El
tabaco es sin duda la causa prevenible y evitable más frecuente
de mortalidad prematura y morbilidad en los países desarrollados.
Actualmente se producen casi 4 millones de muertes al año
debidas al tabaquismo, y esta cifra va aumentando rápidamente
de tal forma que para el año 2030 se espera alcanzar 10
millones de muertes al año y que uno de cada tres fallecimientos
sea debido al hábito de fumar.
En el estado español
y en la Comunidad Autónoma Vasca fuma aproximadamente el
35% de la población (el 51,5% y el 34,5% de los varones
y el 21% y 24 % de las mujeres en España y la Comunidad
Autónoma Vasca respectivamente) y se declaran exfumadores
el 13 % de los encuestados. Aunque éste consumo va disminuyendo
progresivamente en Europa y Norteamérica, el hábito
tabáquico aumenta aún entre las mujeres, sobretodo
las más jóvenes y en países subdesarrollados.
En España
y la CAV el tipo de tabaco más empleado son los cigarrillos.
En el humo del tabaco se han hallado más de 4000 sustancias
químicas diferentes, con capacidad tóxica y carcinogenética
(se llama así a la capacidad de producir cáncer),
siendo las más importantes el monóxido de carbono,
oxido de nitrógeno, amoniaco, cianuro de hidrógeno
y las acroleinas. Al quemar el cigarrillo se producen 2 tipos
de corrientes diferentes: la corriente principal y la lateral.
La corriente principal (45%),la que inhala el fumador, se produce
desde el cono incandescente y los puntos calientes que se forman
a lo largo del cigarrillo hasta el filtro. La corriente lateral
(55%)se produce de la combustión lenta del cigarrillo y
se mezcla con el aire ambiente. En los diferentes estudios se
ha observado que esta corriente lateral tiene más componentes
carcinogenéticos y monóxido de carbono que la corriente
principal.
La nicotina es la
sustancia química que produce la dependencia del tabaco.
Directamente no produce ninguna alteración a nivel respiratorio,
pero es la sustancia que nos va a hacer seguir fumando. La nicotina
sólo necesita 9 segundos desde que se inhala con el humo
del tabaco, hasta que llega al cerebro y ejerce su acción,
es precisamente ésta rapidez de acción la que le
confiere su gran poder de dependencia.
El
mecanismo por el que se produce el daño a nivel broncopulmonar
es muy complejo. El humo del tabaco produce la lesión tanto
por un mecanismo físico como químico. La lesión
inicial se produce a nivel de la mucosa bronquial por una acción
física que ocasiona un daño en la barrera de defensa
y una alteración del normal funcionamiento de algunas de
sus células. Como consecuencia de esta lesión inicial
se activan ciertas células inflamatorias en el bronquio
y en el intersticio pulmonar que aumentan y mantienen el daño.
Además el humo del tabaco produce unos compuestos oxidantes
que tienen capacidad lesiva directa sobre la estructura pulmonar.
En la combustión
del tabaco se produce un aerosol con microgotitas de 0,45 de diámetro
con nicotina, alquitrán oxidantes y otras sustancias. El
tamaño de estas partículas permite que se depositen
tanto en la vía aérea central como en la periférica
originando las alteraciones.
Dejando a un lado
el cáncer, hay varias enfermedades broncopulmonares relacionadas
directamente con el hábito de fumar: enfisema, bronquitis
crónica (enfermedad pulmonar obstructiva crónica),
enfermedad de las pequeñas vías aéreas, bronquiolitis
respiratoria asociada a enfermedad intersticial pulmonar. En un
segundo lugar podremos encuandrar aquellas enfermedades respiratorias
en las que el tabaco no tiene un papel en su origen pero aumentan
las posibilidades de padecerlas y empeora su evolución:
asma, infecciones respiratorias, neumotórax espontáneo,
histiocitosis X, hemorragias pulmonares, fibrosis pulmonar y otras
enfermedades pulmonares menos comunes. En los párrafos
siguientes vamos a explicar las consecuencias del tabaco en algunas
de estas enfermedades.
El término
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), incluye
diferentes entidades respiratorias que cursan con obstrucción
crónica de la vía aérea, de evolución
progresiva y que pueden o no cursar, con hiperreactividad bronquial.
Es un enfermedad muy frecuente en la población adulta con
una prevalencia del 5-10% en función de las series. Como
ya hemos adelantado en su definición comprende varias enfermedades
respiratorias, la bronquitis crónica, el enfisema, y las
bronquiectasias. Estas 2 primeras enfermedades están directamente
ligadas al hábito tabáquico en el 90% de los enfermos
y muchas veces pueden coexistir lesiones estructurales de ambas
enfermedades en un mismo paciente. Los síntomas principales
con que se manifiestan son tos, expectoración y falta de
aire.
A partir de los
25 años se suele observar una caída progresiva de
la capacidad pulmonar debida a la edad, fundamentalmente de lo
que los médicos llamamos volumen espirado en el primer
segundo (FEV1), que disminuye aproximadamente 25 ml anuales (su
valor normal ronda los 3000 ml , pero varía en función
de la edad, altura y peso) . En los fumadores esa disminución
es mayor y más rápida produciéndose descensos
anuales de entre 30-100 ml. La disminución progresiva,
con el paso de los años lleva a la aparición de
síntomas respiratorios, sobre todo falta de aire para realizar
esfuerzos severos inicialmente y a medida que avanza la enfermedad
con esfuerzos cada vez menores, e incluso en reposo. La velocidad
de descenso del FEV1 guarda relación con el número
cigarrillos que se fuma al día y con la profundidad de
la inhalación del humo.
Con el abandono
del hábito de fumar se observan beneficios tanto a corto
como a largo plazo: los síntomas provocados por el humo,
la tos y la expectoración matutina mejoran en un tiempo
relativamente corto, pero en los fumadores que ya presentan una
EPOC la capacidad pulmonar no se normaliza , aunque si se produce
un deceleración del descenso del FEV1.
El asma es
una enfermedad inflamatoria bronquial crónica , desencadenada
por varias causas, entre ellas la alérgica y que cursa
con uno o varios de estos síntomas: tos, picor de garganta,
opresión centrotoracica, sibilancias y falta de aire.El humo del tabaco en el asma facilita la sensibilización
a determinados alergenos (sustancias que son capaces de desencadenar
una respuesta alérgica), empeora la evolución del
paciente asmático aumentando la mortalidad de esta enfermedad
y disminuyendo el efecto del tratamiento. Durante la infancia
el ser fumador pasivo aumento dos veces el riesgo de padecer asma
y así mismo empeora el control de la enfermedad.
Las infecciones
respiratorias son más frecuentes entre los fumadores,
además de presentar una mayor morbilidad en la gripe y
la neumonía comparativamente con los no fumadores.
El neumotorax
espontáneo (paso de aire a la cavidad pleural de forma
súbita y sin causa establecida) es una entidad que se da
en individuos con un biotipo característico. Generalmente
se trata de personas jóvenes, entre 20 y 30 años,
varones, con hábito asténico y fumadores. El tabaco
multiplica el riesgo de padecer esta enfermedad 22 veces en los
varones y 9 veces en las mujeres.
Así mismo
los fumadores tienen una mayor número de complicaciones
respiratorias tras la cirugía: especialmente en cirugía
torácica, cardíaca y de abdomen superior. También
son más frecuentes las alteraciones del sueño: ronquido,
síndrome de apnea obstructiva del sueño.
Otro punto de especial
consideración es el tabaquismo pasivo y su implicaciones
respiratorias. Los adultos no fumadores sometidos al humos del
tabaco, presentan más síntomas respiratorios: tos,
expectoración, falta de aire, mayor perdida de días
laborables por enfermedades respiratorias, si se comparan con
individuos no expuestos al humo del tabaco. Estas alteraciones
son mayores cuanto más tiempo al día y cuantos más
años padezcamos este tabaquismo pasivo, por eso, es de
riesgo especialmente importante el medio laboral. También
se ha relacionado con el riesgo de padecer EPOC, y con la necesidad
de utilizar más dosis farmacológica en los pacientes
previamente asmáticos.
El
tabaquismo pasivo durante el embarazo puede tener consecuencias
graves incluso después del nacimiento, porque la lesión
se produce en el momento más importante de su vida, cuando
los pulmones están en formación. Durante el embarazo,
el feto y la madre fumadora presenta casi los mismos niveles de
nicotina en sangre. Tras el nacimiento en estos niños,
se puede observar una disminución de la capacidad pulmonar,
obstrucción bronquial e hiperactividad bronquial. Lo que
aún se desconoce es cuanto tiempo duran estas alteraciones
funcionales porque la mayoría de ellos continúan
siendo fumadores pasivos después del nacimiento.
Cuando el tabaquismo
pasivo comienza después de nacer, el niño también
sufre los efectos del humo del tabaco: presentan más tos,
falta de aire y sibilancias con las infecciones respiratorias,
tienen más enfermedades respiratorias y requieren más
visitas a urgencias por las mismas, incluso presentan una disminución
de la función respiratoria con una mayor hiperreactividad
bronquial y más riesgo de presentar asma y que esta sea
de una gravedad superior. Una enfermedad especialmente dramática
es la muerte súbita del lactante que se da más frecuentemente
en hijos de madres fumadoras.
Myriam Aburto Barrenetxea, Servicio
de Pneumología. Hospital de Galdakao
Fotografías: De las páginas web medicinatv.com y univision.com |