Hablar, entenderse, vivir en el barrio de San Francisco (Bilbao) (I de II)
Beatriz Díaz

Del barrio de San Francisco en Bilbao se suele decir que es un barrio marginado, el barrio de la prostitución y el tráfico de drogas. San Francisco es también, recordemos, territorio de especulación y abandono, lugar de experimentación de políticas sociales. Y mucho más, este barrio de inmigrantes de aquí y de allá constituye un auténtico espacio de encuentro entre gente de muchas culturas, gente que piensa, viste o come de modos muy variados. San Francisco es el barrio de Bilbao donde más religiones se practican y donde más lenguas se hablan. Por las calles, tiendas, bares y pensiones de San Francisco circulan decenas de lenguas. Mucha gente del barrio, en especia africana, día a día se maneja en varias lenguas, en una misma conversación o incluso con un mismo interlocutor. ¿De qué lenguas se trata? ¿por qué hablan tantas lenguas? ¿Y no les resultaría más útil hablar euskera o castellano? Voy a señalar algunas situaciones que muchas personas del barrio hemos vivido, sobre estas y otras cuestiones relacionadas las lenguas, tomando principalmente como ejemplo a africanos y africanas.


Calle del barrio de San Francisco, Bilbao. (Foto El Correo)

Para empezar, es necesario mirar hacia atrás en la historia de la gente africana que hoy vive en el barrio (1) ¿Cuál es su realidad lingüística de origen? En África, la mayoría de las comunidades conviven con varios grupos culturales que poseen lenguas diferentes. Veamos el ejemplo de Alí, un comerciante gambiano que vive en el barrio desde hace seis años:

Su pueblo, Tambassa, es sarakole. Frente a Tambassa, al otro lado del río Gambia, hay un pueblo mandinga. Son vecinos desde hace siglos. A las afueras, en una llanura alejada del río, hay un asentamiento de pastores peul. En la ciudad más cercana hay muchos comerciantes wolof y poblados diola. Las tiendas de alimentos más atractivas están llevadas por árabes, muchos de ellos mauritanos y marroquíes. En sus barrios encontrarás grupos familiares sarakole, wolof, diola, mandinga, peul, etc.

La lengua de Alí, como la de la mayoría de sus vecinos africanos, no posee escritura propia. En Tambassa y en otros pueblos hay escuelas coránicas, donde Alí aprendió a escribir en árabe. En la ciudad hay escuelas que enseñan en inglés. Alí no estudió en la ciudad, pero practicaba inglés conversando con una mujer alemana que trabajaba en el dispensario de salud de su pueblo.

En pueblos como Tambassa, desde la infancia han de aprender a comunicarse con pueblos hermanos de diferentes lenguas, a resolver problemas lingüísticos, a negociar y llegar a acuerdos (ver Maruny, Lluís. 2001). En ello les va su propia supervivencia: el poder conseguir información de lo que sucede alrededor, poder comerciar e intercambiar productos, poder viajar, poder acoger y ser acogidos cuando están lejos de su familia o su grupo, etc.

Para hacernos una idea del multilingüismo en África, diremos que aproximadamente el treinta por ciento de las lenguas del mundo están en este continente. La mayor diversidad lingüística se encuentra entre África y Nueva Guinea y también, añadamos, la mayor diversidad genética en la especie humana. Por ejemplo Nigeria tiene 450 lenguas (que son distintas: hablantes de una y otra lengua no se entienden entre sí) (Bernárdez, Enrique. 1999:23, 68-69).

Entonces, ¿qué lenguas puede hablar Alí? Leamos con atención su propio discurso:

Con unas personas habla inglés. Con otra habla uskera o castiano. Con los marruecos habla árabe. La lengua que hablan los marruecos es un poco diferente que yo sabe, pero tendemos bien. Yo está un tiempo en Marruecos y habla un poco lengua de ellos. Otras lenguas sabe. Sabe francés y sabe wolof. Mucho tiempo esta con senegales... y ya voy prender. Y puede hablar mandinga. Mandinga lengua comercial África del Oeste. Yo sabe otras lenguas de me país, sarakole, otras... pero esas no puede hablar aquí...

Yo vivo en Lendaran un año. Allí prende uskera ¡Oso herri polita da! Es un pueblo muy bonito. Luego viene a Bilbao. Aquí en Bilbao vamos clases de castellano. Yo siempre gusta conocer más... y pregunta parablas para tender más. Yo habla una lengua, otra lengua... y así puede tender todos. Bismi alah' rahman' rahim ¿tú sabes qué dice? dice, en el nombre de Dios, Dios grande, Dios da feliz, da bueno y da malo a personas. ¿Sabes qué yo dice? Así decimos nosotros en nuestra lengua, lengua árabe, lengua musulmán. Bueno, mucha cosa habla ¿eh? mí gusta mucha parablar ¡bihar arte! (2)

Aunque por ahora no es común que africanos y africanas hablen euskera como Alí, en general sí son capaces de entenderse en cuatro, cinco o más lenguas. A pesar de ello, mucha gente supone que "los negros no saben hablar" o que "no entienden nada". Por eso han de escuchar muchas sandeces de boca de quien, posiblemente, sólo sabe hablar una o dos lenguas. Alí recuerda entre carcajadas lo que le sucedió en un bar de Irún:

Entro al bar y le digo a un señor, "Oye, cómprame algo...". Él me responde: "Ici on ne parle pas espagnol, ce n´est pas l´Espagne!" Así que le digo en francés: "Tu n´aimes pas ce que je vends...?" Pero él cambió al euskera: "Euskal Herrian gaude!" Yo sigue diciendo: "Ona, polita, merke merkea..." Y entonces me responde: "¡Cabrón! ¿también sabes euskera?" (Díaz, Beatriz.1997:146)

La realidad, pues, es que la gente necesita y logra desenvolverse a lo largo del día en varias lenguas, según la situación y la persona con quien haya de entenderse. Veamos cómo hace Momodu, wolof de Senegal que vive en el barrio desde hace cuatro años y trabaja en la venta ambulante:

Nada más despertar, Momodu hace sus oraciones en árabe, la lengua del Corán. Mientras se prepara para salir conversa con sus compañeros de piso en wolof, su lengua madre. Cuando pide el café en el bar, lo hace en castellano. En el mercadillo, habla en castellano y a veces usa palabras sueltas en euskera, según la clientela. Con otros vendedores marroquíes y argelinos habla una mezcla de francés y árabe (3). También habla el francés cuando se le acercan clientes africanos que no hablan con facilidad el castellano (4).

A mediodía, Momodu comparte el arroz con pescado con sus paisanos en casa, y comentan en wolof las noticias del telediario, en castellano. Hacia las cinco de la tarde rezará de nuevo en árabe. Cuando baja a la calle para buscar género y contactar con otros comerciantes del barrio usa el wolof, francés, castellano o árabe según pueda entenderle su interlocutor. Si coinciden varios comerciantes de lenguas diversas (por ejemplo, marroquíes, senegaleses y gitanos), hablarán entre ellos en castellano. Si hay fútbol, se quedará en el bar y escuchará las incidencias del partido en castellano o euskera, según el canal que lo retransmita.

Quizás se use una lengua que no es propia o que se habla con dificultad, para que el grupo entero comprenda (aunque la mayoría sean paisanos, como hace Momodu). Si se trata de comunicar un sentimiento, a ser posible se escogerá una lengua propia. Si lo principal es mantener la discreción se recurre a la lengua menos conocida. Esto es especialmente común en trabajos considerados ilegales o inmorales, como la compraventa a pequeña escala de drogas ilegales, el tráfico de personas o la prostitución. Mucha gente accede a estos trabajos (como a otros) a través de redes en las que se habla la misma lengua o se coincide en alguna (5). Para comunicarse entre ellos y ellas en este tipo de trabajos, para negociar, acordar, prevenir, avisar o dejar mensajes, usan la lengua común (y desconocida para la policía y gente de alrededor). En respuesta, la policía se forma en lenguas en academias privadas (francés, árabe) y busca traductores de lenguas africanas para tratar de seguir sus actividades.

Muchos africanos y africanas viven de modo parecido a Momodu, con sus paisanos. Lo normal es que puedan encontrar alguien que hable su misma lengua, que se cuente con una red que permitirá desenvolverse en la sociedad de llegada. Elvira, ecuatoguineana que regenta un bar en San Francisco, constata:

Mira, por mi bar... por mi bar pasa todo el mundo. Mi bar es como África. ¡Ha pasado gente de países que yo ni conocía...! Vienen, te dicen, "yo soy ibo". Y le buscas a un ibo. Llega el otro y se van juntos. No le vas a preguntar nada, porque... ¿para qué? Llega otra, "yo soy yoruba", pues a ver quién conoce a una yoruba. ¡Porque no todos saben inglés o francés! Hay que buscar alguien de su tribu para que se entienda con... que le explique.

Alí, cuando llegó al barrio, no contaba con hermanos o hermanas de lengua, lo que le suponía un vacío muy patente. Él lo explicaba así:

Yo sabe otras lenguas de me país, pero esas no puede hablar aquí... Yo sólo me país aquí. Nadie más aquí, sólo yo. Yo tiene amigos, tiene trabajo... pero claro, no puedes hablar sarakole. A veces... cuando tiene un poco dinero vas Catalonia y hablas con gambias. Aquí puede hablar con toda personas, pero claro, no es lo mismo... ¿tiendes? me lengua no es igual. Yo está mucho tiempo no habla me lengua, pero un día nesito hablar me lengua. Ese tiene dentro, cuando habla me lengua, no importa persona conoce poco mucho... es diferente, más mejor.

La lengua madre, la lengua de la infancia, la de la tierra de origen, para muchos la lengua de los sueños, está tan ligada a la identidad personal, que con frecuencia es símbolo de confianza en una relación. Por eso Idir se presta a apoyar en cuestiones delicadas a sus paisanos: le basta saber que son de su tierra y hablan su lengua; y Alí subraya que no le importa si la otra persona es desconocida, mientras pueda hablar sarakole con ella.

La situación de Demba, joven marinero de Mali que vive en San Francisco desde hace un año, nos da una idea más cercana de lo que supone identificarse con la lengua y apoyar a los hermanos de lengua:

Demba comparte piso con varios jóvenes senegaleses que trabajan en el mar, como él. La mayoría de sus compañeros son serere, aunque también hay diola, peul y mandinga. En cuanto a Demba, su padre es peul, su madre es bambara, y él se siente bambara. En casa, si hablan en grupo o entre personas de diferentes tribus, usan el wolof. En realidad nadie es wolof, pero ésta es la lengua más extendida en Senegal y todos, mal que bien, la hablan. Demba sabe algo de wolof porque vivió unos años en Senegal; en casa, cuando no halla la palabra en wolof recurre al francés y como último recurso usa el castellano. Demba vive con cierta tensión no poder entenderse en su propia lengua. En sus días libres corre a visitar a un paisano bambara que vive fuera del barrio.

Hace poco llegó Baba, un chico bambara de Malí. Baba vino desde Zaragoza porque le habían hablado del trabajo en la mar. Al llegar a San Francisco le mandaron donde Demba. No es que en casa de Demba sobren habitaciones ni camas, ni siquiera hay un colchón por persona; pero la misma tarde que se lo presentaron, Demba se lo llevó a casa. "Es que él habla mi lengua", me dijo con evidencia. Nadie en casa le pidió explicaciones, pues todos habrían hecho lo mismo en su lugar.

Desde entonces, Baba nunca está solo. Demba es ahora su hermano mayor, su compañero y su consejero. Le ha explicado todos los pasos que hay que seguir para poder trabajar en la mar; le ha enseñado los lugares y recorridos del barrio, los bares, los comercios, los locutorios telefónicos (6); le ha llevado a las discotecas de Bilbao donde van los africanos y podrá conocer chicas; le ha indicado las personas en las que puede confiar. Baba no ha tenido tiempo de sentirse desubicado al llegar a Bilbao, una ciudad más en un país extraño al sur de un difícil continente, donde la gente habla, piensa, vive, come, viste y reza de modos tan distintos a los suyos.

Mucha gente no conoce la lengua oficial de su país, por eso no es de extrañar que, aunque necesiten más que en su propia tierra entenderse con sus paisanos y paisanas, a veces no puedan hacerlo. Min, de Hong Kong, me explicaba:

Un día quedo con una amiga china para comer, mi amiga y su madre... ha venido su madre a verla. Bueno, como su madre acaba de llegar, yo me esfuerzo en explicarle cosas de Bilbao, la vida de los chinos aquí... y mi amiga me corta: "Min, mi madre no te entiende..." Claro, yo no me había dado cuenta, nosotros nos entendemos en chino mandarín, pero en China hay cientos de lenguas y no todos saben el mandarín, que es la lengua nacional y su madre, que es mayor... así que mi amiga tiene que traducirle.

Hablar la misma lengua que otra persona en un ambiente donde es infrecuente, es el punto de partida de muchas formas de apoyo. Cuando no se conoce la lengua del lugar, si no hay seguridad para explicarse o se piensa que no te van a valorar, surge la figura del traductor o traductora, (que no tiene por qué ser hermana de lengua). Se da en situaciones tan variadas como poner una denuncia en el juzgado de guardia, ir a una consulta médica, declararte a un chico o chica que te gusta o entablar comunicación con un consulado. Ibrima, senegalés dueño de un locutorio telefónico, recuerda cuando a finales de 1998 los jóvenes de Guinea Bissau venían a su establecimiento y le pedían que hablara con la embajada de Guinea Bissau en Dakar para averiguar si sus familiares estaban entre los refugiados en Senegal, porque ellos no podían hacerlo en francés ni en wolof.

A veces lo que se necesita no es traducción, sino ocultar un acento que hace pensar en el tono oscuro de la piel de quien habla. Ainhoa, que también trabaja en un locutorio telefónico, explica:

Algunas hacen algunas llamadas y luego te dicen, "oye mira, hazme un favor, estoy buscando alquiler, ponte tú, como si fueras tú...". Yo les digo, "pero si tú sabes castellano, tú sabes..." "Ya, pero ellos piensan que... ya sabes... me oyen hablar y... es que ya está alquilado. Habla tú, por favor".

En cuestiones judiciales la necesaria traducción no siempre se garantiza. Al estado le interesa más contratar a traductores de lenguas africanas para juicios y declaraciones en los juzgados (7) que en otras situaciones relacionadas con la detención, en las que no hay voluntad real de que la persona detenida cuente con traducción. De este modo, quienes no entienden bien el castellano quedan indefensos.

El oficio de traducción, sobre todo si se ha de trabajar para gente cercana, supone mezclar cuestiones profesionales con la ética personal. Moha, un marroquí que trabaja como traductor de árabe, recuerda:

Un día me llaman para traducir y es para un chico que ha llegado hace poco, trabaja vendiendo y le han llevado detenido porque está sin residencia. El chico no entendía nada, además tenía miedo de que le expulsaran y estaba muy nervioso. Le preguntan qué medios de vida tiene y no sabe explicar... le preguntan dónde está durmiendo y no sabe qué decir... Y yo le digo en nuestra lengua, "venga hombre, di lo que sea... y no te preocupes, que yo voy a ayudarte..." ¿Qué voy a hacer? ¡yo tenía que ayudarle...! (adaptado de Díaz, Beatriz. 1999:43)

La coexistencia de una gran variedad de lenguas y culturas en este barrio también genera, inevitablemente, problemas de comunicación. En los conflictos por malos entendimientos y desconfianzas Alí (que, como vimos, habla muchas lenguas) puede desenvolverse con más soltura que otros. Por eso le llaman y él, además de traducir, intenta mediar. Él mismo relata una de estas situaciones:

Un día me vienen a avisar. Quieren que vaya a la pensión de Marina, porque había un problema con un chico africano y ese chico pedía que viniera yo. Yo llego allí, veo al chico gritando, le digo, "a ver, cuéntame lo que ha pasado", y él no sabía explicarme... no entendía y estaba muy nervioso, por eso parecía enfadado... Entonces Marina me dice que no había pagado la pensión. Yo le digo al chico en mandinga, "escúchame, tú no puedes hablar así con la señora. Ella tiene razón, ella te está pidiendo el dinero, no tienes que gritarla..." Así le explico yo (adaptado de Díaz, Beatriz. 1999:132).

La gente que tiene más experiencia de emigración y conoce mejor el castellano puede convertirse en punto de referencia de ayuda en muchas gestiones. Rose, una joven nigeriana, habla de John, paisano suyo:

En Bilbao vivimos muchas nigerianas. Algunas llevamos aquí algunos años, pero no aprendemos bien el castellano. Nosotras hablamos inglés, y nos cuesta aprender el castellano. Estás todo el día trabajando, encerrada en el bar, y cuando tenemos que hacer una gestión con papeles, no sabemos arreglárnoslas. Te llega una carta del ayuntamiento o del juzgado, hay que renovar un documento, hacer un envío... Muchas buscamos a John. Él nos ayuda siempre. Traduce, explica, te acompaña... No importa si te conoce mucho o poco, siempre está dispuesto a ayudarte (Díaz, Beatriz. 1999:122)

Así pues, las redes de contactos y apoyo garantizan el éxito migratorio y a un mismo tiempo permiten mantener la identidad personal, la dignidad e integridad implícitas en cada cultura. Como dice Amin Maalouf, "(...) la lengua tiene la maravillosa particularidad de que es a un tiempo factor de identidad e instrumento de comunicación" (Maalouf, Amín. 1999:159).

BIBLIOGRAFÍA

Bernárdez, Enrique (1999). ¿Qué son las lenguas? Alianza Editorial. Madrid, 1ª Edición.

Díaz, Beatriz (1997). Todo Negro no Igual. Voces de Emigrantes en San Francisco. Editorial Virus y Likiniano Elkartea. Bilbao.

Díaz, Beatriz (1999). La Ayuda Invisible. Salir Adelante en la Inmigración. Editorial Likiniano Elkartea. Bilbao.

Maalouf, Amin (1999). Identidades Asesinas. Alianza Editorial, Madrid.

Maruny, Lluis y Molina, Mónica (2001). Identidad Sociocultural y Aprendizaje Lingüístico. El caso de la inmigración. En: Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura, nº 26, enero. Monografía: Las Actitudes Lingüísticas (55-64).



1. Que proceden en su mayoría, citando por orden alfabético, de Angola, Cabo Verde, Camerún, Congo, Costa de Marfil, Eritrea, Gambia, Ghana, Guineas Ecuatorial, Bissau y Konakry, Mali, Mauritania, Nigeria, Senegal, Sudáfrica, Tanzania y Togo. (VOLVER)
2. Salvo indicación expresa, los testimonios personales fueron transmitidos en castellano. Conservaremos la versión original castellana sólo cuando esta sea diferente al castellano común.
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3. El árabe clásico o coránico es universal, es entendido por todos los árabes del mundo, si son musulmanes y han estudiado el Corán). El árabe de Marruecos es lo que se llama el dialectal marroquí, que un libanés, por ejemplo (que habla el dialectal libanés), sólo comprendería con esfuerzo y viceversa. Momodu no puede hablar con ellos exclusivamente en árabe clásico, porque lo conoce poco y porque algunos marroquíes compañeros de trabajo no fueron a la escuela coránica.
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4. Siempre que sea posible lo hará en castellano, porque ahora ya se maneja mejor con el castellano que con el francés.
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5. Con frecuencia, estas personas están al margen de la vida que se hace con papeles (sin posibilidad de contrato laboral, de alquiler, de titulación, de créditos...).
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6. Los locutorios telefónicos son locales con varias cabinas desde donde se llama a cualquier lugar y se paga a la salida; con precios especialmente baratos (sobre todo en llamadas al extranjero) que varían según el origen de la clientela. En Bilbao existen entre quince y veinte locutorios telefónicos, la mayor concentración está en el barrio de San Francisco.
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7. Esto se realiza a través de empresas de servicios de traducción. Como podrá suponerse, no se traduce cualquier lengua africana, pero sí algunas. También es posible que la persona llamada a declarar venga acompañada por alguien que haga esta tarea.
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Agradezco a Natalia, Ana, Katherine, Idoia, Xabi y Makhtar sus aportaciones a este artículo

Euskonews & Media 130.zbk (2001 / 7 / 6-13)


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