Sangüesa.
PRIMERA PARTE
Siglo XVI. El
oficio y la organización.
Los
orígenes del taller de plateros en Sangüesa hay que
situarlos en el siglo XIV, ya en el siglo XV se marcaron algunas
piezas con el punzón de la villa SANG en caracteres góticos.
El primer platero, año 1364, de nombre conocido es el judío
Juce. En 1467 se avecindó en la villa Luis Sistar, argentero,
a quien se le atribuye la magnífica custodia procesional
de Santa María de Sangüesa.
Durante el siglo
XVI el gremio de plateros alcanzó su máximo esplendor.
Para llegar a ser platero era requisito imprescindible que el
muchacho, de 14 a 16 años, trabajase durante cinco o seis
años en el taller de un maestro acreditado. Para ello firmaban
los padres ante notario un contrato llamado de aprendiz. El amo
se comprometía a enseñarle el oficio sin ocultarle
nada, a tenerlo en su casa sano y enfermo, vestirlo y darle de
comer. Si el muchacho huía, su padre debía hacerle
volver o de lo contrario resarcir al platero el daño causado.
Terminado el aprendizaje, le regalaba al muchacho un traje completo:
sombrero, herreruelo, ropilla, greguescos, medias , calzas, capote,
pretina, camisa y jubón.
Algunos clanes familiares:
los Abasens, los Bídax, los Férriz, los León
enseñaron el oficio de padres a hijos y además contrataron
a diversos aprendices. Pedro de Eslava llegó a tener hasta
cinco muchachos. A veces, se casaba a un aprendiz con la hija
del maestro para dar continuidad al taller. Se han documentado
21 aprendices, 17 de Sangüesa, el resto de Navascués,
Tafalla, Erroz de Araquil y Pamplona, relación incompleta,
pues en caso de parentesco no se formalizaba contrato.
Los principales clientes
fueron la iglesias que encargaron numerosas piezas para el culto
y se esmeraron todas especialmente por tener una buena cruz parroquial.
En el contrato, firmado ante notario, figuran ambas partes, el
platero y la iglesia, se especifica el material, plata marcada,
dorada, plata lisa o labrada, y el modelo que se ha de seguir,
a veces se presenta la traza. El peso se expresa en marcos y en
onzas y su precio abarca el valor del material y de las hechuras
o mano de obra. Terminada la pieza debía ser tasada por
oficiales nombrados por ambas partes, y tercero en caso de discordia,
y la entrega de la pieza y los plazos de los pagos de fijaban
en fechas concretas. Las partes contratantes empeñaban
sus bienes muebles e inmuebles y existían penas en caso
de incumplimiento del contrato.
Los
plateros de Sangüesa pertenecieron a la cofradía de
San Eloy, radicada en el convento de Nuestra Señora del
Carmen, en donde se reunían para tomar sus acuerdos y celebrar
sus fiestas y cultos religiosos. Correspondía al fiel contraste
municipal garantizar y comprobar la ley de la plata y vigilar
todos los trabajos de orfebrería. Desde el siglo XV se
punzonan las piezas con marcas de la localidad con el nombre de
la villa abreviado SANG y escudito con barras o sin él
que ofrece diversas variantes. Otras veces la marca es personal,
del platero: M/VIDAX; P/GALLUES; P/ESLAVA; FELIPE. (VOLVER)
(Ondare, 16,
1997, pp. 239-258).
SEGUNDA PARTE
Los plateros
La
segunda parte del estudio se refiere a los plateros que figuran
como vecinos de Sangüesa y a los aprendices que aquí
se formaron. Se ofrecen, por orden alfabético, sus datos
biográficos y las obras que realizaron con todas sus circunstancias.
Bernardino y Juan Abasens; Pedro Artieda; Pablo Ayesa; Felipe
y Martín Bídax; Joanot Burdaspal; Juan Casanueva;
Jaime y Miguel Donguillén; Martín Erroz; Martín,
Juan y Pedro Eslava; Pedro Esparza; Antón Ezquer; Miguel
Fernández; Gracián, Luis , Miguel y Pedro Férriz;
Gregorio Frías; Pedro Gallués; Pedro Huarte; Miguel
Larequi; Baltasar y Gaspar León; Miguel Leoz; Pedro de
Logroño; Agustín Martínez; Nicasio y Juan
Nápoles; Miguel Ongay; Juan Pascual; Juan Pérez
de Antón; José Rada; Juan Sabalza; Miguel Sanjuan;
Bautista Sanmiguel; Jaime Sistar; Bartolomé Sola; Charles
Sotés; Martín Ustés y Lope Uxi. Algunos de
estos plateros están en relación con los talleres
de platería de Zaragoza.
Se añaden
al final algunos plateros foráneos que hicieron algunas
piezas o intervinieron en las tasaciones: Joan Buil; Miguel Fernández;
Felipe Guevara; Sancho Montalvo; Pedro Ochovi; Hernando de Oñate;
Juan Ortigas; Diego Pereda; Jerónimo Villareal, Lucas Quintana;
Bernardino Rodríguez del Campo y José Velázquez
de Medrano. (VOLVER)
(Ondare, 18,
1999, pp. 53-76).
TERCERA PARTE
Las piezas
Se han seleccionado
de este taller cerca de 50 piezas que o han sido documentadas
como realizadas por artífices locales, o exhiben el punzón
de la villa o de un platero conocido, o muestran mucha similitud
con otras de filiación segura. Las piezas se agrupan según
su función cultual y dentro de cada apartado se ordenan
cronológicamente para ver su evolución formal. Las
descripciones son concisas. Se han ordenado en: Imágenes,
cruces, cálices, crismeras, copones-ostensorios, custodias,
hostiarios e incensarios. La mayor parte se han conservado en
Navarra, sobre todo en la Merindad de Sangüesa, algunas en
la provincia de Zaragoza, procedentes de zonas cercanas a Sangüesa,
e incluso en el Arqueológico Nacional de Madrid o en poder
de particulares. Comprenden un periodo que va desde el siglo XIV
hasta comienzos del siglo XVII, fecha en que desaparece el taller
sangüesino.Se encuadran dentro del estilo gótico,
renacimiento y bajorrenacimiento. Destacan la bellísima
custodia procesional de Santa María de Sangüesa, un
grupo de cruces y de cálices y las originales crismeras.
(VOLVER)
(Ondare, 20,
2001).
Juan Cruz Labeaga Mendiola, Doctor en
Historia del Arte
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi y del Cuaderno
de Artes Plásticas y Monumentales, Ondare-16 de Eusko Ikaskuntza |