Breve
apunte histórico sobre el cine de animación vasco |
Carlos
Roldán Larreta |
La
presencia del cine en el País Vasco ha sido una constante
desde los inicios de este genial invento aunque, indudablemente,
es en los tiempos modernos, a partir de la muerte de Franco y
sobre todo, a partir de los años ochenta, con las primeras
ayudas del Gobierno Vasco a la creación cinematográfica,
cuando el séptimo arte alcanza su máxima expresión
en tierras vascas. Por primera vez se producen películas
de largo metraje con continuidad y con posibilidad de tener una
vida comercial digna. En ciertos aspectos, el cine que nace en
los años 80 en Euskadi parte de la nada y los distintos
géneros cinematográficos se exploran con el afán
del pionero. Nada mejor para entender esto que contemplar la eclosión
del cine de animación en Euskadi, un género virgen
que irrumpe con fuerza en los ochenta y que obtiene en los años
posteriores éxitos realmente meritorios.

Fernando Amezketarra.
En este sentido
es digna de destacar la figura de Juanba Berasategi, cineasta
vasco precursor del cine de animación en Euskadi. Ya en
1977 realiza su primer corto de dibujos animados, titulado Ekialdeko
izarra. Tras este primer trabajo dirige dos cortos más
de animación, Fernando Amezketarra (1981), Primer
Premio de Cine Vasco en el XXI Certamen de Cine Corto y Documental
de Bilbao y Kukubiltxo (1983), Gran Premio al Cine Vasco
en el XXV Certamen de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao.
Con esta experiencia a sus espaldas se lanza a la dirección
de su primer largometraje y estrena en 1985 Kalabaza tripontzia,
primera película de larga duración de dibujos animados
en la historia del cine vasco. Rehuyendo el estilo del cine de
animación japonés, tan de moda en esos momentos,
y acercándose más al tono de la factoria Disney,
Berasategi, consciente del carácter pionero de su empresa,
se agarra a un guión de
tradiciones populares vascas, -al fin y al cabo, pisaba, cómodamente,
un terreno conocido y cercano-, y experimenta a lo largo de la
película con distintos estilos gráficos para no
arriesgar demasiado apostando toda la jugada a una sola línea
estética. La película logró la Mención
de Honor en el XXXIII Festival de San Sebastián y obtuvo
una favorable acogida de crítica y público. El cine
de animación vasco no podía dar unos primeros pasos
más fecundos.

Kalabaza Tripontzia.
De 1987 es la segunda experiencia
en el terreno del largo metraje del cine de animación vasco.
La película, titulada Abenturak eta kalenturak,
dirigida por Luis Goya y realizada por el mismo equipo técnico
de Kalabaza tripontzia, no tuvo el mismo éxito de
su antecesora, a pesar de contar con aportaciones tan valiosas
como la del escritor Bernardo Atxaga en el guión o la de
Juan Carlos Pérez, ex-líder de Itoiz, en la música
del film.
Es en los noventa cuando el cine
de animación vasco se consagra definitivamente gracias
a las siguientes aportaciones de Berasategi, a los trabajos de
la productora Episa (Maite Ruiz de Austri e Iñigo Silva)
y al talento mostrado por otros valores surgidos en estos años
que llevan a las películas vascas de animación a
lograr varios premios de prestigio. Por ejemplo, en 1991 se presenta
en el Maratón de Cine Vasco del Festival de San Sebastián
La leyenda del Viento del Norte-Ipar haizearen erronka,
largometraje de gran calidad cercano, como Kalabaza tripontzia,
al grafismo de las producciones de Walt Disney. Esta película
de Episa , con producción de Iñigo Silva y dirección
de Carlos Varela y Maite Ruiz de Austri, atrapa al espectador
con su gran calidad en el dibujo, su inspirado ambiente aventurero
y su decidida apuesta por la defensa del medio ambiente. La cinta
logró la Medalla de Oro del Festival de Houston en 1993.
Dado el éxito de la propuesta, Episa realizó una
secuela titulada El regreso del viento del Norte-Ipar haizearen
itzulera (1993). La película, producida por Iñigo
Silva y dirigida por Maite Ruiz de Austri, quedando en manos de
Carlos Varela la dirección de animación, obtuvo
el mismo éxito que su antecesora. De hecho, logró
la Medalla de Oro del Festival de Houston en 1995 y el prestigioso
Premio Goya a la Mejor Película de Animación en
1994.
Otra
innovadora aportación al mundo del dibujo animado por parte
del cine de Euskadi llegó de la mano de la productora vasca
Baleuko que presentó en el Festival de San Sebastián
en 1997 el largometraje Megasónicos, la primera
película realizada en Europa con dibujos de animación
por ordenador en 3d. El film, que relataba las peripecias de una
cuadrilla de transportistas espaciales, cosechó premios
en Festivales de Los Angeles y Carolina del Sur. En 1998 logró
el Premio Goya a la Mejor Película de Animación.
Lejos
de quedarse aquí estancados en esta sucesión de
éxitos, los cineastas vascos han seguido logrando importantes
hitos dentro del cine de animación en estos últimos
años. Berasategi, que entre 1994 y 1995 había producido
la serie televisiva Fernando Amezketarra, estrena en 1997
el largometraje Ahmed, príncipe de la Alhambra y
la serie de televisión Lazkao txiki. Maite
Ruiz de Austri, establecida con Iñigo Silva en Extremadura
al frente de la productora Extra, presenta también su largometraje
Qué vecinos tan animales (1997), logrando de nuevo
el Premio Goya a la Mejor Película de Animación
arrebantándoselo en el último momento a Berasategi
y su Ahmed, príncipe de la Alhambra. Los continuos
triunfos de los cineastas vascos en los premios Goya durante los
años noventa son una muestra significativa del elevado
nivel que ha alcanzado este género dentro de la cinematografía
vasca.
Mientras,
Carlos Varela, cineasta alavés que ha participado en casi
todos los proyectos importantes de animación vascos realizados
durante los ochenta y noventa, se hace un hueco en la producción
española de animación y estrena el largometraje
Goomer (1999) (codirigido con Juan Luis Feito) y el largometraje
Marco Antonio. Rescate en Hong Kong (2000) (codirigido
con Manuel J. García). Y en el 2000 se estrena otra deliciosa
película de animación vasca, La isla del cangrejo
de Txabi Basterretxea y Joxean Muñoz, que nuevamente logra
el Premio Goya a la Mejor Película de Animación
en el 2001. Haciendo balance de los éxitos cosechados el
apogeo del cine de animación en Euskadi desde los primeros
años de los ochenta hasta hoy es incuestionable. Y lo que
es mejor, las expectativas de futuro para el desarrollo de este
género en Euskal Herria no parecen tener límite.
Carlos Roldán
Larreta, Doctor en Historia del Arte |