En
este artículo quiero presentar algunas ideas claves sobre
las redes de apoyo o ayuda entre los emigrantes extranjeros, tomando
como referencia situaciones que se viven en el barrio de San Francisco
(Bilbao), explicadas por ellos mismos. Sus testimonios darán
respuesta a muchas preguntas que surgen ante imágenes de
gente que vive en este barrio:
Un marroquí
que trabajaba como mecánico y está en el mercadillo
de Portugalete: ¿cómo ha podido cambiar de oficio? ¿quién
le fió para empezar? ¿dónde guarda el género?
Una tienda de bisutería regentada por senegaleses: ¿cómo
se ha podido abrir? Un senegalés que vende por las calles
de Plentzia y Algorta, que no tiene papeles: ¿dónde se
aloja, donde come? ¿quién le alquila habitación?
Una mujer nigeriana que llega de noche y por primera vez a Bilbao,
sin dinero y sin gente conocida: ¿cómo busca lugar donde
dormir? ¿Cómo se hace entender si casi no sabe castellano?
Un joven eritreo que no cuenta con paisanos en
Bilbao, que no tiene familia, ni trabajo, ni papeles, y es solicitante
de asilo: ¿dónde pasa los días, las horas muertas?
¿a qué se dedica?

Vecinos del
barrio de Zabala. Foto: Archivo "Mujeres del Mundo".
Las redes de ayuda
o apoyo (1) son las que
dan respuesta a todas estas situaciones. Una ayuda que consiste
en respuestas cotidianas, que acogen a alguien cuando llega por
primera vez, le arropan, le incorporan al grupo y le permiten
empezar a trabajar. Tahar, de Marruecos, se ha encontrado muchas
veces en esta situación, y lo explica con claridad:
Muchas veces llegan
marroquíes, llegan de cualquier lado, de Madrid, de Murcia...
Buscan trabajo, o quieren ir hacia el norte... O llegan de Francia
y quieren volver a Marruecos... Llegan sin nada, muertos de
hambre, llegan sin papeles, sin dinero. Estamos cansados de
eso ¡ha pasado tantas veces...! Gente que no tiene una dirección,
que no conoce a nadie... porque si por lo menos tiene una dirección
va a llegar allí sin avisar y le van a acoger, le van
a dar casa, comida y con suerte también trabajo... Pero
cuando ni siquiera tienen una dirección piensas, "¿este
hombre qué va a hacer ahora? ¿va a pasar las noches tirado
en la calle? ¿le van a coger y le devuelven a Marruecos...?
Y si no sabe nada de castellano peor todavía, porque
no puede defenderse, no puede decir lo que quiere ni nada...
Llega gente nueva,
paisanos que no saben a dónde ir, que no tienen dónde
quedarse... y les decimos que vayan a la Mezquita... Allí
pueden hablar con los marroquíes, ellos le van a dar
lo que necesiten. Le van a pagar el billete para que llegue
hasta donde tenga que llegar... le van a conseguir un sitio
donde dormir.
A veces te da
pena y al final le metes en casa... te lo piensas un poco, porque
es un desconocido y no sabes lo que... pero al final lo metes,
le tienes una semana, o le tienes un mes... Es difícil,
porque nunca sabes cuánto tiempo va a quedarse... hasta
que ve alguna posibilidad... ¿y cómo le vas a decir que
se vaya? Un semana, no es mucho gasto, pero pasa el tiempo y
lo notas... Hay que reunir dinero entre los paisanos, hay que
hablar con él...
Le tienes en casa
y le llevas contigo a donde sea... ¡porque no puede estar todo
el día encerrado! Vas a trabajar y te lo llevas a la
obra. Le dices, "si quieres me ayudas, estás aquí
conmigo, me echas una mano... Si te cansas me esperas en el
bar de al lado, te tomas un café..." No le llevas
para que te ayude, le llevas porque una persona en esa situación
necesita estar acompañada, moverse y hablar... para que
se vaya aclarando poco a poco. A ver qué es lo que quiere
hacer, si va a buscarse la vida aquí, si prefiere ir
a trabajar en la fruta o en el invernadero... Al principio nadie
sabe lo que quiere hacer y además, si no tiene papeles
y vas con él es más difícil que tenga problemas
con la policía. Si te dice que se quiere quedar aquí,
le tienes dos o tres meses trabajando contigo, para que vaya
aprendiendo el oficio y conozca a gente del gremio.
Cada dos por tres
tenemos alguna de éstas. Ahora es un chaval de dieciséis
años que ha venido de Madrid. Está en el internado
de Lujua, los fines de semana se viene al barrio, está
con nosotros. Un día le acompaña uno, duerme en
su casa, otro día sale a pasear con otro, le llevas a
comer... (adaptado de Díaz, 1999:102-104)
Samir explica cómo
le acogieron en la comunidad senegalesa meses después de
llegar a Bilbao:
Yo solicité
asilo político. Entonces tuve una ayuda de la Cruz Roja
durante unos meses. Luego se acabó la ayuda. Yo no tenía
aquí nadie de mi país, estaba muy solo. Conocí
a unos senegaleses en el barrio, los senegaleses son muy buenos.
Un día me dijo uno de ellos: "Samir, vente a vivir
con nosotros, estás con nosotros en casa, sabes que aquí
siempre vas a tener para comer. Duermes aquí conmigo,
mientras conseguimos colchón. No gastes en alquiler...
Tú compra algo de género, lo vendes y con lo que
saques podrás comprar más, así puedes ahorrar..."
Yo estuve con ellos más de un año. Comía
con ellos... comía arroz, los senegaleses siempre comen
arroz, arroz con carne, arroz con pescado... Y trabajaba con
ellos. Poco a poco ahorré algo, hasta que me cambié
a otro piso de senegaleses, ¡y esta vez ya podía pagar
alquiler y comida! (ibid:94)
Esto es común
en el barrio: a quien llega de nuevas y lo necesita, se le brinda
techo y comida, se le ofrecen compañía y se le garantizan
su entrada en el mercado laboral. Por eso, hacer vida sin tener
papeles, sólo es posible porque existen estas redes, porque
la gente se apoya.
Estas relaciones
de apoyo son espontáneas, pero aclaremos que esto no impide,
a la vez, que sigan unos modos comunes, marcados por la cultura
de origen, por la tradición, la religión... Un ejemplo:
En los pisos de
senegaleses no hay una jerarquía formal, no hay cargos.
Sí hay un reparto de tareas para la compra, la limpieza,
la comida... que es según las capacidades (el que sabe
más castellano, el que tiene más tiempo...). Hay
ciertas responsabilidades, como la información a los
nuevos y su seguimiento, que suelen realizar quienes tienen
mayor experiencia de emigración. Y los mayores tienen
más peso en ciertas decisiones.
Entonces ¿entre quiénes
se ayudan? ¿Por qué lo hacen, con qué motivación?
Ayudarse para salir adelante es ayudarse por supervivencia, por
empatía, como explica Celina, de Perú:
Cuando yo llegué
aquí, fue la comunidad china la que me acogió
y ayudó. Yo empecé trabajando en un restaurante
chino: fue donde primero quisieron darme trabajo. También
las mujeres filipinas. Será porque... ¡ya ven que tenemos
algún parecido! chinas, peruanas y filipinas, nos vemos
entre nosotras parecidas de cara. Aquí había poca
gente de mi país y ellos fueron los que me acogieron,
como si fuera una más. Participaba en sus encuentros,
y las filipinas incluso me invitaban a sus fiestas, que eran
sólo para filipinas ¡Filipinas...! Yo hasta entonces
no sabía nada de ese país, nunca había
conocido a nadie de allí. Y ellas son las que primero
me ayudaron a salir adelante, junto con alguna paisana mía
(ibid:38)
Se ayuda también
por la propia cultura de origen. Moustakhi, de Senegal cuenta
lo que significa para los senegaleses compartir la comida diaria:
Mi mujer prepara
mucha comida todos los días. El otro día vinieron
cinco personas a comer, ellos llegan y se sientan a comer, no
tienen que avisar. No es como vosotros, tú normalmente
no vas a ir a comer donde un amigo si no has avisado, o si no
te ha invitado. Nosotros, en el momento vamos allí y
todos los que estamos comemos. En nuestra lengua, la lengua
wolof, decimos "kay ñu ñan,
vayamos a comer", y ya está. Si sobra comida se
la damos a los del piso de arriba, donde viven otros senegaleses.
Ellos llegan cansados del mercadillo a las tres o las cuatro
y a veces no tienen tiempo de preparar la comida...
Nosotros en nuestro
país, cuando llega la hora de comer y está la
comida preparada, la gente que está cerca de la casa
en la calle, trabajando, entran en casa y comemos juntos. Todos
lo hacemos, aunque tengas poco, lo compartes. Tú estás
arreglando la carretera, tú pasas por allí, quizás
le conoces, quizás no, entras en la casa y comemos juntos
(ibid:45)

Manifestación
en contra del racismo en Bilbao. Foto: Archivo "Mujeres del
Mundo".
O porque se comparten
vivencias o se comparte una misma cultura. Así, Idir, de
Argelia explica qué significa para él la relación
con sus paisanos:
Los primeros años
que pasé en Bilbao no pude relacionarme con mis paisanos.
Yo sabía que estaba siendo observado, que cualquier contacto
con personas consideradas traficantes podían usarlo como
excusa para no darme la residencia. No conocía a casi
ningún argelino. Fueron varios años de muchos
nervios. Desde que puedo relacionarme con ellos me noto con
menos tensión... Ha sido un cambio, verdaderamente (ibid:99-100).
Entre nosotros
hay una confianza como hermanos, te abres para todo, no sé
cómo decirte... Con ellos puedo charlar y hacer bromas
a mi estilo, trivializar, y hacerlo en mi lengua. Vienen cuando
quieren a casa, tomamos café... Y nos ayudamos en pequeñas
cosas. Gestiones con la residencia, el empadronamiento, los
papeles del IMI... Uno que tenía un problema médico,
le acompañas, consigues que le atiendan... Me gusta ayudarles,
me siento bien. Ellos responden siempre que les pido, para subir
unos muebles a casa, para hacer unos arreglillos, unas chapucillas...
Son pequeñas cosas pero me hacen estar bien, me dejan
bien (ibid:98)
Emigrar y ser considerada
ilegal supone vivir situaciones límites en lo psicológico.
La compañía, la conversación, el intercambio
de experiencias, ayudan a reconocer y entender lo que se vive,
para poder sobrellevarlo. Así lo vivía Paula, de
Guinea Ecuatorial, cuando trabajaba en la prostitución:
Yo recuerdo a
una chica... Esa chica, cuando trabajábamos en el alterne,
vivía sola. Yo también. A veces nos encontramos
en la calle haciendo recados, y un día me dice, "vamos
a comer juntas... ¿eh? Tú vienes a mi casa y comemos
juntas..." Ella venía todos los días y comemos
las dos como en nuestro país... ella cocinaba muy bien...
tomamos un café después, charlamos... Unas veces
prepara ella la comida, otras veces compro yo las cosas. Hablábamos
mucho y ella me enseñaba muchas cosas... porque llevaba
en esto más tiempo que yo, tenía más experiencia...
y me enseñaba muchas cosas de la vida. Bueno, yo también
le enseñé. Yo le contaba otras cosas que sabía
y que ella no... Las dos aprendíamos, las dos lo estábamos
pasando mal, y así nos apoyábamos... (ibid:93)
Es decir, el apoyo
del que hablamos no sólo es en cuestiones materiales. De
este modo bares, comercios de inmigrantes y mezquitas se transforman
en mucho más que un negocio: se convierten en espacios
de encuentro y acogida. La casa, la pensión o la habitación
realquilada es pequeña y deteriorada, en otros lugares
públicos no son aceptadas o no se sienten a gusto, y en
la propia calle son objeto constante de sospecha. Baba, de Senegal,
explica por qué va a las tiendas de sus amigos:
Llego del mercadillo
a casa, y cuando me toca preparo el arroz. Comemos, echo una
siesta y salgo a la calle. Yo paso la tarde en las tiendas de
mis amigos. Estoy en su tienda y entran otros senegaleses, hablamos,
arreglamos asuntos del trabajo... vemos la televisión,
y escuchamos música o cintas del Corán. Entra
la gente a comprar y me distraigo, aprovecho para charlar, para
saber dónde está un paisano... Hay dos o tres
sillas y siempre están ocupadas. Espero hasta que mi
amigo cierra y si hace buena noche nos quedamos un rato en la
calle. Nosotros somos de estar en la calle y nos gusta estar
con la gente... no nos gusta estar solos (adaptado de Díaz,
1999:95)
Estos espacios, por
lo tanto, sólo son posibles en barrios o pueblos de inmigración.
Por eso, no podemos hablar de este u otros barrios como guetos
en sentido peyorativo, como espacios de aislamiento, de negación
de la cultura del lugar de llegada. Porque en realidad, muchas
casas y comercios se constituyen como espacios de acogida; el
barrio es además el punto de referencia indispensable para
el o la recién llegada; y la persona sin papeles se siente
más segura en ese espacio conocido y dónde los vecinos
y vecinas le conocen. Si existe aislamiento se trata, en todo
caso, de un hecho recíproco:
Para ir con decisión
en busca del otro, hay que tener los brazos abiertos y la cabeza
alta, y la única forma de tener los brazos abiertos es
llevar la cabeza alta. Si a cada paso que da una persona siente
que está traicionando a los suyos, que está renegando
de sí misma, el acercamiento al otro estará viciado;
si aquel cuya lengua estoy estudiando no respeta la mía,
hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se convierte
en un acto de vasallaje y sumisión (Maalouf, 1999:57-58).
Será fácil
entonces entender que la red social, las relaciones de apoyo,
no requieren de la presencia de grupos ni de instituciones. Son
redes espontáneas, implícitas, asumidas, extendidas,
no formales, variables. Hemos visto que la ayuda no se decide
de antemano, no se planifica: no se busca a quién ayudar,
se aporta la ayuda cuando surge la situación. Por otra
parte, y puesto que son relaciones de apoyo espontáneas,
no surgen ante la ausencia de otros apoyos institucionales. Se
comenta a veces que "como no les ayudan, han de recurrir a gente
cercana". Simplemente la gente se apoya ante las dificultades
(dificultades que en buena parte son impuestas por las instituciones,
como es el caso de las trabas y exigencias de documentación
o la negación de derechos básicos).
Una situación
especialmente llamativa es la existencia de personas que son un
punto de referencia especial entre la gente que busca ayuda. Suele
ser gente que tiene más disposición personal para
apoyar, un carácter más animoso y además
se manejan mejor en algunas situaciones administrativas; saben
hablar y escribir bien en castellano; tienen cierto nivel de estudios;
y están quizás mejor situadas económicamente
que la gente a quien ayudan. A veces son personas con tienen cierto
peso social, religioso o sanitario en su cultura de origen. En
otros, es gente con más experiencia de inmigración
en tiempo y recorridos. Participan, por ejemplo, en tareas de
mediación en situaciones conflictivas; contactan con gente
de ONGs; y acogen a personas recién llegadas, como explica
Bubacar sobre Alí:
Cuando llega un
africano nuevo al barrio, la gente no le conoce. Otros africanos
no se fían, algunos no le hablan, no se acercan... Alí
siempre le ayuda. Alí sabe todas las lenguas, con todos
puede hablar. Alí dice, "Ahora es nuevo, no le conocemos,
pero un día será como nosotros. Un día
será uno más en el barrio, por eso hay que ayudarle"
(ibid:129)
Las tiendas se constituyen
como espacios de apoyo más fácilmente si las regentan
personas como éstas. La tienda de María se convirtió
en un espacio de referencia especial para la ayuda. Como decía
Javi Fantova:
Su comercio
no sólo es un lugar de compra y venta. Es mucho más.
Es un lugar donde la gente está, donde muchas mujeres
encuentran un espacio para reunirse y afirmar su propia identidad,
donde alguien puede llevarse algo con la promesa de quizás
pagar al día siguiente, donde refugiarse cuando no queda
dinero para hacerlo en un bar. Mucha gente obtiene préstamos
sin plazo y a nulo interés; personas recién llegadas
tienen un lugar al que acercarse, conocer gente de su país,
orientarse en qué pueden trabajar; también hay
quien sale a patadas por haber dicho una mentira o por haber
faltado a una promesa (1998:1).

Encuentro
de culturas en el Arenal de Bilbao, 2000. Foto: Soraya Suárez.
Estas personas viven
los problemas de la emigración y del barrio desde dentro
(son emigrantes y vecinas del barrio), lo que les supone arriesgarse
más. Veamos lo que le pasó a María:
Cuando María
fue agredida por varios ertzainas delante de su tienda en plena
calle, ella convocó una reunión en el barrio para
pedir apoyo. Avisó a todas las personas y asociaciones
que conocía. Probablemente nunca en una reunión
del barrio había ido tanta gente africana y magrebí.
Era de las pocas personas en el barrio con un grupo tan amplio
y variado de personas que confiaban en ella. A través
de ella otra gente que había sufrido agresiones se animó
a denunciar por la radio y prensa o en entrevistas personales
el maltrato policial que habían vivido.
Tras los
primeros meses del calor de las movilizaciones de denuncia y
cuando ella misma perdió el juicio por la denuncia que
la Ertzaintza puso contra ella, María cerró su
tienda. Como explica Fantova: "Todo esto fue una carga de profundidad
en la línea de flotación de su dignidad. Una identidad
basada en el respeto ganado a pulso durante años, se
derrumbó. Pérdidas económicas, señalamientos
por parte de vecinas y vecinos del barrio, escalada en el hostigamiento
policial. María cerró la tienda, y con ella buena
parte de su historia y su sentido de vivir" (1998:1).
Actualmente, María
sigue luchando por mantener su papel en el barrio. Tres años
después de las agresiones policiales que vivió,
sigue recibiendo un goteo de variadas denuncias por parte de
la Ertzaintza. Habiéndose quedado sin empleo como efecto
de la propia represión policial, todavía se ve
obligada a pagar multas tras resoluciones judiciales en su contra,
acusada de "faltar el respeto a la autoridad".
Es gente abierta
a todos y todas. Y, con frecuencia, esta tarea en este barrio
se transforma en su función, con ella definen su identidad.
Como le pasa a María:
Este es mi barrio.
Yo llevo aquí muchos años, aquí todos me
conocen. Todos me saludan cuando se encuentran conmigo por la
calle. Vienen a pedirme. Me agradecen. Aquí soy conocida...
Pero si me voy a otro pueblo, si me voy a veinte minutos de
este sitio, no va a ser igual. Nadie va a venir a verme, nadie
se va a acordar de mí. Puedo estar allí y nadie
me va a llamar. Si estoy aquí, pasan por mi casa y tocan
el timbre, o me ven y me paran para comentar algo... (Díaz,
1999:127)
Bibliografía
- Díaz, Beatriz (1999).
La ayuda Invisible. Salir adelante en la inmigración.
Likiniano Elkartea. Bilbao.
- Fantova, Javier (1998).
María. Texto multicopiado. Bilbao, diciembre.
- Maalouf, Amin (1999). Identidades
Asesinas. Alianza Editorial, Madrid.
|
(1) "Red de apoyo"
es simplemente un nombre, un modo de explicar las relaciones entre
la gente, entre personas a título individual. Lo llamamos,
red, como podría llamarse "entramado", "relaciones", o "tejido",
y esa palabra no se refiere a nada formal ni institucional (incluyendo
asociaciones, gubernamentales o no). (VOLVER) |