En
el año 2004 la modalidad de pelota vasca de remonte cumplirá
un siglo de vida. El guante de mimbre que introdujera Moya pronto
recibió la aceptación de los pelotaris que jugaban
bien con guantes de cuero, bien a mano descubierta.

El pelotari
Juan Moya (dcha.) enseña su invento al remontista navarro
Jesús Abrego (izda.). En el centro un colaborador de "El
País Vasco Deportivo".
La ciudad de San
Sebastián en la que por aquel entonces se respiraba un
aire liberal y aristócrata no tardó en adoptar aquella
nueva modalidad que fusionaba el juego tradicional con las nuevas
corrientes, y la Empresa de Pelota del Moderno congregó
a las mejores figuras que destacaban en la cancha.
La afición
remontista no cesaba de aumentar. No había día en
que no se editara alguna crónica sobre estos partidos,
que en aquellos primeros años prevalecían incluso
sobre el fútbol.
Los partidos solían
ser de dobles, individuales, de uno contra dos o incluso de dos
contra tres. La empresa procuraba hallar el equilibrio entre las
parejas atendiendo a su nivel deportivo, y también para
decidir el cuadro por el que iba a realizarse el saque. Así
es como empezaron a organizar campeonatos.
Para dar con noticias
sobre los primeros campeonatos que tuvieron lugar en San Sebastián,
se han de hojear los antiguos periódicos del verano de
1915, fecha en la que se celebró un majestuoso campeonato
individual entre los cuatro mejores pelotaris del momento.
Tales jugadores no
eran otros que Pequeño de Elgoibar, que jugaba en Pamplona,
y Arzamendi, Berolegi e Irigoien, de San Sebastián. Los
partidos a jugar eran dos: el día de Santiago tendría
lugar el de Pequeño de Elgoibar contra Arzamendi, y el
siguiente sábado el de Berolegi contra Irigoien. La gran
final entre los vencedores se celebraría el 8 de agosto.
Todos los saques se habrían de realizar desde el noveno
cuadro. El campeón no sólo se alzaría con
el preciado título, sino que además obtendría
una medalla y un premio dotado con 500 pesetas. Los partidos se
jugarían en el frontón descubierto Jai Alai de Ategorrieta,
a las cuatro y media de la tarde, y en el caso de que hiciera
mal tiempo, en el frontón cubierto Moderno de Atocha. El
punto de venta de las entradas estaba localizado en la Central
de Automóviles, en el número 1 de la Alameda
(en el Hotel Central del Boulevard). Todas
las sillas, palcos y galerías estuvieron llenos a rebosar
en los tres partidos. Ni tan siquiera el doble de gradas habría
sido suficiente como para dar cabida a todos los aficionados.
Había espectadores incluso en el tejado. En lo que respecta
al precio de las entradas de este Campeonato, hay señalar
que los palcos de ocho estaban a 22 pesetas, las sillas numeradas
de la cancha a 3, y los bancos de la cancha a 2 pesetas. Las primeras
filas de la galería costaban 1,25 pesetas, y las restantes
0,75.

Concentrémonos,
pues, en el partido. La cátedra en la primera eliminatoria
presentaba una desproporción de 20 a 15 a favor de Pequeño
de Elgoibar; no obstante, Julian Arzamendi se impuso sin dificultad
alguna y el partido finalizó con un resultado de 50 a 33.
A ambos pelotaris les resultó muy difícil mantenerse
al margen del ambiente reinante, y si bien al principio no realizaron
un buen juego, Julián terminó por ser el vencedor
absoluto frente al elgoibartarra.
En la segunda vuelta
para la final, celebrada el día de San Ignacio, Berolegi
tuvo como contrincante al joven Irigoien. El periodista del diario
republicano La Voz de Guipúzcoa aseguraba que el
ambiente en Ategorrieta superaba con creces al que se respiraba
durante la época dorada, treinta años atrás.
La cátedra
se inclinaba por Berolegi, a pesar de ir perdiendo 27 a 18, y
haberse caído y lastimado la cabeza. Los espectadores se
llevaron un buen susto cuando tuvo que ser conducido a la enfermería,
aunque sus temores se disiparon al observar que regresaba a la
cancha. Y no defraudó a sus seguidores: lleno de ímpetu,
consiguió empatar en dos ocasiones, a 28 y a 32, y no tardó
en tomar la delantera, consiguiendo el pase para la final gracias
a un resultado de 50 a 42.
La empresa organizó
partidos previos a la celebración de la final entre las
cuatro figuras, de parejas, de perdedores contra ganadores. El
primer día de agosto, cuando Irigoien y Pequeño
de Elgoibar iban ganando 4 a 2, la lluvia obligó a suspender
el partido, que tuvo que postergarse hasta el día 5. Tres
de los pelotaris, junto a Vega, partieron hacia el frontón
Moderno. ¡Apenas había espacio para albergar a la cantidad
de espectadores, que acudieron en tranvía, en coche y en
automóviles! El partido concluyó con la victoria
de Irigoien y Vega, frente Arzamendi y Pequeño de Elgoibar,
con un resultado de 50 a 39. En el segundo partido, que tuvo lugar
el 5 de agosto, Berolegi y Arzamendi arrasaron y dieron una inmensa
paliza a Irigoien y Pequeño de Elgoibar, ganando por 50
a 26. Los rojos no consiguieron imponerse en el marcador ni en
una sola ocasión.
Por fin, llegó
el día de la gran final. A las cuatro y media de la tarde
el Frontón Jai Alai ofrecía un aspecto inmejorable.
Se respiraba una gran excitación, ya que el primer partido
de la jornada iba a ser nada menos que la final.

Ases de la
edad de oro del remonte; Julián Arzamendi Larrea, Roberto
Bustingorri "Vega", José Irigoyen Igoa, Félix
Berolegui Orbegozo.
Los jugadores fueron
recibidos en la cancha con una gran ovación. La cátedra
se inclinaba con una ventaja de 20 a 12 por Arzamendi. El saque
le correspondió a Berolegi, y marcó cuatro tantos
seguidos. Las apuestas, sin embargo, apuntaban a favor de Arzamendi.
No tardó en empatar a cinco y adelantarse en el marcador.
Julián mostraba una gran maestría en aquello que
los entendidos llamaban toque. Berolegi, por su parte,
quería demostrar que su habitual destreza era más
que suficiente para derrotar al león. Cada tanto
que marcaban constituía toda una pelea, y el público
no cesaba de aplaudir el magnífico espectáculo que
estaban ofreciendo. A partir del empate a 19, fue Berolegi quien
se antepuso. La gente que apostó por lo bajo se mostraba
satisfecha y confiada en su victoria. Durante los siguientes tantos
no hizo sino mantenerse la proporción, y se produjeron
muchos empates, a 23, 25, 26, 28, 30 y a 37, este último
de los más peloteados, que marcó Berolegi. Jugaba
en los cuadros delanteros unas pelotas muy difíciles, logrando
derrotar al poderoso contrincante. Los espectadores se pusieron
en pie para aplaudir al famoso delantero.
Se produjo otro empate
a 38, y un último a 43. De ahí en adelante Arzamendi
se impuso haciendo gala de una fuerza pasmosa. Julián llegó
a la última vuelta sin que Berolegi marcara más
de dos tantos, que en esta última fase no llegó
a demostrar ni un cuarto de lo que venía realizado durante
el partido. Estaba irremediablemente doblegado a la bravura del
extraordinario contrincante. Así, aquel primer Campeonato
de Remonte finalizó con un resultado de 50 a 45.
Ambos jugadores contaban
con una nutrida afición que les dedicó una larga
ovación. El periodista del diario El Pueblo Vasco
afirmaba haber disfrutado de uno de los mejores partidos de la
historia del remonte. El partido se prolongó durante dos
horas, una duración inusual para tratarse de la modalidad
individual; de hecho, los pelotaris tuvieron que sentarse en varias
ocasiones para recuperar el aliento. Terminaron extenuados. No
olvidemos que por aquel entonces acostumbraban a jugar con alpargatas,
y que durante los partidos que por lo habitual se disputaban a
50 tantos los rompían unas dos o tres veces.
La cátedra
perdió por haber apostado en exceso por Arzamendi. El tanteó
les obligó a realizar varias modificaciones para equilibrar
la desproporción inicial. Aquellos que jugaron por debajo,
sin embargo, no dejaron escapar la ocasión.
A continuación
se muestra un resumen del Campeonato de Remonte:
Frontón
Jai Alai (Ategorrieta, SAN SEBASTIÁN) |
Cuartos de final |
Semifinales |
CAMPEÓN |
25.07.1915
Pequeño de Elgoibar
33
Arzamendi 50 |
08.08.1915
ARZAMENDI 50
BEROLEGI 45 |
ARZAMENDI
Título
Medalla
500 pesetas |
31.07.1915
Berolegi 50
Irigoien 42 |
Mikel Legorburu, historiador
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi |