes de sí mismo.
Leibniz cree en las academias y en las sociedades científicas.
Por
otra parte, la búsqueda de la certidumbre y el perfeccionamiento
del Arte de Inventar son según Leibniz algunas de
las actividades más importantes para la felicidad de los
hombres, pues los conocimientos sólidos y útiles
son el mayor tesoro del género humano y la verdadera herencia
que nos han dejado nuestros predecesores, y nosotros debemos aumentarla,
no sólo para transmitirla a nuestros sucesores en mejor
estado del que la hemos recibido, sino sobre todo para gozar de
ella nosotros mismos tanto como sea posible, para la perfección
del espíritu, para la salud del cuerpo, para las comodidades
de la vida.
No obstante Leibniz no pretende
que tal método sea fácil, ni siquiera factible en
el estado actual de nuestros conocimientos, es más bien
un camino hacia la construcción de la Característica
Universal, o catálogo de los conocimientos totalmente formalizado
que permitiría los cálculos para averiguar la verdad
y la combinatoria para inventar nuevos conocimientos. Partes de
ese Arte Característica serían el Arte de Juzgar,
que permite evitar los errores, el Arte de Razonar, que nos proporciona
las reglas para razonar bien, el Arte Mnemónica o arte
de la memoria, para acordarnos de las cosas que ya sabemos, el
Arte Disputandi, que permite polemizar, etc.
En su texto titulado El método
verdadero, comienza así: "Puesto que la felicidad
consiste en la alegría, y la alegría duradera depende
de la seguridad que tengamos ante el porvenir, fundada en la ciencia
que hemos de tener de la naturaleza, de Dios y del alma, de todo
ello se sigue que la ciencia es necesaria para la felicidad verdadera.
Pero la ciencia depende de la demostración, y la invención
de las demostraciones depende de un cierto método. Si bien
el método de los matemáticos no ha bastado para
descubrir todo cuanto era esperable de ellos, al menos ha servido
para preservarles de errores. Y si no han llegado a decir todo
lo que debían, tampoco han dicho nada que no debían
decir."
"De lo cual
resulta claramente que, si se pudiesen encontrar caracteres o
signos aptos para expresar todos nuestros pensamientos tan neta
y exactamente como la aritmética expresa los números,
o como el análisis geométrico expresa las lineas,
entonces sería posible hacer todo lo que es posible en
aritmética y geometría en todo tipo de materias,
en la medida en que estén sujetas al razonamiento".
Esa sería la famosa Característica Universal de
Leibniz.
"El cuerpo entero de las
ciencias puede ser considerado como el océano, que es
continuo por todas partes y sin interrupción o partición,
aunque los hombres conciban partes en él y les den nombres
por comodidad suya. Y como hay mares desconocidos o que no han
sido navegados más que por algunos bajeles que el azar
allí hubiera arrojado, se puede decir de la misma manera
que hay ciencias de las que se ha conocido algo solamente por
casualidad y sin propósito."
Nuestros
conocimientos se parecen también a un gran almacén
sin orden y sin inventario, pues ni siquiera sabemos lo que poseemos
y por lo tanto no podemos servirnos de ello. Se trata pues de
hacer el Inventario General de los conocimientos humanos, por
un lado, y simultáneamente y sobre todo, dirigir la razón
tanto para aprovechar los datos dados como para avanzar en los
conocimientos y añadir otros datos nuevos a ese Inventario:
las verdades ya conocidas, escritas o por escribir, deben ser
repertoriadas, y las conocidas sólo imperfectamente deben
llegar a conocerse por el arte de demostrar o método de
la certidumbre. Finalmente, las que son totalmente desconocidas
necesitan del Arte de Inventar. Leibniz decía modestamente
de sí mismo:
"No tengo buena memoria
ni una imaginación viva, y todavía menos poseo
esa rapidez de espíritu que le hace brillar a uno estando
en compañía; pero a cambio tengo buena voluntad,
o aplicación. Esta voluntad que poseo de llegar a producir
algo que sea considerable me ha abierto caminos desconocidos
y me ha llevado a estudiar un arte que no ha sido suficientemente
cultivado por los hombres. Se trata del arte de inventar en
general, cuyas reglas no están escritas en ningún
sitio."
No es cierto que no tuviera imaginación,
por el contrario, creo que su sueño de la Característica
Universal es la prueba de una imaginación creadora desbordante,
y si no queremos fijarnos en un proyecto tan exageradamente ambicioso
podemos pensar en el cálculo infinitesimal, en la Monadología
o en la máquina de calcular que fueron algunos de los más
conocidos, entre otros muchos de sus inventos o sueños
llevados a la realidad.
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Mary Sol de Mora Charles,
Catedrático de Filosofía, UPV/EHU, San Sebastián http://members.es.tripod.de/Cantemar/Leibniz.html
http://caminantes.metropoliglobal.com/web/biografias/leibniz.htm |