La
gestión del agua siempre es tema de actualidad y fuente
de conflictos. El agua es, en efecto, un recurso indispensable
para el hombre, pero no podemos olvidar que, antes que recurso,
es un elemento fundamental del sistema natural, que cualquier
modificación en el ciclo del agua originará cambios
en todos y cada uno de los elementos del medio, del mismo modo
que cualquier cambio en una cuenca repercutirá en los recursos
hídricos de la misma. Ya que nos empeñamos en gestionar
el agua a nuestro antojo, habrá que cuidar mucho de esas
numerosísimas relaciones causa-efecto. Por ejemplo, parece
claro que las repoblaciones forestales son buenas para regular
los caudales, pero se está demostrando que en cuencas intensamente
reforestadas los recursos hídricos disponibles se han reducido
hasta en un 25%.
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"Ciclo
del agua". |
En el País
Vasco la problemática de la gestión del agua no
deriva tanto de la abundancia del recurso como de su calidad y,
sobre todo, de una demanda muy alta y con situaciones de concentración
en el espacio y en el tiempo. En las últimas décadas
se ha avanzado mucho en la evaluación de los recursos y
en la planificación de los mismos y se ha mejorado la calidad
de las aguas circulantes. Pero queda la pregunta de en qué
medida el siempre discutible y muy difícil de evaluar y
modelizar "cambio climático" puede modificar
los funcionamientos climático-hidrológicos. Por
otro lado, nuestro territorio queda bastante alejado de los controvertidos
nuevos embalses y trasvases propugnados por el P.H.N., y afortunadamente
ajeno a sus consecuencias.
Las principales consecuencias
de una determinada gestión del agua, y nos referimos a
una gestión que incluya modificaciones en los caudales
naturales, son las alteraciones en los sistemas fluviales, es
decir, en los cauces y en las riberas, corredores hidrogeomorfológicos
y ecológicos y auténticas arterias del territorio.
Los ríos son sistemas de conducción de agua, sedimentos
y nutrientes que cumplen una función fundamental del sistema
natural continental. Pero además, y precisamente por ello,
son también paisajes singulares y espacios clave del territorio,
caracterizados por su linealidad y continuidad, una notable diversidad
y complejidad y una continua dinámica.

Identificación
de diferentes tramos (sectores funcionales) en un curso fluvial.
Fuente: Amoros et Petts (1993): Hydrosistèmes fluviaux.
Masson, pág.11
De cara a la ordenación
de estos espacios fluviales hay un hecho clave: cada tramo de
cada río es diferente y funciona de forma distinta a los
demás tramos, aunque interconectada. Este hecho dificulta
enormemente las actuaciones de ordenación, por cuanto exige
una diversificación de las mismas, sin perder de vista
la globalidad o unidad de todo el sistema fluvial, ya que cada
actuación concreta repercutirá en todo el río.
De esta evidencia pueden extraerse varias conclusiones: por ejemplo,
que cualquier embalse o canalización supone una alteración
radical del funcionamiento fluvial y una auténtica eliminación
del río como tal, por lo que habría que recurrir
a tales actuaciones sólo en casos extremadamente necesarios;
o bien que cualquier plan de gestión debe atender a la
diversidad de tramos, a la complejidad longitudinal y transversal
de cada río y al grado de dinámica natural de cada
ribera. No se puede pretender lo mismo para todos, con medidas
uniformes, como ocurre con planteamientos rígidos como
el del "Dominio Público Hidráulico" definido
en la Ley de Aguas. Al menos en ríos dinámicos cuyos
cauces asistan a cambios de trazado (como el curso medio del Ebro,
los cursos bajos del Arga y el Aragón o algunos ríos
pirenaicos) habría que establecer un espacio más
ancho que el D.P.H. y de límites variables en el tiempo,
en el que el río pueda erosionar, sedimentar y desbordarse,
es decir, un "Espacio de Libertad Fluvial", figura que
ha sido ya puesta en práctica en algunos ríos franceses.
Ese espacio garantizaría la supervivencia de un corredor
ribereño continuo y lo suficientemente desarrollado para
contener todas las ricas interacciones y procesos hidrológicos,
geomorfológicos y ecológicos del sistema fluvial.
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Curso
bajo el río Aragón entre Caparroso y Marcilla.
Fuente: SITNA - Sistema de Información Territorial
de Navarra |
En nuestros trabajos
de investigación en ríos de Euskal Herria (Oria,
Butrón, Bidasoa, Zadorra, Irati, Aragón...) hemos
comprobado, en efecto, que la continuidad del corredor ribereño
es la clave tanto del correcto funcionamiento del sistema fluvial
como de la importancia de éste como paisaje integrado y
funcional. Por ello, el objetivo principal de la ordenación
de estos espacios debe ser el mantenimiento o la restauración
de la naturalidad de dicho corredor, lo cual conlleva el logro
del "buen estado ecológico", tal como propugna
la Directiva Marco de Aguas (2000/60/CE), aprobada hace un año
por la Comunidad Europea. Así, cualquier actuación
de gestión del agua debe ser integrada, regulada y corregida
en el marco de esta necesaria ordenación de los corredores
ribereños.
En el País
Vasco contamos con una iniciativa en buena medida pionera que
hay que valorar positivamente, el Plan Territorial Sectorialde Márgenes y Ríos de la Vertiente Cantábrica.
No obstante, no hay que considerarla un fin, sino un punto de
partida, siendo preciso en el futuro diseñar planes de
gestión para cada tramo de la red fluvial, atendiendo a
sus caracteres hidrogeomorfológicos diferenciadores (tipos
de valles, riberas y cauces, volúmenes y regímenes
hídricos, procesos extremos...). También creemos
necesario diversificar las labores de restauración y hacerlas
realmente efectivas en unas riberas generalmente discontinuas
y muy degradadas por diversos impactos. Por otro lado, es muy
importante la consideración de los riesgos hidrológicos,
el conocimiento actualizado de los procesos de crecida en cada
río y la definición correcta de sus áreas
inundables. Son trabajos complejos, que requieren tiempo e inversión,
pero que deben abordarse con urgencia, porque la degradación
ambiental de cauces y riberas se sigue acrecentando y no existe
freno para infraestructuras y dudosas actuaciones que afectan
al corredor ripario.
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Ría
del Deba. Fuente:www.euskadi.net/pts_rios/gipuzkoa/fotosg_c.htm |
En suma, de cara
al futuro creemos necesarias una serie de labores desde una perspectiva
científica y técnica: la definitiva catalogación
y tipificación de todos los cursos de agua, el establecimiento
de planes de gestión diferentes para cada uno de ellos
pero interrelacionados entre sí, la zonificación
de usos dentro de los espacios inundables, la mejora y restauración
de las riberas favoreciendo su continuidad y una mayor posibilidad
de desarrollo lateral, etc. Pero consideramos sobre todo muy necesario
y urgente el fomento de una nueva cultura del agua y de los ríos,
que logre el conocimiento de las auténticas funciones de
los cursos de agua, el respeto por los ecosistemas acuáticos
y ribereños, que recupere el uso lúdico de los ríos.
Hoy en día muchas personas equiparan las infraestructuras
(y cuanto más grandes y llamativas, mejor) al progreso
y gustan de cauces bien dominados, canalizados con escolleras,
y riberas con césped y chopos plantados en hilera. Hay
que cambiar esa mentalidad para lograr que nuestros nietos puedan
ver aún lo que es un río auténtico, natural,
con sus riberas complejas y frondosas, aunque sea difícil
caminar por ellas. Alfredo Ollero,
Askoa Ibisate, Elena Díaz, Dpto. de Geografía, Prehistoria y Arqueología,
U.P.V.-E.H.U. Proyecto de investigación
"Geoecología y riesgos en los sistemas fluviales vascos:
aplicación a la ordenación del territorio" (Universidad
del País Vasco, Caja Vital Kutxa y Bilbao Bizkaia Kutxa) |