Este
año se cumplen 500 años desde que los franciscanos
fijaran su residencia en Arantzazu, aunque es posible que ya estuvieran
allí con anterioridad. Pocas veces han tenido nuestros
Institutos Religiosos una tradición tan larga.

Arantzazu
hacia 1890.
Arantzazu fue el
primer convento o monasterio de Gipuzkoa. Durante los primeros
años albergó a los frailes (1493), y poco más
tarde a los franciscanos, Hermandad que, tras haber superado todas
las malas épocas que han azotado al Santuario, sigue permaneciendo
en él. Tanto desde el punto de vista religioso como desde
el cultural, hay que señalar que los años más
productivos de Arantzazu se concentran en el recién despedido
siglo XX.
El pasado y presente
de Arantzazu se podrían resumir diciendo que se trata de
un Santuario cristiano, Mariano, ubicado en Euskal Herria y dirigido
por frailes franciscanos.
La construcción
del Santuario
En toda religión,
la historia referente a los santuarios siempre es larga. La definición
de los mismos como espacios para el encuentro de la realidad "misteriosa"
es también extensible al caso del Cristianismo, si bien
la historia de los Santuarios cristianos no comienza hasta el
siglo IV.
El
Santuario no sólo hace alusión al espacio, sino
también a la congregación de quienes se acercan
a él, a la amistad que se traba entre los peregrinos, y
al cúmulo de reflexiones personales que abocan en oraciones.
Como respuesta a
dicha tradición peregrina, durante los siglos XIX-XX se
construyeron junto a los Santuarios cristianos medievales otros
nuevos que siguen en pie y que se han convertido en objeto de
estudio de antropólogos e historiadores.
El actual mundo del
peregrinaje occidental adolece de una peculiar paradoja, ya que
no son sólo los creyentes quienes emprenden el peregrinaje,
sino también los no-creyentes, a sabiendas de que al final
del viaje les espera un Santuario. Es mucha la gente que, sin
ni siquiera pensar en la posibilidad de que pueda haber un "misterio",
se decide a recorrer el camino, repitiendo así la historia
del Peregrino sin Iglesia, de Jean Claude Bourlès.
Tal es la fuerza
que el peregrinaje ha cobrado en Europa que, por ejemplo, el Ministerio
de Transportes y Turismo de Francia ha contribuido a la edición
de un Guide des Pèlerinages (Fayard, 1996), y The
Penguin Press ha publicado el trabajo de investigación
de la judía seglar Ruth Harris, Lourdes: Body and Spirit
in the Secular Age (Oxford, 1999).
Es precisamente en
el mencionado contexto donde hay que localizar el caso del Santuario
de Arantzazu: en el mundo peregrino, en una sociedad laica, en
un camino recorrido conjuntamente por creyentes y no-creyentes,
y en una Euskal Herria muy cambiada desde el punto de vista religioso.
Precisamente ése
es el reto que tienen ante sí los franciscanos en Arantzazu,
para que desde el Santuario puedan ofrecer nuevas respuestas a
un nuevo mundo.

Arantzazu
hace unos 60 años.
La aportación de los franciscanos
En el seno de la
Iglesia Cristiana, los Santuarios han quedado con frecuencia en
manos de una determinada Orden o Instituto Religioso que se ha
hecho cargo de los peregrinos y de hacer respetar la devoción
hacia el Santuario. Tal ha sido el caso de Arantzazu, a partir
del siglo XV.
Una Orden puede realizar
múltiples aportaciones: dar cobijo a los peregrinos (hospedaje,
comidas, etc.), velar por la realidad "misteriosa" (figuras, reliquias,
etc.), educar al pueblo en la religión, dirigir las oraciones,
organizar el fervor peregrino, asegurar una relación permanente
con el Santuario, etc.
Una de las funciones
de los franciscanos de Arantzazu ha consistido en construir la
realidad física, ocuparse de su mantenimiento y proceder
a su reforma cuando ha sido preciso (no hay que olvidar los tres
incendios que han tenido lugar en el Santuario), funciones que
han requerido la colaboración tanto económica como
personal de los frailes y del pueblo.
La edificación
del Santuario implicaba erigir el edificio debidamente, embellecer
la Iglesia y desarrollar los medios espirituales, es decir, ofrecer
una cultura para que la religiosidad de los frailes y del pueblo
se encauzara por las vías más idóneas de
cada momento, ligada en todo caso a la sociedad vasca.
En Arantzazu siempre
ha reinado un gran espíritu de Fraternidad, especialmente
durante los siglos XVIII y XX, y más aún en el caso
de los aspirantes a fraile, que en 1960 llegaron a ser 173.
Los frailes han protegido
con especial esmero la religiosidad del Santuario, la vida creyente
de los peregrinos, ya que su tarea principal se traduce precisamente
en velar por los Sacramentos, la Predicación, la Oración
personal y por cada uno de los peregrinos. A lo largo de la Era
Moderna esta metodología se acogía a un programa
concreto que, sin embargo, ha sufrido varias modificaciones, entre
las cuales cabe señalar, en la segunda mitad del siglo
XX, la renovación de las costumbres y de las formas de
oración. Esta sería una de las aportaciones de los
franciscanos.
La principal aportación
de los franciscanos en lo que respecta a Arantzazu, e, indirectamente,
a todo el pueblo vasco, ha sido la de convertir la inicial pequeña
Ermita en un gran Santuario, entendiéndose por tal una
amplia congregación peregrina. La atracción que
este Santuario ejerce sobre los peregrinos se ha ido extendiendo
de generación en generación a través de todo
el territorio vasco de formas muy diversas, desde Álava
y Bizkaia hasta Lapurdi y Navarra. Lo que durante el siglo XVI
acontecía de un modo, sucedía de otro distinto en
los siglos siguientes. Es indudable que el siglo más débil
ha sido el XIX, y el más fastuoso el recién despedido
XX.
De entre todas las
Instituciones de la Iglesia Católica, la más popular
en Euskal Herria (así como entre los vascos de América)
ha sido la de los franciscanos, tanto en épocas de paz
como en otras más conflictivas. El pueblo ha sentido muy
hondamente los infortunios que han azotado al Santuario, como
es el caso del incendio de 1834 o de las desavenencias originadas
con motivo de la Nueva Basílica, momentos históricos
que volverían a repetirse (1622, 1881, 1886, 1818).
Además
del valor religioso que reviste Arantzazu, cabe citar la gran
labor de inculturación que se ha desarrollado en el Santuario,
euskaldunizando la actividad eclesiástica y participando
activamente en el ámbito cultural (Villasante sería
un buen ejemplo). De todo ello se da cuenta en la Historia de
Lizarralde y en el recién publicado libro Arantzazu.
Un Santuario vasco del siglo XX.
Desde el siglo XVI
Arantzazu ha contado con una Biblioteca y con una Sala de Estudio,
así como con un Coro, actividades que los frailes, a pesar
de vivir en plena montaña y lejos de la sociedad, siempre
han procurado mantener. Lamentablemente, la arquitectura y obra
plástica del Santuario se vieron seriamente dañadas
tras los incendios. A pesar de que no hayamos podido recoger la
totalidad del patrimonio de aquellos siglos, los frailes jamás
han dejado de velar por su conservación y mejora.
Al proceder a examinar
el viejo archivo del Santuario, J.I. Telletxea nos mostró
la antigua obra plástica, y J. Bagues nos dio a conocer
la obra musical del siglo XVIII. La pluma del historiador I. Monforte
se ha ocupado de explicar la arquitectura y pintura del siglo
XX (Oiza, Oteiza, Eulate, Basterretxea, Txillida, etc.), y fotográficamente
lo ha hecho A. Elizegi.
Desde la reforma
de la Hermandad en 1878, varios poetas vascos han ensalzado la
figura de Arantzazu, desde Arrese-Beitia hasta los más
recientes A. Arruti, S. Mitxelena y B. Gandiaga. A través
de las voces de Oskarbi, Lete y Mendibil, entre otros, el Santuario
ha quedado grabado en el corazón de la moderna canción
vasca. De este modo, el mundo "misterioso" de Arantzazu se visto
rodeado de poesía.
A raíz de
las celebraciones organizadas con motivo del V. Centenario, los
frailes y amantes de Arantzazu han fijado su mirada en el futuro
y han comenzado a gestar la "Sociedad de Amigos de Arantzazu",
con la finalidad de asegurar el futuro de este Santuario de Euskal
Herria (para cualquier información: adiskideak@arantzazu.org).
Joseba Intxausti, historiador
Fotografías: Publicación de la Diputación Foral
de Gipuzkoa "Bertan-3-Arantzazu tradizioa eta abangoardia"
y Enciclopedia Auñamendi |