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Teatro y medios de comunicación
Carlos Gil Zamora

El Teatro, por razones que nunca se acaban de explicar, forma parte en los medios de comunicación, de la sección de Cultura cuando se trata de hablar de la propuesta y de la de espectáculos cuando se trata de hacer la crítica. A veces, con demasiado frecuencia, no forma parte de ninguna de las secciones, porque no despierta le interés de los redactores a no ser que en el reparto haya algún artista del cine, o mejor todavía, de la televisión.

Todavía hay espacios televisivos en donde se invita a los actores, el autor o el director de un espectáculo de teatro, pero no se puede decir dónde se estrena, es decir el teatro y la hora, porque se considera publicidad. Y, claro, esas intervenciones, son pura y simplemente publicidad, sobre todo, porque en el espacio televisivo no hay nadie con un interés realmente teatral, o cultural, sino que se trata de alimentar el espectáculo, y por lo tanto, todo lo que se logra articular es que han sido unos ensayos perfectos, nos llevamos estupendamente toda la compañía, y es un trabajo de verdad, de verdad, absolutamente increíble, por lo bien que lo hemos pasado y lo divertida que es la función". Esta frase se aplica a todos y cada uno de los espectáculos y obras, y no tiene absolutamente nada que ver si lo presentado es una comedia, una tragedia o una tragicomedia.

La relación entre Teatro y medios de comunicación vive en unos momentos de deterioro. El poco interés en general de la sociedad hacia el teatro de prosa se refleja en el poco interés de los periodistas, que toman siempre al teatro como algo excepcional, algo que sucede en fiestas, o en festivales, pero que en lo cotidiano no se sabe cómo tratar. Claro está, a no ser que…. Y siempre se debe meter la coletilla de la excepcionalidad del reparto, que debe contar para contar en los medios con una figura televisiva.

Es muy raro, excepcional, un sueño, que en un medio de comunicación exista una persona especializada, con formación suficiente, en asuntos teatrales. Por lo tanto, el acto primero del teatro, es decir, de un espectáculo, es de promoción. Se elabora desde la productora un dossier, se ponen unos currículums de los actuantes, del autor, del director, y se arropa con unas fotos de ensayo, y unos textos en donde, por lógica, se debe expresar que la obra es interesante por su contenido, los actores son los ideales para esta propuesta y el director es alguien de gran imaginación. Con este material en una mesa de redacción y sin mayores criterios, se hace una información laudatoria, acrítica, descontextualizada. Lo mismo sucede si se trata de una rueda de prensa, el tono será siempre el mismo, nadie podrá decir lo que significa el autor, la tendencia estética del director o la importancia de la técnica interpretativa de los actores que encabezan el reparto.

Esto en el mejor de lo casos, porque lo más lógico, y esto en lo concerniente a Euskal Herria, se pude contemplar con bastante asiduidad, es que las obras lleguen a los escenarios sin ninguna información previa, con suerte, una reseña en agenda, y ya en el cúmulo del estrambote, que salga una crítica de esa obra sin que nadie supiera antes que se iba a representar. En estos casos, la función de la crítica se subvierte y si la persona que la ejerce es consciente de la situación, deberá hacer una labor intermedia, empezar su artículo informando, situando al posible lector, realizando la labor informativa que se ha hurtado, o que se ha realizado sin ningún criterio que sirviera para colocar la propuesta en su lugar cultural y teatral adecuado.

Pero la falta de orientación adecuada no solamente se debe instalar en el debe de los medios de comunicación, también es desde los propios creadores desde donde se han ido debilitando los mensajes. La obsesión por que todo sea divertido, por dar una imagen asequible para todos los públicos, ha contribuido a que al final no se sepa a quién se destinan las obras.

Todo lo anteriormente relatado es una impresión que puede variar. Hay productores, Teatros, medios de comunicación que intentan realizar, al menos en una parte de su función un trabajo bastante más elevado, que ayuda, a todos, a entender mejor los procesos creativos y que informa de una manera cabal, aséptica de lo que se ofrece en las carteleras. Es un reto el que esta tendencia sea la que se mantenga por encima de las demás. Aunque las dudas es que se pueda lograr comprobando las programaciones y las elecciones de la obras.

Los medios de comunicación no pueden ser un simple soporte publicitario del teatro, deberían intervenir de manera profesional, fundamentada, precisamente, para colocar a cual en su sitio. Pero para ello hace falta especialización, es decir personal, o sea, presupuesto, y con la economía hemos topado. En todos los medios habrá docenas de periodistas especializados en deportes, o mejor dicho, en fútbol, pero ninguno, será un especialista cultural. Los que hay, son colaboradores externos. Y así va la a este mundo contradictorio. De la publicidad a la crítica sin pasar por la información.


Carlos Gil Zamora, director de la revista Artez
Fotografías: Manuel Vasco. Fototres. Tel: 954908912
Imágenes pertenecientes al reportaje gráfico sobre el Teatro Victoria Eugenia antes de su restauración. Enero-Agosto 2001

Euskonews & Media 131.zbk (2001 / 7 / 13-20)


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