Arantzazu
y su paisaje vegetal |
Guillermo
Meaza Rodríguez |
INTRODUCCIÓN
Si
algún rasgo define cabalmente a Arantzazu es la manifiesta
imbricación entre su pasado y su presente, y la articulación
armoniosa entre sus valores naturales y culturales. Tomando como
referencia y eje vertebrador el paisaje vegetal de la zona, se
ofrece una perspectiva bidimensional e interactiva espacio/tiempo
y naturaleza/cultura del entorno de Arantzazu. De acuerdo con
ello, consideramos de la máxima importancia atender a los
aspectos etnobotánicos, frecuentemente soslayados o minusvalorados
frente a los naturalísticos, pero que coadyuvan a explicar
la estructura y dinámica de los sistemas y paisajes vegetales.
Dichos aspectos culturales y, en general, las pautas de manejo
pretérito y actual de los paisajes vegetales se encuentran
íntimamente relacionados, incluso condicionados, por la
relación perceptiva del hombre respecto a la vegetación.
Por otra parte, la diagnosis natural y cultural de la vegetación
para su evaluación con fines, principalmente, conservacionistas
resulta un importante instrumento para la ordenación y
gestión territorial.

Hoy por hoy, las
actividades más emblemáticas del entorno de Arantzazu
están conociendo notables transformaciones. La declaración
de la Sierra de Aizkorri como Parque Natural y su inclusión
en la Red Ecológica Europea ha de contribuir a racionalizar
el impacto de estos cambios, teniendo por objetivo, conforme a
las directrices de los planes comunitarios para las zonas de montaña,
la armonización de los usos y gestión tradicionales
con la sensibilidad y exigencias de los nuevos tiempos en un enclave
de múltiples atractivos naturales y culturales. (INDICE)
1. LOS BOSQUES
La jurisdicción
potencial del hayedo se extendería a la práctica
totalidad del entorno de Arantzazu. Hoy por hoy, las manchas más
importantes, en sus versiones acidófila y basófila,
revisten las umbrías y roquedos de los principales cordales
montañosos circundantes. El haya (Fagus sylvatica)
desarrolla un vuelo arbóreo tan tupido que llega a ser
prácticamente monoespecífico. El efecto de pantalla
lumínica del dosel superior limita el desarrollo del sotobosque,
apenas revestido de especies que se ven obligadas a adaptar sus
estrategias y ritmos vitales al corto intervalo de tiempo que
media entre el fin del período frío y el cierre
primaveral del dosel superior.
El pastoreo y la
explotación forestal (aprovechamiento ancestral de leña,
hojarasca y fruto; carboneo) dibujaron las líneas maestras
del proceso regresivo del hayedo, sustituído por matorrales
y pastizales. Aunque el estado actual de los hayedos del entorno
de Arantzazu es, en líneas generales, aceptable, su elevado
interés de conservación, sobre todo el de los rodales
más maduros, hace imprescindible regular los niveles de
extracción maderera y controlar el pastoreo y excesivo
tránsito del ganado.
En el entorno inmediato
de Arantzazu se advierte la presencia de robledales de roble pubescente
(Quercus humilis) -hibridado con su congénere el
quejigo (Quercus faginea)- y, en cotas bajas, del roble
pedunculado (Quercus robur). El robledal de pubescente
(solanas de los barrancos de Arantzazu-Araotz) configura una formación
pluriestrata, por lo general abierta (bosque-matorral); el de
pedunculado (jirones dispersos en Madinamendi, Gesaltza, Azpilloste),
por su parte, presenta un vuelo que puede alcanzar porte y cobertura
notables, mientras que a nivel del suelo abundan los tocones,
testigos de talas antiguas y recientes.
Si la integridad
de los robledales de roble pubescente ha sido históricamente
afectada aún poseyendo un interés maderable nada
más que discreto -era destinado al carboneo y leña-,
los de roble pedunculado han sufrido una degradación aún
mayor. Los requerimientos de la industria ferrona y naval fueron
los principales determinantes de su esquilmación; pero
los mermados remanentes sufrieron, ya en el siglo actual, el golpe
definitivo con la proliferación de plantaciones forestales.
Dado que el grado
de interés natural y cultural de estos bosques, sobre todo
del robledal de roble pedunculado, alcanza muy alta calificación,
se hace ineludible arbitrar y aplicar medidas que garanticen su
recuperación y, en su caso, restauración. (INDICE)

2.
LOS MATORRALES Y PASTIZALES
Los matorrales asociados
a los hayedos y robledales acidófilos están protagonizados
por la landa de brezo, arándano, argoma y helecho, que
ocupa amplias parcelas en el entorno de Arantzazu (cotas altas
de Urkilla-Artia; entre Enaitz y Duru-Malla). En el ambiente de
hayedo basófilo y robledal de roble pubescente ese mismo
papel lo ejercen los espinales-zarzales (pequeñas manchas
en el entorno del Santuario y del barranco de Araotz, de gran
valor simbólico -"Arantzazu"-), y, sobre todo, la landa
calcícola de brezos, enebros y genistas. Los avellanales,
por su parte, se instalanen las barranqueras pedregosas
de Arantzazu-Araotz.
En lo que atañe
a los pastizales, la visita estacional del ganado conformó
en las cotas altas la emblemática pradera montana de diente
(las "campas" de montaña), que tiene su más
cumplida representación en los majadales entre Oltza y
Gorgomendi. En zonas bajas del entorno inmediato de Arantzazu
y Araotz el antiguo paisaje de bosque ha sido transformado por
la mano del hombre en uno de los elementos más genuínos
de la campiña atlántica: los prados de siega y diente.
Todos ellos presentan
manifiesto interés de conservación: los matorrales
porque, además de cicatrizar y contornear, en muchos casos,
los claros y lindes de las manchas forestales, constituyen etapas
previas y remanentes de muchas de las especies propiamente forestales;
los pastizales, porque configuran uno de los elementos clave del
paisaje mosaical de la campiña atlántica, en general,
y del entorno de Arantzazu, en particular. (INDICE)
3.
LAS PLANTACIONES FORESTALES
El paisaje vegetal
de Arantzazu está, también, protagonizado por las
plantaciones forestales, principalmente de coníferas foráneas.
Una de las más utilizadas es el pino laricio (Pinus
nigra) y, en menor medida, el insigne o de Monterrey (Pinus
radiata=P. insignis). Ambas ocupan parcelas en las inmediaciones
del Santuario y umbrías de Urkilla-Artia. Con todo, las
más abundantes son las de alerce (Larix ssp.); en
tanto que las de abeto rojo (Picea abies) y abeto Douglas
(Pseudotsuga menziesii) tienen un presencia bastante reducida
(Malla).
Las plantaciones
de frondosas son, por el contrario, anecdóticas. De los
antaño ubícuos castañares (Castanea sativa)
no quedan sino restos dispersos y maltrechos (inmediaciones de
Araotz). Aparte de por el antiguo uso forrajero de sus hojas (ribazos
entre prados y junto a caseríos de Arantzazu-Araotz), son
de destacar, por su carácter simbólico-religioso,
las plantaciones de fresno (Fraxinus excelsior) junto a
las ermitas y bordeando los caminos serranos (Urbia).
Las
lleven a cabo la iniciativa privada o la pública, los requerimientos
inherentes al concepto de "explotación sostenible"
aconsejan arbitrar directrices de uso y gestión forestal
tendentes a compatibilizar rendimiento económico y preservación
de la dinámica natural. (INDICE)
4.
BIBLIOGRAFÍA
- ASEGINOLAZA, C. et al.
(1988): Vegetación de la Comunidad Autónoma
del País Vasco. Gobierno Vasco. Vitoria.
- AYERBE, E. (Edit.) (1980):
Mendiak. Montes de Euskal Herria Naturaleza y huella
humana. San Sebastián, Editorial Etor.
- AYERBE, E. (Edit.) (1989):
Ibaiak eta Haranak. Valles y ríos del País
Vasco. San Sebastián, Editorial Etor.
- MEAZA, G. et al.
(1997): Suelos, vegetación y fauna. En MEAZA,
G. y RUIZ URRESTARAZU, E. (Edit.): Geografía
de Euskal Herria. Tomo IV. Editorial Ostoa. San Sebastián.
- URZAINKI, M. A. (1990):
Comunidades de Montes en Gipuzkoa: Las Parzonerías.
Tesis Doctoral. Universidad de Navarra.
|
(INDICE)
Guillermo Meaza Rodríguez, Catedrático
de Geografía Física. Departamento de Geografía,
Prehistoria y Arqueología. Universidad del País Vasco
/ Euskal Herriko Unibertsitatea
Fotografías: Auñamendi y de la colección de
la Diputación Foral de Gipuzkoa Bertan-3 "Arantzazu
tradizioa eta abangoardia". Edorta Kortadi. Fotos: Antton Elizegi |