La presencia del teatro en la vida
* Traducción al español del original en euskera
Iñake Irastorza

Ha llovido lo suyo desde que en la antigua Grecia tuvieran lugar las colosales representaciones, fuente de las tragedias, comedias y dramas satíricos que hoy conocemos, que se celebraban en honor al dios Dionisos (Baco). Esquilo, Sófocles y Eurípides, por citar sólo algunos de los grandes autores, son todo un referente de nuestro teatro actual.

Máscaras que representan la Tragedia y la Comedia

*Esquilo.- Considerado el padre de la tragedia, el poeta lírico propugnaba en sus obras ("Prometeo encadenado", "La Orestíada", etc.) la preeminencia del Derecho frente al odio cegador, de la justicia frente a la ley, y del espíritu frente a la fuerza.

Imagen de un teatro griego

*Sófocles.- De carácter abierto y pacífico, Sófocles no ensalzaba a los dioses cual Esquilo, ni compartía la postura racionalista de Eurípides. Opinaba que las verdaderas causas que conducían a un héroe hacia la perdición o a la gloria eran de índole psicológica, y no las leyes del destino. Este autor simboliza la conciencia de la infelicidad humana y la entereza ante el sufrimiento, así como el pensamiento racional y las oscuras fuerzas que escapan al mismo.

Para hacerse una idea de la influencia de este autor, basta recordar que las versiones más conocidas de los frecuentemente mencionados personajes de Electra, Antígona o Edipo son suyas.

Fichas antiguamente empleadas como entradas

*Eurípides.- Tachado de escéptico por los eruditos de su tiempo por negarse a venerar a los dioses y por desentenderse de los mitos de Grecia, Eurípides prefería tratar los anhelos y el espíritu de las personas que alabar la trágica grandeza de los héroes antiguos. Alcanzó el éxito después de su muerte. Entre sus obras más conocidas destacan Medea, Las Bacantes, Las Troyanas, Helena, Hécuba y la drama satírica El Cíclope.

En los tiempos que corren, en que apenas tenemos tiempo para respirar, todas y cada una de las veces que tengo ocasión de leer, estudiar o contemplar en escena alguna obra de los mencionados autores, me quedo estupefacta al constatar lo poco que ha cambiado el ser humano a lo largo de todos estos años. A pesar de lo mucho que ha evolucionado nuestro aspecto exterior, nuestras actitudes moralistas y racionalistas, nuestra conciencia de infelicidad, sed de venganza o de justicia, luchas, ansias, carácter, etc. siguen siendo exactamente iguales.

Sé que en la actual era de los audiovisuales y de Internet mucha gente considera el teatro como un género entumecido y anquilosado. Pero, en mi opinión, no todos los viajes se pueden realizar en trenes de alta velocidad, porque, aunque resulte curioso, el saber andar y orientarse son mucho más provechosos para nuestra formación personal. Me acuerdo de unas recientes declaraciones del director del Odeón Théâtre de L'Europe, Georges Lavaudant: "La BELLEZA del teatro radica en que no tiene necesidad de rendir cuentas a la actualidad. No tiene porqué afanarse en estar de actualidad".


  Iñake Irastorza, actriz

Euskonews & Media 121.zbk (2001 / 5 / 4-11)


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