Años
de trabajo anónimo y silencioso de multitud de personas.
Inversiones y productos extranjeros competitivos. Innumerables
investigaciones en un ámbito poco común. Una decena
de empresas, más de 300 profesionales. Muchos minutos de
proyección, de teleseries, de largometrajes, de publicidad...
Así es el trabajo de animación de nuestro país.
Una industria competitiva de gran calidad que además va
mejorando. Pero que apenas se conoce.
En un país donde la práctica
industrial está ligada al acero están surgiendo
distintos tipos de trabajo: el tejido industrial y la inversión.
En el panorama internacional la capacidad de trabajo, la seriedad,
el afán investigador y la inversión en nuevas tecnologías
de las empresas vascas son de sobra conocidas. Entre estos nuevos
proyectos empresariales se encuentra el sector audiovisual, y
en concreto la producción de dibujos animados.
Hay
tópicos que convendría desterrar: no toda la animación
mundial se genera en los Estados Unidos y en Asia. Los profesionales
que trabajamos en este medio de animación somos competitivos
y nuestra calidad creativa y tecnológica nada tiene que
envidiar a la suya, y por otra parte, no todo el trabajo lo realizan
los ordenadores, sino que el producto exige mucha intervención
manual. En otras palabras, que hay un mercado de trabajo.
La animación
resulta rentable, los mercados realizan demandas, y los programas
y las cadenas de televisión no cesan de proliferar. Ahora
que nuestra sociedad camina en dirección hacia el mundo
de lo audiovisual, de internet y de la imagen, se observa que
faltan contenidos.
Al principio la animación
fue tachada de infantil y discriminada como si se tratara de un
producto de escaso valor; sin embargo, tanto social como económicamente
ha ido adquiriendo la magnitud de cualquier otra industria.

El fenómeno social
de Los Simpson, Pokemon, los videojuegos, South
Park, etc. ha llegado a igualar a los clásicos. La
expansión de la televisión y del cine no ha hecho
sino aumentar su relevancia, sobrepasando
incluso al fútbol y a la política, y los cuantiosos
beneficios llevan a este mundo a ser considerado no sólo
cultura, sino también negocio; no sólo arte, sino
también mercado laboral; no sólo fábrica
de sueños y proyectos, sino también tejido industrial.
Para
potenciar el desarrollo industrial de la animación de nuestro
país hace falta prestar atención a la inversión
y a la preparación.
Ha llegado la hora de que las instituciones
públicas y privadas tomen el relevo, realicen inversiones,
fomenten este ámbito, y, a través de una educación
pública y reglada, preparen a profesionales y fomenten
el empleo.
Nosotros, por nuestra parte, seguiremos
trabajando para el disfrute del espectador.
María Vallejo Ilarduia,
Merlín Animación S.L
Fotografías: Los Simpsom, de la web "http://www.simpsons.millenium.com.mx"
South Park, de la página web "http://kukutxu.iespana.es/kukutxu/south_park.htm"
Pikachu, de la web "Bazar de Pokemon", "http://www.ignacioarias.com/pokemons" |