Mi
intención es centrarme en el repertorio empleado en el
origen de nuestras entidades corales, exponer la evolución
de este repertorio anteriormente inexistente y tratar de clarificar
la confusa procedencia de clásicas partituras vascas, atribuidas
en ocasiones erróneamente a diversos compositores.
Tras
esta nota previa, para una mayor claridad dividiremos el siglo
XIX en dos partes elásticamente iguales.
Orfeón
Pamplonés. 1968
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
En el País Vasco desde tiempo
inmemorial grupos informales intervenían tradicionalmente
con canciones de ronda en las vísperas de Navidad, Santa
Agueda, etc...Incluso, según testimonio de Iztueta, la
mayor parte de las danzas populares eran cantadas por coros. Pero
estamos hablando de melodías unisonales en euskera.
Entrados ya en el siglo XIX en las
capitales del País Vasco existían grupos de cantores
más cultivados, pero sin nombre, que intervenían
privada o públicamente con Himnos en acontecimientos civiles
y canciones apropiadas para Comparsas de Carnavales, etc.
Sin ser propiamente grupos eclesiásticos,
sí eran próximos a ellos, pues dependían
en gran parte de los maestros de capilla en activo.
SAN SEBASTIÁN. Pocos años
después del incendio de 1813 Pedro Albeniz y José
Juan Santesteban, maestros de capilla de Santa María y
San Vicente, compusieron diversas partituras para los Carnavales.
Abarcaban Tiranas, Boleros, Contradanzas, etc.
BILBAO. La música civil en
el Bilbao del siglo XIX está promovida y fundamentada en
la Sociedad Filarmónica, de la que conocemos tres etapas
históricas. La primera está ilustrada por el protagonismo
histórico de Juan Crisóstomo de Arriaga, que ya
desde 1817 dejó su huella en la actividad musical, fundamentalmente
instrumental. Popularmente en Bilbao se acostumbraba la interpretación
de Himnos, cantados por señoritas y caballeros aficionados
a la música, en acontecimientos de signo político.
Pero tiene un interés especial
el dato suministrado por uno de los componentes de la Sociedad
en carta de 1852 a sus compañeros.
"No sé
si en mi última os hablaba de unas melodías
a voces solas que nos habían mandado de París
y las cuales hacen un efecto soberbio. Las cantamos en la
Pastelería y alguna que otra noche por las calles,
que es donde más efecto hacen. Habiéndonos oído
don Nicolás, fue tanto lo que le gustaron, que nos
propuso que cantáramos una Lamentación, que
él compondría para Semana Santa...Además
va a componer Ledesma algunas otras cosas para cantarlas por
las noches y de cuya letra está encargado Aldama."(11)
Sala de Conciertos
de la Sociedad Filarmónica de Bilbao. (1970)
La noticia nos muestra
a esta Sociedad Filarmónica comprometida en la promoción
de la música coral a capella, lo que constituía
el principal objetivo de los orfeones. Los cantores de la Filarmónica
no ostentaron esta denominación, pero puede decirse que
funcionaron como el primer Orfeón de Bilbao. Ellos fueron
los intérpretes pioneros del género y dejaron abierto
el camino a futuras formaciones.
PAMPLONA. Debemos recordar que en
los comienzos del siglo XIX en Pamplona seguía funcionando,
lo que podíamos llamar la Escuela de Música de la
Catedral, donde se preparaban los niños cantores y los
instrumentistas para la Capilla Musical, aunque algunos llegaban
a participar en otras actividades musicales.
En la ciudad era muy popular el trabajo
de José Guelbenzu, organista de San Saturnino. En su casa
impartía clases de armonía y composición.
Fueron alumnos suyos sus propios hijos, José Javier y Juan
María, y con ellos Alejandro Esain, Casto Ugalde, Tomás
Campano, Mariano García, Valentín Metón,
etc...
En la década
de 1850 se crea en la ciudad la Academia Municipal de Música,
que programa la enseñanza del solfeo, armonía y
composición, más la técnica de diversos instrumentos
musicales. Con el transcurso de los años se crea una sección
coral, que tendrá un calendario de actuaciones académicas.
En estas aulas eran profesores Conrado García, Julián
Burguete, Mariano García, Joaquín Maya, etc...Entre
ellos emerge como patriarca del movimiento musical en Pamplona
Joaquín Maya, que es al mismo tiempo el director de la
Sociedad de Conciertos Santa Cecilia.
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO
XIX
1ª
E T A P A
Analizamos ahora la segunda mitad
del Siglo XIX, en la que podemos distinguir dos etapas diferentes.
En la primera surgen por doquier pequeñas agrupaciones
vocales, pertenecientes a Sociedades lúdicas, que adoptan
el nombre de Orfeones y que constituyen el preámbulo
de los futuros y grandes Orfeones, que nacen en la segunda
etapa.
BILBAO. El dato más antiguo
de esta primera etapa lo encontramos en Bilbao, donde en 1862
un grupo de jóvenes distinguidos, unos 16, deciden reunirse
durante la Cuaresma para promocionar la música orfeónica,
desconocida y poco apreciada por las gentes. Era su director Eduardo
Achútegui.
Tras algunas actuaciones en actos
benéficos, cantando obras de Kücken y zortzikos a
voces solas, este Orfeón se disolvió en 1878.
SAN SEBASTIÁN. En 1865 surge
en esta capital el Orfeón Easonense, fundado por
José Juan Santesteban, con el objetivo de propagar la música
vocal.
José Juan Santesteban era
no solo el fundador del Orfeón Easonense, sino también
su director, animador y autor de las obras de su repertorio.
PAMPLONA. Conocedor Joaquín
Maya del movimiento orfeónico, decide el 19 de marzo de
1865 fundar el primer Orfeón de Pamplona, siendo él
su director y Mariano García el subdirector.
A los pocos
años de la aparición del primer Orfeón Pamplonés
estallaron las convulsiones de la II Guerra Carlista, lo que provocó
su desaparición.
Componentes
del Orfeón Donostiarra en 1912.
2ª
E T A P A
Digamos que a partir de 1880 nos
situamos en la segunda etapa de la segunda mitad del siglo XIX.
Es la época de la aparición de los grandes Orfeones
en el País Vasco.
BILBAO. Seguían existiendo
en esta capital grupos de aficionados, que por los años
1884 y 1885 intervenían en iglesias o en locales civiles,
interpretando motetes o canciones de la tierra.
En 1886 la inquietud de los prohombres
de la cultura musical en Bilbao, Cleto Alaña y Juan Carlos
Gortazar, consigue reunir una masa de 80 cantores. Se conoce el
anuncio de que el Ayuntamiento de Durango convoca un concurso
de orfeones con motivo de las Fiestas Eúskaras, que iban
a celebrarse en aquella localidad en honor del ilustre euskerólogo
Pablo Pedro de Astarloa. La inscripción en este concurso
fue el motor que a todos ilusionó, para iniciar los ensayos
con seriedad, bajo la dirección de Cleto Zabala (Bilbao
1847-1912) y con el nombre de Orfeón Bilbaíno.
El 25 de julio de 1886 tuvo lugar
el concurso, en el que resultaron vencedores absolutos.
Continuó asistiendo la Sociedad
Coral a distintos concursos, como el de San Sebastián (1890),
el de San Juan de Luz (1891), Madrid(1892), Biarritz (1893)
En 1905 la participación
en el Concurso de Verviers con resultado adverso provocó
en la Sociedad Coral la decisión de no volver a más
concursos, decisión que fue bien acogida por el nuevo director
Aureliano Valle, que deseaba dar a la agrupación coral
otra orientación.
Orfeón
Pamplonés en 1895, Barcelona.
PAMPLONA. El nacimiento
en 1881 del Ateneo Orfeón Pamplonés nos sugiere
la impresión de que las clases cultas de Pamplona recogieron
la responsabilidad de dar a la ciudad un digno representante en
el arte de la música. Ignoramos el repertorio usual de
este Orfeón, pero sí conocemos el acta de disolución
de la entidad , fechada el 24 de julio de 1887. El 29 de agosto
de 1890 renace el Orfeón Pamplonés, bajo la dirección
de Fidel Maya, quien en abril de 1891 traslada su residencia a
Gijón. Entre tanto Remigio Múgica tenía en
Pamplona un prestigio ganado, como profesor de música.
En reunión de la Directiva el 8 de mayo de 1892 él
expuso su proyecto de Orfeón Pamplonés, seguro de
obtener premio en el Concurso de Bilbao los días 27 y 28
de agosto de 1892.
El resultado no pudo ser más
positivo, puesto que, celebrado este Concurso, el Orfeón
Pamplonés obtuvo el Primer Premio, que supuso la firme
y definitiva constitución del nuevo Orfeón Pamplonés.
En 1919 el Orfeón Pamplonés
participa en el Concurso de Orfeones de Bilbao, ganándolo
y despidiéndose definitivamente de los concursos.
Ahora su trayectoria se definiría
hacia la interpretación de las grandes obras de los compositores
más importantes.
SAN
SEBASTIÁN. Otro de los grandes Orfeones vascos, el Orfeón
Donostiarra, no nace, como los otros, de la ilusión de
participar en un concurso. Por eso mismo su punto de arranque
es más dubitativo y tambaleante.
Cuando ya la Sociedad Coral apenas
tenía vida, 20 de sus hombres, dirigidos por Norberto Luzuriaga,
se desplazaron a las Fiestas Eúskaras de Mondragón,
junio de 1896, donde interpretaron obras vascas ante un público
heterogéneo, en el que se encontraban diputados provinciales.
Ellos impulsaron la conversión de aquel válido grupo
de cantores en una entidad constituida. Se oficializó el
20 de enero de 1897, adoptando el nombre de Orfeón Donostiarra.
En los cinco primeros años
de existencia el Orfeón Donostiarra bajo la dirección
de Norberto Luzuriaga y Miguel Oñate limitó su repertorio
musical a muy pocas obras.
El 21 de junio de 1902 fue nombrado
director del Orfeón Donostiarra el que era chantre de la
parroquia de San Vicente, Secundino Esnaola Berrondo (Zumarraga
1878-1929). Hizo su presentación como director el 1 de
setiembre de 1902.
Secundino Esnaola dio estabilidad
al Orfeón Donostiarra y atrajo un gran número de
nuevos cantores. Se trataba de preparar un nutrido Orfeón,
para presentarse al Concurso de Royan (Francia). Tuvo lugar el
5 y 6 de julio de 1903 con un rotundo éxito, que supuso
el inicio de una triunfal carrera.
Pero en setiembre de 1911 el Orfeón
Donostiarra se presentaría con gran éxito como Sociedad
Coral de voces mixtas.
Y desde ahora se
trabajará con las grandes obras de los compositores universales
más distinguidos.
Fotografías:
Enciclopedia Auñamendi
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