Leibniz y el arte de inventar
Mary Sol de Mora Charles

LeibnizLa creatividad humana es algo aceptado, no sólo por los optimistas sino prácticamente por todos los hombres. Pero siendo un hecho constatado y deseable, pues las actividades creativas se contraponen a la rutina y al aburrimiento aparte de las ventajas sociales, estéticas, económicas y hasta morales que se le atribuyen, es inevitable preguntarse si hay algún método para inventar, algún manual de instrucciones que permita al común de los mortales acercarse a esa actividad tan deseada y que se reconoce como innata en algunos genios. ¿Será que esos genios tienen un método implícito o explícito pero secreto que les permite ser como son? ¿Serán las condiciones sociales, políticas, económicas, culturales las que propician la innovación?

El arte de inventar es un concepto muy antiguo, que ya podemos encontrar en Aristóteles. Como es sabido, las ciencias particulares no eran para él verdaderas ciencias y el método que ha de tratarlas es la dialéctica, que enseña a razonar sin contradecirse, en el ámbito de la opinión. Es decir, no se trata de un razonamiento demostrativo pues no trata sobre la verdad sino solamente sobre la opinión generalmente admitida por la mayoría de la gente o por los filósofos; es un razonamiento dialéctico que provocará el triunfo durante toda la Edad Media del llamado "argumento de autoridad"; hasta el Renacimiento y la revolución científica, cuando todas esas ciencias particulares van a transformarse en las verdaderas ciencias, las únicas en las cuales se puede inventar algo nuevo y mejor.

Leibniz tiene su idea propia y especial de la invención. Por un lado tenemos el mundo real, lo contingente, las verdades de hecho que se deducen por inducción; esas verdades contingentes no producirán certeza, pero sí probabilidad. A Leibniz le interesaba sobre todo la aplicación de la combinatori a al Arte de Inventar. La probabilidad es el grado de certeza, como decía Leibniz. Por el otro lado está lo necesario, las verdades de razón, que deducidas mediante el principio de contradicción son resolubles en identidades; pero es el mismo Espíritu el que las estudia en ambos casos, de forma que deberíamos poder encontrar un lenguaje común y fiable, la Característica Universal.

Invención en Leibniz no significa en absoluto creación de la nada, pues eso está reservado para la divinidad, sino algo que a los hombres nos aparece como nuevo, innovación, invento, avance técnico o científico y, básicamente, combinatoria. Claro que existen bastantes dificultades para instituir la que él llamaba Ciencia General, pero la solución del problema ha de seguir el método de la matematización y de la catalogación de los conocimientos ya adquiridos, junto con el aumento de conocimientos nuevos, logrado gracias al Arte de Inventar. Para llevar a cabo esta tarea ingente, lo que podría ayudarnos más sería unir nuestros esfuerzos, compartir nuestro trabajo y ordenarlo. No se trata en absoluto de la tarea de un hombre solo, un cerebro privilegiado o predestinado tal como pensaba Descartes de sí mismo. Leibniz cree en las academias y en las sociedades científicas.

Por otra parte, la búsqueda de la certidumbre y el perfeccionamiento del Arte de Inventar son según Leibniz algunas de las actividades más importantes para la felicidad de los hombres, pues los conocimientos sólidos y útiles son el mayor tesoro del género humano y la verdadera herencia que nos han dejado nuestros predecesores, y nosotros debemos aumentarla, no sólo para transmitirla a nuestros sucesores en mejor estado del que la hemos recibido, sino sobre todo para gozar de ella nosotros mismos tanto como sea posible, para la perfección del espíritu, para la salud del cuerpo, para las comodidades de la vida.

No obstante Leibniz no pretende que tal método sea fácil, ni siquiera factible en el estado actual de nuestros conocimientos, es más bien un camino hacia la construcción de la Característica Universal, o catálogo de los conocimientos totalmente formalizado que permitiría los cálculos para averiguar la verdad y la combinatoria para inventar nuevos conocimientos. Partes de ese Arte Característica serían el Arte de Juzgar, que permite evitar los errores, el Arte de Razonar, que nos proporciona las reglas para razonar bien, el Arte Mnemónica o arte de la memoria, para acordarnos de las cosas que ya sabemos, el Arte Disputandi, que permite polemizar, etc.

En su texto titulado El método verdadero, comienza así: "Puesto que la felicidad consiste en la alegría, y la alegría duradera depende de la seguridad que tengamos ante el porvenir, fundada en la ciencia que hemos de tener de la naturaleza, de Dios y del alma, de todo ello se sigue que la ciencia es necesaria para la felicidad verdadera. Pero la ciencia depende de la demostración, y la invención de las demostraciones depende de un cierto método. Si bien el método de los matemáticos no ha bastado para descubrir todo cuanto era esperable de ellos, al menos ha servido para preservarles de errores. Y si no han llegado a decir todo lo que debían, tampoco han dicho nada que no debían decir."

"De lo cual resulta claramente que, si se pudiesen encontrar caracteres o signos aptos para expresar todos nuestros pensamientos tan neta y exactamente como la aritmética expresa los números, o como el análisis geométrico expresa las lineas, entonces sería posible hacer todo lo que es posible en aritmética y geometría en todo tipo de materias, en la medida en que estén sujetas al razonamiento". Esa sería la famosa Característica Universal de Leibniz.

"El cuerpo entero de las ciencias puede ser considerado como el océano, que es continuo por todas partes y sin interrupción o partición, aunque los hombres conciban partes en él y les den nombres por comodidad suya. Y como hay mares desconocidos o que no han sido navegados más que por algunos bajeles que el azar allí hubiera arrojado, se puede decir de la misma manera que hay ciencias de las que se ha conocido algo solamente por casualidad y sin propósito."

Nuestros conocimientos se parecen también a un gran almacén sin orden y sin inventario, pues ni siquiera sabemos lo que poseemos y por lo tanto no podemos servirnos de ello. Se trata pues de hacer el Inventario General de los conocimientos humanos, por un lado, y simultáneamente y sobre todo, dirigir la razón tanto para aprovechar los datos dados como para avanzar en los conocimientos y añadir otros datos nuevos a ese Inventario: las verdades ya conocidas, escritas o por escribir, deben ser repertoriadas, y las conocidas sólo imperfectamente deben llegar a conocerse por el arte de demostrar o método de la certidumbre. Finalmente, las que son totalmente desconocidas necesitan del Arte de Inventar. Leibniz decía modestamente de sí mismo:

"No tengo buena memoria ni una imaginación viva, y todavía menos poseo esa rapidez de espíritu que le hace brillar a uno estando en compañía; pero a cambio tengo buena voluntad, o aplicación. Esta voluntad que poseo de llegar a producir algo que sea considerable me ha abierto caminos desconocidos y me ha llevado a estudiar un arte que no ha sido suficientemente cultivado por los hombres. Se trata del arte de inventar en general, cuyas reglas no están escritas en ningún sitio."

No es cierto que no tuviera imaginación, por el contrario, creo que su sueño de la Característica Universal es la prueba de una imaginación creadora desbordante, y si no queremos fijarnos en un proyecto tan exageradamente ambicioso podemos pensar en el cálculo infinitesimal, en la Monadología o en la máquina de calcular que fueron algunos de los más conocidos, entre otros muchos de sus inventos o sueños llevados a la realidad.

Bibliografía

  • Aristóteles: Tópicos, ed. Obras, Aguilar, Madrid, 1964.

  • Arnauld, Antoine & Nicole, Pierre: La Logique ou l’Art de Penser, (1662), VRIN, Paris, 1981.

  • Ivon Belaval: Études leibniziennes, Gallimard, Paris, 1976.

  • Michel Cazenave (dir): Diccionario de la Ignorancia, Albin Michel, Paris, 1998. Seix Barral, Barcelona, 2000.

  • Javier Echeverría (ed.): G.W.Leibniz. Antología, Círculo de Lectores, Barcelona 1997.

  • Gérard Fourez: La construcction des sciences. Les logiques des inventions scientifiques. Introduction à la philosophie et à l’éthique des sciences. De Boeck, 1988, Bruselas.

  • J.T.Fraser: Of Time, Passion, and Knowledge. Princeton U.P., 1975.

  • C.C. Gillispie: The Edge of Objectivity. Princeton U.P., 1960.

  • Gerald Holton: La imaginación científica. Versiones inglesa, francesa, etc., 1973.

  • G.W. Leibniz: varios escritos.

  • Jorge Wagenberg (ed): Sobre la imaginación científica. Tusquets, Metatemas 22. Barcelona, 1990.


Mary Sol de Mora Charles, Catedrático de Filosofía, UPV/EHU, San Sebastián
http://members.es.tripod.de/Cantemar/Leibniz.html
http://caminantes.metropoliglobal.com/web/biografias/leibniz.htm

Euskonews & Media 154.zbk (2002 / 2 / 8-15)


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