Personas inmigrantes en el barrio de San Francisco
Beatriz Díaz

La población de este barrio es muy variada culturalmente, debido a la propia historia del barrio: es, desde hace décadas un barrio de inmigración. La inmigración extranjera comenzó a ser notable a principios de los años 80 y aumentó más rápidamente a principios de los años 90. Hay una gran comunidad gitana, y personas de origen gallego, portugués, cántabro, castellano, etc. Viven personas de América Latina (Brasil, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Chile...), el Magreb (Argelia y Marruecos, sobre todo), África subsahariana (sobre todo de Africa del Oeste) y Asia (China, Bangladesh...).


"Un barrio marginal es un estado policíaco. La policía, su presencia en el barrio, es como una fuerza de ocupación, es como un ejército. No está en el barrio para nuestra protección; está en el barrio para proteger los intereses de hombres de negocios que ni siquiera viven aquí. Malcolm X, 22-5-64". Pintada que existía hasta hace un año en la calle Cantarranan, detrás de la Plaza de Bilbao la Vieja.

Hay quien vive aquí porque es donde tiene su comercio, o donde viven sus primos, tíos y hermanos, porque es donde pueden pagar un alquiler, porque es donde le han dejado compartir habitación con un paisano o donde se puede entender en su lengua madre con otras personas (Díaz, 1997: 89-96). También hay otras que han hecho el esfuerzo de no vivir aquí, por el estigma social que eso supone o porque tenían muchos problemas con la policía o con algunos vecinos.

Yo no voy más a San Francisco: mucho racismo, mucho policía. Mucho problema... mejor quedamos en mi casa, o en el Casco Viejo... San Francisco no...

Muchas situaciones que cualquier persona emigrante vive por decidir o verse más o menos forzada a salir de su país, por estar en medio de una cultura desconocida, por tener un color de piel diferente al de la mayoría, por la propia legislación de extranjería en el país de acogida... son más frecuentes o mas graves en el barrio de San Francisco. Son situaciones relacionadas con la convivencia intercultural (en el barrio de mayor variedad cultural de Bizkaia), con la intolerancia (en un barrio donde se superponen muchos problemas y tensiones), los problemas para adquirir vivienda y los abusos en los alquileres (en un barrio pobre y deteriorado), la dificultad para acceder a ayudas sociales (en un barrio donde muchas personas tienen necesidad de ayuda y muchas tienen ingresos por trabajos ilegales). El aspecto más positivo de la vida en un barrio como el de San Francisco, es la existencia de redes de apoyo muy fuertes entre paisanos o grupos afines culturalmente.

La convivencia intercultural

San Francisco es un lugar donde la tolerancia se pone a prueba de forma más directa. Desde la cultura predominante, con frecuencia se mira de forma homogeneizadora al diferente, al extranjero (se habla de "los negros", "los moros", "los inmigrantes"...) dejando de lado las peculiaridades en cuanto a culturas, lengua, formación, oficio, etc; en realidad, dentro de ese grupo de personas hay todo un crisol de culturas, algunas de las cuales tienen conflictos entre ellas. Un ejemplo de ello es el enfrentamiento por razones históricas y políticas entre marroquíes y argelinos o las relaciones entre países de diferente confesionalidad. Ciertos conflictos de convivencia vecinal surgen cuando hay un miedo (a veces no asumido) a otras culturas desconocidas y un intento de autoprotección. La suma de situaciones conflictivas crea un ambiente tenso en el que salta la chispa de nuevos conflictos o enfrentamientos con mucha facilidad. Esa variedad cultural también supone la posibilidad de abrir la mente, de conocer mundo sin viajar, de entender que hay muchas formas de vivir, de intercambiar modos y visiones, de disfrutar y enriquecerse con esto.

Acceder a una vivienda digna

Una gran proporción de extranjeros (entre otras personas) residen en pensiones. Según Gazte Ekintza (1996), el 32 % de los locales comerciales del barrio son pensiones declaradas. Muchas otras no son declaradas, están en peores condiciones de salubridad (se conocen pensiones sin baño, con ratas, etc) y son más utilizadas por personas que no desean ser localizadas, como traficantes o extranjeros indocumentados. Otros viven en habitaciones realquiladas o compartiendo habitación con paisanos o amigos mientras buscan alquiler propio. Las familias viven con más frecuencia en alquileres o viviendas propias. Otras personas duermen en la calle de forma transitoria o por periodos más o menos largos.

Entre las dificultades para encontrar alquiler o vivienda dignas están el no tener documentación en regla algunos, el racismo más o menos encubierto de muchos caseros y caseras, la exigencia de nómina en algunos casos, o el no tener con quién compartir piso (ver Díaz, 1997: 63-74).

La calle, los bares, algunas tiendas y la mezquita (situada en la calle Dos de Mayo) son el principal espacio de encuentro y relación entre las personas inmigrantes (los alquileres y pensiones, dada su precariedad, muchas veces no pueden ser espacio de encuentro). Los bares y la calle son también punto de reunión o distracción de otros vecinos del barrio, sobre todo de los más ociosos (parados y jubilados) y con necesidad de compañía. Esto da lugar a una imagen de la calle San Francisco siempre poblada (grupos de personas charlando; esperando a que llegue la droga o a pasar droga; mirando cómo se produce el trapicheo; esperando a un paisano; hombres mayores buscando o mirando a las mujeres).


La Korrika en el barrio San Francisco.

La ayuda social y las asociaciones de ayuda

La mayor parte de las dificultades de supervivencia y necesidades para tener una vida digna se superan en el ámbito de los lazos de apoyo entre paisanos o personas de culturas o lenguas comunes. Por eso las culturas y grupos con más tradición de autoayuda se hacen menos presentes en las asociaciones o servicios de ayuda social. Además, cada colectivo tiene su percepción del recurso a la ayuda social.

Unos preferimos trabajar en la calle cargando, sudando... y no pedir a (instituciones de ayuda), como otros. Preferimos ir mal vestidos y trabajar así, que ir con corbata y comer ayuda de (...)

Desde la experiencia de las propias asociaciones de ayuda y de las personas que piden o a quienes se les ofrece la ayuda, se valora que algunos canales de ayuda, establecidos para otras personas marginadas, no han resultado adecuados para este colectivo, en parte porque ignoran la variedad del mismo y las causas de su migración.

El trabajo

La mayoría de los hombres extranjeros que residen en este barrio se han dedicado desde su llegada a la venta ambulante en mercadillos, fiestas locales, bares, calles y playas; a veces junto a sus esposas o hijos mayores. Muchos tienen permiso de residencia y trabajo como autónomos, sobre todo los comerciantes.

Las mujeres se han dedicado principalmente a trabajos como empleadas de hogar, cuidado de niños/as o personas mayores, trabajos en clínicas o residencias privadas, en bares y en clubes.

Muchas personas acceden a trabajos temporales agrícolas en Álava y fuera del País Vasco, a pequeñas tareas a través de parroquias, o recogida de papel, ropa usada, reparto de propaganda, limpieza de cristales, venta del periódico La Farola... Y cambian con frecuencia de trabajo y por temporadas no trabajan. Hay también una porción de habitantes que alternan su residencia entre pueblos costeros de Bizkaia y Gipuzkoa, donde trabajan como marineros, y el propio barrio, donde pasan los días y temporadas libres o de paro. Esto les facilita el contacto con sus paisanos y el acceso a recursos como la sanidad, locutorios, discotecas, etc, que por el momento no existen en estos pueblos.

Una proporción cada vez mayor de personas trabaja traficando con drogas ilegales. También hay personas dedicadas a la construcción, la repoblación forestal, a trabajos profesionales variados (electricidad, mecánica...), estudiantes de enseñanzas medias y superiores.

Cabe subrayar que la mayoría de las personas extranjeras, periódicamente envían dinero a sus familias, aunque lo que les reste para su propia supervivencia sea mínimo. Otra parte importante de sus ingresos es para la conseguir documentación o renovarla (pago de abogadas/os, de tasas, solicitud de documentos al país de origen o embajada correspondiente, viajes para hacer gestiones...). El tercer grupo de gastos extras son requisitos como la fianza para dar de alta un teléfono, la necesidad de un seguro de salud privado para quienes se les niega el derecho a la salud, la vulnerabilidad ante robos y engaños por parte de muchos profesionales, entre ellos algunos policías y abogados, etc...

Explicaremos con más detalle aquellas tareas en los que actualmente trabajan más proporción de extranjeros en el barrio de San Francisco: el tráfico de drogas ilegales y la venta en comercios y venta ambulante.


Vecinos y vecinas del barrio entrando a los terrenos de la antigua Mina de San Luis, tras las calles Iturburu, Miribilla y Concepción, poco antes de que comenzaran las obras.

Los traficantes de drogas ilegales

Desde mediados de los años 80, parte de la prostitución pasó a los clubes, se abrieron nuevos clubes fuera del barrio, aparecieron los travesties en las calles y según estos negocios fueron decayendo, comenzó a traficarse con drogas ilegales, promoviéndose desde los mismos bares y clubes de prostitución. Primero el tráfico de drogas fue realizado por payos desde pisos particulares; pasó después a manos de grupos gitanos y recientemente se han incorporado inmigrantes extranjeros, primero magrebíes (argelinos principalmente) y africanos. Con más frecuencia participan personas cuyos amigos o paisanos están traficando y les dan facilidades para entrar a ello.

Ellos llegan... vienen de Portugal... y aquí ven que sus paisanos hacen eso, y lo hacen; como yo veo que los míos venden ambulante, y me pongo a vender.

A veces también entran quienes cuentan con menos redes de apoyo, menos paisanos con posibilidades de ayudarles en el alquiler, comida o acceso a otro tipo de trabajos, en parte debido a que están indocumentados. Entre ellos, hay quienes aseguran que de tener otras posibilidades laborales, dejarían de traficar.

Una parte de los vecinos y vecinas del barrio tiene la sensación de que estas personas son quienes han traído la droga al barrio, aunque otras no lo ven así.

Nosotros vemos el último eslabón de las mafias del tráfico. (ETB2, 1997)

Confundimos los síntomas con las causas. Ahora vemos los síntomas, pero las causas son otras: cuando entró la heroína al barrio no había negros. (ETB2, 1997)

No todas las personas se incorporan en la misma medida: algunas llevan años trabajando en el tráfico de drogas; un grupo menos numeroso ha realizado esa tarea de forma puntual (al llegar al barrio, en los primeros momentos de incertidumbre o abandono o de intentos frustrados de encontrar trabajo) y después se han desligado. Entre quienes la realizan de manera más o menos continua, algunos no han pasado de ser intermediarios o de pasar pequeñas cantidades de hachís y la mayoría se han implicado más.

En cuanto a sus condiciones de vida, hay quienes duermen a la intemperie, en ruinas, en fábricas abandonadas o bajo puentes, quienes viven en pensiones, alquileres o realquileres con precarias condiciones higiénicas y quienes viven fuera del barrio en alquileres más habitables. Algunas personas que trafican son dependientes de la cocaína o heroína, y algunas de éstas duermen en la calle. Esto es más frecuente entre los grupos que entraron antes en el tráfico, como gitanos o argelinos, y menos frecuente entre los africanos negros. Su número es bastante escaso, en proporción a los que no lo son, aunque aumenta progresivamente.

Existen posturas variadas en los bares y comercios de la zona hacia las personas que trafican. En algunos comercios se permite la entrada a cualquier persona, siempre que no trafique dentro del local. En otros no se permite la entrada a ninguna persona que se sabe que trafica o que se supone que es toxicómana, independientemente de su aspecto. En otros comercios, ocasional o permanentemente, se niega la entrada a las personas negras, argumentada con un discurso del tipo "todos los negros son traficantes". En cuanto a los comercios de productos y servicios básicos, normalmente se atiende a todas las personas, sin distinguir su apariencia o su fuente de ingresos.

Yo he aprendido una cosa desde que vivo en San Francisco: si un negro entra en una tienda a comprar pan o tabaco, es un cliente, y se le llama caballero, Ħeso lo he oído yo! Si luego se va a tomar algo al bar de enfrente, entonces es un traficante, y se le echa del bar o se le insulta.


Fiesta multicultural y comida al aire libre, en la Plaza del Doctor Fleming, junto a la calle Zabala.

Los comerciantes

En el año 90 se abrieron los primeros comercios de africanos en San Francisco (un senegalés y un marroquí). En el 92 se creó el tercer comercio y los demás se han instalado a partir de entonces. Su número ha aumentado progresivamente, sobre todo en los últimos siete años, al hilo del aumento de la presencia de personas extranjeras, del progreso laboral de algunos de ellos y de la devaluación del precio de las lonjas y el cierre de otros establecimientos.

Casi todos ellos comenzaron trabajando en la venta ambulante por las calles, bares, playas y fiestas, más adelante obtuvieron plazas en mercadillos y después han iniciado estos comercios, probando con diversos productos de venta. La mayoría de los comercios están llevados por personas de origen marroquí o senegalés (tiendas de bisutería, bolsos y ropa, de alfombras, peluquería, carnicería musulmana, bares...). También hay comerciantes ecuatoguineanas, angoleñas, nigerianas, chinos, hindúes(tiendas de alimentos africanos, de alimentos locales, peluquerías africanas, carpintería metálica...).

Entre las personas que trabajan en la venta es común que se abran negocios donde participan familiares o paisanos; que se repartan la atención de las plazas del mercadillo y de la tienda entre varios paisanos; que cuando una persona llega de nuevas, se le acompañe para enseñarle a vender por la calle; se la ofrezca una cama o una parte de la cama en alquiler o pensión compartida; y se le garantice la comida y el alojamiento mientras no tiene ingresos propios (ver Díaz, 1997: 41-62). Muchas personas que llevan los comercios tienen tradición como comerciantes en su cultura de origen (sobre todo, magrebíes y senegaleses), como sucede también con el pueblo gitano.

Buena parte de quienes viven de estos trabajos tienen una formación y experiencia profesional, técnica o universitaria en sus países de origen. Pero la falta de documentación en regla, de posibilidades de homologación de títulos y de acceso a trabajos con esa titulación siendo personas de países más pobres al nuestro, les ha hecho casi imposible tener otras salidas laborales (ver Díaz, 1997:29-40).

Los clientes de los comercios de bisutería son, en buena parte, los propios comerciantes ambulantes extranjeros, que vienen de toda Bizkaia e incluso de Gipuzkoa a comprar aquí parte del género que venden en calles y mercadillos o que venden en otras tiendas del barrio (otra parte de esta mercancía se compra en diversas ciudades de Francia o el Estado español, en Portugal o Italia a veces, y raramente en algún país de origen). Por eso el aumento de la presencia de vendedores ambulantes en Bizkaia es lo que en parte ha permitido mantener estos comercios. Algo similar sucede con parte de la clientela de las peluquerías, bares, tiendas de alimentos africanos o carnicería musulmana, aunque también existe parte de clientela local, que crece a medida que se hace más normal la presencia de estos negocios.

Bibliografía:

Díaz, Beatriz (1997). Todo negro No Igual. Voces de Emigrantes en el Barrio bilbaíno de San Francisco. Ed. Virus y Likiniano Elkartea.

ETB2. Al cabo de la calle. "żMovilización vecinal contra la delincuencia o racismo contra los africanos?. Donostia, 7 de noviembre de 1997.

Gazte Ekintza-Puerta Abierta. Actividad Económica en San Francisco-Bilbao la Vieja. Bilbao, 1996. pp. 141-152.


Euskonews & Media 123.zbk (2001 / 5 / 18-25)


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