Cualquier
análisis de los territorios vascos de Francia va a evidenciar
las transformaciones que se han operado desde el punto de vista
social, económico y cultural a lo largo de las últimas
décadas. Sin embargo, y a pesar del los escasos cambios
en el panorama electoral, quizá sea en el escenario político
donde pueden encontrase mayores diferencias actualmente en relación
con el panorama de la acción colectiva de los años
setenta y ochenta.
En este sentido,
podríamos destacar una serie de modificaciones que afectan
a varios elementos fundamentales de todo sistema político:
el establecimiento de redes de acción colectiva encargadas
del diseño e implementación de políticas
públicas; la existencia de una ricas relaciones intergubernamentales
propiciadas por los protagonistas de estas policy networks
y las autoridades de los diferentes niveles de la administración
departamental, regional y estatal; el surgimiento de un auténtico
movimiento social a favor de la institucionalización de
estos territorios (que opera bien de forma complementaria a estas
redes, bien en contradicción con las mismas); y la (re)activación
de un conflicto centro-periferia cuya expresión más
evidente es la consolidación de las fuerzas nacionalistas
vascas como actores clave, no solo en el escenario electoral,
sino también en los tres procesos que acabamos de presentar;
conflicto centro-periferia, finalmente, sobre el que se sustenta
una redefinición de la identidad vasquista que ha pasado
de ser considerada en clave negativa, para definirse en la actualidad
como fuente de modernidad.
1-. Los cargos electos
locales van a jugar en el sistema político francés
un papel clave en la medida en que van a configurarse como mediadores
entre el centro y la periferia. De esta forma, van a constituirse,
en determinados contextos como el que nos ocupa, unas relaciones
clientelares entre la ciudadanía de un determinado territorio
y su representante político que asume los rasgos propios
de un notable. Sin embargo, este electo local ve condicionada
su actividad por el límite temporal que marca su re-elección,
con lo que, por una parte, debe mantener el contacto directo con
su electorado obteniendo resultados en el corto plazo; y por otra,
está obligado a asumir la cultura política de su
electorado si quiere mantener la confianza social que le permite
obtener el puesto de diputado, consejero regional o general. Es
esta relación del electo con su medio y con el Estado la
que le obliga a mantener un doble discurso: realista en los círculos
de toma de decisiones, y empático con la ciudadanía.
Pero, además de por el límite temporal, el notable
va a estar condicionado por límites territoriales, de manera
que su horizonte espacial se limita a su "reducido coto de caza".
Esta caracterización del electo determina su histórica
incapacidad para poner en marcha políticas de cooperación
inter-comunal que posibiliten la implementación de políticas
de ordenación y desarrollo conjunto para un territorio
mínimamente extenso.
Sin embargo, en la
década de los noventa confluyen una serie de factores que
posibilitan, por primera vez en la historia de estos territorios,
la puesta en marcha de redes de acción colectiva que permiten
consensuar una serie de políticas públicas que afectan
al conjunto del país vasco de Francia. Redes que surgen
de la concertación, no solo entre los actores políticos,
sino también entre estos y el resto de actores sociales,
culturales, y económicos. Así, la consolidación
del proceso de construcción europeo, que abre las puertas
a nuevas formas de relación trasfronteriza entre Iparralde
y la Comunidad Autónoma Vasca y Foral de Navarra; la asunción
por parte de la ciudadanía del papel de los departamentos
y de los órganos de cooperación intercomunal como
instrumentos clave en el desarrollo local y la ordenación
territorial; la consolidación del proceso de descentralización
puesto en marcha por los socialistas en la década de los
ochenta (que dota de mayores competencias a las colectividades
territoriales); la paulatina entrada en el escenario político
de un cuerpo electivo modernizante que trata de romper con las
anteriores relaciones clientelares; y la asunción por parte
de las autoridades de la crítica situación de los
territorios vascos de Aquitania, van a posibilitar que, en 1992,
y bajo el auspicio de las autoridades se inicie un estudio de
la situación de Lapurdi, Zuberoa y Behe-Nafarroa que concluye
con la creación de dos órganos para-institucionales
encargados del diseño y supervisión de la puesta
en marcha de políticas públicas de desarrollo local
y ordenación territorial: El Consejo de Desarrollo (1994)
y el Consejo de Electos (1995).
Estas dos instituciones
–la primera aglutina a la práctica totalidad de los actores
sociales, culturales, económicos y políticos de
Iparralde, y la segunda a los cargos electos municipales, departamentales,
regionales y estatales- se convierten en auténticas redes
de acción política cuya primera función es
la elaboración de un diagnóstico de la situación
de los territorios. Como resultado de este trabajo
se concreta el Esquema de Ordenación Territorial del
País Vasco (1997), en el que se presentan un conjunto
de medidas que garantizarían el desarrollo coherente del
"Pays" vasco (1).
Toda esta dinámica supone un auténtico ejercicio
de ingeniería política, ya que goza del consenso
de la práctica totalidad de los actores, recogiendo incluso
postulados de los sectores euskaltzales. Paralelamente, el carácter
bicéfalo de los dos consejos acaba con las suspicacias
de los representantes electos, que durante dos décadas
se habían opuesto a instituciones de este tipo por considerar
que solo a ellos -por su legitimidad electoral-, les correspondía
abordar el desarrollo y ordenación territorial.
2-. A partir de ese
momento, en consecuencia, se inician una serie de relaciones intergubernamentales
entre los representantes políticos de Iparralde y los diferentes
niveles de la administración que concluyen en la aceptación
de este Esquema por parte de las autoridades departamentales,
regionales y estatales. Si bien recientemente se han concretado
las partidas necesarias para la puesta en marcha de la práctica
totalidad de las medidas contempladas, lo cierto es que desde
la aprobación del Esquema en 1997 hasta la aceptación
del Contrato Específico a finales de 2000, la capacidad
de implementación de estas dos redes ha sido muy limitada
debido a la prácticamente inexistente financiación
estatal; con lo que durante este periodo de tiempo se retroalimentan
las posiciones de aquellos que consideran imprescindible la división
del actual Departamento de los Pirineos Atlánticos y la
creación de un Departamento vasco.
3-. La reivindicación
departamental nace en el mimo momento en que las provincias históricas
de Lapurdi, Zuberoa y Behe-Nafarroa son subsumidas en el Departamento
de Bajos Pirineos (actualmente Pirineos Atlánticos). A
lo largo de 200 años, por tanto, está presente la
demanda de creación de un departamento vasco, que se sustenta
sobre la base de diferentes concepciones del territorio: en clave
étnica por los sectores nacionalistas a partir de 1963;
planteada desde un punto de vista economicista por parte de la
Cámara de Comercio e Industria de Baiona y la burguesía
modernizante a partir de 1836; y en la década de los ochenta
concebida por el Partido Socialista desde una visión instrumental,
al ver en el apoyo a esta demanda un medio para afianzarse en
un terreno dominado por la derecha. Sin embargo, entre estas tres
argumentaciones a penas va a existir vinculación hasta
los años noventa Así, los actores económicos
se cuidan de apoyar con sus argumentos interpretaciones etnicistas;
al igual que los nacionalistas se distancian en muchas ocasiones
de la argumentación económica para centrase en cuestiones
políticas o identitarias. Por su parte, la apuesta de los
socialistas va a ser abandonada en el momento en que alcanzan
la presidencia del Estado, plegándose de esta forma a las
presiones de su partido homónimo en el estado español.
Sin embargo, en los
años noventa nos encontramos con la apertura de la Estructura
de Oportunidad Política para el movimiento departamentalista.
Por una parte, la dinámica desarrollada por las redes de
acción colectiva antes apuntadas fortalece a los actores
que apuestan por la división del Departamento de los Pirineos
Atlánticos, ya que la imposibilidad de poner en marcha
o gestionar la mayor parte de las propuestas ante la falta de
financiación muestra los límites del marco administrativo.
Paralelamente, la creación del Consejo de Desarrollo y
el Consejo de Electos va a generar nuevas oportunidades de acceso
para determinados sectores que, como es el caso del nacionalismo,
pasa de una situación marginal en la arena política
a ser un actor a tener en cuenta en la dinamización y el
desarrollo de estos territorios. A su vez el movimiento por el
departamento cuenta en su seno con influyentes aliados: la sección
del País Vasco del Partido Socialista –entre ellos, su
secretario F. Maitia y la diputada N. Péry-; importantes
electos del RPR –como el diputado M. Inchauspé- y gran
cantidad de consejeros municipales de la UDF.; el mundo sindical
(el sindicato abertzale agrícola ELB que cuenta con el
52% de los votos de Iparralde, el sindicato de artesanos "Ofizialeak"
y la sección "Pays Basque" del CFDT); sectores
del ámbito empresarial (Cámara de Comercio e Industria
de Baiona); y sobre todo, grupos culturales (Euskal Konfederazioa,
AEK, EHE, Seaska,...). Finalmente, la división de las élites
del territorio –entre aquellos que apoyan el departamento y quienes
lo rechazan- genera una situación que favorece la dinámica
del movimiento social.
Sin embargo, el
elemento que determina el poder del movimiento social a favor
del departamento es el cambio de posición de los abertzales
(2) en torno a esta demanda.
Estos, tras la posición inicial del nacionalismo de Enbata
favorable al Departamento Vasco, pasan en los años ochenta
a plantear como objetivo táctico la consecución
de un Estatuto de Autonomía, lo que suponía la ruptura
del marco jurídico-político francés. A pesar
de todo, y tras su recomposición política en una
única formación (Abertzaleen Batasuna), van a plantear
nuevamente la reivindicación departamentalista como el
centro de su estrategia, con lo que -por su capacidad de movilización-,
se convierten en el núcleo central de un amplio movimiento
social que aglutina a los actores que hemos mencionado y que hasta
ese momento actuaban aisladamente. De esta forma el "Llamamiento
de los 100" comienza una dinámica de movilización
cuyo punto álgido supone la celebración de la manifestación
más numerosa celebrada en las calles de Baiona desde el
final de la ocupación nazi: 13.000 personas exigen un departamento
vasco el 9 de Octubre de 1999. Esta dinámica, en definitiva,
supone la constatación pública del apoyo a una reivindicación
que hasta ese momento ya se había reflejado en diferentes
sodeos (que señalan que la creación del departamento
vasco es apoyada por un 66% de la población), a nivel municipal
(la mayoría de los Consejos Municipales se han posicionado
apoyando la reivindicación), y en las diferentes instituciones
de Iparalde (Biltzar de Alcaldes, Consejo de Desarrollo).
4-. El cambio estratégico
de AB, concretado en la apuesta por un departamento vasco, supone
por una parte, la puesta en marcha -desde una estrategia "posibilista"-
de un proceso que permite a esta formación conectar con
la sociedad de Iparralde, con sus demandas, y sobre todo con los
ritmos que es capaz de auto-imponerse. Sin embargo, dota a esta
reivindicación de un componente identitario que rompe con
las anteriores interpretaciones instrumentales y economicistas,
logrando que los postulados nacionalistas pasen a normalizarse
paulatinamente en el discurso político.
A lo largo de estos
últimos cinco años, el movimiento abertzale de izquierdas
ha mostrado su centralidad en un movimiento social que concita
grandes simpatías en una territorio que paulatinamente
va asumiendo con normalidad una presencia nacionalista vasca antes
estigmatizada; ha manifestado, por ahora, gran capacidad de unidad
y superación de las diferencias internas; y por último,
ha expresado una capacidad de trabajo en común con todos
los actores políticos –incluso con formaciones y actores
que no ocultan su identidad y nacionalismo francés- en
base a cuestiones tácticas, aunque sin ocultar ni rebajar
sus planteamientos independentistas. Por otra parte, en paralelo
a Abertzaleen Batasuna va consolidándose una corriente
nacionalista de centro-derecha que puede conectar con la tradición
democristiana existente en estos territorios; sensibilidad de
ciertos sectores de la población que, aunque hoy en día
apoyan a partidos franceses –sobre todo UDF-, presentan un importante
componente euskaldun. De ahí que si el PNB y EA son capaces
de conectar con ciertas élites políticas, haciendo
que su vasquismo se concrete en un compromiso político,
podrán pasar a ocupar a medio plazo una destacada posición
de fuerza en Lapurdi, Zuberoa y Behe-Nafarroa.
Por eso no debe sorprender
el escenario que se abre tras las elecciones de marzo: por primera
vez en los últimos treinta años, un nacionalista
ha resultado elegido en el Consejo General de los Pirineos Atlánticos
(otro miembro de AB ha logrado la alcaldía de una población
de más de 3.500 habitantes); esta formación ha obtenido
representantes en municipios de gran simbolismo, y hasta este
momento vetados, como es el caso de Baiona; el nacionalismo ha
mantenido la tendencia de incremento de votos iniciada
en la pasada década, lo que se ha reflejado en el aumento
de concejales (de 96 se ha pasado a unos 150 electos abertzales);
se ha logrado que la mayoría de consejeros generales elegidos
(3) sean favorables al
departamento vasco; y por último se ha consolidado un nacionalismo
de centro-derecha, no tanto cuantitativa como cualitativamente,
gracias a su participación en listas compartidas y lideradas
por notables locales...
5-. Parecería,
por tanto que la crisis de la identidad vasca de las anteriores
décadas ha sido superada como consecuencia de la paulatina
normalización de la dimensión vasquista en las expresiones
culturales, sociales y políticas. De esta manera la identidad
vasca ha dejado de ser considerada desde un punto de vista negativo
y arcaico para definirse actualmente como un elemento fundamental,
como un activo importantísimo en la vertebración
de estos territorios. Algo que resulta evidente en el movimiento
social a favor del departamento vasco; pero también en
las conclusiones y los trabajos de las dos redes de acción
colectiva existentes. En este sentido, la identidad y cultura
vasca se convierten en la actualidad en uno de los más
importantes elementos modernizadores en Iparralde.
1-
A pesar de que Iparralde no existe como colectividad territorial
(formando parte desde el siglo XVIII del Departamento de
los Pirineos Atlánticos), su especificidad cultural,
económica y administrativa ha obligado a la administración
a reconocerla, a partir de 1997, en forma de "Pays": figura
administrativa que carece de competencias pero posibilita
establecer relaciones contractuales con el resto de instancias
de la administración. (VOLVER)
2- Al hablar
genéricamente de "abertzalismo" me refiero a los
sectores provenientes de Enbata y del nacionalismo de Izquierdas,
ya que el nacionalismo moderado a penas ha sido significativo
hasta fechas recientes. (VOLVER)
3- En estas
elecciones, además de la totalidad de Consejeros
Municipales –concejales- se ha renovado la mitad de los
cargos en el Consejo General de los Pirineos Atlánticos
(y en concreto 11 de los 21 consejeros de Iparralde). (VOLVER) |
Igor Ahedo Gurrutxaga, Departamento
de Ciencia Política y de la Administración/Politika
eta Administrazio Zientzien Saila UPV-EHU |