El
agroturismo y el futuro del caserío * Traducción al español del original en euskera
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Felix
Ajuria |
La necesidad de rediseñar
el agroturismo desde la perspectiva del baserritarra
Es
evidente que el reto principal de los baserritarras y de las administraciones,
preocupados por mantener el mayor número posible de caseríos
con vida, consiste en promover actividades que aporten unos ingresos
justos y aseguren unas dignas condiciones laborales. Sólo
así conseguiremos que los caseríos sigan estando
habitados.

En muchos caseríos, la tantas
veces mencionada multifuncionalidad de la agricultura es ya una
realidad, dado que últimamente son cada vez más
los baserritarras que empiezan a desarrollar nuevas actividades
(gestión y mantenimiento del agroturismo, elaboración
artesanal de productos del caserío, guías medioambientales,
artesanía textil, etc.) que les proporcionan ingresos adicionales
y crean, a su vez, nuevos puestos de trabajo. Por todo ello, la
necesidad de fomentar el turismo resulta cada vez más patente,
aunque respetando en todo caso su entorno natural que habrá
de conservarse a través de los tiempos.
Es indudable que el agroturismo,
en tanto que actividad complementaria del caserío, ofrece
múltiples posibilidades, pero si éste tiene que
tener un carácter permanente y no se trate de una solución
transitoria, necesariamente se habrá de exigir el cumplimiento
de una serie de condiciones que permitan enlazar la economía,
la ecología, la sociedad y la cultura (Willy Sieber,
representante del instituto ecológico austríaco).
Salta a la vista que dentro de ese
turismo permanente el agroturismo reviste una gran importancia.
Tratándose de un sector económico que se cimenta
en la prosperidad de la naturaleza, la explotación del
agroturismo tendrá de basarse en todo momento en los principios
del respeto y del equilibrio, siempre y cuando se pretenda que
ese turismo, a largo plazo, sea para los habitantes ecológicamente
sostenible, económicamente viable y social y éticamente
justo.
Precisamente por dicho motivo resulta
tan fundamental definir correctamente los conceptos en torno al
turismo, asignar a cada cual su cometido y, muy especialmente,
hacer buen uso de los recursos existentes. En estos momentos en
el que el agroturismo ve peligrar su propia esencia e identidad
conceptual, es absolutamente necesario proceder a rediseñarlo.
Por una parte, es obvio que, al menos
en el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, muchos de los
alojamientos que se hacen llamar de Agroturismo nada tienen que
ver con los baserritarras, o, mejor dicho, con la economía
rural, puesto que la actividad de la mayoría de los propietarios
de los alojamientos que se acogen a la condición de Agroturismo
no está basada ni en la agricultura ni en la ganadería.
Según establece la normativa
sobre el Agroturismo, éste consiste en la prestación
de servicios turísticos de alojamiento por parte de los
agricultores. La normativa originaria, por su parte, señala
que el Agroturismo surge como un recurso destinado a incrementar
los ingresos y rentas de los baserritarras de las zonas montañosas.
Para nosotros el Agroturismo
es una actividad completamente necesaria, porque los ingresos
que genera nuestro pequeño caserío no bastan ni
para subsistir, ni para costear los estudios de nuestros hijos.
FLORENTINO IRIRARTE, baserritarra de Lekunberri y
propietario de una Casa Rural, en una reunión mantenida
por EHNE con el Consejero de Turismo de Navarra.
¿Qué soluciones caben ante
un panorama como éste? Difícil pregunta, teniendo
en cuenta la situación actual. Sin embargo, hace tiempo
que EHNE, haciendo gala de una arriesgada coherencia, ha respondido
que el Agroturismo debería ser una actividad generadora
de ingresos complementarios, tan necesarios para nosotros los
baserritarras, que además suscite nuestro interés,
y no sólo desde la vertiente económica.

Para poder materializar los planteamientos
expuestos habrá que tomar una serie de decisiones. En mi
opinión, lo primero que hay que hacer es reflexionar sobre
el carácter y la oferta de los alojamientos, a través
de los siguientes conceptos:
- La denominación:
En los alojamientos de Navarra
hay muchos inversores de capital y especuladores que, aprovechándose
del apelativo de baserritarras, incurren en una desmedida competencia
desleal. JUAN MARTIN ALEMAN, baserritarra de Amaiur
y propietario de una Casa Rural.
El término Agroturismo debería
ser empleado exclusivamente por los baserritarras profesionales
propietarios de un alojamiento turístico. Todos aquéllos
que no se ajustaran a esta definición deberían emplear
términos como Casa Rural o similares. En este sentido,
es muy importante la propuesta realizada por EHNE al Gobierno
de Navarra, quien no sólo la aceptó, sino que además
se comprometió a ponerla en vigor, relativa a la normativización
de la denominación Agroturismo y a la creación de
una oferta que agrupará a los baserritarras profesionales
que posean Casas Rurales.
En la Comunidad Autónoma Vasca,
por su parte, aún no se ha dado ningún paso a este
respecto, ya que aun cuando el nombre de Casa Rural se encuentre
regulado, en el último año se han abierto varios
Agroturismos sin que sus propietarios tengan la condición
de baserritarras profesionales.
- La calidad:
El gran error del agroturismo
es que se está diseñando desde un punto de vista
urbano. JOAQUÍN ARAUJO, en la revista Consumer
de Eroski.
En la Comunidad Autónoma Vasca
se quiere implantar el sistema estatal de calidad Q, y en Navarra
el de las tres hojas. Estas definiciones de calidad toman en consideración
sólo los parámetros de calidad/lujo de los alojamientos,
y dados los ruidos y olores propios de un caserío en funcionamiento,
estos alojamientos turísticos se ven obligados a ocupar
los últimos niveles.
Por otra parte, en vista de la instrumentalidad
del agroturismo para complementar los ingresos económicos
del agricultor, lo cierto es que éste nunca podrá
competir con los recursos económicos que se requieren para
realizar estas inversiones.
El agroturismo debería tener
otro referente de calidad, basado en conceptos como la propia
actividad del caserío, la oferta de los productos, la oportunidad
de conocer la actividad, la cultura y la personalidad de los agricultores,
etc.
En lo que respecta a las condiciones
del alojamiento, deberíamos fijarnos en la alternativa
que han adoptado varios agricultores del País Vasco continental,
ofreciendo sencillos pero dignos alojamientos carentes de todo
lujo, y adaptándose a las condiciones de alojamiento de
los auténticos baserritarras.
En tal sentido, habría que
apreciar todos y cada uno de los aspectos del caserío,
tales como los recursos especiales, tanto personales como medioambientales,
el paisaje, la localización del valle, la historia, la
actividad del caserío, etc., puesto que a fin de cuentas
todos los agroturismos tienen su atractivo. La riqueza de este
sistema radica precisamente en la pluralidad de las ofertas especializadas.
- La cultura:
Mucho cuidado con el modelo
cultural que el agroturismo inculca a los agricultores y, sobre
todo, a sus hijos. MARIA VOGT, agricultora de Austria,
en un encuentro con varias agricultoras de EHNE.
La actividad turística puede
conducir cualquier sector hacia la aculturación, pero muy
especialmente los modelos culturales de las minorías sociales.
El agroturismo debería ser un modelo turístico que
exponga claramente a los clientes en qué consiste su oferta
y en el que el turista seducido por ella haga su elección
sabiendo a dónde se dirige.
Por tanto, hay que diferenciar varias
consecuencias. El agroturismo, que prácticamente acaba
de inaugurar su andadura, tiene un largo porvenir por delante.
De cualquier modo, si deseamos un próspero y positivo futuro
para la agricultura, para los baserritarras y para el entorno
rural, si queremos que sea sostenible para poder seguir ofreciendo
una atractiva propuesta al conjunto de la sociedad, es hora de
que empecemos a concretar y aclarar las cosas. Es un reto precioso,
y absolutamente necesario.
Felix
Ajuria, agricultor y responsable de Agroturismo de EHNE
Fotografías: Joseba Olalde |