Dato curioso ignorado o desapercibido hasta el presente: origen
y legitimidad del mismo; última Noche-Buena de San Martín:
cómo la pasaron él y unos náufragos vasco-españoles:
probable identificación de estos vascos por sus apellidos:
cartas en vascuence entre éstos y el Santo: reliquias de
San Martín en España: lección de vascofilismo
práctico.
En
el indigesto fárrago de datos individuales y locales vascos
que, a propósito de si nació en Beasain
o en Vergara el ínclito mártir guipuzcoano San Martín
de la Ascensión, de si su verdadero apellido fué
Loinaz o Aguirre, etc. etc. leímos, hace algún tiempo,
en los principales biógrafos del Santo, (1)
no recordamos haber encontrado en ellos, —... que por esto queramos
negar la posibilidad de que se nos pasase desapercibido —un dato
muy curioso que, por ser a juicio nuestro de interés superior
a aquellos y conducir mucho más que los mismos a hacer
al bendito Mártir más amable y simpático,
no sólo a los guipuzcoanos sino hasta
a todo buen vasco en general vamos a divulgarlo por medio de esta
interesante revista, aceptando gustosos las indicaciones en tal
sentido de su digno Director. (2)
Dicho dato es el referente al hecho
curioso y singular de haber el Santo Mártir franciscano
mantenido correspondencia en vascuence con unos pocos vascos a
propósito de los preludios del martirio, que ya había
empezado él a gustar para cuando aquellos le fueron a visitar
estando ya apresado en su misma residencia de Osaca, y cuyas vicisitudes
ulteriores fueron la causa promotora de dicha correspondencia
en Vasco por si caía en manos enemigas.
Nada nos ha costado
el hallazgo de dato tan interesante, pues sencillamente lo hemos
leído y recogido en el Archivo Ibero-Americano, revista
bimestral histórica, que dirigen y editan en Madrid (Cisne,
12, -8.) los PP. Franciscanos, en la pág. 65, del núm.
XLVI (Julio-Agosto de 1921), hacia la mitad del documento 25 de
los de la serie titulada «Persecución y Martirio de los
Misioneros Franciscanos del Japón» que viene publicando,
hace años, el P. Fr. Lorenzo Pérez, del convento
de Pastrana. Afortunado investigador de archivos
y bibliotecas y exhumador fiel y exacto de multitud de documentos
que, además de editar, los ilustra al mismo tiempo con
oportunas citas correlativas de otros escritos más o menos
conocidos. (3)
El tal documento,
exactamente copiado del MS. (sig. 68-I-391 del Archivo de Indias
de Sevilla) lo constituyen nueve folios de 300+193 mm. y, reproducido
por su copiante el expresado P. Lorenzo Pérez en las págs.
54-75 del indicado número XLVI del «Archivo Ibero-Americano»,
lleva este epígrafe: «Relación del biaje del galeon
San Phelipe, de Su Majestad; arribada que hico al Japon y su pérdida
y lo mas que a sucedido. Año 1596». Fué escrito
por uno de los siete españoles que después del naufragio
subieron a Osaca con su Jefe el General Landecho y visitaron allí
a San Martín de la Ascensión en cuya compañía
pasaron precisamente la Noche-Buena de 1596, última del
esclarecido mártir guipuzcoano.
Pues bien, he aquí textualmente
copiado del documento dicho, casi a su mitad, el pasaje que nos
descubre el dato, tan curioso, simpático e interesante,
de la correspondencia en vascuence de San Martín de la
Ascensión con los vascos de la comitiva de Landecho, llegados
a Osaca el 22 de Diciembre «como a las 9 de la noche, muy miserables
y aflixidos».
««Así como
llegamos (dice el relator)nos lleuaron a la cocina todos, donde
nos hiçieron lumbre para calentarnos, que no lo tubimos
a poco regalo; y estándonos calentando, llegó un
mayordomo del... Congami (algún sugeto de autoridad local)a
decirnos que si queríamos negociar bien, que no tratásemos
con el Conbaco-çama (otro personage de mayor autoridad
por lo visto) por yntercesion de los Padres de San Francisco,
porque estauan pressos por su mandado, para crucificarlos...».
«Pues sauido lo que pasaua, .... pedimos de merced al Chongami
(sic) que nos dexase yr a nuestra yglesia, el qual nos lo concedió,
donde fuimos con propósito de confesar y comulgar; y fuimos
a la dicha yglesia a los 24 del dicho (Diciembre), lleuándonos
con guarda el ACUNI de la tierra, que llaman así al gobernador,
con mucha copia de jente, como a las onze del día, y allamos
al bendito FRAY MARTIN DE AGUIRRE preso con 12 hombres de guardia:
y como nos dexaron aquella noche con él encerrados, nos
añadieron otros 8, de manera que heran 20. Reciuionos el
bendito (Padre) con arto goço aunque por otra parte derramaua
muchas lágrimas de uernos tan miserables, desnudos y descalcos,
en lo más recio del ynbierno, que no podíamos poner
los pies en el suello. Pasamos aquellanoche y otro dia ablando
y a rratos llorando con el bendito Padre y con sus japones christianos
y predicadores, y allí nos confesamos, y a la Misa del
Gallo comulgamos, y como hombres que sólo tratauan de
ponerse bien con Dios por el peligro que beíamos a los
ojos, todos nos despedimos allí vnos de otros, pidiéndonos
perdon con artas lágrimas, rrogando a nuestro Señor
nos diese saluación a las almas»». (4).
««Pasado esto, otro dia, estando
comiendo vn poco de arroz cocido con agua de longaniça,
que el Padre Guevara tenía por grandísimo rregalo,
entró Christobal del Mercado, que benía de Meaco,
donde estaua preso con los otros Padres de San Francisco desde
que fué con el presente, y nos dió por nueuas que
los Padres estauan sentenciados a cortar las orejas y arrastrar
por las calles con sogas a las gargantas juntamente con 20 japones,
porque predicauan la fee de Christo, que despues desto los lleuasen
a Nangasac, 100 leguas de allí... y para que se publicase
su delito, asta aquel lugar los lleuasen presos públicamente
con la sentencia escrita por delante en vna tabla: y qve de nosotros
no sauía que se hauía de hacer. Nueua de arta tribulacion
para todos.»»
««Y LUEGO SE ACORDO QUE SE ESCRIUIESE
VNA CARTA EN BASQUENCE AL DICHO PADRE FRAY MARTIN, PORQUE
NO LA TOMASEN Y LEYESEN, COMO SE AUIA HECHO ANTES CON ALGUNAS
PERSONAS: DE LA QUAL TUBIMOS RRESPUESTA EN LA LENGUA BASQUENCE,
EN LA QUAL NOS ESCRIUIMOS OTRAS, AUISANDONOS DE MUCHAS COSAS;
pero poco duró el contento al Santo barón: porque
le lleuaron, a primero de Henero de 97, como a las 10 de la noche,
con muchas guardas y centinelas, en vn cauallo, para el Meaco,
donde estaua el santo Comisario Fray Pedro Bautista con los demás
Padres. Y a los dos del dicho mes comentaron a executar la sentencia,
y les cortaron a cada vno dellos y a sus 18 predicadores la vna
oreja, y los arrastraron por las ciudades de Fuximen y Meaco,
con su pregon, publicando el dicho delito de su culpa.»»
Hasta aquí
el relato consabido, y en cuyo último párrafo las
primeras líneas que hemos cuidado de subrayar habrán
hecho patente a nuestros lectores el rasgo verdaderamente simpático
de contestar San Martín como buen patriota vasco en su
nativa lengua euskara a las varias cartas que en la misma le dirigieron
algunos de sus huéspedes de Navidad a raiz casi de su despedida,
previsto el funesto desenlace de su prisión. Difícilmente
se hallará rasgo semejante en ningún otro de los
Personages Históricos de nuestro país, a excepción
tal vez del insigne Garibay de quien también se conocen
sus refranes vasco-castellanos; por esto creemos que no solo no
les extrañará ya a los lectores el dictado de «Santo
Vascófilo »que le hemos dado en el epígrafe a nuestro
heroico San Martín, sino que hasta compartirán con
nosotros la idea de que en lo sucesivo cuantos se precien de vascos
amantes de su lengua deben
honrar y estimar al mismo con especiales demostraciones de amor
y cariño al estilo de los que por otro título le
profesan y se lo demuestran los de Beasain y Vergara.
Lástima que
así como nos ha llegado el conocimiento de la existencia
de esa correspondencia vasca entre nuestro Santo y sus exvisitantes
de Navidad, no nos llegasen también las cartas mismas en
su texto siquiera parcialmente; pues es evidente la suma importancia
de su conocimiento textual, más que por su asunto propio,
probablemente circunstancial, por su dialecto o forma literaria,
para la resolución poco menos que inequívoca y decisiva
de la secular controversia sobre la verdadera patria chica del
Santo. En efecto como en el caso del apóstol San Pedro,
descubierto como Galileo, a pesar de sus protestas, por su lenguaje
de tal en el tan conocido pasage de la Pasión, el dialecto
de las cartas del glorioso mártir guipuzcoano le hubiera
hecho descubrirse a sí propio, hijo de la una o de la otra
villa; tan distintos como son los giros, léxico, conjugación
etc. etc. de sus peculiares dialectos.
 | Estatua
y reliquia de San Martín de la Ascensión que
se veneran en la iglesia de San Francisco, de Tolosa. |
Pero desgraciadamente,
por lo menos hasta ahora, no es esto posible; ya que el buen P.
Lorenzo Pérez, que con tanto cuidado y cariño ha
trabajado y sigue todavía en la búsqueda de documentos
pertinentes a las Misiones del Japón, y tantos de ellos,
(de cartas, de relatos, etc.), de Misioneros y no Misioneros,
lleva publicados, hasta de lenguas extrañas como el portugués,
italiano, etc., incluso no pocas cartas castellanas de nuestro
San Martín, o dirigidas al mismo por otros, (por cierto
casi todas desconocidas entre nosotros), ni remotamente siquiera
ha dado a entender tenga pieza o trozo alguno, ni original ni
copia, de aquella correspondencia vasca, ni noticia de su paradero.
Sin embargo una nueva exploración en los archivos de su
Provincia Franciscana de Filipinas y en el de Indias de Sevilla
pudiera tal vez todavía conducirle a algún feliz
resultado; y óptimo servicio prestaría ciertamente
a este nuestro País Vasco si, en obsequio, más que
de éste, del Santo mismo, enfocase a tal objeto alguna
parte de su constante y benemérita labor investigadora.
Volviendo ahora de nuevo a los vascos
de la expedición de D. Matías de Landecho, visitantes
del bendito San Martín de la Ascensión en su prisión
de Osaca por Navidad de 1596 y promotores de la consabida correspondencia
mutua en vasco, veamos de puntualizar su personalidad, en especial
la del propio escritor de las cartas al Santo.
Ante todo damos de
barato que el Jefe D. Matías de Landecho, a pesar del marcado
dejo bilbaíno de su apellido, no fuese vasco, porque de
serlo, creemos que, al escribir, desde el Japón todavía,
a Manila, a doña Mariana Soto, su esposa, (en carta que
ésta recibió el 16 de Mayo de 1597)c on referencia
a nuestro mártir, que era de la tierra del capitán
Juan de Arzega, también se hubiera
incluído a sí mismo como conterráneo de aquél;
a menos que, contra la costumbre general de aquel tiempo, hubiese
querido distinguir entre Vizcaíno y Guipuzcoano. (5)
En cambio, de sus
siete compañeros de expedición debieron ser vascos,
a juzgar por sus apellidos, el agustino P. Fr. Diego de Guevara,
de procedencia alavesa, y el piloto Francisco de Landia,
alteración probablemente de Landa, Belandia, Erandio
u algún otro apellido semejante de
Vizcaya o Guipúzcoa, de cuyos puertos salían por
entonces, como también al presente, tantos intrépidos
marinos (6). Pero tanto
y más que ellos debió serlo el curioso y diligente
redactor y escritor, así del Relato de la expedición
como de las cartas en vasco para el Santo; pues, aunque permanece
anónimo en todo el Relato, contento con insinuarse hablando
en primera persona del plural las muchísimas veces en que
se le ve figurar, aparece en cambio bien al descubierto, con expresión
de su nombre, apellido, edad y cargo, (todo menos la patria que
era lo que para nuestro presente asunto casi más nos interesaba)
en el documento 29 de los de la serie del P. Lorenzo, publicado
por éste en las pags. 163-219 del núm. XLVII de
la revista A.I.A. tantas veces aquí citada, según
los Mss. 69-I-42 del Archivo de Indias de Sevilla y 13. 173 (fols.
148-208) de la Biblioteca Nacional de Madrid.
En efecto, en el tan
extenso cuanto curioso documento, que es nada menos que la «Información
de pedimento del Comisario de los Descalcos de las Philipinas
ante el Arçobispo dellas, en 25 de Junio de 1598; digo,
ante el Cabildo, Sede vacante, año 97. —De la Embaxada
y causa del martirio», desfila como primer testigo, entre los
14 que allí deponen, el aludido redactor y escritor del
relato expedicionario y de las cartas en vascuence, que resulta
ser y llamarse —ANDRES de ÇAÇOLA—, (págs.
174 y 178), de 28 años de edad, y escribano del galeón
San Felipe de Su Majestad. Y contestando a la cuarta pregunta,
dice entre otras cosas: (pág. 176) «que auiendo ydo este
testigo en compañía del general D. Matías
de Landecho a pedir a el dicho Combaco diese la hacienda que les
auía tomado, alló a los dichos Padres que estauan
presos en los dichos monasterios; Y SEGUN EL PADRE FRAY MARTIN
DE LA CONCEPCION (sic por Ascensión) LE DIJO A ESTE TESTIGO,
auía más de quinze o ueinte dias estauan en la dicha
prision por orden del dicho Combaco para los crucificar, porque
predicauan el santo Evangelio de Christo nuestro Señor;
por lo qual el dicho FRAY MARTIN LE SIGNIFICO A ESTE TESTIGO y
a los demás que con él yban, estaua muy contento
y alegre..... y así después de pocos días
que esto pasó, POR BILLETES QUE LOS DICHOS PADRES ESCRIUIERON
AL DICHO GENERAL, SUPO que por mandado del dicho Combaco
les auían cortado, en la ciudad de Meaco, parte de las
siniestras orejas, y arrastrádoles por la dicha ciudad
y de la de Fugime» etc...... Todo lo cual descubre evidentemente
el importante papel desempeñado en todo lo susodicho por
el curioso narrador Andrés de Zuazola. (7)
Muy poco vivió ya el Santo
Fr. Martín después de sus respuestas en vasco a
las cartas en ídem de su simpático paisano; pues
es cosa averiguada que murió crucificado y atravesado de
parte a parte por dos lanzas, al igual que sus compañeros,
22 Franciscanos y 3 Jesuitas, el día anterior de Santa
Agueda, 4 de Febrero de 1597.
Pero ni aún
así parece que cesaron las muestras de cariño de
nuestro Santo para con su patria; pues consta también por
otro documento, reproducido por el P. Lorenzo Pérez en
el núm. XLVI págs. 88-101 de la tantas veces aquí
citada revista AIA (Julio-Agosto, 1921) que, al año del
martirio, en 1598, el Padre Franciscano que lo redactaba en la
Provinccia de San Diego de México, tenía ya en su
poder una reliquia, «la argolla (dice) que yo tengo para dar en
Madrid, en nombre de la Provincia a Don Juan Iaquer, que
es del santo Fray Martín, su maestro» (págs. 98-99).
No sabemos hasta
ahora quien sería este sujeto, por una parte tan considerado
de toda una Provincia, y ella de Méjico, y por otra tan
joven al parecer que se le supone discípulo del Santo,
siendo así que éste salió de España
para allá a primeros del año 1593, sacerdote novel
de 25 a 26 de edad sin haber ejercido profesorado alguno y menos
de seglares. Pero lo insólito de estas circunstancias y
del apellido Iaquer, que ni español parece siquiera,
nos sugiere la sospecha de si de nuevo tenemos aquí alguna
otra alteración de apellidos, escribiéndose Iaquer
o Iaguez, el que pudiera ser Idiaquez (Iaquez por
contracción). Por aquel tiempo suponía muchísimo
en Madrid el gran estadista guipuzcoano D. Juan de Idiaquez, Secretario
de Estado de los dos Felipes II y III, Presidente del Consejo
de Ordenes etc., etc., y... ¿no pudo tal vez ser este el D. Juan
Iaquer favorecido con la reliquia de San Martín
de la Ascensión, su paisano, conocido y hasta amigo tal
vez, ya que no «su maestro»? «Quærendo dicimus, non sententiam
præcipitamus» como a otro propósito decía
el Gran San Agustín.
Pero ya que no ésto, sí
es absolutamente cierto que el año 1636 fué enriquecido
este convento de San Francisco de Tolosa, donde escribimos estas
líneas, con una insigne Reliquia de nuestro San Martín
de la Ascensión, a saber, el hueso comúnmente llamado
«espaldilla», por el Rmo. P. Fr. Pedro de Urbina, Comisario
General de los Franciscanos españoles y Cismontanos y años
después Obispo de Coria, mediante patente de autenticidad
suscrita por el mismo y legalizada por el numeral de esta villa
de Tolosa con fecha 6 de Octubre del citado año, y de la
que en el Archivo Provincial de la misma (Sec. IV. Neg. I. Leg.
16) he visto una copia también autorizada, pero ya muy
carcomida en gran parte y apenas utilizable por ende.
Esta importante reliquia,
que mide 160 por 60 mm., es un precioso hueso que, redondeado
y algo retorcido en su arranque, se ensancha luego enseguida en
forma aplanada y cóncava hacia el centro, acabando en bordes
muy delgados en uno de los cuales se ve compuesto un trozo pequeño.
Está montada sobre cartón forrado con una rica tela
de hilos de oro y seda encarnada, y adornada de florecitas artificiales,
de tela también, que ocultan las presillas y enlaces de
sujeción del armazón y la reliquia por medió
de un cordoncillo de seda encarnada cuyos nudos en el reverso
están, al propio tiempo que ocultos, asegurados de toda
falsificación con abundante lacre sellado en todas direcciones
con un escudo de arzobispo muy bien estampado y clarísimo
en todos sus detalles. Una gran teca de plata de forma circular
prolongada de 205 por 145 mm. en sus dos ejes, con su correspondiente
cristal, encierra tan preciosa Reliquia, llevando en los bordes
una cenefa de plata sobredorada de 8 mm. que en sus cuatro puntos
céntricos lleva grabada de letra bastante crecida la siguiente
inscripción cuadripartita, intercalada con delicados dibujitos
también grabados: ««S. MARTINI AB /ASCENTIONE
(sic) / DE LOINAZ /MARTJRIS». (sic).
Para su guarda tiene el relicario
descrito su estuche especial que es, un cofrecito de madera, un
baúl en miniatura, con su tapa abovedada, su cerrojito
y manilla de hierro, su interior, empapelado hoy de blanco pero
antiguamente de papel impreso en inglés del que quedan
todavía algunos restos; y todo él por el exterior
forrado de cuero, color castaño con bonitos dibujos en
oro grabados en el frente y tapa.
Durante más de 80 años
que han estado ausentes del convento de San Francisco de Tolosa
los PP. Franciscanos, han conservado muy venerada esta santa Reliquia
las Religiosas Clarisas de esta villa hasta que, reintegrados
ya aquéllos recientemente en su antiguo templo, recuperaron
también esta preciada joya; y desde entonces el día
5 de Febrero de cada año, fiesta del glorioso mártir
San Martín de la Ascensión y de sus compañeros,
se da a venerar tan sagrada Reliquia a los fieles arrodillados
ante la graciosa y bellísima estatua del mismo que se venera
en el altar y capilla de la Virgen de Aránzazu con San
Ignacio en la mencionada iglesia de San Francisco de Tolosa.
Ignoramos si hubo
y hay otras reliquias de este preclaro mártir guipuzcoano
en algunas otras iglesias de la provincia, fuera por supuesto
de las dos villas consabidas de Beasain y Vergara que seguramente
las tendrán; pero sí nos consta en cambio que hay
cuadros, relieves o estatuas del mismo en las
parroquias de Beasain, Vidania, Lazcano, Vergara y otras que no
recordamos ciertamente, como las de Segura, etc. , y que antiguamente
tuvo también culto público con altares o imágenes
(8) en iglesias de San
Sebastián, Tolosa, Vitoria y aún Burgos, a pesar
de no ser todavía entonces canónicamente más
que Beato y no Santo Canonizado; título este último
que por fin le fué reconocido solemnemente por la Iglesia
el año 1862 en que fué canonizado y proclamado como
tal por el soberano Pontífice el Gran Pío IX.
Efeméride
tan gloriosa para nuestro San Martín como honrosa también
para su Provincia y villa nativas, se festejó en la primera
con especiales regocijos públicos y con solemnes funciones
de iglesia; siendo en este
punto la más grandiosa la que, (según referencias
orales de algunos ancianos y que hasta el presente no hemos logrado
comprobar documentalmente ni ampliar con detalles de más
testigos), por acuerdo de las Juntas de la Provincia y a costa
de ésta, se debió celebrar en esta iglesia de San
Francisco de Tolosa, iluminada espléndidamente hasta en
los arcos de sus 6 capillas laterales.
Por su parte también las villas
de Vergara y Beasain se esmeraron lo indecible en celebrar dignamente
la gloriosa apoteosis de su presunto hijo ya canonizado, con cuyo
motivo intensificaron todavía más sus siempre ardientes
anhelos y oportunas gestiones oficiosas en orden a la consecución
de la exclusiva para sí del derecho al concepto y título
de Patria feliz del bendito San Martín de la Ascensión;
santa porfía que siguen manteniendo todavía como
demandante la primera y demandada Beasain, que alega en favor
suyo y de su derecho recientes decisiones de la Suprema Curia
Romana.
Al margen, por fortuna, nosotros
de tan debatida cuestión, vamos a terminar este nuestro
modesto estudio sobre el vascofilismo del insigne mártir
guipuzcoano, que aparece tan claro en el ocaso de su vida mortal
y en el consiguiente culto que parte de sus sagrados despojos
o Reliquias recibieron en esta su tierra, con la declaración
de que a nuestro juicio, la mejor y más lógica Consecuencia
práctica que se deriva de cuanto hasta aquí
hemos expuesto a propósito del edificante y hermoso ejemplo
patriótico que nos dió a todos de expresarse
en vasco cuando se le ofreció ocasión, es la
de que: 1.º) cuantos nos preciemos de vascos, debemos imitarle
en el uso y empleo de nuestra lengua nativa, de palabra y aún
por escrito, dentro y fuera del país, cuando prudentemente
y sin faltar a las leyes de la urbanidad se pueda y crea conveniente:
y 2.º) que, además de proclamarse solemnemente en el próximo
Congreso Vasco Guernica a este nuestro «Santo Vascófilo»
San Martín de la Ascensión, Patrono especial
de los Vascófilos; los organismos culturales del País,
a saber; La Sociedad de Estudios Vascos, La Academia de la Lengua
Vasca, La Junta de Cultura Vasca, Las Revistas y demás
publicaciones Vascas festejen cada año el día de
este su Santo Patrón, que en esta diócesis de Vitoria
es el 5 de Febrero, de modo más o menos ostensible, pero
siempre apto para el logro del patriótico fin de avivar
en el pueblo vasco el amor práctico de su lengua nativa
mediante el amor y la imitación del Vascófilo
San Martin de la Ascensión.
¿Tendrán acogida
en el país tan patrióticas aspiraciones? Lo ignoramos.
Doctores y Directores tienen, y muy competentes por cierto, los
indicados organismos culturales de aquél, que lo sabrán
responder. Pero sea la que
fuese esta su respuesta, (aunque mucho mejor naturalmente, si
es favorable, como es de esperar de su religiosidad y patriotismo),
sólo con haberla provocado con la exposición de
sus motivos, tan simpáticos y honrosos en la persona de
un Santo, como ejemplares para todo buen vasco, da por bien empleados
sus desvelos y labor presentes el modesto autor de estos ligeros
apuntes.
Fr. Juan Ruiz de Larrinaga. o. f. m.
(1)
ALCALA, (Fr. Marcos). —«Vida maravillosa de San Martín
de la Ascensión y Aguirre». Madrid, 1739, un tomo de
363 págs. en 4.º; X. —«Notas al Manifiesto de la villa
de Beasain, Madrid, 1741; TORRUBIA, (Fr. José). — «El
Hijo de Beasain», Madrid, 1742, un tomo de 250 págs.
en 8.º; BAZTERRICA Y OZAETA (D. Agustín y D. Hipolito).
—«Nueva demostración del derecho de Vergara, Madrid.
1745. Un tomo de 441 págs. en 4.º; DORRONSORO (D. Miguel)
«Breve Reseña de ... Beasain». San Sebastián,
1862, un folleto de 162 págs. en 4.º; UNANUE (D. Juan
Cruz). —«Apuntes sobre la controversia» Vergara, 1862, un
foll. de 128 págs. en 4.º (VOLVER)
(2) Compuesto ya este artículo, vemos
que Bazterrica, en la página 330, cita este
dato, pero sin darle gran importancia. (VOLVER)
(3) Sólo con los documentos que lleva
publicados en la revista citada en el texto se han formado
y puesto a la venta, en 32 pesetas, 5 tomos de cerca 1. 000
págs. en 4.º entre todos, y de los que los tres primeros
tratan del «Origen de las Misiones Franciscanas en el Extremo
Oriente con Cartas y Relaciones del Japón» y los dos
últimos, mas otro tercero en curso de publicación,
de las «Persecuciones del Cristianismo en el Japón».
Todos estos tomos son de grandísimo interés
y casi indispensables para los amantes de la verdad histórica
de las Misiones Católicas del Extremo Oriente; historia
que ya desde la publicación de todos esos originales
del Archivo de Indias de Sevilla y de otros similares aparece
expurgada unas veces de no pocos errores e ilustrada otras
según verdad en muchos puntos oscuros. (VOLVER)
(4) En informaciones jurídicas hechas
por este escritor y por varios de sus compañeros expedicionarios
que acaba de publicar (Enero-Febrero de 1922, escrito ya este
artículo) el P. Lorenzo Pérez hallamos que se
confesaron con S. Martín y que de su mano comulgaron.
(VOLVER)
(5) Si no vasco de nacimiento, pudo muy bien
serlo de origen, hijo o nieto de alguno de los muchos marinos
v traficantes vascos que a raíz del descubrimiento
de las Indias, se establecieron en puertos andaluces y sobre
todo en Sevilla. La manera de escribir el apellido del capitán
no en la forma «Alzega» que es la auténtica vasca,
sino en la de «Arzega» como lo pronunciarían los andaluces
que generalmente hacen «r» la «l» media entre la vocal «a»
y otra consonante, nos sugiere la apuntada presunción.
En la repetida revista «Arhivo-Ibero-Americano» núm.
XLV., págs. 332-3 reproduce el citado P. Lorenzo Pérez
un buen trozo de la Carta de D. Matías de Landecho
a su esposa sobre las peripecias de su accidentado viaje y
el martirio de nuestro Santo y de sus compañeros. (VOLVER)
(6) Escrito ya este artículo, acabamos
de recibir el núm. XLIX. (Enero Febrero, 1922) de la
revista A.I.A. con la continuación de los artículos
del P. Pérez sobre esta materia y en los documentos
30 y 31, hallamos nuevas «Informaciones jurídicas sobre
las causas etc. del martirios de nuestro Santo, practicadas
en la Curia Eclesiástica de Manila por Junio de 1597
y 1598, y en una de ellas, repetidas veces se consigna que
el verdadero apellido de este marino, Piloto Mayor, era Olandía,
a la sazón (1597) de 43 años y residente
en Manila, según confesión propia, confirmada
por varios otros de sus compañeros de expedición
que depusieron también como este Olandía
en dichas informaciones, y cuyos nombres y apellidos se
nos dan a conocer allí mismo, a saber: (además
del Jefe Landecho y del Agustino P. Guevara) el P. Fr. Juan
Pobre, Franciscano, Diego de Baldés, Pedro Cotelo de
Morales, Alferez, un intérprete japonés, Bartolomé
Rodríguez Rangel, que se les agregó en el camino,
y el autor de la relación del viaje de que hablaremos
más exprofeso enseguida. Dichas Informaciones están
tomadas por el P. Pérez de sus correspondientes mss.
del Archivo de Indias (núm. 68-I-42) y de la Biblioteca
Nacional de Madrid (núm. 13. 173. fols. 294-324). (VOLVER)
(7) Desechado absolutamente por corrompido
e inaceptable el apellido Çaçola del
documento, lo habíamos sustituido por este de Zuazola,
como el más parecido a aquél, cuando ha
venido a darnos la razón el último número
de la revista A.I.A. correspondiente a Enero-Febrero, 1922;
pues en varias partes de las dos Informaciones jurídicas
que trae de nuestro asunto aparece nuestro buen Andrés,
el escribano, con su legítimo apellido Zuazola,
si bien no siempre exento de alguna alteración,
a saber: Çauçola, Çuaçola,
Suaçola. Sus declaraciones en estas dos Informaciones
son también muy amplias, terminantes y precisas, como
en la primera a que habíamos aludido en el texto; y
lo hubieran sido todavía más, si al contestar
a varios de los puntos del Interrogatorio, no se hubiera remitido
a lo que tenía depuesto y declarado en aquella primera
Información. Al declarar su edad, en una de las nuevas
Informaciones se remite a lo consignado en la primera, pero
en otra aparece con 32 años, cuatro más que
en aquélla, de modo que en una u otra hay evidentemente
algún «lapsus linguae o calami». También son
por el estilo bastante amplias las declaraciones de sus compañeros
de expedición Olandia, Baldés, Cotelo y Rangel,
conformes del todo con los de aquél. (VOLVER)
(8) De su advocación. (VOLVER) |
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