En torno a la calidad del euskera *
* Traducción al español del original en euskera
Luis M. Larringan

1. Introducción

La calidad es un tema al que últimamente se le presta mucha atención en nuestra sociedad. Según se desprende del gran número de mesas redondas, jornadas, campañas publicitarias, etc. que se organizan, ha llegado el turno de la calidad. Prácticamente no hay día en que no se publique alguna noticia o anuncio relacionado con la calidad.

Inevitablemente, el término calidad ha irrumpido asimismo en el ámbito lingüístico, en concreto en el del euskera. Pero quedan muchas cosas por esclarecer. Y es que, ¿a qué realidad o aspecto alude tal noción? ¿Para qué la empleamos? ¿Cuál es el valor epistemológico de esa palabra? Basta con echar una mirada a cuanto se ha dicho y escrito sobre el euskera de calidad para darse cuenta de que tal noción comprende varios órdenes y niveles. Dar una definición de la calidad no resulta muy difícil, pero sí el establecer los modelos y parámetros para su medición. La noción de la calidad, por mucho que se haya hablado de ella, tiene muchos aspectos no definidos.

Algún entendido bien podría decir que la novedad radica en la denominación que se le ha otorgado, pero no en el concepto en sí, y es que cavilaciones tales como "Euskara plazara", "Euskararen berri onak" "Euskara hobean hobe", "Euskararen ajeak", "Euskararen osasuna", "Euskararen sendabelarrak"... ya han realizado previamente estudios sobre la calidad del euskera. Razón, por tanto, no le faltaría. En tal sentido, se corre el riesgo de caer en el "más de lo mismo", aunque procuraré no hacerlo.

2. Repaso de las diversas actitudes

A la hora de estructurar las posiciones que se han mantenido en nuestra sociedad respecto al presente tema, se podrían trazar dos líneas. La primera abarcaría todo lo que se ha dicho y escrito sobre la calidad del euskera, como por ejemplo los defectos, errores y carencias que se le imputan en tanto lenguaje: que es una lengua "minorizada", que carece del nivel necesario, que no ha llegado a ser una lengua cultural, que está sin poder levantar cabeza, en estado de emergencia, etc. Desde esta perspectiva, el euskera todavía no ha llegado a la madurez y carece de valor comercial. Ha sido declarada oficial, pero se enfrenta a graves problemas terminológicos y de modelos textuales. Varias hablas que tienen como base el euskera son aún jóvenes, recién nacidas, e incluso se podría llegar a pensar estar ante un caso de eufemismo, porque en ocasiones ni siquiera han surgido. Todo ello se deriva, en general, de la falta de normalización del euskera, asignatura pendiente del euskera batua.

Otro grupo de personas vislumbra un atisbo de calidad y considera que el camino que el euskera ha recorrido durante los últimos años es, aunque corto, denso. Manifiesta que se han dado importantes pasos hacia la generalización el euskera, que se está expandiendo a pasos agigantados. Puede que con demasiada rapidez. Aun cuando le espere un largo camino por delante, en pocos años ha pasado de la nada a ser algo. Etcétera.

Atengámonos a la segunda vertiente: el referente a su uso cotidiano, un campo estrechamente vinculado a la calidad. Seguramente, más que el primero.

Se afirma que estamos generando un euskera degenerado, carente de verbos, de sintaxis, de acentos, de léxico. Se considera milagroso llegar a formar frases mínimamente largas y complejas correctamente, ya que en términos generales estamos creando un euskera embrollado, enrevesado, torpe y lleno de invisibles interferencias. Parece ser que se palpa cierta falta de conciencia vasca. Que ni se emplea un euskera más comunicativo, ni una lengua "gramaticalmente correcta". Que en el uso cotidiano del euskera afloran estructuras y palabras que chocan con la conciencia vasca. Según este discurso, la lista de los fallos y errores puede alargarse todo lo que se quiera.

Sin lugar a dudas, nos hallamos ante un discurso "catastrofista". No se trata de una exageración. Parece ser que corremos el peligro de llegar a un pidgin castellano-euskaldun y dar paso a lo que podría denominarse el "euskañol", razón por la cual todas las luces rojas están ya encendidas y las alarmas no dejan de sonar.

Hay quien opina lo contrario y sostiene que se ha avanzado mucho, que hay no sé cuántos mil euskaldunberris, que los euskaldunzarras se están alfabetizando, que hemos o vamos a convertir a Euskal Herria en un euskaltegi, que no sé cuántas personas ya han obtenido su certificado de euskera, etcétera.

3. La imperiosa necesidad de establecer un marco teórico para la reflexión

Puede que me haya extendido demasiado en torno al discurso sobre la calidad, pero es la argumentación la que me lleva por tales derroteros. La noción de la calidad, aunque la certeza de haber entendido su significado pueda hacernos creer lo contrario, es ciertamente compleja. El ejemplo más claro es el arriba mencionado, ya que no todos coinciden al señalar las fuentes de la calidad. Unos, deteniéndose en el aspecto lingüístico, evaluarán la calidad según la corrección gramatical ("saniors pars"); otros se fijarán en los aspectos estilísticos (la escritura, las expresiones empleadas...); otros cuantos en la estandarización. Decir que las claves de la calidad son la precisión y la idoneidad no es más que prolongar el problema. En tal sentido, hay tantas calidades como analizadores. Dicha noción comprende problemas de diversos tipos y niveles, aguas procedentes de distintas fuentes. Y en aguas tan turbias apenas se puede ver nada claro.

Por tanto, la noción de la calidad exige una cierta teorización. Tenemos que someter a la reflexión, tanto teórica como metodológica, lo que queremos manifestar al emplear dicho término. Hay que crear un "sistema de ideas y reflexiones" que sirva para exponer las descripciones, criterios, decisiones, metalenguaje... de un modo explícito que garantice una decisión explícita y autónoma. Tal reflexión, además, serviría para concretar intentos y esfuerzos en el campo de la calidad. Por tanto, ¡bienvenida, calidad, porque llegas en el momento oportuno para brindarnos una nueva racionalidad!

A continuación presento varios aspectos que deberían prestarse a la reflexión teórica:

1) Investigación sobre la cualidad de la calidad. ¿Qué es la calidad? ¿De qué se trata? ¿Qué significa? ¿Se refiere al resultado o al proceso? ¿Las cosas son "ideales y estables" o relativas y dinámicas, es decir, graduales, escalares? ¿Qué relación existe entre la calidad y los objetivos previamente establecidos?

2) Formulación de los principios generales y criterios para la medición de la calidad. Formulación de los parámetros a emplear. Referentes para medir la calidad y su jerarquía. Calidad, lenguaje y normas de empleo. Lenguaje de calidad y tipos de texto, modelos de texto.

3) Descripción de los factores que afectan a la calidad. Código y comunicación. Aspectos lingüísticos, textuales y discursivos. Nivel de afectación del objetivo y del cliente.

4) Debate sobre los métodos y medios a emplear para medir la calidad. Medios de control. Exposición de las decisiones o metalenguaje.

5) Problemas específicos. La situación del euskera. Los inmigrantes. El cambio de la lengua.

Esta reflexión teórica resulta necesaria para vencer actitudes como el empirismo, la casuística, el misticismo, el dogmatismo... Y también se ha de recurrir a la metodología para superar el pesimismo y acabar con la estéril dicotomía entre dilemas y oposiciones como cantidad vs calidad, generosidad vs rigidez, corrección gramatical vs corrección funcional o comunicativa...


Luis M. Larringan, UPV-EHU
* Este artículo forma parte del proyecto realizado gracias a la subvención HU-128-1998 del Gobierno Vasco. (VOLVER)

Euskonews & Media 150.zbk (2002/1/11-18)


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