El falso resplandor del comercio electrónico
* Traducción al español del original en euskera
Josemari Velez de Mendizabal

Es bien sabido que día tras día el concepto del comercio electrónico cambia a una velocidad exponencial. Ideas del sorprendente mundo que podríamos denominar e-M, que apenas tres o cuatro meses atrás cobraban actualidad, hoy están ya caducas. Debido a las tendencias que reinan en el enigmático ámbito de las nuevas tecnologías, las ideas perecen nada más brotar.

Hoy día nadie es capaz de vaticinar el alcance que pueda tener el mensaje anunciado por el nuevo observatorio del e-M. Enmudecidos los gurús, empiezan a circular advertencias que aconsejan actuar con sensatez, como si tras una generalizada fase de demencia se hubiera impuesto la época de la salubridad mental. No obstante, me temo que tales avisos son igual de engañosos que aquéllos que nos invitaban a tomar parte en la vertiginosa y alocada movilización.

Sensatez, decía, porque muchos han actuado sumidos en la más absoluta desorientación, como si los planteamientos del e-M fueran a dar con la fórmula mágica del universo. Las inhumanas ondas han causado estragos en los sectores más débiles del comercio electrónico y provocado estrepitosos desastres. Como siempre, los que más sufren son los más débiles. No se trata de ninguna novedad.

Lo que a finales del año pasado se nos presentaba como un atractivo y saludable negocio, hoy yace bajo un sencillo pero significativo RIP, mientras las campanas repican en señal de duelo. Con frecuencia, el motivo de la defunción suele permanecer oculto, como si con ello se contribuyera a aligerar el pesar, si bien considero que tal proceder no aplaca la gravedad del mal, ya que cualquiera que haya estudiado los parámetros del e-M conoce la causa de tantas muertes. La postura contraria no hace sino dar conscientemente la espalda a la realidad.

Los indicadores del comercio electrónico apuntan hacia nuevas direcciones. En tanto que el paradigma de la nueva economía se ha vestido hasta hace bien poco de luto y ha dejado sin consuelo a no pocos desdichados, los intrépidos presagiadores avistan nuevos horizontes como si acabaran de descubrir el nuevo mundo. Se diría que dicen "ahora sí", como si nada tuvieran que ver con los cadáveres que han ido dejando en el camino.

El atolondrado mundo del e-M ha resultado ser una burbuja tan ficticia como la descontrolada explosión de Internet. Lo cierto es que habiéndose erigido sobre un arma tan asfixiante como la especulación, no cabía otra posibilidad. Los sectores interesados entonaron cánticos de gloria ante una ignorante y ciega audiencia, y es que ignorancia y ceguera son conceptos que -en muchas ocasiones- suelen ir de la mano. Ante nuestro asombro, el tradicional comercio con siglos a sus espaldas abría el paso al comercio electrónico. De este modo, y sin haber realizado siquiera un solo análisis económico exhaustivo, se procedía a abrir un excéntrico baile sobre el parquet de las inversiones, donde todos eran bailarines y músicos al mismo tiempo. ¿Cómo iba a poder funcionar?

La sensatez, primera de las normas que ha de regir en toda profesión, se vio derrocada por la reiteradamente anunciada "buena nueva". A nadie se le ocurrió adoptar una serie de mínimas medidas de seguridad antes de imbuirse en ella, cuando todo invitaba a pensar que "cualquier tonto iba a ser capaz de fabricar relojes". Electrónicos, claro está. Así es cómo la estructura del e-M se convirtió en buena medida y al menos en teoría en el reino de los inocentes, ya que en la práctica eran los todopoderosos -como siempre- quienes, desde la sombra, movían los hilos.

En lo que a la historia universal del comercio se refiere, estoy convencido de que el sistema de los negocios ha cambiado en unos pocos años más de lo que ha hecho nunca. No hemos de olvidar que el hombre ha recurrido a la compraventa desde el mismo momento en que hizo acto de presencia en este mundo; en algunos casos, simplemente, intercambiando manualmente los productos; la mayoría de las veces, con dinero de por medio. Las Tecnologías de la Información y Comunicación, las famosas TICs, no harían sino beneficiar el inmenso sector de la tecnología, pues comparto plenamente la opinión de que un correcto uso de ellas constituye toda una fuente de positivas consecuencias. Ciertamente, las TICs pueden provocar una auténtica revolución comercial.

Sin embargo, una cosa es albergar esperanzas, y otra bien distinta que gracias a los TICs, y como por obra de la Señora de Anboto, de repente todos nos convirtamos en comerciantes y este oficio nos proporcione incalculables beneficios. Oficio tan antiguo como el propio ser humano, pero tan complicado como pueda serlo cualquier otro.

La burbuja, a la vista está, fue inflada conscientemente. Los medios de comunicación contribuyeron a aumentar la locura colectiva. Nadie está libre de culpas; quien más, quien menos, todos han querido vernos montar en el incontrolado carro, olvidándose de que éste iba cargado hasta los topes. Mientras hablaban maravillas acerca de la genialidad del e-M, nos invitaron a tomar parte en un frenético baile. Parece ser que una vez descubierta la inexistencia del paraíso anunciado, los falsos anunciantes se apresuran en cambiar de traje y nos dirigen mensajes como "si es que ya lo decíamos...". Sin embargo, en el fondo siguen teniendo la misma finalidad: conseguir que bailemos al son de la música de sus superiores.

Todavía habrá algún que otro idiota que asegure conocer a gente que vende duros a cuatro pesetas. Tontos así, convencidos de que la destreza en los negocios se puede adquirir en breve, siempre los ha habido y siempre los habrá. Peor para ellos.

Pero seamos optimistas; en el futuro no todo seguirá siendo igual. Presiento que la economía cibernética -o el e-M- ha aprendido de la irracionalidad la que indudablemente sería la más valiosa de las lecciones. La nueva economía tendrá que seguir su curso reconociendo tanto los conocimientos derivados del I+C (investigación + conocimiento) como los cadáveres que ha ido dejando en el camino, ya que sólo podrá alcanzar su objetivo tras proceder a un cambio procesal. La mariposa asiática -o americana- debería dejar de provocar los mortales huracanes que están teniendo lugar en los confines del mundo. El fétido ambiente que se ha extendido entre nosotros no puede ser superado más que a partir de la sensatez y de una práctica responsable.


  Josemari Velez de Mendizabal, escritor

Euskonews & Media 123.zbk (2001 / 5 / 18-25)


Dohaneko harpidetza | Suscripción gratuita | Abonnement gratuit |
Free subscription


Aurreko Aleak | Números anteriores | Numéros Précedents |
Previous issues


Kredituak | Créditos | Crédits | Credits

Eusko Ikaskuntzaren Web Orria

webmaster@euskonews.com

Copyright © Eusko Ikaskuntza
All rights reserved