Con
frecuencia, cuando uno se aproxima a la obra de Manuel Irujo,
se encuentra con la problemática de la relación
entre Navarra y los demás territorios vascos. A través
del juego de palabras "de Vasconia a Navarra, de Navarra a Euskadi",
don Manuel acostumbraba a dilucidar sobre la evolución
histórica de Euskal Herria, de sus territorios y, en definitiva,
del objetivo político que el nacionalismo proclamaba y
proclama, la unión de todos los vascos, desde una perspectiva
histórica.
| Manuel
de Irujo.
Fotografía
realizada en la Exposición "Manuel de Irujo Ollo.
Lizarra/Estella 1891/9/25-Iruñea/Pamplona 1981/1/1
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En lo que a esta
cuestión respecta, el político estellés no
albergaba ninguna duda. En sus escritos abundan declaraciones
tales como "en tanto que soy un auténtico navarro, soy
nacionalista vasco, y puesto que soy abertzale, considero que
Navarra es un elemento esencial de Euskadi". En cualquier caso,
la evolución política que ha tenido lugar no ha
comulgado con la política proclamada por Irujo y su partido,
y es que en este recién despedido siglo XX, siempre que
los territorios del País Vasco peninsular han tenido la
ocasión de diseñar una estructura política
común, Navarra se ha mantenido al margen.
Como es bien sabido,
en la II República y en los años de la transición,
al emerger el debate sobre los Estatutos de Autonomía,
Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se aunaron en aras de encauzar conjuntamente
dicho proyecto, quedando al descubierto la problemática
navarra. En tales momentos Manuel Irujo hizo todo lo posible por
que los navarros se sumaran a la iniciativa de los territorios
vascos; así, durante los años de la República,
y especialmente en el bienio 1931-1932, realizó desde Lizarra,
y con la colaboración de sus hermanos, llamamientos, declaraciones,
propaganda y actividades tendentes a la anexión de Navarra
al proyecto de Autonomía Vasca. Cuando de junio de 1932
en adelante Navarra se alejó de aquella vía, el
político navarro expresó su malestar a los miembros
de su partido, si bien en los próximos años, y como
venía siendo habitual en él, participó afanosamente
en las actividades políticas del PNV.
Manuel Irujo mantuvo
intacta su fidelidad con respecto a este compromiso político
incluso en momentos tan duros como el levantamiento fascista de
1936 y la posterior guerra. Nunca durante su prolongado exilio
dejó de pensar en su país natal y en los problemas
que éste acusaba. De hecho, durante aquellos primeros años
en que albergaba esperanzas de derrotar al Franquismo, desarrolló
estrategias, programas políticos y medios institucionales
con tal fin. A partir de 1950, y aunque su lucha se encaminara
exclusivamente al ámbito de la propaganda, este fértil
e incansable escritor participó en la mayor parte de las
revistas abertzales que se publicaban por todo el mundo.
Tras finalizar la
larga dictadura franquista, Irujo, pese a lo avanzado de su edad,
partió hacia Iruña con el objeto de luchar con los
medios que la Transición proporcionaba. En su calidad de
senador por Navarra, participó en los debates en torno
a la Constitución y en las asambleas de los parlamentarios
vascos. Como consecuencia de la relación de fuerzas dominantes
en Navarra, de UCD, y del cambio político de los socialistas
respecto a ese tema, Navarra volvió a quedar aislada del
proyecto de elaboración de un Estatuto Vasco común.
Aun cuando el Partido Nacionalista Vasco ya no ostentaba la mayoría
que tuviera durante la II República, Manuel Irujo luchó
casi hasta el final de sus días por que su lema "de Navarra
a Euskadi", que venía a ser el resumen de su ideal político,
pudiera hacerse realidad. Es evidente que toda persona afín
a la problemática navarra tiene como referente a Manuel
Irujo.
Josu Chueca Intxusta, UPV-EHU |