En
primer lugar hay que poner de manifiesto que apenas se han realizado
estudios en torno a la presente cuestión. La sombra de
los estados español y francés es bien larga. En
la misma medida en que se han esforzado y siguen esforzándose
por estrechar los vínculos entre los ciudadanos de su propio
estado, tratan también de poner cortapisas a las relaciones
tanto sociológicas como políticas y culturales entre
ciudadanos pertenecientes a distintos estados, cuando nos encontramos
ya inmersos en el siglo XXI, a pesar de la unidad económica
de Europa. Si a los obstáculos generados por las clases
pudientes de ambos estados sumamos el escaso o, cuanto menos,
irregular entusiasmo de los vascos, resulta comprensible la falta
de investigaciones y la precariedad de las relaciones que se han
establecido.
Mi análisis
se centra en las relaciones mantenidas durante el periodo que
oscila desde el último cuarto del siglo XIX hasta la creación
de Enbata en el País Vasco continental. Lo primero
que llama la atención es el gran poder de atracción
que ejercen el euskera y la fe cristiana a la hora de unir a los
escritores del País Vasco continental y peninsular. A pesar
de que, como bien he dicho al principio, hay realmente muy pocos
estudios, no parece que en País Vasco continental aquellos
que se posicionaron a favor de la República Francesa, encabezados
por Elissanburu, se esforzaran demasiado por estrechar la relación
entre los escritores de los dos lados de la frontera.
Arrese Beitia
y Duvoisin
Al
finalizar la segunda guerra carlista, euskaltzales tales como
Antoine Abbadia y el capitán Duvoisin entre otros se apercibieron
de la lamentable situación en la que se encontraban sus
hermanos euskaltzales del País Vasco peninsular, por lo
que en 1879 acordaron celebrar sus Juegos Florales en Elizondo,
junto con los miembros de la Asociación Eúskara
de Navarra -fundada por Juan Iturralde Suit, y uno de cuyos
máximos impulsores fue Arturo Kanpion-. Tanto este evento
como los siguientes que tuvieron lugar, contribuyeron a mejorar
la relación entre los euskaltzales y escritores del País
Vasco peninsular y continental. Especial mención merece
el donostiarra Jose Manterola, fundador en 1880 de la revista
Euskal-erria, en la que participaron todos los activistas
culturales de ambos lados de la frontera.
Arrese Beitia envió
a Elizondo "Ama euskeriaren azken agurrak", que además
de alzarse con el primer premio recibió magníficas
alabanzas por parte de los escritores más renombrados de
la época. El poema narra las desventuras del euskera junto
al árbol de Gernika, declarando que los euskaldunes han
perdido sus fueros debido fundamentalmente al abandono en que
han sumido el euskera, y que, como consecuencia, el castellano
o el francés no sólo se ha apoderado de su idioma,
sino incluso de su espíritu, desencadenante de toda la
desgracia. ¿Qué ha pasado? ¿Ha atacado primero el castellano
o el francés, y a continuación ha venido la rendición
de los euskaldunes, o han sido los propios vascos quienes, anteponiéndose
al ataque, han ido castellanizándose o afrancesándose?
En opinión de Arrese Beitia, quienes se han adelantado
han sido los euskaldunes. El libro negro de J.M. Torrealdai, por
su parte, defiende la tesis contraria.
Arrese
Beitia causó un gran impacto, y fue muy elogiado tanto
en el País Vasco peninsular como en el continental. Se
mantuvo en contacto con los mejores euskaltzales
de su época, de ambos lados de la frontera. Se carteaba
con el gran trabajador euskaldun el capitán Duvoisin (1),
quien ensalzó su poema por todo lo alto, ya que opinaba,
al igual que Antoine Abbadia, que se trataba del mejor poema recitado
en los Juegos Florales en los últimos 25 años.
Duvoisin, el más
fiel de los colaboradores euskaldunes del príncipe Bonaparte,
le rogaba que se mantuviera alejado de los castellanoparlantes
y tratara de mantener a todos los euskaldunes unidos en el euskera
y en la fe: Bayonatik Parisera eta Parisetik mundu guzira joko
du zure eresia bihozgoragarriak orotan jakin dadien Eskalduna
oraino bizi dela Euskalherrietan. Batasun oso bat egin bedi Eskaldun
guzien artean. Erdalduna bego Erdaldun; bainan guk behar ditugu
bihotz bat eta arima bat, afirmando que sólo así
conservarían los fueros y harían frente a los grandes
cambios que se avecinaban en Europa -aludía a Bismarck-,
y que transformarían profundamente la estructura política.
Añadía que Dios jamás abandonaría
a un pueblo tan leal como Euskal Herria.
El canto de Arrese
Beitia era triste. No llamaba a la sublevación contra el
injusto despojo de los fueros. Sin embargo, hallándose
el País Vasco peninsular en estado de sitio, los organizadores
de los Juegos Florales de Elizondo no se atrevieron a galardonar
a Arrese. Rectifico: no se atrevieron a galardonar el poema en
público, y menos aún a editarlo. Duvoisin y Antoine
Abbadia comunicaron el fallo a Arrese en secreto, cuya obra se
publicó en Bayona, en euskera y en francés. Al estallar
la guerra en 1936, el gran activista cultural vasco Aitzol bien
que se acordaba del escritor de Otxandio, tal como se desprende
de sus escritos: "Si Euzkadi en vez de tener un poeta jeremíaco
y llorón, hubiese tenido un poeta que hubiese enardecido
a las masas para que fuesen a la lucha armada en defensa de sus
derechos, hoy Euzkadi no se vería en esta encrucijada:
si ir con el Gobierno legítimo o apoyar a los insurrectos"(2).
Después de
las lágrimas que Arrese Beitia hizo derramar, emergieron
proyectos más prácticos: por una parte proyectos
culturales que en cierto modo aunarían a los euskaltzales
del País Vasco peninsular y continental y que, además
de Eskualzaleen Biltzarra y Euskal Esnalea, darían
lugar a la creación de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de
Estudios Vascos y Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua
Vasca. Por otra parte, hay que tener en cuenta que Sabino
Arana interiorizó el sentimiento patriótico (1882)
gracias a la celebración de los Juegos Florales de Elizondo,
fundando en 1894 la nueva organización política.
¿Hasta qué punto le habrían afectado los poemas
de Arrese Beitia? Se afirma que al avistar el peligro que amenazaba
a la patria sintió tal añoranza por su país
natal que, bajo la finalidad de preservar la misma, procedió
a asentar las bases políticas. El propio Sabino Arana y
los miembros de su partido participaron activamente en las mencionadas
instituciones culturales.
Azkue y Broussain
R.M.
Azkue y P. Broussain se conocieron en el transcurso de los Juegos
Florales que tuvieron lugar en San Juan de Luz en 1897, que se
celebraban en memoria del creador de los mismos, Antoine Abbadia,
fallecido ese mismo año. A sus 33 y 38 años respectivamente,
ambos compartían un ferviente interés por todo lo
relacionado con el euskera. La grandiosidad del padre Azkue se
refleja magníficamente en su fastuosa obra, entre la que
cabe destacar Diccionario Vasco-Español-Francés,
Morfología Vasca, Euskalerriaren Yakintza y Cancionero
popular vasco. Su faceta como escritor es más humilde,
y más aún su empeño por fortalecer las instituciones
arriba señaladas, hasta la puesta en funcionamiento de
Euskaltzaindia. Era tal la magnitud de las tareas que asumía
que casi requerían una atención exclusiva, de forma
que, como bien se desprende de la lectura de las cartas que escribiera
a Broussain, concedía mucha mayor importancia a la preparación
del diccionario que a la organización de las asambleas
de Hendaya y Fuenterrabía, en las que Broussain desempeñó
un papel mucho más relevante, ya que en noviembre de 1901
Sabino Arana a punto estuvo de dejar la vicepresidencia en sus
manos.
Broussain,
en la primera carta que enviara a Azkue (30-8-1897), manifestaba
que aunque ellos no llegarían a ver la unificación
de los dialectos vascos literarios, sí lo haría
la generación venidera. En su segunda carta (27-9-1897)
declaraba que la Academia no debería ocuparse de temas
políticos, filosóficos ni religiosos, sino única
y exclusivamente de purificar, enriquecer y conservar el euskera.
En 1900, la necesidad de crear el euskera batua era evidente para
Broussain: Je ne sais pas si vous êtes de mon avis, mais
quant à moi, je suis un partisan énergique de l'unification
de notre belle langue. Il est absurde qu'un petit peuple de 600.000
âmes continue à s'exprimer en huit dialectes, sans
compter les sous-dialectes et les variétés. Il est
impossible que dans ces conditions, une littérature vivace
et florissante se forme, condition indispensable pour lutter contre
nos langues ennemies: l'espagnol et le français. Si nous
voulons que la langue basque et la nation basque continuent à
vivre, il faut absolument que tous les Euskariens parlent le même
idiome. Para ello vislumbraba dos posibilidades: escoger uno
de los dialectos vascos, o crear un euskera batua que reuniera
lo mejor de cada dialecto.
Veinte años
más tarde, un año antes de fallecer (1919), tras
la aprobación en Oñati por parte de Eusko Ikaskuntza
de los estatutos para la creación de Euskaltzaindia, pero
sin que todavía se hubiera celebrado su primera asamblea,
y existiendo desavenencias entre sus impulsores, enumera en una
carta enviada a Azkue lo que él considera axiomas:
1) L'euskara ne peut survivre
que si de l'état de patois dans lequel il végète
actuellment, il devient une langue de civilisation, une langue
cultivée, une langue appuyée susr une littérature. 2) L'euskara ne peut
devenir une langue civilisatrice, à l'usage de tous les
Basques depuis Bilbao jusqu'à Mauleón, que s'il
est unifié. 3) Cet euskara unifié
ne peut être constitué que par un groupe de Basques
connaissant bien leur langue, et dans lequel entreraient les
représentants des principaux dialectes... 4) Cet euskara unifié
et enrichi, ne pourra devenir, avec le temps la langue nationale,
la langue usuelle de tous les Basques que si elle est enseignée
dans les écoles et principalement dans les établissements
secondaires, afin de devenir, au bout d'une ou deus générations,
l'idiome unique de la bourgeoisie et du clergé, les classes
laborieusses adoptant tôt ou tard la langue des classes
dirigeantes.
Manifestaba que, en caso contrario,
en un periodo de 100, 150 ó 200 años el euskera
desaparecería en alguno de los rincones de Baja Navarra.
Le parecía más difícil -no era necio- que
la burguesía vasca adoptara el euskera como lengua propia
que la tarea de enriquecimiento de la que estaba necesitada.
Ahí es donde
descubro la grandeza de Broussain: él era burgués,
burgués vasco, lo cual no le impedía reconocer al
euskera como su lengua nacional, y no le faltaba perspicacia para
saber de lo que precisaba el euskera para convertirse en lengua
nacional de los vascos, y por ello luchó en las asambleas
celebradas en Hendaya y Fuenterrabía, en Eskualzaleen Biltzarra,
en Cercle d'Etudes Euskariennes y en Euskaltzaindia.
Lafitte y Aitzol
No
siendo posible hacerlo a principios del siglo XX, Euskaltzaindia
se fundó al cabo de dos décadas. En 1928 Azkue nombró
a Lafitte, una figura ya involucrada en la actividad cultural
vasca, miembro correspondiente de Euskaltzaindia, y en los años
30, 40 y 50 llegaría a ser uno de los escritores y periodistas
más renombrados desde la perspectiva de las relaciones
entre los autores del País Vasco peninsular y continental.
Fuera de toda cuestión queda la relevancia de Aitzol, aun
cuando dada su temprana muerte y el establecimiento del régimen
franquista sólo pudo trabajar durante seis años.
En cualquier caso, su sombra ha perdurado mucho más. Así
como las relaciones entre Azkue y Broussain se limitaron al ámbito
cultural, las de Lafitte y Aitzol, mucho más
amplias, revistieron una clara connotación política.
Así se expresaba
Aitzol en el semanario donostiarra El Día (3):
En verdad es cosa bien chocante que nuestros hermanos de las regiones
de Laburdi, Benabarra y Zuberoa no se hayan adherido aún
ni siquiera a la Federación regionalista. No es nuestro
propósito estudiar las causas de esta postración
política. Solamente nos contentamos con poner de relieve
unos síntomas significativos que nos anuncian que, aunque
lentamente, empieza a despertar la conciencia racial de nuestros
hermanos de las regiones norteñas de Euskalerria (3-1-1932).
En el artículo que escribiera ese mismo mes describe magníficamente
la curiosa impresión y el cúmulo de reflexiones
que suscitó el encuentro de los euskaltzales del País
Vasco peninsular y continental: Hénos en Ustaritz. Apenas
hemos invertido hora y media en el recorrido, desde nuestra salida
de Donostia. Nos aguardan a los euskaltzales gipuzkoanos los euskaltzales
laburtinos. Blazzy, Oxobi, Dassance, etcétera, los depositarios
del espíritu renacentista de los vascos norteños,
nos reciben con el más legítimo cariño de
hermanos. Siempre que en Laburdi, Suberoa o Benabarra estrechamos
la mano de este denodado grupo de patriotas, sentimos una emoción
extraña. Una lacerante impresión que despierta en
nosotros un torrente de reflexiones. Reflexiones de dolor y de
alegría que, generalmente, acaban por sobrecogernos dándonos
aire de encogimiento y timidez. (20-1-1932).
Aquel
mismo año Lafitte fundó la sociedad
"Euskalherrizaleak" y publicó un manifiesto de quince puntos
(4), donde declaraba que
los miembros de la sociedad tenían como lema "Jainkoa
eta Lege zaharra". Asimismo, reivindicaba la oficialidad del
euskera: Eskuara frantsesa bezain ederra zaiku eta onhartarazi
nahi ginuke bai eskoletan bai auzitegietan. Se posicionaba
en contra del centralismo y difundía un mensaje en defensa
de las regiones naturales, en oposición a los artificiales
departamentos: Eskualdunek ez dute onesten ahal Frantziako
eskualdeen artean koropilatu duten lokharri hertsi eta galgarria;
herri-aldeak berechago utziz elgarretarik, on gehiago dukete denek.
Del mismo modo, deseaba cooperar con otras regiones de Francia:
Eskualerrizaleak ez dira bakharrik lotuko beren lanari. Flandre,
Bretania, Auvergne, Provence eta Alsaziako herrizale lagun batzuekin
batean ariko dira eskuz-esku.
He aquí la
opinión de Aitzol respecto al manifiesto de "Euskalerrizaleak":
El partido que pretenden organizar no es regionalista, aunque
en su base 13 declaran que guardarán estrecha relación
con las Asociaciones federativas de Flandes, Alsacia, Bretaña,
Aubernia y Provenza. Ni, por lo visto, nuestros buenos amigos
han creído conveniente como táctica inicial hacer
una declaración franca de nacionalismo, aunque en todo
el escrito reluce el sentimiento puro y exclusivo del patriotismo
vasco. Nosotros, que los conocemos a fondo, respetamos su iniciación
táctica, convencidos de que ella será, por el momento,
la más beneficiosa para Euskadi continental (13-1-1933).
No disponemos de
más espacio para seguir hablando sobre este tema, conque
finalizaremos el artículo con los vaivenes que se terciaron
entre Lafitte y Aitzol. El programa de "Euskalherrizaleak" que
redactara Lafitte recibió, antes de su publicación,
el visto bueno de los profesores del Instituto Católico
de París, en especial el de Yves de la Briére. No
así el de Aitzol. Parece ser que éste, aun respetando
la actitud política de Lafitte, abogaba por un nacionalismo
más explícito. En las elecciones de 1936 Lafitte
pidió el voto para el conocido derechista Ibarnegarai,
y adoptó una postura de neutralidad ante la guerra civil
española.
Relaciones culturales
condicionadas por la política entre el País Vasco
continental y peninsular. La imposibilidad de establecer relaciones
políticas. Aquí es donde nos detenemos.
(1) Véanse RIEV,
XIX (págs. 58, 280, 425, 449); RIEV, XX (pág. 152);
RIEV, XXI (págs. 70, 334); RIEV XXII (págs. 44, 310).
(VOLVER)
(2) Zubiri, Sabin: Felipe
Arrese ta Beitia, Bilbao. 1999. (VOLVER)
(3) Véase: Aitzol.
Idazlan guztiak, tomos 5 y 6. Erein. Donostia. 1987.
(VOLVER)
(4) Eskual-herriaren alde,
La Presse, Bayona, 1993.
(VOLVER)
Fotografías:
Enciclopedia Auñamendi y Colección Bidegileak
(Gobierno Vasco) |