"Este
Calendario-taco lleva desde sus inicios el nombre de "Arantzazuko
Andre Mariaren Egutegia", "Calendario de Ntra. Sra.
de Arantzazu". Su última edición corresponde
al año 2002. Según puede leerse en su portada, muchísimos
vascos lo han acogido en su casa a lo largo de 56 años.
Por tanto, uno
de los mayores méritos de este Egutegi publicado por los
franciscanos, es el perdurar durante tantos años, suministrando
cada mañana al lector vasco de a pie su pequeño
"desayuno" en euskara.
Conviene aclarar,
por otra parte, que se trata de una aportación más,
uno de los variados retoños del árbol franciscano
vasco. Ya en el siglo XIX, antes de la exclaustración,
había escritores franciscanos vascos de renombre, como
el Padre Pedro Antonio Añíbarro, el Padre Juan Mateo
de Zabala y otros. Una vez que fue restaurada la Provincia franciscana
de Cantabria en 1886, y sobre todo conforme avanzaba el siglo
XX, surgieron nuevos escritores vascos entre los franciscanos,
como los Padres Crispín Beobide, Antonio Arruti y José
María Azkue.
En 1921 se fundó
la revista "Aranzazu" (actualmente, "Arantzazu"),
y su publicación comenzó el año siguiente.
Y es en torno a esta revista como fueron madurando antes de la
guerra civil no pocos escritores vascos franciscanos, tales como
los Padres Basilio Guerra, Angel Madariaga, Ignacio Omaetxebarria,
Demetrio Garmendia, Julián Alústiza, etc. En concreto
fue I. Omaetxebarria quien poco antes de la contienda publicó
con bellos textos en euskera el primer Calendario de pared llamado
de Ntra. Sra. de Aránzazu.
En torno a la guerra
civil y a continuación de ella, fue creciendo y robusteciéndose
entre los franciscanos cántabros el plantel de escritores
vascos, entres los que cabe citar a los Padres José A.
Gárate, Cándido Izagirre, Salbatore Mitxelena, Eugenio
Agirretxe, Carmelo Iturria, Luis Villasante y otros.
Aquellos años
de la postguerra fueron calamitosos tanto para los vascos como
para la cultura vasca. Acuciados por los votos hechos durante
la guerra y por los sufrimientos postbélicos, muchísimos
vascos se encaminaron de nuevo a Arantzazu, para que la Amatxo
los sanara en cuerpo y alma. Y ¡cómo supo Ella realizar
su labor materna!
Fue precisamente
entonces cuando los franciscanos –llamados también frailes
de Arantzazu–, haciéndose eco del nuevo clima surgido en
torno al Santuario y con el fin de mantenerlo vivo, crearon el
Calendario de la Virgen, una de las primeras publicaciones vascas
que se atrevió a salir a la calle después de la
guerra. Siguiendo la ruta que había abierto Isaac López
Mendizabal, el azcoitiano Padre José Antonio Gárate,
ayudado de un equipo, publicó en 1947 en dialecto guipuzcoano
el primer número del Calendario-taco de Arantzazu. El mismo
Padre Gárate dirigió el nuevo Egutegi a lo largo
de 22 años, legándonos a continuación una
crónica pormenorizada de aquellos tiempos.
El P. Teófilo
Arzalluz, lleno de ilusiones, preparó una primera edición
del Egutegi de 40.000 ejemplares. Tras realizar innumerables recorridos
(el P. Gárate con su moto Lambretta, y el P. Garmendia
visitando los caseríos ayudado de su "astotxo"...),
lograron vender la mitad de los tacos. En años sucesivos
bastaron 25.000 ejemplares para atender a la demanda existente.
Durante los primeros
años, este Egutegi en dialecto guipuzcoano se distribuía
por todo el País Vasco, naturalmente en Guipúzcoa
y Navarra, pero también en Vizcaya y Alava. Una buena porción
de los Egutegis se vendía en ultramar, a petición
de los vascos y de los misioneros euskaldunes diseminados por
tantos lugares (a título de ejemplo, llegaron a enviarse
200 ejemplares a la Argentina, y otros tantos a Méjico).
A partir de 1952,
un equipo de jóvenes franciscanos emprendió la publicación
del Egutegi también en dialecto vizcaíno, siendo
su primer director el ajanguiztarra José A. Obieta. La
primera edición fue de 1.000 ejemplares, pero en el transcurso
de los años llegó a alcanzar una tirada de 8.000
calendarios. Fue sobre todo el P. Sabin Zubieta quien soportó
las fatigas de su difusión por no pocos pueblos de Vizcaya.
Tras 29 ediciones del taco vizcaíno, a falta de suficientes
colaboradores y por el deficit que generaba, dejó de publicarse
en 1981, tomando la alternativa sacerdotes y carmelitas vizcaínos.
Quien desee conocer
al detalle las vicisitudes del Egutegi de Arantzazu, puede disponer
cómodamente de la siguiente ayuda bibliográfica:
Iñaki Beristain, Arantzazuko Andre Mariaren Egutegia
50 urtez etxeko (Rev. Cantabria Franciscana, Enero, 1996),
Joseba Intxausti, Arantzazuko Egutegia (Rev. Cantabria
Franciscana, Julio, 1997) y la obra realizada en colaboración
ARANTZAZU euskal Santutegi bat XX. mendean. Un Santuario vasco
en el siglo XX, Arantzazu-Oñati, 2001.
El Egutegi de
Arantzazu, junto con las revistas internas de los diversos Centros
franciscanos vascos de formación, fue una escuela inmejorable
para que los estudiantes filósofos y teólogos de
Olite-Erriberri y de Arantzazu respectivamente se ejercitaran
en el euskara. Anteriormente, desde 1951, el Padre Imanol Berriatua
había sabido infundir a estos alumnos suyos del seminario
de Forua una verdadera pasión por el vascuence, continuando
con la labor el Padre Benito Mendia en Olite. De ese modo, los
jóvenes franciscanos vascos fueron colaboradores fervientes
del Padre José A. Gárate, y gracias a ellos se mantuvo
durante muchos años el Egutegi de Arantzazu.
Hay que consignar,
por otra parte, que esta pasión por el euskara de los jóvenes
franciscanos vascos hizo surgir hacia finales de los 50 el movimiento
de la revista Yakin-Jakin, siendo sus primeros atrevidos promotores
Iñaki Bastarrika y Fernando Mendizabal, estudiantes de
Teología de Arantzazu.
El Egutegi de
la Andra Mari ha experimentado diversos cambios en el transcurso
de los años. En primer lugar, en cuanto a su tirada. Conforme
iba siendo creciente el número de nuevas publicaciones
en vascuence, y según aparecían otros Egutegis en
euskara, el taco de Arantzazu fue descendiendo gradualmente de
25.000 ejemplares a 15.000, y a los pocos años a 11.500.
Actualmente su edición se ha estabilizado en 10.500 ejemplares.
Otro de los cambios
ocurridos en el Egutegi se refiere al tipo de euskara empleado
en él. A partir de 1968, como consecuencia del famoso Congreso
de unificación del Euskara celebrado en Arantzazu, nuestro
Egutegi abrió gradualmente sus puertas al vascuence unificado
o batua, que comenzaba ya a cuajar. Y a medida que este
tipo de euskara "antiguo-renovado" se fijaba y robustecía,
el Egutegi de Arantzazu fue adentrándose más y más
por ese camino, no sin tener muy en cuenta que en su caso se trataba
de una publicación destinada al pueblo llano, y que su
distribución era diversa según las comarcas del
País.
El Egutegi de
Arantzazu ha ido cambiando también en cuanto a su aspecto
y formato. Durante un par de años (1978-79), por las dificultades
que presentaba su particular impresión y manipulación
como taco, se presentó en forma apaisada, con hojas semanales.
Pero en vista del escaso éxito, hubo de volver a su anterior
formato. En los últimos años se publica en tamaño
algo mayor.
Cuando el Padre
Gárate dejó la dirección de su Egutegi
(1969), pasó a manos de los estudiantes teólogos
de Arantzazu, y así continuó durante siete años.
En 1977, el encargo del Calendario recayó sobre el cegamés
Padre José Luis Zurutuza, que es quien sigue con dicho
cometido, valiéndose para ello de los distintos medios
informáticos.
En este último
periodo, El Egutegi de Arantzazu se ha esforzado en adquirir una
estructura equilibrada en su contenido: se van distribuyendo distintas
materias a lo largo de la semana, conforme a un plan previo. Se
presta una atención especial al tema religioso, y durante
todo el año cada domingo aparece normalmente un tema de
fondo, escogido especialmente y desarrollado según pide
la llamada Nueva Evangelización. El Egutegi se preocupa
también muy a menudo de la supervivencia del Euskara y
hace todo lo posible para sacudir a este respecto la somnolencia
de tantísima gente. Se tratan con frecuencia temas sociales
y ecológicos y no escasean las materias científicas,
cuidando siempre de no sobrepasar un nivel aceptable para nuestros
lectores. También tienen su lugar las anécdotas
curiosas, y por supuesto no falta el humor de los chistes. En
los dos últimos años, además, se ha enriquecido
el anverso de las hojitas dominicales con nuevos grabados, cedidos
gentilmente por el Verbo Divino de Estella (Navarra).
Como nuestro
Egutegi no aparece año tras año como fruto del azar,
he aquí la lista de los colaboradores que actualmente acompañan
al director-encargado: son los Padres franciscanos Iñaki
Beristain, Pello Zabala, Anastasio Esnaola, José María
Garaialde, Félix Bilbao, José María Lete,
José María Regillaga, José Antonio Gandarias,
Juan Antonio Barrena, Carlos Urbieta, Luis Esnal, José
María Zelaia, Pello Ezeiza. De las fatigas de la distribución
se encarga el azpeitiarra aita Patxi Agirre, ayudándole
en su labor el Padre Julián Letona.
El Calendario
de Arantzazu, Arantzazuko Andre Mariren Egutegia, recibió
el galardón Anton Abbadia-1996, creado por la Diputación
Foral de Guipúzcoa para premiar a las personas o asociaciones
que se han distinguido en tareas a favor de la normalización
del Euskara, y que fue concedido por vez primera en dicho año.
¡Ojalá
los amantes jatorras de Arantzazu y del euskara mantengan
vivo a nuestro Egutegi con su acogida cariñosa, para que
pueda alcanzar sus bodas de diamante y aún más allá,
por qué no! Que así sea, Amen. Joxe L. Zurutuza, Arendui, escritor,
traductor y organista |