Mediante
un hermoso, curioso y olvidado discurso dirigido a la juventud
vasca de los primeros años del siglo XVIII, Joannes Etxeberri
adoptó el papel del Iuventutis cotem o de enderezador
de la juventud. La iniciativa del médico de la villa de
Sara refleja una de las hondas inquietudes que sacudían
a las gentes de aquella época ante la extendida incultura
que reinaba entre los jóvenes: la necesidad de alentarlos
hacia los estudios. Etxeberri, considerando que la raíz
del problema se encontraba en la educación de la juventud,
elaboró un discurso, que viene a ser una ferviente diatriba
a favor de la sabiduría y en contra de la ignorancia, donde
advertía a la sociedad de la existencia de esa laguna cultural.
El discurso dirigido a la juventud
vasca se encuentra recogido en uno de los capítulos del
primer tomo de los manuscritos de Etxeberri. Quienes deseen leer
el documento lo hallarán en la edición de 1907 de
Julio de Urkijo, en facsímil de 1967.
Contar con un discurso civil es importante,
ya que refleja una sociedad dinámica. Y si bien históricamente
los investigadores han venido afirmando que la protección
dispensada por la Iglesia ha sido un factor condicionante en la
cultura vasca, entre los siglos XVII y XVIII se pueden apreciar
indicios de la cultura civil vasca. Es precisamente en ese contexto
donde cabría localizar el discurso de Etxeberri.
El texto para la juventud de Etxeberri,
concebido para ser pronunciado en público, no sólo
es un idóneo instrumento para conocer la oratoria vasca
del siglo XVIII, sino que se trata además de un magnífico
medio para apreciar la influencia que tuvo la tradición
clásica en la cultura y pensamientos vascos.
El discurso es todo un elogium
a la sabiduría. Así describía Etxeberri
el deficiente nivel académico de los vascos de su época:
Ordea hunelako laguntza faltaz hambat adimendu eder, eta gai onac
dohacabequi guelditzen dira mendi, eta arrocapean ehortciac, escoletan
emplegatuac izaiteko laguntzarik izan gabez, eta eguinbide hautara
igaiteco bideric ez izanez (hay muchísima gente de prodigiosa
inteligencia que al no haber recibido ayuda alguna quedan sepultadas
en la montaña o bajo las rocas, sin habérseles presentado
oportunidad alguna para su escolarización y sin posibilidades
para dedicarse a estos menesteres). Etxeberri, al hacer uso
de ejemplos y comparaciones a lo largo de su discurso, transmite,
consciente o inconscientemente, la tradición clásica.
La mayoría de los investigadores
vascos que han examinado la obra de Etxeberri han destacado la
propensión del médico de Sara de recoger citas de
renombrados sabios; sin embargo, o no han ahondado más
en tales observaciones, o han atribuido tal tendencia a la influencia
recibida de Axular, cuando lo cierto es que el empleo de las citas
no deja de ser un rasgo común de los textos retóricos
de muy diversas épocas.
Uno de los aspectos que el investigador
Gidor Bilbao ha descubierto en el manuscrito de Etxeberri es que
la parte euskérica que recoge citas en latín fue
escrita antes que la parte de la izquierda, redactada íntegramente
en latín. En todo caso, no tenemos conocimiento de que
nadie haya declarado que las mencionadas citas sean recursos retóricos
basados en los modelos que adoptan los argumentos de Etxeberri
y que son transmitidos gracias a la tradición clásica.
Sin embargo, en lo que al estilo
propio de Etxeberri se refiere, habría que resaltar su
tendencia de aludir a enfermedades y síntomas médicos
a la hora de realizar comparaciones. Así, por ejemplo,
compara la fiebre con la falta de costumbre de los niños
de estudiar, por llevar ambos una misma consecuencia: mientras
que una fiebre desatendida conduce a la muerte, el hábito
no adquirido de estudiar desemboca en una irremediable y crónica
holgazanería.
En cualquier caso,
no se trata de desmentir la influencia de Axular, a quien Etxeberri,
como él mismo reconoció, debe mucho. Tratándose
de un ferviente admirador de su estilo, procura que el euskera
que emplea en sus escritos se asemeje al empleado
por Axular.
Esta similitud con
respecto al estilo de Axular lleva a muchos a buscar la explicación
del empleo de las citas en esa influencia. En palabras de L.
M. Mujika, "es de destacar el gran acopio de autores clásicos
que aparece en los escritos de nuestro escritor. En efecto, se
dan citas de Aristóteles, Sócrates, Galena, Marcial,
Cicerón, Tertuliano, Santo Tomás de Aquino, etc.
Indudablemente, también en ello se observa cierto influjo
de Axular". Mitxelena, por su parte, afirmaba que "Etxeberri
fue sucesor e imitador de Axular, pero no llegó a tener
su fuerza y maestría".
A fin de cuentas, el texto de Etxeberri
es, al igual que el de Axular, un texto retórico localizado
en un contexto y en una época concretas, con lo cual no
deja de ser normal que ambas se rijan por análogas directrices.
A partir del siglo XVI, y especialmente
durante los siglos XVII y XVIII, tras el Concilio de Trento, la
retórica sagrada conoció una época de esplendor
sin precedentes. En el momento en que la Iglesia católica
se vio necesitada de sólidos instrumentos con los que hacer
frente a la reforma y procurar que el pueblo no se alejara de
ella, la respuesta vino en forma de retórica sagrada, principalmente
del sermón popular. Ésa fue, precisamente la tradición
e influencia que recibiría Etxeberri. Aun tratándose
de un representante de la retórica laica con otro tipo
de propósitos, la evolución de su mentalidad se
ajustó fielmente a ese modelo. Al haber cursado sus estudios,
a buen seguro en la villa de Pau, junto con los jesuitas, quienes
antes de empezar a tener problemas predicaron ampliamente en tierras
francesas y españolas, sobre todo respecto a temas educativos,
obviamente recibió el influjo de su tradición. Por
lo tanto, el gusto por recurrir a las citas latinas no se debe
únicamente a su admiración por Axular, sino a la
directa influencia de la principal característica formal
de una retórica que conoció su esplendor entre los
siglos XVI y XVIII.
Sin embargo, su dependencia
hacia Axular resulta más evidente a la hora de optar por
un modelo para el euskera. El propio Etxeberri confesaba que en
su necesidad de adoptar un modelo lingüístico para
su proyecto, decidió escoger el euskera de Axular.
L
M. Mujika, "Historia de la Literatura Euskerika", 1979,
pág. 171. (VOLVER)
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