LOS ECOSISTEMAS DE MARISMA
Los
humedales y las zonas húmedas en general, sean de litorales
o del interior, se definen entre los ecosistemas más singulares
de la biosfera. Dentro de este tipo de ecosistemas se encuentran
las marismas.

Las marismas son
superficies de vegetación fanerógama formadas en
las desembocaduras de los ríos, que el mar cubre periódicamente.
Se forman cuando la sedimentación alcanza, durante el periodo
de las mareas muertas, el nivel de la pleamar. Mientras los materiales
provenientes de los ríos y del mar se van acumulando, las
superficies se ven colonizadas por plantas y animales que van
aumentando mientras se sigan produciendo los fenómenos
de deposición y sedimentación.
A pesar de que por
lo general las marismas no presentan una alta diversidad vegetal,
se caracterizan por una alta producción primaria y varias
singularidades. La salobridad y la periodicidad del anegamiento,
sus principales características, así como las duras
condiciones de la costa (fuertes vientos, falta de oxígeno
y escasa acumulación de materia orgánica) son factores
que dificultan el desarrollo de determinadas especies y condicionan
el crecimiento de la vegetación.
La vegetación
de las marismas se establece en virtud del gradiente de la marea,
y ante la variabilidad que suele presentar el nivel del anegamiento,
las condiciones fisicoquímicas de la ría varían.
Normalmente, la parte alta de la marisma suele verse libre de
las inundaciones, salvo en el caso de mareas vivas, mientras que
la parte baja de las marismas se inunda con la subida de las mareas
dos veces al día.

Algunas especies
vegetales, como las halófitas, desarrollan una serie de
mecanismos fisiológicos para adaptarse a estas circunstancias,
que varían en función de su localización
dentro de la marisma. Las especies que consiguen afincarse adquieren
un alto valor ecológico y llegan a cubrir grandes extensiones.
Esta circunstancia tiene especial relevancia en el ciclo alimenticio
y en el hábitat de diversos vertebrados (peces, aves, mamíferos)
e invertebrados.
La localización
de las marismas en la franja costera ha favorecido y favorece
que estos ecosistemas soporten una alta presión humana.
De hecho, han experimentado y experimentan, por esta causa, importantes
alteraciones y retrocesos. Las marismas, hasta recientemente,
han sido sustituidas por actividades relacionadas con la agricultura,
la construcción y la industria, entre otras actividades,
ya que se han considerado terrenos infértiles e insalubres.
A partir de la construcción de muros que impiden el paso
del agua y de rellenos, estas superficies han pasado a ser campos
de cultivo y zonas tanto residenciales como industriales.
LA SITUACIÓN DE LAS MARISMAS EN EUSKAL HERRIA
La costa de la Comunidad
Autónoma Vasca se calcula en 192 km: 108 km en Bizkaia
y 84 km en Gipuzkoa. En el periodo Postflandriense cuando se calcula
el máximo nivel de superficie estuarina en nuestras costas,
las 17 rías ocupaban una superficie de 72 km2. La superficie
actual se encuentra alrededor de 40 km2 lo que supone una pérdida
de 32 km2 (44 % de la superficie). Esta pérdida en parte
ha sido causada por factores naturales, sin embargo, su principal
disminución se ha debido a causas antrópicas (el
91% de lo la superficie reducida).
La situación
de conservación actual de las marismas de la costa vasca
es ciertamente grave; mientras que de algunas rías ya han
desaparecido del todo, otras no ocupan más que un pequeño
porcentaje de su superficie. Por otra parte, la localización
próxima de los municipios a las marismas no hace sino empeorar
la situación ya que muchas actividades relacionadas con
el desarrollo se realizan en la proximidad a las mismas.
De
las 17 rías que tradicionalmente se han venido describiendo
en Euskal Herria (9 en Bizkaia y 8 en Gipuzkoa), algunas han desaparecido
prácticamente por causas antrópicas, y las restantes
han sido objeto de considerables transformaciones. Estas últimas,
sin embargo, tienen una alta potencialidad de ser recuperadas.
Se podrían citar los casos de las rías de Barbadun,
Butroe, Urdaibai, Lea, Artibai, Deba, Urola, Inurritza, Oria y
Txingudi.
LA RELEVANCIA
DE LAS MARISMAS Y FUNDAMENTOS PARA SU CONSERVCIÓN
La diversidad biológica
es el resultado de 4000 millones de años de evolución,
y si bien se ha llegado a identificar 1.400.000 especies vegetales
y animales, se cree que esta cifra sólo representa el 5%
del total. A lo largo de este proceso evolutivo, unas especies
han ido reemplazando a otras; no obstante, el impacto del ser
humano ha acelerado considerablemente el ritmo natural de la extinción
de las especies.
La diversidad tanto
biológica como ecosistémica debería conservarse
en calidad de patrimonio de interés general, incluso por
meros motivos de supervivencia, puesto que son muchos los compuestos
empleados en medicina y en alimentación que se elaboran
a partir de organismos salvajes.

Las marismas, zonas
de transición entre los espacios acuáticos y las
rías, constituyen una minoría frente a los ecosistemas
terrestres. Las características taxonómicas, genéticas,
ecológicas y fisiológicas de las especies que las
habitan, así como la complejidad de los procesos ecológicos
que tienen lugar en ellas, bien pueden calificarse como irrepetibles
y exclusivas. Las marismas, tratándose como depósitos
de agua, preservan el perfil de la costa y de los terrenos del
interior, razón por la cual se las vincula directamente
al control de las inundaciones. Junto con esta función
reguladora de la dinámica de las mareas, cumplen otro importante
papel en la conservación de la flora y de la fauna, y es
que al retener los elementos contaminantes, actúan como
depuradoras de aguas. Además, en las marismas habitan múltiples
y muy variadas comunidades: jóvenes ejemplares de importantes
especies piscícolas que pasan en ellas las primeras fases
de su ciclo vital, aves migratorias que se encuentran de paso,
etc. La fertilidad de las marismas es, por otra parte, una de
las más altas dentro de los ecosistemas terrestres; en
época estival, cuando los demás terrenos se encuentran
ya enjutos, las marismas siguen produciendo. Es este conjunto
de características el que lleva a mantener la singularidad
e irrepetibilidad de las relaciones ecológicas y la riqueza
florística y faunística que presentan.
Las marismas, en
tanto que son fuentes de recursos económicos, culturales,
científicos, turísticos y de ocio, y en vista de
la presión a la que se ven sometidas, requieren una serie
de estrategias para su conservación y regeneración.
Estas zonas, además de por su valor ecológico y
natural, se caracterizan por ser objeto de investigación
y por presentar especiales singularidades, como se ha mencionado
anteriormente.

En la actualidad
son cada vez más los esfuerzos dirigidos a conservar el
valor de estos ecosistemas que abogan por su recuperación;
no obstante, el valor de estos ecosistemas se reconoce, lamentablemente,
con excesiva lentitud, y en ocasiones incluso demasiado tarde
para evitar su destrucción, en parte debido a la inadecuación
de los criterios empleados para el desarrollo.
Resumiendo, y en
lo que al litoral vasco respecta, habría que poner de manifiesto
la necesidad de garantizar la conservación de las marismas
en buen estado, así como proceder a la recuperación
de las que se encuentran degradadas. Es necesario promover la
realización de estudios sobre la dinámica y el funcionamiento
de las rías, ya que un previo y exacto conocimiento de
estos ecosistemas es requisito indispensable para la conservación
de estos ecosistemas.
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